Pocos países del mundo pueden compararse al Pakistán en cuanto a complejidad política, social o económica y a problemas relacionados con la seguridad. Habitan en el país casi 200 millones de personas de más de una decena de grupos étnicos y minoritarios y una multitud de tribus que llevan decenios coexistiendo pacíficamente. Sin embargo, ese mismo país lleva ya 15 años lidiando con un extremismo violento de distintos tipos y formas. En Khyber Pakhtunkhwa y las Zonas Tribales de Administración Federal es más acusado el extremismo violento y las mujeres están en primera línea de los enfrentamientos. Se trata de viudas, víctimas y supervivientes de atentados suicidas con bombas, así como de mujeres desplazadas y traumatizadas. Sus familiares varones están luchando o ausentes, por lo que muchas mujeres encabezan de facto sus hogares y deben asumir la responsabilidad de alimentar, atender y guarecer a personas de edad avanzada, jóvenes y heridos1. Sin embargo, su movilidad, su acceso a instalaciones de enseñanza y atención médica y su capacidad de cuidar plenamente de su familia se resienten gravemente. Los extremistas han explotado a las mujeres en nombre de la religión obligándolas a recaudar fondos y a enviar a sus propios hijos y a los de otros miembros de su familia o su comunidad a trabajar con extremistas o ponerse a su servicio, especialmente en el distrito de Swat. A menudo las mujeres han ayudado a los extremistas a su manera confeccionando chalecos suicida, recolectando oro y dinero, sirviendo de informantes y proporcionando refugio.

Es profundo el sufrimiento de las mujeres que tienen hijos combatiendo en las milicias. Se preocupan por la vida de su hijo, pero viven en comunidades que tal vez las eviten, aíslen o incluso ataquen por sus vínculos familiares. Tienen poco o ningún recurso a ningún tipo de protección.

“Me resulta imposible hablar con mi hijo de extremismo y extremistas”, dice Zargula en el curso de nuestra conversación sobre las posibilidades de diálogo con su hijo radicalizado.

En 2008 PAIMAN Alumni Trust (PAIMAN) puso en marcha la iniciativa “Vivamos en paz”. Un aspecto importante de este programa consistía en empoderar a las madres de extremistas y a otras mujeres de la comunidad para contribuir a la prevención de la radicalización.

DE LO IMPENSABLE A LO PENSABLE

Tras el análisis de la situación centramos nuestra atención en la solución más compleja e impensable ante esta amenaza: nos dirigimos a las madres. PAIMAN cayó en la cuenta de que, para hacer frente a la ideología extremista, son las madres inocentes quienes necesitan sensibilización y educación. Elaboramos nuestra estrategia de colaboración con las madres en el entendimiento de que ellas determinan la moral y los valores de sus hijos e inspiran sensación de responsabilidad en cuanto a la creación de relaciones humanas positivas en la familia y en la comunidad. Fue ingente la tarea de convencer a las mujeres y las madres para que salieran de casa y tomaran parte en nuestra iniciativa de lucha contra el extremismo violento. Empezamos a forjar relaciones con las madres de cada comunidad y las invitamos a adquirir aptitudes para la subsistencia a fin de que empezaran a ganar algo de dinero para su familia. Al mismo tiempo, mantuvimos diálogos y fomentamos la confianza con ancianos de las comunidades y familiares varones influyentes a fin de preparar el terreno para que salieran de casa. Fue un éxito.

Partiendo de los conceptos de autoconfianza, competencia y empoderamiento, pusimos en marcha en dos fases nuestros ambiciosos programas de participación de madres.

En la primera fase les inculcamos aptitudes comercializables para la subsistencia que eran consonantes con sus dotes, pues necesitaban establecer una posición de autoridad en su familia. Un hijo solo respeta a su madre cuando el esposo, los amigos o la sociedad en su conjunto no ponen en entredicho su posición. Ello también sirvió en breve para contribuir a los ingresos de la familia e infundió confianza en estas madres.

En la segunda fase las dotamos de los conocimientos y la autoconfianza necesarios para pasar a tomar parte activa en su familia y su comunidad. Fomentamos su capacidad de pensamiento crítico para que pudieran detectar indicios de extremismo violento en una persona y en su comunidad y reaccionar ante estas señales tempranas promoviendo el diálogo y la consolidación de la paz en la comunidad. Ayudamos a las mujeres a cobrar conciencia de su potencial de influir en la vida de sus hijos y orientarla y de impedir que tomaran parte en actividades extremistas. En casi todos los casos los extremistas recurrían al texto del Corán para atraer a jóvenes y comunidades al concepto de yihad violenta o convencerlos para que practicaran el extremismo. Nosotros citamos versículos coránicos en su contexto adecuado para contribuir a la transformación de la mentalidad de estas madres. Nuestra metodología de transformación se basa en el Corán y la Sunna en la medida en que el profeta Mahoma (la paz sea con Él) insiste en que el papel de una madre es esencial para criar a sus hijos de conformidad con los valores de las verdaderas enseñanzas islámicas, que no predican el odio ni la violencia.

Por lo general, el proceso de transformación fue lento, pero firme y constante. Los conocimientos y el empoderamiento económico recién obtenidos les infundieron confianza para comunicarse abiertamente con sus hijos y contribuyeron a promover relaciones más profundas entre madres e hijos. Por mediación de estas madres transformadas, PAIMAN se dirige a sus hijos, a quienes después alienta a que se sumen al programa de desradicalización de PAIMAN.

La metamorfosis de las madres, que pasaban de celebrar el martirio de su hijo en un atentado suicida a ser agentes de cambio positivo en la comunidad, fue un proceso tedioso y arduo. Fue muy difícil que las mujeres, inscritas en una sociedad patriarcal y conservadora, convencieran a otros para que siguieran su ejemplo en medio de la repercusión negativa del extremismo violento o de la explotación organizada por determinados grupos en nombre de la religión. Tras la formación impartida por PAIMAN, estas mujeres pasaron a formar parte de grupos de paz de madres de PAIMAN denominados Madres TOLANA (“juntas” en pastún) y empezaron a interactuar con otras mujeres. Hasta la fecha, PAIMAN ha capacitado a 745 madres que han formado 30 TOLANA en Khyber Pakhtunkhwa y las Zonas Tribales de Administración Federal.

Hoy en día las Madres TOLANA se reúnen con otras madres en sus respectivas comunidades y enseñan y predican modalidades no violentas de hacer frente a la amenaza del extremismo.

Estos grupos, junto con otros de Jóvenes TOLANA, contribuyen a la detección de jóvenes vulnerables y extremistas con fines de su incorporación en el programa de PAIMAN de participación positiva y desradicalización de jóvenes. Toman parte activa en la difícil tarea de reintegrar a los jóvenes extremistas transformados por PAIMAN. Celebran en sus comunidades reuniones en las que subrayan la importancia de prevenir el extremismo violento y ponen de relieve el efecto positivo de una actitud comunitaria centrada en la reintegración de los jóvenes transformados. Al día de hoy son las Madres TOLANA quienes aglutinan a sus comunidades, a la vez que fomentan la reconciliación mediante redes comunitarias forjando conexiones y compartiendo información. Han formado y sensibilizado a 15.000 mujeres de comunidades de Khyber Pakhtunkhwa y las Zonas Tribales de Administración Federal que acabaron entendiendo que les corresponden funciones de prevención a la radicalización y lucha contra el extremismo violento en su zona, lo cual sirve de base a la totalidad del proceso de consolidación de la paz en las comunidades.

Las Madres TOLANA vigilan su entorno, atentas a posibles indicios tempranos de extremismo violento dentro de la familia y de la comunidad. En ese sentido, cabe mencionar la audacia ejemplar exhibida por Sheeba, integrante de un grupo de Madres TOLANA de PAIMAN. Observó que su hermano menor Gul Zareef llegaba tarde a casa y se había vuelto muy reservado. Le preguntaba una y otra vez por lo que había hecho últimamente y por su patente silencio, pero él se negaba a responder. Recordando los indicios tempranos de cambio en el comportamiento de los jóvenes, aprendidos en cursos de PAIMAN, empezó a observar más de cerca los movimientos y la conducta de su hermano. Una noche lo siguió y averiguó que visitaba una casa en una calle cercana. Habló de la situación con otras mujeres y Jóvenes TOLANA. Algunos miembros de grupos de Jóvenes TOLANA empezaron a visitar la misma casa y se enteraron de que acudían a ella forasteros que daban charlas y captaban a jóvenes para sumarse a su misión. Sheeba, junto con otras Madres TOLANA, denunció lo que ocurría a la policía local, que allanó la casa, se incautó de material propagandístico extremista y detuvo a tres forasteros que ya habían captado a cinco jóvenes de esa comunidad. Esta actuación temprana por parte de un grupo comunitario de mujeres en pro de la paz ayudó a librar a muchos varones jóvenes de las garras de un grupo extremista.

EL PAPEL DE LAS MUJERES EN LA ARMONÍA INTERCONFESIONAL

En el Pakistán son mayoritariamente hombres los dirigentes de mezquitas, iglesias, templos y otros establecimientos religiosos que determinan profundamente las actitudes, las opiniones y los comportamientos. En ese mismo contexto, diversas maestras de madrazas, dirigentes políticas y religiosas y activistas no musulmanas representan a amplios sectores de mujeres de diversas edades, algunas jóvenes. También disponen de redes de divulgación y resultan creíbles a sus representadas, si bien pasan en gran medida desapercibidas.

El principio de que las mujeres tienen capacidad para salvar las diferencias imperantes en entornos marcados por la tensión, encabezar manifestaciones no violentas y movilizar comunidades, así como para estudiar los aspectos teológicos de los papeles asignados al género en el contexto de la paz, promete ser capaz de cambiar el discurso y las ideas preconcebidas sobre la posible contribución de las mujeres creyentes al fomento de la cohesión social salvando las distancias religiosas.

PAIMAN fomentó la capacidad de las maestras de madrazas, las activistas de otras confesiones y las dirigentes de partidos políticos religiosos y formó una coalición conocida con el nombre de “Mujeres creyentes en pro de la cohesión social en el Pakistán”. Gracias a esta plataforma, las mujeres de distintas confesiones superaron tres grandes obstáculos a su participación en el diálogo interconfesional: la falta de acceso a conocimientos sobre las confesiones religiosas no islámicas, una representación inadecuada y la mala comunicación. Mediante intercambios y debates encontraron semejanzas y diferencias en sus respectivas posiciones como mujeres y como creyentes. Hoy en día, las integrantes de la coalición colaboran en la promoción de la inclusión, la igualdad y el diálogo interconfesional en sus comunidades ofreciendo una plataforma para que se escuchen todas las voces, con independencia de las convicciones religiosas personales. Unas celebran los festivales religiosos de las otras y todas se prestan apoyo en los casos de actos violentos cometidos en las distintas comunidades.

Zareen, integrante del grupo interconfesional de PAIMAN, tiene un hijo, Adil, que siempre participaba en actos extremistas dirigidos contra la procesión chiíta organizada el mes de Muharam en Peshawar. Decidida a transformar el comportamiento de su hijo, Zareen, en compañía de otras integrantes del grupo, observó la procesión chiíta anual para impedir que su hijo y sus amigos lanzaran el ataque planificado. Al ver a sus madres, se fueron del lugar sin hacer daño a nadie. Posteriormente las madres dialogaron con sus hijos y los ayudaron a superar los prejuicios que albergaban contra los chiítas. Adil, que es hoy uno de los miembros más activos de los Jóvenes TOLANA, dirige la campaña en pro de la armonía interconfesional y entre facciones, la tolerancia y la cohesión social en Peshawar.

A fin de ejercer influencia a escala nacional, PAIMAN organiza a las mujeres para que lleven a cabo actividades de promoción como manifestaciones en pro de la paz, aparezcan en debates transmitidos por radio y televisión, participen en mesas redondas y preparen y distribuyan publicaciones sobre los efectos del extremismo violento en las mujeres y el papel de la mujer en la lucha contra este fenómeno.

RECONOCIMIENTO DEL PAPEL DE LAS MUJERES EN LA MITIGACIÓN DEL CONFLICTO Y LA PREVENCIÓN DEL EXTREMISMO VIOLENTO

La enseñanza extraída es que las mujeres pueden contribuir de forma muy eficaz a la transformación del conflicto y la lucha contra el extremismo violento, siempre que estén empoderadas económicamente, tengan conocimiento de las correspondientes cuestiones y tengan las aptitudes necesarias para debatir y negociar.

Los grupos de mujeres en pro de la paz como TOLANA cumplen funciones de agentes del cambio creando conciencia, previniendo la radicalización, prestando apoyo a otras mujeres y promoviendo y defendiendo la inclusión de las mujeres en comités y estructuras esenciales favorables a la paz y la seguridad, como los que influyen en la legislación y en las políticas.

Los grupos de madres en pro de la paz de PAIMAN contribuyen enormemente en la zona a la reconciliación comunitaria, la superación de traumas y la estabilización en momentos difíciles e inciertos gracias a la confianza que fomentan en sus comunidades. Colaboran con comités de gestión escolar, de docentes y de progenitores difundiendo mensajes de paz y organizando en las madrazas y escuelas grupos de estudiantes en pro de la paz.

 

Notas

 

1 Bushra Khaliq, “Rising extremism, war on terrorism and women's lives in Pakistan”, International Viewpoint (febrero de 2010).