Memoria del Secretario General sobre la labor de la Organización: B. Mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales

Un casco azul ghanés de la Misión de la ONU en Liberia (UNMIL) © ONU/Staton Winter

Los esfuerzos del año pasado para prevenir, contener y resolver conflictos violentos nos recordaron de nuevo que las Naciones Unidas son necesarias. La seguridad y la prosperidad de las generaciones futuras se vio amenazada por la incapacidad de los dirigentes políticos para gobernar de manera pacífica y equitativa y respetando el estado de derecho; por la constante desviación de recursos del desarrollo a las actividades bélicas; por el alarmante desprecio que demostraron las partes beligerantes respecto de los derechos humanos y el derecho humanitario; y por la inacción para denunciar sistemáticamente las infracciones u obligar a los autores a rendir cuentas de los delitos cometidos. Los crímenes atroces siguieron siendo habituales, los niños portaban armas en lugar de libros escolares, y huyeron de sus hogares más personas que nunca. Todo ello puso en peligro el entramado social de regiones enteras. Estas tendencias han tenido consecuencias terribles para los civiles, especialmente en el Oriente Medio y en partes de África.

Por consiguiente, en el período que se examina aumentaron las solicitudes de que las Naciones Unidas actuaran para prevenir y gestionar los conflictos y sostener la paz. Se desplegaron más fuerzas de mantenimiento de la paz que en ningún otro momento de la vida de la Organización. La demanda de actividades de mediación y buenos oficios, incluso por medio de misiones políticas especiales, y el costo de la asistencia humanitaria alcanzaron máximos históricos. Evidentemente, esta situación es insostenible.

La pesada carga que representan los conflictos, patente en dinámicas de conflicto cada vez más complejas y en el deterioro de los entornos operativos, podría medirse tanto desde el punto de vista cualitativo como cuantitativo. En el Afganistán, el Iraq, Malí, la República Árabe Siria, Somalia y el Yemen, los conflictos armados siguieron estrechamente vinculados al terrorismo, y los extremistas violentos continuaron explotando los aspectos vulnerables en el ámbito nacional, regional y local, incluidas las tensiones étnicas, religiosas, socioeconómicas y políticas. La rápida aparición del denominado Estado Islámico en el Iraq y el Levante (EIIL), o Daesh, reconfiguró el panorama del extremismo violento e intensificó la ya considerable amenaza que representaban los grupos extremistas más antiguos, como Al-Qaida, Boko Haram y Al-Shabaab. Solo en los últimos seis meses el EIIL ha realizado, inspirado o reivindicado atentados terroristas en Alemania, Bangladesh, Bélgica, Egipto, los Estados Unidos de América, la Federación de Rusia, Francia, Indonesia, el Líbano, el Pakistán y Turquía. También hay pruebas de que los grupos dedicados a la trata de seres humanos y el contrabando de migrantes se benefician de la circulación de un gran número de refugiados y migrantes que huyen de la violencia, la persecución y la privación de derechos, lo cual exacerba el sufrimiento de las personas que van en busca de seguridad.

Estas tendencias complicaron la labor de los mediadores de las Naciones Unidas que trataban de hallar soluciones políticas inclusivas. Las operaciones de paz tuvieron grandes dificultades para actuar eficazmente en entornos hostiles con altos niveles de violencia. El hecho de que entre el 1 de agosto de 2015 y el 31 de mayo de 2016 resultaran muertos 43 soldados de las fuerzas de paz y 75 sufrieran heridas en actos intencionales demuestra que el mantenimiento de la paz es un empeño peligroso, y a veces fatal. Tanto en el contexto de las misiones como fuera de él, incluso en escenarios anteriormente considerados de bajo riesgo, el personal y los programas de las Naciones Unidas se enfrentaron a amenazas complejas, diversas y polifacéticas, derivadas de conflictos armados, entornos inestables posteriores a conflictos, actos de terrorismo, desórdenes públicos, delitos violentos, crisis políticas, violaciones graves de los derechos humanos, emergencias humanitarias y desastres naturales frecuentes. También aumentó el número de ataques directos contra locales y vehículos de las Naciones Unidas. Y los pronósticos indican que la combinación de conflictos armados y extremismo violento seguirá configurando el panorama de la seguridad mundial.

Con todo, en el período que abarca esta memoria también se produjeron importantes avances hacia un futuro más pacífico. La aprobación de la Agenda 2030 y los tres exámenes sobre la paz y la seguridad llevados a cabo en 2015 —concretamente, sobre las operaciones de paz, la consolidación de la paz y la resolución 1325 (2000) del Consejo de Seguridad— nos ofrecieron una hoja de ruta para adoptar medidas colectivas destinadas a prevenir y resolver los conflictos. Dado que una proporción cada vez mayor de las personas extremadamente pobres viven en países afectados por conflictos y 125 millones necesitan asistencia humanitaria, el mundo no podrá alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible en 2030 si no se trabaja con mayor denuedo en lo relativo a los conflictos —es decir, para hallar soluciones políticas mediante un diálogo político inclusivo que aborde los factores desencadenantes. También será crucial hacer mayores esfuerzos mientras se desarrollan los conflictos, es decir, para fortalecer la prestación de servicios durante las crisis prolongadas en lugares remotos y llegar a los marginados.

Prevención de conflictos y mediación

La primera y más clara prioridad —una enseñanza inequívoca del período examinado— es hacer que la prevención de los conflictos y la mediación vuelvan a ser el eje de todas las actuaciones de las Naciones Unidas. Los conflictos de la República Árabe Siria y el Yemen, así como la crisis de Burundi, demuestran que hacen falta más actividades de esa índole, no menos. Los grandes movimientos de refugiados y migrantes que se produjeron en todo el mundo también subrayaron la necesidad de abordar las causas profundas de esos movimientos y de los conflictos que los generan. Esa fue también la principal conclusión de los tres importantes exámenes de la paz y la seguridad realizados en 2015, relativos a las operaciones de paz, la consolidación de la paz y la resolución 1325 (2000) del Consejo de Seguridad. La prevención es una responsabilidad establecida en la Carta, que debe ser compartida por las Naciones Unidas, los Estados Miembros, las organizaciones regionales y subregionales, y la sociedad civil.

Durante el período a que se refiere esta memoria, seguí ofreciendo mis buenos oficios y realizando labores de prevención de conflictos, diplomacia preventiva y mediación en una amplia gama de contextos. Las Naciones Unidas lideraron actividades de mediación en algunas de las situaciones más difíciles, como las de Libia, la República Árabe Siria y el Yemen. En otros casos, colaboré con las organizaciones regionales y subregionales o apoyé iniciativas dirigidas por esas organizaciones. En toda esta labor, las Naciones Unidas insistieron en que era indispensable que las mujeres participaran en los procesos de paz y mediación.

Mi Enviado Especial para Siria convocó varias rondas de negociaciones entre las partes de Siria con miras a poner fin al conflicto mediante una transición política basada en la resolución 2254 (2015) del Consejo de Seguridad y el comunicado de Ginebra. Las esperanzas respecto de la situación de la República Árabe Siria aumentaron tímidamente con el cese de las hostilidades ocurrido el 27 de febrero y el aumento de la asistencia humanitaria, pero el progreso sigue siendo lento y frágil. En el Yemen, mi Enviado Especial continuó trabajando para promover una solución pacífica del conflicto. Si bien las conversaciones de paz entre las partes yemeníes que comenzaron en abril siguen adelante y ambas partes se han comprometido a llegar a un acuerdo sobre el fin de las hostilidades y sobre el camino hacia la reanudación del proceso de transición política, todavía existen profundas diferencias entre ellas. Para garantizar la aplicación efectiva del acuerdo se requerirá la participación constructiva de todas las partes yemeníes, así como un firme apoyo regional. Mientras tanto, desde que se firmó el Acuerdo Político Libio el 17 de diciembre de 2015, se han formado algunas de las instituciones previstas, como el Consejo Presidencial. Los esfuerzos se centran ahora en ampliar la base de apoyo al Acuerdo y a los órganos que este ha originado, así como en resolver la situación de la seguridad, que sigue siendo preocupante. La Misión de Apoyo de las Naciones Unidas en Libia está prestando ayuda al Consejo Presidencial y trabajando para restablecer la presencia de la Misión en Trípoli a fin de potenciar esa labor.

En Burundi, las condiciones de seguridad siguieron siendo precarias debido a la recurrente violencia selectiva y políticamente motivada en el marco de la crisis política en curso. El Consejo de Seguridad me pidió que interpusiera mis buenos oficios y prestara apoyo técnico y sustantivo al proceso de mediación, dirigido y facilitado por la Comunidad de África Oriental, con el respaldo de la Unión Africana. En la región de los Grandes Lagos, mi Enviado Especial, en estrecha colaboración con mi Representante Especial para la República Democrática del Congo, siguió apoyando y vigilando el cumplimiento de los compromisos nacionales y regionales contraídos en virtud del Marco de Paz, Seguridad y Cooperación, en coordinación con los asociados regionales y subregionales.

En otros lugares hubo noticias más alentadoras. En Myanmar, las históricas elecciones de noviembre de 2015 transformaron el panorama político, ya que llevaron a Aung San Suu Kyi y su partido al poder. En el proceso de diálogo político nacional emprendido con el fin de unificar el país, el nuevo Gobierno tropieza con grandes dificultades para hacer frente a las actitudes arraigadas, especialmente en Rakáin, y satisfacer las grandes expectativas de su pueblo. Seguiré ofreciendo mis buenos oficios a Myanmar en el arduo camino para mejorar la vida de sus pueblos y hacer que el proceso de paz y las futuras elecciones sean verdaderamente inclusivas. En Colombia, de conformidad con la resolución 2261 (2016) del Consejo de Seguridad, las Naciones Unidas están preparando el despliegue de una misión política especial, que se ocupará de vigilar y verificar la dejación de las armas y formará parte del mecanismo tripartito para vigilar y verificar el cese del fuego y de las hostilidades bilateral y definitivo una vez firmado el acuerdo de paz. En Chipre, las negociaciones dirigidas por sus propios líderes y facilitadas por mi Asesor Especial condujeron a alentadores avances hacia una solución integral.

Más allá de esta labor de buenos oficios con fines específicos, he seguido reforzando la capacidad regional de las Naciones Unidas para que estén en mejores condiciones de ocuparse de crisis que se deterioran rápidamente y de entornos políticos tensos en lugares donde no hay misiones. Las oficinas regionales de las Naciones Unidas para África Occidental y el Sahel, África Central y Asia Central siguieron siendo eficacísimas «plataformas de avanzada» en la prevención de conflictos. El fortalecimiento de la Oficina Regional de las Naciones Unidas para África Central está contribuyendo a que esté más preparada para actuar de manera preventiva en la región. También se prestó más apoyo a los coordinadores residentes en contextos donde no había misiones, especialmente a los que se enfrentaban a entornos políticos tensos y crisis que se deterioraban rápidamente.

Asimismo, seguí reforzando nuestra relación con el Banco Mundial. La iniciativa conjunta de financiación emprendida con ese Banco y con el Banco Islámico de Desarrollo anunciada en octubre de 2015 en Lima proporciona asistencia a países del Oriente Medio y el Norte de África, entre ellos el Líbano y Jordania, que están cargando con una responsabilidad desproporcionada en la acogida de refugiados de conflictos, especialmente de la República Árabe Siria. Dada la amplia gama de retos a que se enfrentan los países de acogida, este enfoque innovador incluye una clara dimensión de prevención de conflictos. Por último, puse en marcha un debate de políticas en la Junta de los Jefes Ejecutivos del Sistema de las Naciones Unidas para la Coordinación sobre la integración de la prevención de conflictos y la labor de consolidación de la paz en las actividades generales que lleva a cabo la Organización con el propósito de apoyar la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Sin embargo, muchas de estas actividades se llevaron a cabo sin recursos sustanciales del presupuesto ordinario. Lamento que, durante el período que se examina, mi campaña para poner fin a la insostenible utilización de recursos extrapresupuestarios en la vital labor de prevención y mediación no recibiera más respaldo de los Estados Miembros. Seguiré insistiendo en cada oportunidad que se presente.

Operaciones de paz

Durante el período que abarca esta memoria, el despliegue de operaciones de paz de las Naciones Unidas se mantuvo en el nivel más alto de la historia. La Organización siguió contribuyendo de forma tangible a la paz y la seguridad en muchas partes del mundo con casi 125.000 efectivos de personal uniformado y civil procedente de más de 100 Estados Miembros, destinados en 16 misiones de mantenimiento de la paz, y más de 3.600 funcionarios civiles, que trabajaban en 37 misiones políticas especiales.

A lo largo del año pasado se progresó en varios países receptores de misiones de mantenimiento de la paz: el éxito de las elecciones celebradas en Côte d’Ivoire confirmó que el país avanzaba decididamente hacia una paz duradera y estaba preparado para que concluyera la fase de la actuación de las Naciones Unidas consistente en el mantenimiento de la paz; en el acuerdo de paz firmado en Malí se enuncia una nueva visión de la gobernanza y la seguridad en el norte; y en la República Centroafricana el Foro de Bangui y las elecciones posteriores allanaron el camino para la fase siguiente en la transición del país después del conflicto. No obstante, otras misiones, como la Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum del Sáhara Occidental, la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en la República Democrática del Congo, Operación Híbrida de la Unión Africana y las Naciones Unidas en Darfur y la Misión de las Naciones Unidas en Sudán del Sur, siguieron enfrentando diversas dificultades, incluidas las relacionadas con el consentimiento y la cooperación del Gobierno del país receptor. En Sudán del Sur, la aplicación del acuerdo alcanzado en agosto de 2015 tropezó con numerosos obstáculos derivados de la incapacidad de los dirigentes para superar sus diferencias. Con respecto al Sáhara Occidental, en marzo de 2016 la mayor parte del personal civil de la Misión fue expulsado de El Aaiún a petición de Marruecos, lo cual generó retos sin precedentes para realizar las actividades encomendadas.

Un número creciente de operaciones de paz se enfrentó a entornos operativos de suma dificultad, clasificados como sustancial, alta o extremadamente peligrosos. Casi el 90% del personal de las misiones políticas especiales trabaja en países donde se desarrollan conflictos de gran intensidad. Por ejemplo, el Afganistán siguió padeciendo un número superior de bajas causadas por el persistente conflicto, una economía en fase de contracción con un crecimiento bajo y un desempleo alto, todo lo cual impulsa las corrientes de migración y profundiza las divisiones políticas; mi Representante Especial prestó apoyo a las iniciativas de paz y reconciliación en los planos nacional y local. En Somalia, mi Representante Especial siguió trabajando en estrecha coordinación con el Gobierno Federal, los dirigentes regionales y los asociados internacionales para armonizar las opiniones sobre procesos políticos clave, como el examen de la Constitución Provisional y las consultas acerca del proceso electoral de 2016. En el Iraq, mi Representante Especial continuó su labor de buenos oficios con los dirigentes, la sociedad civil y otros interesados iraquíes a fin de promover un proceso de reconciliación genuino e inclusivo que llegue a todos los niveles de la sociedad iraquí; el diálogo político, la aplicación del programa de reforma propugnado por el Primer Ministro iraquí y la labor encaminada a resolver la situación económica y las condiciones de seguridad siguen siendo requisitos esenciales para asegurar la estabilidad del Iraq a largo plazo.

A los problemas de seguridad se añade que varias operaciones de mantenimiento de la paz están funcionando en lugares remotos. En Malí, la Misión Multidimensional Integrada de Estabilización de las Naciones Unidas se enfrenta a la mortífera y persistente amenaza de los grupos terroristas armados y, si bien hay acuerdo general respecto de que las operaciones de mantenimiento de la paz no deben llevar a cabo actividades contra el terrorismo, este caso pone de manifiesto la necesidad de proporcionar a dicho tipo de operaciones la capacidad necesaria para protegerse y ejecutar sus mandatos en entornos asimétricos complejos.

En lo referente al apoyo, durante el período sobre el que se informa se hicieron avances constantes hacia el pleno aprovechamiento de la tecnología para ayudar a las operaciones de paz a ejecutar sus mandatos más eficazmente y de forma más segura, así como para lograr que el apoyo a las misiones sea más eficiente y eficaz en función del costo y requiera menos mano de obra. Se consiguieron nuevas reducciones en los desembolsos y los gastos de apoyo en proporción con el número de efectivos de las misiones, y más del 70% del personal de las misiones se beneficia ahora de uno o varios acuerdos de servicios compartidos. También tomamos medidas importantes con el fin de promover las cuestiones ambientales en las operaciones de mantenimiento de la paz, ya que establecimos una alianza con el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente en materia de asistencia técnica y ampliamos la capacidad de coordinar la huella ambiental general de las operaciones en los sectores de la energía, el agua, los desechos y las aguas residuales, entre otros. La buena gestión ambiental se está convirtiendo en una consideración cada vez más importante en los procesos de planificación de las misiones, y se ha previsto implantar un sistema para gestionar el desempeño operacional de todas las misiones en esta esfera y hacer su seguimiento.

A fin de reaccionar mejor a la propagación, la intensidad y la naturaleza cambiante de los conflictos, establecí el Grupo Independiente de Alto Nivel sobre las Operaciones de Paz, en cuyo informe, publicado en junio de 2015, se reflejó una nueva visión para dichas operaciones. Mi respuesta, hecha pública en septiembre de 2015, enunciaba un programa de reforma ambicioso pero sumamente importante que la Secretaría ha empezado a aplicar. La Cumbre de Líderes sobre el Mantenimiento de la Paz, celebrada el 28 de septiembre de 2015, que copresidí con nueve Jefes de Estado y de Gobierno, reforzó la alianza para el mantenimiento de la paz sentando las bases de una visión nueva, progresiva e interregional de las operaciones. En esa Cumbre unos 60 Estados Miembros prometieron más de 40.000 efectivos militares y de policía, con lo cual se amplió la base de contribuyentes al mantenimiento de la paz y se reafirmó su carácter universal.

Estas iniciativas constituyen una notable señal política del respaldo de que gozan las operaciones de paz eficaces en un panorama mundial cambiante. Durante el período examinado se realizaron esfuerzos considerables para llevar a la práctica el mayor número posible de ideas y compromisos concretos. Uno de los componentes fundamentales del programa de reforma es el fortalecimiento de la planificación y la ejecución de las operaciones de paz. Como parte de esta tarea el año pasado la Secretaría intensificó los esfuerzos dedicados a mejorar la capacidad y el desempeño de las operaciones de mantenimiento de la paz procurando asegurar que el personal uniformado esté adiestrado y equipado para responder de manera óptima a los retos operacionales a que se enfrenta, reforzando un marco de evaluación del desempeño militar aceptado por todos, y estableciendo sistemas de mando y control que sean eficaces y respondan a las necesidades.

Protección de los civiles

Trágicamente, el período sobre el que se informa fue testigo de una persistente brutalidad y de graves violaciones del derecho internacional humanitario, así como de abusos contra los derechos humanos de la población civil en muchas situaciones de conflicto. Las iniciativas emprendidas por las Naciones Unidas para proteger a los civiles de tales violaciones y abusos y garantizar el disfrute de sus derechos más básicos adoptaron muchas formas. Prestamos apoyo a los Estados Miembros en el desarrollo y fortalecimiento de su capacidad para prevenir los crímenes atroces y responder a ellos, y para garantizar el estado de derecho, respetando plenamente el derecho internacional de los derechos humanos. El Consejo de Seguridad reiteró sus llamamientos para que se cumpliera el derecho internacional humanitario y el derecho de los derechos humanos, según procediera, y se obligara a rendir cuentas a los autores de violaciones y abusos, incluidas las violaciones graves contra los niños en los conflictos armados. Se logró un progreso considerable hacia el fin del reclutamiento y la utilización de niños por fuerzas armadas estatales, especialmente con la tipificación del reclutamiento como delito y el establecimiento de procesos de verificación de la edad. Las Naciones Unidas también colaboraron con varios grupos armados no estatales, enumerados en el anexo de mi informe anual sobre los niños y los conflictos armados, en Colombia, Filipinas, Myanmar, el Sudán y Sudán del Sur. Las negociaciones sobre los planes de acción para poner fin a las violaciones contra los niños y prevenirlas fueron especialmente eficaces cuando se estaban llevando a cabo procesos de paz o se estaban aplicando acuerdos conexos. El 15 de mayo, el Gobierno de Colombia y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – Ejército del Pueblo (FARC-EP) anunciaron la decisión de dar salida de los campamentos de las FARC-EP a los menores de 15 años de edad, así como su compromiso de elaborar una hoja de ruta para la salida de todos los demás menores de edad.

El año pasado hicimos avances importantes con grupos armados y partes en procesos de paz en la labor encaminada a asegurar la rendición de cuentas por la violencia sexual relacionada con los conflictos. En el anuncio sobre las víctimas que hicieron conjuntamente el 15 de diciembre de 2015 el Gobierno de Colombia y las FARC-EP se indicó que los delitos más graves, incluida la violencia sexual relacionada con el conflicto, no serían objeto de amnistía. En Côte d’Ivoire, Guinea, la República Democrática del Congo y Sudán del Sur promovimos y logramos adelantos concretos en forma de sentencias condenatorias, un marco para la aplicación, inculpaciones formales y un código de conducta, respectivamente.

Al mismo tiempo, tuvimos que hacer frente a nuevos desafíos y amenazas imprevistas. Observamos un vínculo claro entre el aumento del extremismo violento y las formas más atroces de violencia sexual perpetradas por grupos extremistas. Este fenómeno está ocurriendo en el Iraq y la República Árabe Siria, pero también en Libia, Malí, Nigeria, Somalia y el Yemen, e incluye la violación, la esclavitud sexual, el matrimonio forzado, el embarazo forzado y el aborto forzado, a menudo como métodos de persecución religiosa y étnica. El Consejo de Seguridad expresó su profunda preocupación respecto de esta inquietante tendencia, amplió el marco de sanciones para reprimir la financiación del terrorismo de modo que incluyera oficialmente al EIIL y condenó el secuestro de mujeres y niños con fines de explotación sexual, trata y comercio y al objeto de obtener rescates. En este contexto, es importante tener en cuenta que también otras partes en conflictos, incluidos grupos armados no estatales y fuerzas estatales, siguen siendo responsables de actos de violencia sexual relacionada con los conflictos y otros incumplimientos de las obligaciones que les incumben en virtud del derecho internacional humanitario, así como demostrando su falta de respeto por los derechos humanos más básicos de los civiles, los enfermos, los heridos y los soldados fuera de combate.

En 2015, el estudio mundial y el examen de alto nivel de la aplicación de la resolución 1325 (2000) del Consejo de Seguridad, relativa a las mujeres y la paz y la seguridad, ofrecieron pruebas sólidas de que el empoderamiento y la participación de las mujeres contribuyen de manera decisiva al éxito de las conversaciones de paz, la prevención de los conflictos y la recuperación económica, así como a la eficacia de la asistencia humanitaria y la probabilidad de que la paz sea sostenible. En los tres exámenes se reconoció la importancia fundamental que tiene la agenda sobre las mujeres y la paz y la seguridad para la labor de las Naciones Unidas. Se están aplicando varias recomendaciones conexas, incluidas nuevas iniciativas encaminadas a crear capacidad de análisis de las cuestiones de género en las operaciones de paz, impulsar la representación de las mujeres en el mantenimiento de la paz y hacer el seguimiento de la financiación para iniciativas relacionadas con las mujeres y la paz y la seguridad y ampliarla. Muchas de ellas se reflejaron en la resolución 2242 (2015) del Consejo de Seguridad, incluido el establecimiento de un grupo oficioso de expertos sobre las mujeres y la paz y la seguridad a fin de que el Consejo pudiera adoptar un enfoque más sólido de esa labor en sus propias actividades y garantizar la participación y el liderazgo de las mujeres en la formulación de estrategias contra el terrorismo y el extremismo violento.

Por último, con respecto a la protección de los civiles, me horroriza que en algunos casos los abusos cometidos contra civiles procedieran de las propias personas enviadas para protegerlos: el personal de las Naciones Unidas y las fuerzas no pertenecientes a la Organización que actúan con arreglo a un mandato de esta. La explotación y los abusos sexuales destrozaron la vida de las víctimas y causaron daños muy graves a la percepción que se tiene de las Naciones Unidas en el mundo. Adopté medidas enérgicas para combatir este flagelo y encargué un examen independiente de nuestra respuesta en el caso de la República Centroafricana. Atendiendo a sus conclusiones, nombré un coordinador especial para fortalecer nuestra capacidad de prevenir los abusos y responder de forma oportuna, transparente, mensurable y visible a los casos que puedan producirse. En febrero de 2016 presenté un informe en que anunciaba nuevas medidas para garantizar una mayor supervisión de las operaciones y fortalecer la rendición de cuentas en las esferas de la prevención, la aplicación y las medidas correctivas para prestar asistencia a las víctimas (A/70/729). Lograr una mayor rendición de cuentas es un esfuerzo colectivo que requerirá la plena participación de los Estados Miembros.

Misiones en transición

En el período que abarca esta memoria tres misiones de mantenimiento de la paz —la Operación de las Naciones Unidas en Côte d’Ivoire, la Misión de las Naciones Unidas en Liberia y la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití— fueron objeto de un amplio proceso de reconfiguración que culminará con su reducción y retirada, y una misión política especial, la Misión de Observación Electoral de las Naciones Unidas en Burundi, concluyó su mandato y sus operaciones en diciembre de 2015. Durante el período se planificaron (en Liberia y Haití) o realizaron (en Côte d’Ivoire) evaluaciones estratégicas encaminadas a gestionar eficazmente la transición, contribuir a evitar la incertidumbre, los vacíos de poder o el resurgimiento de los conflictos, y preparar a los Gobiernos receptores y los agentes restantes de las Naciones Unidas para la fase posterior a la misión. Estos exámenes ayudarán a que haya un entendimiento común de las necesidades residuales de consolidación de la paz más importantes, que orientará la labor durante el proceso de transición y después de él.

La construcción de instituciones legítimas, la promoción de la buena gobernanza y el establecimiento de una autoridad estatal representativa e inclusiva son consideraciones fundamentales para la consolidación duradera de la paz y la estabilidad, y allanan el camino de la reducción progresiva y el cierre de las operaciones de paz. No obstante, esa labor no será eficaz si no se dispone del consentimiento estratégico del Gobierno receptor y los homólogos nacionales, y si estos no la sienten como propia. En la República Centroafricana, la Misión Multidimensional Integrada de Estabilización de las Naciones Unidas comenzó a trabajar con los homólogos nacionales y los asociados internacionales para elaborar un pacto que definiera las prioridades comunes y fomentara un espíritu de rendición de cuentas mutua en los esfuerzos por sostener la paz.

Sostenimiento de la paz

La Asamblea General y el Consejo de Seguridad aprobaron resoluciones sin precedentes (la resolución 70/262 de la Asamblea General y la resolución 2282 (2016) del Consejo de Seguridad) sobre el examen de la estructura para la consolidación de la paz. «El sostenimiento de la paz», tal como se define en esas resoluciones, debe ser ahora el eje de las actividades de las Naciones Unidas, en el sentido de que la prevención de los conflictos violentos ha de tener prioridad en cada una de las etapas de las crisis y en todos los componentes de la labor de la Organización. En esas resoluciones también se hace hincapié en las alianzas con las organizaciones regionales y subregionales y las instituciones financieras internacionales, así como en la importancia de la inclusión, particularmente de las mujeres y los jóvenes, y de los enfoques centrados en las personas para que la consolidación de la paz tenga éxito. Fui invitado a informar a la Asamblea General, en su septuagésimo segundo período de sesiones, sobre la aplicación de las resoluciones y, como parte de ello, a presentar opciones para financiar de forma suficiente y sostenible, mediante cuotas y contribuciones voluntarias, las actividades de las Naciones Unidas para la consolidación de la paz. Acojo con mucho agrado esta solicitud e insto a los Estados Miembros a que adopten las decisiones necesarias para garantizar que nuestros esfuerzos por mantener la paz estén respaldados por recursos sólidos.

La Comisión de Consolidación de la paz es una plataforma fundamental para sostener la paz en países afectados por conflictos, y sigue trabajando en Burundi, Guinea, Guinea-Bissau, Liberia, la República Centroafricana y Sierra Leona. Durante el período que abarca esta memoria la Comisión adoptó métodos de trabajo más flexibles, reforzó las alianzas con las organizaciones regionales y subregionales y siguió poniendo de relieve las necesidades de consolidación de la paz en la etapa de recuperación posterior al ébola desde las perspectivas nacionales y regionales. La Comisión destacó las prioridades de las políticas temáticas y regionales, incluidos los retos transfronterizos y transnacionales, la financiación de la consolidación de la paz, las cuestiones relativas a los jóvenes y el género, y las transiciones, y examinó las necesidades de consolidación de la paz y las enseñanzas extraídas en varios países, entre ellos Burkina Faso, Papua Nueva Guinea y Somalia.

En 2015 el Fondo para la Consolidación de la Paz asignó 77,9 millones de dólares a 14 países, que incluían cantidades importantes para actividades prioritarias de consolidación de la paz en países como Guinea-Bissau, Madagascar, el Níger, la República Centroafricana y Somalia. También en 2015, el Fondo cumplió por primera vez la meta que yo había fijado asignando el 15,7% a iniciativas que se centraban principalmente en la igualdad entre los géneros y el empoderamiento de las mujeres. Encomendé al Fondo que apoyara el compromiso renovado de las Naciones Unidas en Sri Lanka para ayudar al nuevo Gobierno a fomentar entre la población la confianza en su programa de reconciliación y rendición de cuentas/justicia de transición. Lamentablemente, los recursos del Fondo experimentaron el tercer año más débil desde las promesas iniciales de 2006, ya que se ingresaron 53,5 millones de dólares en contribuciones de donantes. Como resultado de ello, en 2016 el Fondo no podrá alcanzar la meta de asignación anual (100 millones de dólares) si no recibe contribuciones adicionales de los donantes. Esta realidad significa que estamos desperdiciando oportunidades esenciales para asegurar la coherencia estratégica y posibilitar actividades políticamente arriesgadas pero necesarias. También pone de manifiesto la brecha existente entre las normas y la realidad en la prevención de los conflictos y el sostenimiento de la paz. Cerrar esa brecha no solo es deseable sino que es cuestión de vida o muerte para millones de personas.

Transiciones democráticas y elecciones

El apoyo electoral a los Estados Miembros siguió siendo una de las prioridades del período que se examina. Las Naciones Unidas prestaron asistencia electoral a 67 países, donde en muchos casos también estaban interponiendo sus buenos oficios. Se hizo hincapié en el uso de medidas para fortalecer la confianza en los procesos electorales y contribuir a lograr resultados pacíficamente. La asistencia de las Naciones Unidas siguió incluyendo asesoramiento técnico a los Estados Miembros en el diseño de sistemas electorales inclusivos, la reforma de los marcos electorales para que contaran con un apoyo amplio de los interesados nacionales y el establecimiento de órganos de gestión electoral que fueran, y que se consideraran, imparciales, honestos y capaces. Las consideraciones de género se incluyeron sistemáticamente en todas las actividades y políticas de asistencia electoral.

En Guinea, las Naciones Unidas ayudaron a facilitar la reanudación del diálogo político entre el Gobierno y la oposición sobre el proceso electoral, allanando así el camino para la oportuna organización de las elecciones presidenciales de 2015. El apoyo a las quintas elecciones generales de Nigeria, celebradas en 2015, entrañó contactos diplomáticos de alto nivel. Mi Representante Especial para África Central también trató de reducir las fuertes tensiones existentes en torno a algunas de las elecciones previstas en esa región enviando equipos interinstitucionales para observar la situación sobre el terreno, informar de su evolución y apoyar las intervenciones de buenos oficios, por ejemplo en la República del Congo. En Burkina Faso, las Naciones Unidas acompañaron un delicado y a menudo tenso proceso de transición que culminó con la toma de posesión del Presidente Kaboré en diciembre de 2015. Mi Representante Especial para África Occidental y el Sahel también interpuso sus buenos oficios a fin de promover la celebración de elecciones pacíficas en el Níger en marzo y abril de 2016. A petición del Gobierno de Francia, se despacharon expertos para prestar asistencia en la preparación de un nuevo registro de votantes que podría ser utilizado en un referendo sobre el estatuto futuro de Nueva Caledonia en el marco del acuerdo de Numea.

Las Naciones Unidas siguieron prestando apoyo técnico al proceso electoral de varios países en virtud de un mandato del Consejo de Seguridad. En Côte d’Ivoire, mi Representante Especial fomentó la confianza entre las partes, lo cual les permitió resolver las cuestiones espinosas que podían retrasar el proceso electoral; la Operación de las Naciones Unidas en Côte d’Ivoire proporcionó un apoyo logístico muy necesario. La Misión de Observación Electoral de las Naciones Unidas en Burundi desempeñó su cometido en todos los principales acontecimientos electorales que tuvieron lugar en Burundi en 2015 y llegó a la conclusión de que el entorno general no era propicio para un proceso electoral inclusivo, libre y digno de crédito. Estas conclusiones coincidieron con las de la Unión Africana y las organizaciones subregionales.

Algunos de los contextos en que se prestó asistencia eran muy complejos y frágiles. En la República Centroafricana ayudamos a las partes interesadas nacionales a asegurar que las elecciones presidenciales y legislativas de 2015/16 fueran dignas de crédito y pacíficas. Se proporcionó apoyo técnico para la reforma electoral y los preparativos de las próximas elecciones al Parlamento y a los consejos de distrito del Afganistán. La Organización también siguió prestando apoyo técnico electoral a Haití en el complicado y difícil entorno político del período previo a las elecciones presidenciales y legislativas de 2015/16.

Además de las elecciones, las Naciones Unidas ayudan en las transiciones democráticas realizando labores de facilitación política y apoyando los esfuerzos nacionales por fortalecer la rendición de cuentas y el estado de derecho y promover que haya espacio para las organizaciones de la sociedad civil, que lamentablemente se enfrentan a restricciones cada vez más drásticas en un número creciente de países. Durante el período sobre el que se informa los parlamentos siguieron siendo asociados clave. En dos trascendentales acuerdos de las Naciones Unidas —la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y el Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres— se hace referencia explícita a su papel en el cumplimiento y seguimiento de los compromisos internacionales asumidos por los Gobiernos. Un gran número de entidades de las Naciones Unidas siguieron prestando apoyo a muchos parlamentos nacionales de todo el mundo.