En una año decisivo para la acción climática, Patricia Espinosa reflexiona sobre la emergencia climática e insta a la unidad de propósito. Dado que el clima no conoce fronteras, la adopción de medidas audaces resulta beneficiosa para todos.

 

¿En qué situación nos encontramos en cuanto a la acción climática?

Desgraciadamente, nos encontramos ante una emergencia climática. Contamos con el Acuerdo de París, que nos ofrece orientaciones sobre cómo salir de esta situación de emergencia. Sin embargo, el último informe sobre las contribuciones determinadas a nivel nacional publicado hace solo unas semanas revela que estamos muy lejos de alcanzar el objetivo de 1,5 °C estipulado en el Acuerdo de París a finales de este siglo. Los datos apuntan a que la reducción de las emisiones será inferior al 1 % para 2030. La ciencia considera que la reducción debe ser del 45 %.

Solo nos quedan 10 años para llevar a cabo transformaciones profundas. Para ello, es necesario tomar decisiones en el presente. Hablamos de transición energética, de infraestructura y de un cambio en la movilidad. Se trata de una situación muy preocupante.

 

¿Es el compromiso de emisiones netas cero para 2050 un marco importante para movilizar la acción?

Sí, pero no debemos llegar a una situación en la que los gobiernos, las empresas u otras organizaciones se comprometan con el objetivo de emisiones netas cero para 2050 y piensen que aún les quedan 30 años para cumplirlo. El año 2050 es importante, pero debemos lograr una reducción de las emisiones del 45 % para 2030. Es necesario tener en cuenta los dos objetivos en conjunto.

Recientemente, ha aumentado la cifra de gobiernos, ciudades, empresas e inversores que se han comprometido a alcanzar el objetivo de emisiones netas cero para mediados de siglo. No obstante, todavía resulta complicado que estos compromisos se reflejen en planes inmediatos, como las contribuciones determinadas a nivel nacional en el marco del Acuerdo de París. ¿Cómo lograrán alcanzar los objetivos de emisiones netas cero?

 

¿Existe un margen para el optimismo?

Es difícil hablar de avances si analizamos las cifras relativas a las emisiones, aunque debemos reconocer que existen algunas señales positivas. Se están adoptando iniciativas alentadoras en la expansión de la energía renovable. Los vehículos eléctricos ya no son una novedad para los fabricantes de automóviles, sino un producto fundamental en sus planes a largo plazo. Los gobiernos están dispuestos a reconstruir mejor e invertir en soluciones climáticas mientras se recuperan de la pandemia.

Sin embargo, esto no es suficiente. Debemos darnos prisa y tomar decisiones radicales y muy osadas.La emergencia climática solo se puede resolver con ambición, determinación y voluntad política. Esto es lo que necesitamos.

 

¿Cuáles serían los logros en la próxima conferencia sobre el clima que se celebrará en Glasgow, la COP26?

Existen cuatro elementos importantes. El primero tiene que ver con las promesas que hemos hecho en el pasado. Debemos honrarlas y cumplirlas, especialmente el compromiso de los países desarrollados con respecto a la movilización de 100.000 millones de dólares anuales para ayudar a los países en desarrollo a combatir el cambio climático. Esta obligación es muy importante para fomentar la confianza necesaria y terminar la conferencia como una comunidad internacional con el objetivo común de hacer que el Acuerdo de París se convierta en realidad.

En segundo lugar, debemos concluir las negociaciones sobre el Acuerdo de París y aplicarlo de forma plena. Llevamos cinco años negociando las directrices operativas. No disponemos de más tiempo para ello. Hay problemas importantes que se deben resolver.

En tercer lugar, debemos aumentar nuestra ambición con respeto a la mitigación, pero también con respecto a la adaptación y la financiación, ya que estos son los tres pilares principales del régimen sobre el cambio climático. En cuarto lugar, no debemos excluir ninguna opinión ni solución. Todos cumplimos una función y debemos colaborar. La acción climática debe responder a las expectativas de nuestras sociedades.

 

Solo nos quedan 10 años para llevar a cabo transformaciones profundas. Para ello, es necesario tomar decisiones en el presente.

 

Una de las cuestiones pendientes está relacionada con los mercados del carbono, tema que se trata en el artículo 6 del Acuerdo de París. Explíquenos en qué situación nos encontramos con respecto a este asunto.

Los mercados del carbono son un instrumento que sirve para impulsar la inversión en la acción climática, sobre todo en los países en desarrollo. Las negociaciones se centran en la transición del anterior régimen del Protocolo de Kyoto o del mecanismo para un desarrollo limpio a un nuevo sistema que cuente con normas claras y envíe señales importantes al mercado. Por ejemplo, para que las empresas privadas consigan participar en los mercados del carbono y compensar las emisiones que no pueden evitar, y, de esta forma, ofrecer determinados recursos a los países en desarrollo.

Debemos encontrar un equilibrio entre las posturas de las distintas partes. Como ejemplo de una cuestión que sigue siendo polémica, se emitieron créditos en el marco del mecanismo para un desarrollo limpio. Para obtener estos créditos, los países en desarrollo presentaron proyectos que se aprobaron mediante un proceso muy riguroso. Sin embargo, finalmente, los créditos no se compraron. Si adoptamos un nuevo sistema en el marco del artículo 6, ¿qué ocurrirá con esos créditos?

Existen posturas diferentes y extremas con respecto a esta cuestión. Evidentemente, los países que todavía poseen créditos quieren que se lleve a cabo la transición a un nuevo sistema de mercado. Otros países creen que la adopción de un nuevo mecanismo provocará alteraciones. Debemos encontrar un equilibrio en el que reconozcamos que esos créditos se concedieron según un proceso acordado por las Naciones Unidas, pero, al mismo tiempo, hemos aprendido de esa experiencia y no cometeremos los mismos errores. Podemos crear un mecanismo de mercado bueno y sólido y, al mismo tiempo, reconocer estas realidades políticas.

Si quisiéramos, podríamos debatir sobre este tema eternamente, pero eso no debería ser posible. En mi opinión, deberíamos incluir una disposición para que los nuevos mecanismos de mercado se revisen y mejoren con el tiempo. Aprenderemos de la experiencia.

 

¿Por qué los avances siguen estando tan por detrás en cuanto a la adaptación climática?

Durante mucho tiempo, la adaptación se consideró una cuestión únicamente relevante para los países en desarrollo, especialmente aquellos vulnerables, en los que los fenómenos meteorológicos extremos estaban causando un gran daño a las economías y sociedades. Hoy en día, todos los días se producen fenómenos meteorológicos extremos en todo el mundo. Este debería ser un incentivo para que las personas comprendan realmente que fomentar la adaptación y la resiliencia en todo el mundo es beneficioso para todos.

Siempre decimos que el cambio climático es un multiplicador de amenazas. Cuando se produce una sequía, una inundación repentina o un temporal de nieve, se genera una situación de vulnerabilidad que puede dar lugar a la inestabilidad y al conflicto. La migración de África a Europa que se produjo hace solo un par de años provocó una situación muy crítica que tenía una clara relación con el cambio climático.

Se necesitan recursos financieros para que los países puedan estar preparados. Queremos que las personas dispongan de oportunidades en sus propios países. No queremos que las personas emigren porque se vean obligadas a ello. Si emigran porque quieren, es una elección. Sin embargo, el problema surge cuando quieren quedarse en su país pero es literalmente imposible. Este es el tipo de reflexiones que espero que podamos incorporar a los debates generales sobre los principales riesgos del cambio climático y las formas de combatirlo.

 

Los planes de recuperación de la COVID-19 superan los 15 billones de dólares, aunque el compromiso de financiación climática de 100.000 millones para los países en desarrollo sigue sin cumplirse. ¿Cómo podemos lograr una financiación climática eficaz?

Los países desarrollados tienen una gran responsabilidad. Este año, en las cumbres del G7 y el G20 se deberán adoptar compromisos muy claros que transmitan que ahora, por fin, los dirigentes del mundo están decididos a hacer que el Acuerdo de París se convierta en realidad. Esto implica que los países ricos cumplirán con sus obligaciones de apoyo a los países en desarrollo, y no solo con respecto al cambio climático, sino también con respecto a los Objetivos de Desarrollo Sostenible y todos los problemas de desarrollo.

Los países ricos deberían darse cuenta de que esto redunda en su propio interés. Por ejemplo, la Unión Europea ha firmado un extraordinario nuevo pacto verde. No obstante, aun suponiendo que este nuevo pacto verde se lleve a cabo de la mejor manera, si las transformaciones necesarias en la esfera mundial no se producen en otras partes del mundo, la iniciativa europea se verá comprometida.

 

Todos los países deberían tener un plan de desarrollo nacional que tuviese en cuenta los riesgos climáticos.

 

Ha pasado toda su carrera en el gobierno. Además de la cuestión de los recursos, ¿por qué a muchos gobiernos les resulta tan complicado impulsar realmente la acción climática?

Parte del problema reside en la naturaleza del cambio climático. Se trata de un tema que está relacionado con todos los ámbitos de la sociedad y de gobierno. Normalmente, existe un ministerio de medio ambiente, otro de finanzas, etc., y todos desempeñan distintas funciones. Resulta muy complicado comprender que en los planes, los programas y las políticas de todos los sectores se deben tener en cuenta los riesgos del cambio climático.

Uno de los grandes desafíos ha sido que los ministerios de finanzas comprendan que el cambio climático tiene una repercusión directa en el sector financiero, porque cuando se produce una catástrofe, se genera una enorme pérdida de riqueza y, por supuesto, de vidas y medios de subsistencia. Ha llevado un tiempo, pero actualmente existe una coalición de ministros de finanzas para el cambio climático en el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. Esto supone un gran avance, pero es algo que ha ocurrido recientemente, más de 25 años después de que se creara la CMNUCC 5 años después de la firma del Acuerdo de París.

Las personas están acostumbradas a ver el cambio climático como algo lejano y como un programa destinado a los pequeños estados insulares o los países muy pobres, porque los países más ricos tienen la capacidad de combatir los fenómenos meteorológicos extremos. Ahora ya no es así. Todos los países deberían tener un plan de desarrollo nacional que tuviese en cuenta los riesgos climáticos.

 

¿Qué puede desencadenar el cambio en los gobiernos?

El liderazgo al más alto nivel político. Existen muy pocos ejemplos, aunque los hay, de países en los que las oficinas del primer ministro o el presidente han estado dirigiendo la labor relacionada con el cambio climático. Esto es totalmente necesario para adoptar iniciativas y ofrecer orientaciones.

 

La ciencia siempre ha fomentado la comprensión del cambio climático. ¿Qué podemos aprender de la importante función que desempeña la ciencia en la respuesta frente a la COVID-19?

La ciencia ha sido un factor importante que ha hecho que tengamos la esperanza de que superaremos la pandemia. Si lográramos generar esta unidad de propósito en materia de ciencia e innovación sobre el cambio climático, creo que supondría un avance muy importante. Podríamos aprender mucho sobre la ciencia como recurso que debería favorecer el bienestar de la humanidad.

 

¿Cuál es la relación del género con la acción climática?

El cambio climático y todos los demás desafíos a los que se enfrenta la humanidad no se pueden afrontar si excluimos a la mitad de la población mundial. Las mujeres suelen ser las principales proveedoras de alimentos, agua y energía y, al mismo tiempo, son las más afectadas por la crisis climática. Son cruciales para el desarrollo de las soluciones climáticas, pero a menudo se ven marginadas del liderazgo climático, ya sea a nivel comunitario, regional o nacional.

Debemos garantizar que las mujeres tengan plena capacidad para participar, contribuir y dirigir una sólida acción climática en todo el mundo. Uno de los ámbitos concretos que me gustaría mencionar es el de las mujeres científicas, las cuales pueden ayudar a descubrir soluciones e innovaciones muy interesantes.

 

Me entusiasma el tema del desafío del cambio climático, y no me rendiré. Lo que no podemos hacer es rendirnos.

 

¿Qué podemos decirles a los jóvenes que están preocupados por su futuro?

En primer lugar, en los últimos dos años, los jóvenes han desempeñado una función importante a la hora de hacer que sus dirigentes se tomen en serio las cuestiones relacionadas con el clima. Al mismo tiempo, diría a los jóvenes que no deben desesperarse. Pueden contribuir al desarrollo del mundo futuro, al igual que hemos hecho nosotros en generaciones anteriores. Ellos también tienen esta oportunidad, esta posibilidad y esta responsabilidad.

Tendrán que tomar decisiones antes de lo que puedan imaginarse, así que deben prepararse para ello. Deben tener la habilidad de mantener una mente abierta, de comprender que el mundo cambia constantemente y, al mismo tiempo, de mantener la capacidad de proponer soluciones nuevas y mejores.

 

¿Por qué es usted un agente climático?

Toda mi vida he sido funcionaria pública: trabajé 35 años en el servicio exterior mexicano. Gran parte de ese tiempo lo dediqué al ámbito multilateral. Allí viví la experiencia increíblemente enriquecedora de establecer un contacto cercano con realidades de todo el mundo, literalmente todos los días. Me di cuenta de lo diferentes que son las perspectivas y, sin embargo, de lo mucho que se puede aprender de todas ellas. Además, uno se da cuenta de que incluso aunque a veces el público en general no lo sepa o no lo reconozca totalmente, se lleva a cabo una gran cantidad de trabajo que a diario marca la diferencia en la vida de las personas.

En esta etapa de mi vida, tras haber puesto fin a una buena y muy gratificante trayectoria en mi país, me siento honrada y privilegiada de seguir aportando mi experiencia y mis aptitudes en este enorme desafío al que se enfrenta la humanidad.

Me entusiasma el tema del desafío del cambio climático, y no me rendiré. Lo que no podemos hacer es rendirnos.

 

Entrevista disponible en inglés