Enlaces relacionados

• UNESCO

Niños juegan delante de su antigua escuela en la provincia central de Sindh, Pakistán, que fue destruida por las inundaciones.

Se ha construido un centro educativo provisional, pero no tiene recursos suficientes, dice Noor Khatoon, de once años:

«Quiero que reconstruyan mi escuela para ir de nuevo, porque no me gusta el nuevo centro».

Cuando las inundaciones destruyeron el hogar de Aqsa Reham en el sur del Punyjab, ella también se manifestó a favor de su educación:

«Iremos a la escuela, aunque tengamos que luchar.

Estudiaremos y nos haremos mujeres soldado.

Ayudaremos a los nuestros, sustituyendo todo lo que han perdido en las inundaciones».

Unos 100 millones de niños en el mundo no van a la escuela.

Más de la mitad son niñas.

Factores como la pobreza, los desastres naturales, el matrimonio infantil, y actitudes culturales y extremistas hacia las mujeres y las niñas, hacen que muchas nunca verán el interior de un aula.

Los parientes de Aqsa quieren que tenga un futuro distinto del de las otras mujeres de la familia.

«Educamos a nuestros niños para que salgan de la pobreza.

Apenas tenemos comida para nosotros o para ellos.

Pero seguimos educándolos para que sean mejores personas».

«Hemos visto una nueva motivación en estas niñas y también en sus familias, que piensan– bueno, quizás debamos mandar a nuestras niñas a la escuela, porque les hacía muy felices y aprendían cosas muy útiles–

Creemos que cuando estos niños vuelvan a sus hogares, será el inicio de un cambio de mentalidades para mandar de nuevo a estas niñas a la escuela».

Al educar a las niñas, Pakistán se aproxima a la meta de proveer una educación primaria universal a todos los niños, y aprovechar el potencial que le permitirá estar listo como país a los retos del futuro.