26 de octubre de 2020

La pandemia de COVID-19 ha puesto a prueba las capacidades y los límites de los sistemas sanitarios y las sociedades de todo el mundo. El foco prioritario se puso en el impacto físico y biológico del virus sobre el cuerpo humano. No obstante, un aspecto importante de la pandemia, que no se ve ni se mide fácilmente y cuyos riesgos se ignoran, es la salud mental. Esta cuestión se trató en el reciente informe de políticas del Secretario General: "COVID-19 y la necesidad de actuar en relación con la salud mental". Si no abordamos el impacto de la pandemia sobre la salud mental, no solo años de trabajo y esfuerzos por mejorar el acceso a los servicios de salud mental y su calidad podrían revertirse, sino que también haría surgir la posibilidad de que se produzca una epidemia de salud mental que podría afectar a las próximas generaciones. Los gobiernos, las comunidades e incluso las personas individuales somos responsables de tomar medidas serias y sinceras para evitar tan nefastas consecuencias. A continuación, sugerimos algunas medidas.

Aplicar un enfoque social para promover, proteger y cuidar la salud mental. Proteger a las personas de las adversidades relacionadas con la pandemia que se sabe que afectan a la salud mental  

Se deben ampliar y reforzar las redes de seguridad social y financiera, mediante organizaciones no gubernamentales locales y basadas en la comunidad que suministren alimentos, productos de necesidad básica y servicios sanitarios esenciales en áreas remotas y desfavorecidas. Se debe reducir la posibilidad de que se agraven los factores de riesgo o detonantes surgidos de la pandemia. Se deben habilitar líneas telefónicas de asistencia para ofrecer una respuesta inmediata a llamadas relacionadas con violencia de género, abuso o abandono infantil y suicidio. Estas nuevas líneas deberían poder ofrecer oportunidades de traslado a lugares seguros y, en casos de estrés activo, consejos útiles por teléfono.

Se deben crear y poner a disposición oportunidades de aprendizaje alternativas interesantes a través de canales de televisión públicos para garantizar que continúan su formación aquellos estudiantes de áreas remotas en las que el acceso a Internet y a otras tecnologías pudiera ser limitado. Se debe mejorar la infraestructura para la conectividad y el establecimiento de redes para evitar el aislamiento durante los confinamientos. Se debe fomentar un estilo de vida saludable que incluya a diario exposición solar, ejercicio y dieta sana. Se deben adaptar los espacios abiertos de zonas urbanas a niños y adolescentes para que puedan acceder a un ocio seguro.

Asegurar la amplia disponibilidad de servicios de salud mental y de apoyo psicosocial de emergencia

Se debe reforzar el apoyo técnico de las clínicas y organizaciones que ofrecen servicios de salud mental para que puedan seguir ofreciéndolos a los pacientes durante los confinamientos. Se deben ampliar las oportunidades de formación en salud mental para los trabajadores sanitarios de centros de atención primaria. Una respuesta más localizada reduciría la necesidad de grandes instituciones mentales abarrotadas tanto a largo como a corto plazo. Los proveedores de este tipo de servicios deben conocer a qué instituciones de salud mental pueden derivar a sus pacientes y contar con un acceso sencillo y cómodo a dicha red.

Los medios de comunicación desempeñan un papel crucial en la lucha contra el estigma social y los comportamientos discriminatorios asociados a la COVID-19

El Secretario General de las Naciones Unidas António Guterres dando una charla durante la serie de seminarios web sobre jóvenes y salud mental titulada "Haciendo frente a la COVID-19" organizada por el Enviado para la Juventud. 15 de julio de 2020. Foto O

Los medios de comunicación deben destacar relatos personales y sacrificios de trabajadores de primera línea en beneficio de la sociedad, no solo para motivar y animar, sino también para contrarrestar la discriminación y el estigma a que se enfrentan estas personas. Las experiencias de COVID-19 deberían integrarse en los contenidos de los programas de televisión, con el fin de que la audiencia pueda comprender mejor lo que sufren las personas diagnosticadas del virus. Los medios de comunicación podrían compartir historias de personas de diferentes entornos, como celebridades, obreros, profesionales y jubilados, así como sus experiencias como pacientes de COVID-19, para demostrar que todo el mundo corre el riesgo de contraer el virus. Mostrar que la carga no es igual para todo aquel que se infecta puede reducir el estigma a la vez que aumenta la solidaridad. Se debe garantizar el apoyo financiero o material a los trabajadores de primera línea y a las redes de seguridad social que fomentan la ayuda solidaria.

Los medios también deben predicar con el ejemplo, garantizado y mostrando explícitamente que siguen las precauciones de seguridad. Por ejemplo, los presentadores podrían aparecer guardando la distancia social, separados por paneles de polimetilmetacrilato, y utilizando y teniendo siempre a la vista gel hidroalcohólico. Los medios de comunicación deben abordar la realidad del aumento de la ansiedad y validar este estado como un instinto de supervivencia en lugar de como una enfermedad mental.

Acciones que pueden llevar a cabo los trabajadores de primera línea para hacer frente al estrés que sufren durante la COVID-19

Para evitar el desgaste, los trabajadores de primera línea que luchan contra la pandemia a diario deben practicar técnicas de relajación, como ejercicios de respiración, relajación muscular progresiva, meditación, grounding y mindfulness. Deben asegurarse de que son conscientes de sus limitaciones físicas y mentales a la hora de soportar el estrés. Si presentan alguna dolencia, ya sea mental o física, deben practicar el autocuidado, siguiendo las recomendaciones de profesionales y ciñéndose a sus tratamientos y medicaciones prescritos.

Los trabajadores de primera línea deben reducir la exposición innecesaria a medios de comunicación tradicionales y a redes sociales y emplear el tiempo libre que tienen en desconectar y revitalizarse. Deben construir y utilizar redes de apoyo. Pueden quedar con compañeros de trabajo, familiares o amigos que hacen frente a la misma presión para compartir experiencias y charlar sobre posibles soluciones. Aquellos que trabajan en primera línea debe prestar atención para ser capaces de reconocer si están empezando a recurrir a mecanismos de adaptación poco saludables, como el abuso de sustancias, o si están sufriendo agotamiento, y estar dispuestos a pedir ayuda y acudir a redes de apoyo.  

Aunque las sugerencias de estrategias y políticas de implementación pueden impulsar el movimiento, el desafío real radica en lograr un consenso para después "predicar con el ejemplo" con entusiasmo. Solo entonces empezaremos a crear el impacto positivo en la salud mental que queremos ver.

 

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