El 30 de enero de 2025, tuve la oportunidad de pronunciar el discurso inaugural de la Undécima Conferencia Anual de Estudios Culturales y de Medios de Comunicación del Sur de Asia en la Universidad Estatal de Florida en Tallahassee, Florida, bajo el lema "Celebrando las Voces". Con más de tres décadas y media de experiencia en las Naciones Unidas, compartí mi perspectiva sobre cómo la Organización aprovecha el poder de la voz para orientar sus esfuerzos, comunicar el impacto de su labor en la vida de las personas e inspirar a más personas a apoyar su misión. A continuación, se presenta una versión adaptada de mis comentarios.
Yuval Noah Harari, en su exitoso libro Sapiens: Una breve historia de la humanidad, argumenta que la principal razón por la que los humanos, Homo sapiens, hemos sido la especie más exitosa del mundo es nuestra capacidad de cooperar en grandes grupos, lo cual solo es posible gracias a nuestra capacidad única de creer en lo que existe en nuestra imaginación o, en otras palabras, de componer historias y narrativas. Algunas investigaciones indican que una parte significativa de la comunicación humana se basa en la narración, que es la forma en que usamos nuestra voz única para transmitir información y, junto con ella, nuestra esperanza de cambiar las mentes y los comportamientos.
Las empresas, las marcas, los movimientos sociales, las religiones, los partidos políticos y los políticos logran el éxito al crear una narrativa que les permite destacarse frente a otros en un momento determinado.
Por lo tanto, las historias y las narrativas importan, y por eso han sido una parte fundamental de la estrategia de comunicación de las Naciones Unidas. En el mundo interconectado actual, nuestro éxito al llegar al público y cumplir con los mandatos que nos han encomendado los Estados Miembros depende no solo del uso de datos e información basados en hechos y ciencia, sino también de la capacidad de transmitir este conocimiento en una narrativa relevante y auténtica.
Además, sabemos por encuestas e investigaciones que las personas en todo el mundo están se distancia de las noticias. Según un informe de junio de 2024 del Instituto Reuters de la Universidad de Oxford, aproximadamente el 40 por ciento de las personas en todo el mundo evitan leer las noticias a menudo o en ocasiones, en comparación con el 29 por ciento en 2017. Describen las noticias como deprimentes, interminables o aburridas.
La respuesta, la perspectiva, la evidencia y las limitaciones son los elementos clave del periodismo de soluciones; hasta la fecha, SJN ha capacitado a más de 57.000 periodistas.
Cada día hay más evidencia de que cuando las personas leen un artículo que no solo presenta un problema, sino también cómo se abordó, describiendo éxitos y fracasos, vuelven por más. En resumen, no basta con destacar un problema o un desafío; también es necesario presentar una solución y brindar al lector o espectador la oportunidad de aprender de ella o ser parte de ella.
Con ese fin, en 2013, un grupo de periodistas fundó la Red de Periodismo de Soluciones (SJN), con el objetivo de liderar una transformación global del periodismo, centrada en promover un periodismo riguroso sobre cómo las personas intentan resolver problemas y qué es lo que podemos aprender de esos esfuerzos. La respuesta, la perspectiva, la evidencia y las limitaciones son los elementos clave del periodismo de soluciones; hasta la fecha, SJN ha capacitado a más de 57.000 periodistas.
Partiendo de estos conceptos, la estrategia de comunicación global de las Naciones Unidas, desde 2020, se ha guiado por lo que llamamos “los tres 'Qué'”:
- ¿De qué? Lideramos la narrativa proporcionando información oportuna y fidedigna sobre temas prioritarios de las Naciones Unidas.
- ¿Por qué importa? Diseñamos comunicaciones narrativas para que el público objetivo se involucre, contactándolos proactivamente en las plataformas que utilizan.
- ¿Qué viene ahora? Desarrollamos campañas y contenido que destacan soluciones y promueven acciones específicas.
Este año se cumple el octogésimo aniversario de las Naciones Unidas, una organización que ha tenido un gran impacto en la vida de cientos de millones de personas en todo el mundo, incluida la mía.
Las Naciones Unidas han estado presentes en mi vida desde que tenía 5 años. Como hijo de refugiados palestinos, asistí a una escuela dirigida por el Organismo de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en el Cercano Oriente (UNRWA), recibí una beca de la UNRWA para cubrir mis gastos universitarios y, posteriormente, me incorporé a la UNRWA como oficial de información pública en Gaza en 1987. Después, trabajé y viví en Jerusalén, Amán, Viena, El Cairo, Dubái y Nueva York.
Moldeado por la búsqueda de la paz, la dignidad, la prosperidad y la justicia, encontré una correspondencia entre los valores con los que crecí y los consagrados en la Carta de las Naciones Unidas y la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Siempre me gustó leer y contar historias, y quizás por eso tuve éxito en las comunicaciones y nunca trabajé en ingeniería civil, la profesión para la que me formé en la universidad.

Los innumerables ejemplos de historias como ésta, en las que el futuro de un individuo ha sido moldeado en parte por las Naciones Unidas, a menudo tienen más impacto en las percepciones de la gente que los textos de nuestros tratados y resoluciones.
Por eso, el personal de las Naciones Unidas y otras organizaciones que trabajan para salvar vidas no se basan en cifras para generar empatía y recaudar fondos para sus operaciones de apoyo y protección a las personas vulnerables, ya sean refugiados, desplazados, niños o minorías. Se basan en historias que conmueven a las personas de una forma que las estadísticas y las tablas no pueden.
Estas historias no deben ser explotadoras. Deben contarse sin menoscabar la dignidad, la privacidad ni la confidencialidad de quienes las protagonizan.
Durante mi estancia en Dubái como Comisionado General de las Naciones Unidas en la Expo 2020, trabajé con un grupo de narradores que desarrollaron una plataforma llamada "Dignified Storytelling", que fomenta una comprensión y una práctica compartidas de la narración que defiende y celebra la dignidad de todas las personas. A medida que nos basamos más en las historias, en particular en aquellas que nos inspiran con soluciones, los principios de la narración digna cobran cada vez mayor importancia.
Pero ¿qué ocurre con la comunicación sobre temas que no pueden vincularse a una sola historia humana? En estos casos, también debemos crear un arco narrativo que genere una conexión.
Consideremos a las Naciones Unidas. Si bien no son perfectas, siguen siendo un faro de esperanza, con su audaz premisa de que el diálogo y la colaboración son mejores que la guerra y el conflicto, y que, trabajando juntos, podemos crear un mundo donde todos prosperen en paz, dignidad e igualdad en un planeta sano.
El Pacto para el Futuro fue la culminación de un ejercicio de escucha a nivel mundial de un año de duración para conocer las prioridades y expectativas de la gente en materia de cooperación internacional.
En los últimos 80 años, a través del establecimiento, mantenimiento y consolidación de la paz, las Naciones Unidas han salvado a innumerables personas del infierno de la guerra y el desplazamiento, de enfermedades como la viruela y la polio, y de la injusticia.
Las Naciones Unidas ofrecen un marco para el establecimiento de normas a escala mundial mediante resoluciones que se convierten en convenciones y tratados, estableciendo estándares que permiten el comercio, las comunicaciones y los viajes seguros. Su labor contribuye a prevenir la hambruna, prevenir la proliferación nuclear, contener y erradicar enfermedades, educar a millones de niños, colaborar para abordar las crisis ambientales y mucho más.
Sin embargo, el mundo de hoy es muy diferente de aquel en el que nacieron las Naciones Unidas en 1945. El número de miembros ha crecido de 51 a 193, la población mundial casi se ha cuadruplicado y la mayor parte de la humanidad vive ahora en centros urbanos, no en zonas rurales.
Estos cambios no se han reflejado en las Naciones Unidas actuales. Si bien la Asamblea General se considera el órgano más representativo y deliberativo de la Organización, sirviendo como el foro de la humanidad, el Consejo de Seguridad se percibe como poco representativo del mundo actual, con cinco países con poder de veto sobre temas cruciales para la paz y la seguridad. Cabe afirmar que el mismo nivel de desajuste se observa en las instituciones financieras globales.
En septiembre pasado, en la Cumbre del Futuro, los Estados miembros adoptaron el Pacto para el Futuro, que contenía disposiciones para iniciar un proceso y debates para ampliar el Consejo de Seguridad, reformar el sistema financiero internacional y adoptar una gobernanza global para la inteligencia artificial.
El Pacto para el Futuro fue la culminación de un ejercicio de escucha a nivel mundial de un año de duración para conocer las prioridades y expectativas de la gente en materia de cooperación internacional. Más de 1,5 millones de personas de 193 Estados Miembros participaron en una encuesta en línea. Empresas encuestadoras independientes realizaron encuestas en 70 países y se recibieron aportaciones de más de 1.000 diálogos en línea en 94 países.
Esas voces determinaron colectivamente lo que sucedió a continuación: basándose en las conclusiones de esa consulta pública global, los Estados Miembros solicitaron un informe sobre el camino a seguir. En respuesta, el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, emitió un documento titulado "Nuestra Agenda Común", que exigía una modernización de la Organización durante los próximos 25 años, impulsada por una realineación inmediata con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

¿Por qué los ODS, también llamados Objetivos Globales, siguen estando entre los resultados más populares de las Naciones Unidas en décadas y se considera que tienen más legitimidad que los de otras cumbres y resoluciones?
Adoptados en 2015, los ODS también fueron la culminación de un proceso global de consultas para evaluar las prioridades de la población para la agenda de desarrollo posterior a 2015. Son intrínsecamente útiles, dada su integración de las dimensiones económica, social y ambiental del desarrollo sostenible y sus indicadores y metas asociados. Sin embargo, los ODS se redactaron en una jerga un tanto burocrática que informalmente llamamos "UN-ese" (el idioma ONU); si se hubiera mantenido ese texto original, dudo que hubiéramos visto los Objetivos alcanzar el nivel de familiaridad y apoyo que tienen hoy.
Lo que distingue a los ODS es la forma en que los comunicamos, lo que inspira al público a formar parte de una agenda para acabar con la pobreza y el hambre, proteger el planeta y garantizar la prosperidad y la igualdad para todos para 2030. Y esto no es algo que los gobiernos puedan lograr solos; todos tenemos la capacidad y la responsabilidad de actuar para lograrlo.
En colaboración con socios creativos, se desarrollaron textos breves con iconos coloridos, cada uno representando un Objetivo. Para llegar a audiencias más allá de nuestras plataformas, celebridades han ayudado a amplificar el mensaje y la promoción de temas de las Naciones Unidas. Buscamos oportunidades para ampliar nuestro trabajo con las industrias creativas y lograr un impacto más amplio y sólido al incorporar temas en producciones de cine y televisión.
Nuestras voces son tan poderosas como las de quienes nos precedieron, y el mismo potencial que impulsó el cambio en el pasado puede seguir siendo una fuerza positiva al afrontar los desafíos y oportunidades globales actuales.
Hemos colaborado con Sony Entertainment en una serie de vídeos con personajes de las franquicias Angry Birds y Los Pitufos para popularizar los Objetivos y promover acciones que las personas pueden llevar a cabo para reducir su huella de carbono. En Japón, trabajamos con Sanrio en una serie de vídeos en los que el personaje más popular de la compañía, Hello Kitty, se centró en un ODS, en colaboración con la entidad de las Naciones Unidas más asociada a dicho Objetivo. También colaboramos con Mattel para presentar los ODS a niños en edad preescolar a través de una temporada de la serie animada de televisión Thomas y sus amigos.
Colaboramos con universidades e instituciones académicas a través de la Iniciativa Impacto Académico de las Naciones Unidas (UNAI), que invita a sus miembros a comprometerse con principios alineados con la sostenibilidad. UNAI cuenta actualmente con más de 1.700 miembros en más de 130 países. El verano pasado, lanzamos una convocatoria para que los miembros expresaran su interés en presidir o vicepresidir uno de los 17 centros, cada uno centrado en uno de los ODS. Más de 300 universidades respondieron.
Seguimos apoyándonos en la larga y consolidada relación de la Organización con la sociedad civil, ya sea a través del Consejo Económico y Social (ECOSOC) o del Departamento de Comunicación Global, pero también nos hemos expandido a nuevos sectores. En julio de 2022, lanzamos nuestra iniciativa "Football for the Goals", que ofrece una plataforma para que la comunidad futbolística mundial, con una afición de aproximadamente 4.000 millones de personas, defienda los ODS. Desde entonces, se han unido las seis confederaciones regionales de fútbol, junto con más de 330 federaciones nacionales, ligas, clubes profesionales y amateurs, fundaciones, medios de comunicación y organizaciones de la sociedad civil.
La comunicación es una herramienta para la transformación social, cultural y ambiental, y estos ejemplos demuestran que, al conectar con las personas en el ámbito de su profesión, pasión o pasatiempo, usarán su voz con propósito y compromiso, sabiendo que pueden cambiar el futuro. Nuestras voces son tan poderosas como las de quienes nos precedieron, y el mismo potencial que impulsó el cambio en el pasado puede seguir siendo una fuerza positiva al afrontar los desafíos y oportunidades globales actuales. En este contexto, los insto a seguir hablando, escuchando y luchando por el cambio en el que creen.
Este artículo se ha publicado con la ayuda de traducción automática; se han hecho esfuerzos razonables para garantizar su precisión. Las Naciones Unidas no se responsabilizan de las traducciones incorrectas o inexactas ni de otros problemas que puedan derivarse de la traducción automática. Si surgen preguntas relacionadas con la exactitud de la información contenida en esta traducción, consulte la versión original del artículo en inglés.
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