11 de junio de 2020

Las Naciones Unidas dependen en gran medida de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) para responder a la crisis de COVID-19, mientras prosigue con su importante labor. El Consejo de Seguridad se reúne por videoconferencia y el Secretario General da entrevistas a los medios de comunicación a través de periodistas que se encuentran en salas diferentes, a veces desde ciudades diferentes. El personal de las Naciones Unidas de todo el mundo utiliza plataformas de vídeo para las reuniones virtuales en estos tiempos de distanciamiento (físico) social. 

Hace cinco años, los líderes de las Naciones Unidas tomaron la sabia decisión de trasladar la mayor parte de la tecnología de la información de la Organización a la nube y confiar en grandes corporaciones para este tipo de servicio. Esta decisión ha valido la pena, especialmente porque el sector ha demostrado ser capaz de gestionar el alto incremento en la demanda de TIC durante la crisis de la pandemia, permitiendo así a las Naciones Unidas y a muchas otras organizaciones seguir funcionando.

La tecnología se puede emplear para mucho más durante y después de la crisis. Merece la pena explorar diversas áreas en los próximos meses y años para encontrar respuestas más eficaces a la COVID-19 y otros retos a que se enfrentan las Naciones Unidas en su Sede y en sus misiones de campo, como las operaciones de paz.

La telemedicina permite a los médicos y a otros profesionales sanitarios ofrecer servicios de salud a distancia que van mucho más allá de las consultas por teléfono o vídeo con pacientes. Especialmente durante la pandemia actual, la telemedicina puede ser muy útil para que los médicos hagan revisiones desde la distancia al personal de las Naciones Unidas que trabaja desde casa o al personal de mantenimiento de la paz que está en el extranjero. Los kits de telemedicina permiten a los médicos acceder a información de manera remota en tiempo real, como temperatura corporal, ritmo cardíaco, capacidad respiratoria, presión sanguínea y niveles de oxígeno, entre otras mediciones. Los sofisticados sensores, que superan con creces los dispositivos personales de salud como el Fitbit, pueden transmitir diagnósticos avanzados. Los paquetes profesionales de telemedicina, de los cuales ya se habían hecho demostraciones en la Sede de las Naciones Unidas en el pasado, podrían someterse a ensayos de campo. Sobre el terreno, el personal médico que se encuentre in situ podría consultar con los doctores y especialistas en remoto para recibir orientación mientras diagnostican a los pacientes, incluso en los triajes. Estas observaciones médicas de los pacientes podrían interpretarse a la luz de registros médicos anteriores, y los resultados se podrían almacenar y transmitir de manera segura. En algún momento, es posible que haya un autotest de COVID-19 disponible, aunque los datos obtenidos probablemente tengan que procesarse en otro lugar.

Las simulaciones y animaciones pueden ser extremadamente útiles para la educación y la formación en materia de COVID-19 y otras amenazas. El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) está haciendo buen uso de un software de simulación para producir vídeos sobre las normas y precauciones necesarias para sobrevivir a la crisis en prisiones y campos de detención. Dado que el CICR ya lleva trabajando en simulaciones digitales desde hace varios años, solo se tardaron dos semanas en diseñar la animación instructiva para la situación actual utilizando el software de simulación. Puesto que las medidas de distanciamiento social estarán vigentes durante mucho tiempo en algunos lugares y que la enseñanza presencial tradicional será difícil, las Naciones Unidas podrían utilizar simulaciones para impartir formación sobre temas muy diversos, desde salud y seguridad hasta operaciones de paz. Estas simulaciones facilitarán la formación en escenarios mundiales abiertos y en el lugar y el momento elegido por el alumno. Si aprovechamos esta tecnología, podría derivar en el ahorro de dinero y recursos por parte de las Naciones Unidas y ayudaría a educar a mucha más gente en la pospandemia.

Las aplicaciones de rastreo en los teléfonos móviles pueden ayudar a la gente a evitar grandes aglomeraciones donde es más probable que circulen los virus. En un momento en que las sociedades y las empresas buscan volver a la normalidad, estas aplicaciones podrían facilitar información agregada y anónima sobre áreas con mucha afluencia que se deban evitar. Si una persona es positiva en COVID-19, las aplicaciones de rastreo también pueden ayudar a los profesionales sanitarios a llevar a cabo un útil rastreo de contactos e informar a aquellos que hayan estado potencialmente expuestos, especialmente los más vulnerables, como las personas de edad. Algunos países ya han implantado con éxito estas aplicaciones de uso voluntario, a la vez que aplican disposiciones para proteger la privacidad. También deben integrarse en estas aplicaciones protecciones estrictas de la privacidad y la identidad, y se deberá supervisar su cumplimiento si las Naciones Unidas adoptan e implementan plenamente esta tecnología. La tecnología de rastreo también podría facilitar un mantenimiento de la paz preciso, permitiendo desplegar a las personas más adecuadas en las ubicaciones que corresponda.

La inteligencia artificial (IA) se podría utilizar para un análisis predictivo y la creación de escenarios, como el modelado de la propagación de la COVID-19 en el tiempo y la distancia. Utilizando big data y evolucionando constantemente los modelos para observar las ubicaciones y las personas vulnerables, las Naciones Unidas estarían mejor preparadas para prevenir la propagación no solo de la enfermedad, sino también de la violencia en zonas de conflicto. La IA también sería útil para combatir la "infodemia" que compite con la información real (basada en evidencias) sobre la pandemia, ayudando a rebatir la información falsa con la verdad. Podría servir de ayuda para la iniciativa Verificado que ha lanzado recientemente las Naciones Unidas para la difusión de información fiable y precisa, especialmente en línea.

Perspectiva general de posibles tecnologías de vigilancia que podrían utilizarse en el mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas. (Crédito: W. Dorn). 

La ciberseguridad es necesaria en este momento en que actores oportunistas y maliciosos intentan acceder a datos de las Naciones Unidas para espionaje u otros fines maliciosos. Durante esta pandemia, los gobiernos, las empresas y, aunque parezca increíble, los hospitales han sufrido una escalada de ciberataques. Para respaldar las capacidades existentes con fuertes medidas defensivas, la Organización podría utilizar medios como la caza de ciberamenazas para descubrir cómo los ciberdelincuentes introducen software no deseado en los sistemas de las Naciones Unidas. Podría hacer uso de "honeypots", hábiles señuelos, expertos informáticos "de sombrero blanco" y otros medios viables y éticos. En un programa más ambicioso, el Secretario General podría proporcionar buenos oficios si uno o más Estados Miembros de las Naciones Unidas solicitaran ciberasistencia. En caso de guerra cibernética, las Naciones Unidas podrían incluso aplicar los principios y la práctica del mantenimiento de la paz en el ciberespacio. El mantenimiento de la paz cibernética podría demostrar ser extremadamente útil en el futuro.

La supervisión remota será cada vez más importante durante la pandemia. Por ejemplo, las imágenes térmicas se deben usar en aeropuertos para comprobar la temperatura corporal de las personas. En las iniciativas y operaciones de paz de las Naciones Unidas, la supervisión remota es más importante ahora, en un momento en que los contactos entre humanos se han reducido al mínimo. Algunas partes beligerantes han aceptado el llamamiento del Secretario General a un alto al fuego global, pero deberán verificarse los niveles de cumplimiento para el fomento de la confianza. Las imágenes de satélite, los vehículos aéreos no tripulados y las estaciones con cámaras podrían ayudar a supervisar el alto al fuego, a la vez que reducen la exposición del personal en ubicaciones peligrosas o de acceso denegado. 

Los sensores podrían contribuir a una mayor seguridad de los trabajadores de las Naciones Unidas, no solo frente a enfermedades, sino también frente a ataques armados. Se podrían sustituir ciertos puestos de observación atendidos por hábiles sistemas de supervisión con comunicación bidireccional de audio y vídeo. El personal de mantenimiento de la paz en estaciones de vigilancia remotas podría observar situaciones en áreas de tensión y tomar medidas como la interceptación de los infractores o, si fuera necesario, el envío de un vehículo aéreo no tripulado para hacer ruido en la zona. En base a las imágenes y la información recibida, se podría desplegar personal de mantenimiento de la paz armado. Cuando llegue un vehículo de las Naciones Unidas, se podría utilizar un escáner de infrarrojos a 360 grados para identificar puntos calientes térmicos y alertar sobre personas que podrían estar infectadas con la COVID-19. En el futuro, se podrían enviar vehículos no tripulados, tanto de aire como de tierra, a las áreas de misiones más peligrosas. Se podrían utilizar altavoces de a bordo para transmitir mensajes de voz, y las señales láser podrían facilitar la comunicación mediante el uso de símbolos o mensajes escritos.

Merece la pena explorar muchas otras aplicaciones tecnológicas para las Naciones Unidas pos-COVID-19, como el Internet de los objetos, la tecnología de cadenas de bloques y el dinero móvil. Para hacer uso de estas soluciones, las Naciones Unidas tendrán que dedicar tiempo y energía a estudios, pruebas de concepto, proyectos piloto, planes de ampliación y evaluaciones de objetivos. 

Todas estas tecnologías necesitarán de nuevas políticas para proteger la privacidad personal y evitar intrusiones y acciones injustificadas, lo que exigirá su propia tecnología, incluso para la seguridad en Internet. Tanto ahora como en el futuro, la tecnología la usarán buenos y malos, y las Naciones Unidas debe ir por delante de la curva tecnológica.  

El mundo funcionará de manera diferente una vez que amaine la pandemia. Estos cambios requerirán innovación rápida por parte de las Naciones Unidas. Unas aplicaciones inteligentes de tecnología inteligente pueden hacer que la Organización sea más eficaz y más segura. Pero, sobre todo, pueden ayudar a las Naciones Unidas a conformar un mundo mejor desarrollado, más sostenible y más seguro, durante la crisis y más allá.   

 

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