La violencia sexual en los conflictos es un crimen brutal, perpetrado principalmente contra las mujeres y las niñas, pero que afecta también a los hombres y los niños.

Esta lacra repercute en todos los ámbitos de las comunidades y las sociedades, perpetuando los ciclos de violencia y amenazando la paz y la seguridad internacionales.

A medida que la pandemia de COVID-19 causa estragos en las regiones del mundo afectadas por conflictos armados, quienes sobreviven a esa violencia se enfrentan a retos aún mayores.

Denunciar los delitos puede ser difícil y tal vez se hayan cerrado los refugios y las clínicas.

Felicito al personal de primera línea, que está encontrando formas de apoyar a los afectados a pesar de los cierres y las cuarentenas.

En el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia Sexual en los Conflictos, nos solidarizamos con los supervivientes de esa violencia y nos comprometemos a escucharlos y a actuar sobre la base de sus experiencias y decisiones.

Debemos prevenir y poner fin a esos delitos, hacer de los supervivientes el eje de nuestra respuesta, exigir responsabilidades a quienes perpetran tales actos y ampliar el apoyo a todos los afectados.