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Vivir con el miedo de ser albino en África

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Narración

En una clase de literatura, los niños se turnan para leer de la pizarra.

Mwigulu Matonange tiene diez años y se toma la tarea muy en serio. Es el mayor de la clase.

«Desde que llegué a esta escuela en Dar es Salaam, he aprendido Swahili porque no lo hablaba bien. También estudio otras asignaturas.»

Mwigulu ha empezado una nueva vida. En 2013, fue atacado por dos hombres. Le amputaron el brazo izquierdo.

«Uno llevaba un gorro rojo, se lo quitó y me tapó la cara. No podía ver. Me cortaron el brazo y después huyeron.»

En Tanzania, las personas con albinismo, como
Mwigulu, son a menudo asesinadas y descuartizadas porque existe la creencia de que los amuletos hechos con partes de su cuerpo traen fortuna y prosperidad.

Esta condición es genética y se tiene desde el nacimiento. Las personas albinas tienen una escasa o nula pigmentación en la piel, cabello y ojos.

A menudo son víctimas de discriminación y de agresiones. Tienen que luchar para sobrevivir.

Alicia Londono, de la Oficina de la ONU para los Derechos Humanos, explica que apoyar a los supervivientes de estas brutales agresiones y torturas es crucial.

«El Fondo de la ONU para las Víctimas de Tortura da financiamiento a las organizaciones que proporcionan ayuda psicológica y también prótesis a las víctimas de estas agresiones, y que apoyan a sus familias.

Mwigulu y tres menores más asisten a un internado en la capital, Dar es Salaam. Su padre, Matonange Magese, está muy agradecido de que su hijo haya tenido la oportunidad de formar parte de este programa especial.

«No sabes lo feliz que estoy de que esté en la ciudad porque si se hubiera quedado en la aldea lo habría perdido para siempre.»

En un intento para evitar estos ataques y protegerlos, el gobierno ha creado centros para los niños con albinismo. Boniface Chambi es el responsable del distrito.

«Tras muchos asesinatos de personas con albinismo el responsable regional decidió crear un centro para proteger a los menores. Se llama Buhangija.»

El director del centro, Peter Ajali, explica que no reciben la financiación necesaria y han sobrepasado su capacidad.

«Estos niños necesitan ser libres y ahora no lo son. Mantenerlos en estas condiciones no es beneficioso para ellos pero no tenemos opción. Estamos pasando por muchas dificultades.»

Chitralekha Massey, asesora en derechos humanos, indica que estos centros fueron creados como una medida temporal pero se están convirtiendo en una solución permanente.

«Están creciendo apartados de sus familias y de sus comunidades. Desde su nacimiento son considerados personas que pertenecen a una institución.»

La Oficina de la ONU para los Derechos Humanos ha expresado su preocupación por el aislamiento que sufren los niños que viven en estos centros. También su alarma por la discriminación y extrema violencia que sufren.

«Me gustaría que los agresores fueran detenidos.»

Como la mayoría de los niños, Mwigulu se muestra optimista pese a las incertidumbres sobre su future y el dolor que soportó el día que le amputaron el brazo.

Es un reportaje de Christine Wambaa para las Naciones Unidas

 

12 de junio de 2015

El albinismo en África es visto con superstición. Muchos consideran que los amuletos fabricados con partes de su cuerpo les traen suerte,  lo que obliga a las personas que padecen esta falta de pigmentación a vivir con el miedo y a buscar refugio en centros de acogida que les impiden una vida normal.

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