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La desertificación, la degradación de las tierras y la sequía son grandes amenazas que afectan a millones de personas en todo el mundo, en particular mujeres y niños.
Hace veinticinco años, 197 Partes aprobaron una Convención histórica encaminada a movilizar la acción mundial.
La gestión, la conservación y el desarrollo sostenible de los bosques secos son esenciales en la lucha contra la desertificación. El reverdecimiento en curso del Sahel y otros ejemplos exitosos en todo el mundo demuestran que las tierras degradadas pueden recuperarse para la agrosilvicultura y otras prácticas sostenibles. Es preciso que aumentemos la envergadura de estas intervenciones y demos amplia difusión a sus resultados.
Sin embargo, queda mucho por hacer.
Cada año, el mundo pierde 24.000 millones de toneladas de suelo fértil.
Además, la degradación de las tierras secas reduce el producto interno nacional de los países en desarrollo hasta en un 8 % anual.
Debemos cambiar urgentemente esas tendencias.
Proteger y restaurar la tierra, y utilizarla mejor, puede reducir la migración forzada, aumentar la seguridad alimentaria y estimular el crecimiento económico. También puede ayudarnos a afrontar la emergencia climática mundial.
En este Día Mundial, reconozcamos el imperativo de luchar contra la desertificación como parte de nuestros esfuerzos por alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Muchas gracias.