Objetivo 9

Construir infraestructuras resilientes, promover la industrialización inclusiva y sostenible y fomentar la innovación

 

La UNOPS desempeña una función clave en la construcción de infraestructuras resilientes, la promoción de la industrialización inclusiva y sostenible y el fomento de la innovación

Las inversiones en infraestructura básica y sostenible son fundamentales para mejorar el nivel de vida de las comunidades en todo el mundo. Cuando hablamos de infraestructura básica, nos referimos a lo elemental. Son cuestiones que abarcan las necesidades comunes de todos los habitantes del mundo. Ahora bien, que sean elementales no significa que sea fácil abordarlas correctamente. En el caso de la infraestructura, se precisa una planificación coordinada y a largo plazo que trascienda fronteras geográficas, políticas y culturales.

Durante muchísimo tiempo, la infraestructura se ha concebido y evaluado únicamente en función de la presencia de edificios o calzadas terminadas. Sin embargo, sabemos que un hospital no puede funcionar sin un sistema de eliminación de residuos sólidos, y que, a su vez, un sistema de este tipo no puede funcionar sin los conocimientos adquiridos y aplicados, las instituciones y los recursos subyacentes necesarios para gestionarlo. Aún así, cuando hablamos de infraestructura, a menudo se pasan por alto estos requisitos mediatos. Es preciso modificar esta forma de pensar.

En pocas palabras, sin infraestructura no podría haber una sociedad saludable. Los servicios esenciales, como la atención médica y la educación, precisan infraestructura. Las comunidades y las empresas necesitan tener acceso a bienes y mercados para funcionar y prosperar. La infraestructura debe responder a las necesidades de la sociedad, pero también debería evaluarse por los resultados que da a largo plazo, lo cual comprende los recursos necesarios para asegurar su longevidad.

Para alcanzar muchos de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que se han propuesto será necesario contar con una infraestructura firme, funcional y sostenible: fuentes de energía fiables, disponibilidad de agua potable, educación, seguridad, servicios sociales y económicos. Todo eso se hace posible gracias a una infraestructura resiliente.

No obstante, esta misma dependencia genera dificultades de consideración. Hay que tener en cuenta el contexto general, tanto desde el punto de vista de las oportunidades como de los riesgos. Debemos apoyar el desarrollo, pero ¿y si algo sale mal? ¿En qué entorno actuamos? ¿Cuáles son los problemas del mundo actual? Por ejemplo, el cambio climático hace que los desastres naturales sean más frecuentes. Por consiguiente, la infraestructura sostenible no solo favorece el desarrollo, sino que también es esencial para la recuperación después de un desastre.

Tanto por nuestro mandato dentro del sistema de las Naciones Unidas de fomentar la creación de infraestructura como por nuestros 20 años de experiencia en la elaboración de proyectos de infraestructura, sabemos que para conseguir cualquier objetivo de infraestructura es necesario aprender de la experiencia práctica. En la Oficina de las Naciones Unidas de Servicios para Proyectos (UNOPS) tenemos este conocimiento práctico. La comunidad internacional y el sector privado deben actuar unidos para que cuando se invierta en infraestructura se tengan en cuenta los riesgos y se dé prioridad a la seguridad y la resiliencia.

La experiencia de la UNOPS es amplia y se sustenta en las alianzas. Colaboramos con el sistema de las Naciones Unidas, los gobiernos, las organizaciones no gubernamentales y el sector privado. Nuestro modelo alienta a los inversionistas privados a dar prioridad al desarrollo sostenible. En este momento, es preciso invertir más para mejorar la seguridad y la resiliencia de la infraestructura esencial en los países en desarrollo.

La destrucción que han causado los últimos desastres naturales en las comunidades de todo el mundo pone de relieve que la infraestructura sostenible requiere un enfoque basado en los riesgos. Nuestra labor abarca estas esferas. Por ejemplo, a raíz del terremoto de Haití, en 2010, la UNOPS prestó apoyo al Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y a la Organización Internacional del Trabajo en una amplia gama de actividades posteriores al desastre, entre ellas la construcción de albergues para las poblaciones afectadas y la gestión de ingentes cantidades de escombros. También hemos ayudado al Gobierno del Brasil a construir hospitales comunitarios resistentes a terremotos y ciclones, que incorporan infraestructura que no daña el medio ambiente, como lámparas solares exteriores y sistemas de captación del agua de lluvia. Hay muchos otros ejemplos de este tipo.

También es importante tener en cuenta la infraestructura existente. Habría que realizar evaluaciones para determinar cómo se podría dar mantenimiento y reparación a las estructuras que ya están construidas. ¿Cómo se vinculan las distintas edificaciones con las instalaciones de depuración de aguas, las carreteras, los puentes y las redes energéticas que están distribuidas por todo el planeta? Parece una cuestión básica, pero en muchos casos y en muchas partes del mundo no se suele tener en cuenta este factor.

En los casos en que no sea posible eliminar los riesgos, será preciso mejorar la gestión y la reducción. El objetivo de la reducción del riesgo de desastres es conseguir, mediante la prevención, que las amenazas naturales causen menos daños. Existe una correlación directa entre el riesgo y la resiliencia, puesto que la reducción del riesgo contribuye a aumentar la resiliencia. A su vez, la gestión eficaz de los riesgos en nuestros proyectos contribuirá a desarrollar infraestructuras más sostenibles. También es preciso que se entienda mejor esta relación.

Si bien la resiliencia de la infraestructura puede entenderse como la capacidad de absorber las tensiones causadas por los desastres naturales (por ejemplo, la respuesta de un edificio ante un terremoto), la sostenibilidad de la infraestructura examina la incidencia que tiene la presencia de ese edificio en el medio ambiente. La sostenibilidad ayuda a reducir la huella de las edificaciones, mientras que la resiliencia permite que la infraestructura resista mejor ante el impacto ambiental.

Estas cuestiones conllevan muchos principios y una gran complejidad. En última instancia, lo que está claro es que los sistemas de infraestructura deben concebirse de manera que ofrezcan servicios esenciales a largo plazo, más allá de los ciclos políticos.

Si no se tienen en cuenta todos estos factores, la infraestructura sostenible seguirá siendo un punto en el horizonte al que no llegaremos jamás. Por ello, al preparar la futura agenda, no debemos olvidar que el desarrollo verdaderamente sostenible depende de sus cimientos, es decir, de la infraestructura sobre la que se construye el éxito.