Memoria del Secretario General sobre la labor de la Organización
B. Mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales

Tropas de la Operación Híbrida de la Unión Africana y las Naciones Unidas en Darfur (UNAMID) patrullan en el sur de Darfur, Sudán. Foto ONU/Albert González Farran
En el curso del año pasado tuvimos que hacer frente a unas amenazas a la paz y la seguridad internacionales cada vez más complejas e interconectadas. Algunas eran nuevas y otras eran amenazas existentes que se intensificaron o que adoptaron formas más virulentas. Algunos grupos extremistas capturaron grandes franjas de territorio en el Oriente Medio y África Occidental, así como importantes fuentes de ingresos, al tiempo que sembraban el terror y abusaban de millones de personas. Los conflictos se volvieron cada vez más transnacionales y las tensiones entre los Estados Miembros aumentaron en algunas regiones. El orden del día del Consejo de Seguridad estuvo dominado por asuntos relacionados con el terrorismo y el extremismo violento. Las 37 operaciones de paz de las Naciones Unidas desplegadas en todo el mundo tuvieron que adaptarse a unos entornos cada vez más adversos, mientras que el brote de la enfermedad del Ébola suscitó graves preocupaciones por los posibles riesgos para la seguridad que suponen las emergencias sanitarias.
Esta evolución de las condiciones de seguridad generó graves riesgos para el personal y las operaciones de las Naciones Unidas. A lo largo del año pasado, hubo varios ataques directos con tácticas no convencionales, como atentados suicidas con explosivos y el uso de artefactos explosivos improvisados. En noviembre de 2014, un terrorista suicida que conducía un vehículo cargado de explosivos en Bagdad atentó contra un convoy de las Naciones Unidas. En Somalia, cuatro funcionarios del UNICEF resultaron muertos el 20 de abril de 2015 en un atentado suicida con explosivos contra un vehículo de las Naciones Unidas. Entre el 1 de septiembre de 2014 y el 31 de mayo de 2015, murieron en Malí 32 miembros uniformados de las fuerzas de mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas, casi la mitad del total de 73 muertes de dicho personal en todo el mundo. Un funcionario del UNICEF en el Yemen fue secuestrado y mantenido en cautividad durante 399 días antes de ser puesto en libertad el 8 de noviembre de 2014. La situación de la seguridad tiene un efecto desproporcionado en la capacidad de nuestras operaciones de paz para cumplir su mandato, especialmente en entornos adversos.
En el contexto de dicha transformación de las condiciones de seguridad, el Grupo Independiente de Alto Nivel que establecí para que realizara un examen de las operaciones de paz ha presentado numerosas recomendaciones importantes para asegurar que las operaciones de las Naciones Unidas se mantengan en condiciones de cumplir su cometido. Este examen se llevó a cabo junto con otros ejercicios importantes que incluyeron amplias consultas con los Estados Miembros, a saber, el examen de la estructura de las Naciones Unidas para la consolidación de la paz, que se llevará a cabo en un proceso intergubernamental, y el estudio mundial sobre la aplicación de la resolución 1325 (2000) del Consejo de Seguridad, así como con el anterior Grupo de Expertos en Tecnología e Innovación en las Operaciones de Mantenimiento de la Paz de las Naciones Unidas, cuyo informe se publicó en febrero de 2015. Partiendo de estas iniciativas, en mi próximo informe sobre las operaciones de las Naciones Unidas para el mantenimiento de la paz estableceré lo que creo que es una agenda fundamental de reforma de las operaciones de paz para los próximos años y plantearé la forma de aplicar eficazmente las recomendaciones clave del Grupo Independiente de Alto Nivel.
Mientras las Naciones Unidas hacían frente a esas nuevas realidades, continuamos haciendo todo lo posible por solucionar las amenazas y los conflictos más prolongados, proseguimos nuestra discreta diplomacia preventiva en todo el mundo y mantuvimos una actitud vigilante ante las nuevas amenazas.
Prevención de conflictos y mediación
Con esta realidad como trasfondo. también afrontamos enormes dificultades en nuestra labor de prevención y mediación en los conflictos. Tras la caída de la República Centroafricana en la violencia sectaria y el consiguiente establecimiento de una fuerza de mantenimiento de la paz, la Organización —con los buenos oficios de mi Representante Especial para África Central y mi Representante Especial para la República Centroafricana— se ha centrado en facilitar un proceso político que incluya el desarme, la desmovilización y la reintegración de los excombatientes, aspire a la paz y la reconciliación, amplíe el alcance de las autoridades del Estado y culmine en elecciones libres, justas y transparentes. Este proceso logró que se celebraran consultas locales y se convocara el Foro de Bangui, donde se acordó un pacto para la paz, la reconciliación nacional y la reconstrucción del país y se concertó un acuerdo preliminar sobre desarme, desmovilización y reintegración.
A lo largo del año pasado, Libia ha sufrido una grave crisis política y de seguridad, además del estallido más fuerte del conflicto armado desde la revolución de 2011. La división política y los combates han causado numerosas bajas y desplazamientos entre la población civil, así como graves daños sociales y económicos. La Organización ha estado en la vanguardia de los esfuerzos internacionales para promover una solución política negociada. Mi Representante Especial facilitó un proceso de diálogo por varias vías, que goza de amplio apoyo entre los interlocutores libios, la comunidad internacional y los principales protagonistas regionales. Aunque la situación sigue siendo delicada, las Naciones Unidas creen firmemente que la formación de un gobierno de consenso nacional es la mejor manera de que Libia resuelva la crisis actual y aborde los numerosos problemas críticos que enfrenta el país, incluido el terrorismo.
El conflicto de la República Árabe Siria sigue siendo una mancha en nuestra conciencia colectiva al entrar en su quinto año. Hasta ahora se ha saldado con más de 220.000 muertos, y más de 12 millones de personas siguen necesitando asistencia humanitaria, incluidos más de 5 millones de niños. La Organización sigue promoviendo una solución política basada en el comunicado de Ginebra de 2012. En el Oriente Medio, la tercera guerra en seis años entre Israel y militantes armados en Gaza llegó a su fin el 26 de agosto de 2014, en la que murieron más de 2.200 palestinos y 70 israelíes. Colaboré estrechamente con todos los interesados pertinentes para poner fin a la violencia y, posteriormente, establecí una Junta de Investigación para que se ocupara de los incidentes que se produjeron en las instalaciones de las Naciones Unidas en Gaza en los que hubo muertos o heridos, así como daños o denuncias de la presencia de armas. En vista de que no se han logrado avances en la reconciliación entre palestinos y en lograr unos acuerdos más firmes de alto el fuego entre israelíes y palestinos, la situación en Gaza sigue siendo precaria. El esfuerzo de reconstrucción, mediante un mecanismo facilitado por las Naciones Unidas, no recibió fondos suficientes. El proceso de paz sigue congelado, mientras israelíes y palestinos siguen inmersos en un ciclo de acciones y reacciones contraproducentes.
El conflicto en el este de Ucrania sigue haciendo estragos en el país y constituye un desafío para la paz y la seguridad a nivel regional e incluso internacional. Sigo ofreciendo mi pleno apoyo para una solución pacífica. También ofrecí mis buenos oficios a Myanmar para lograr una paz duradera mediante un acuerdo de alto el fuego en todo el país entre el Gobierno y los principales grupos étnicos armados y mediante el diálogo político, tras más de sesenta años de conflicto intermitente. Mientras tanto, en 2014, las Naciones Unidas prestaron apoyo para la elaboración del censo de población y vivienda de Myanmar, el primer censo de este tipo en 30 años. A medida que Myanmar avanza en su reforma y democratización, la polarización comunal, en particular en el estado de Rakáin, es un problema del que son responsables los dirigentes del país. Las Naciones Unidas han presionado sistemáticamente para que se solucione con urgencia y de una vez el problema de la ciudadanía de los rohinyás. También han trabajado sin pausa para combatir la incitación y el discurso de odio, alentar la acción preventiva, y promover el diálogo entre religiones. Dado que el país celebrará elecciones generales a finales de 2015, seguiremos alentando un proceso electoral digno de crédito, inclusivo y transparente.
En el Yemen, el conflicto entre el Gobierno del Presidente Hadi Mansour y los huzíes y sus aliados ha llevado a un deterioro considerable de la situación, a pesar de que las Naciones Unidas han hecho todo lo posible por encontrar una solución consensuada de reparto de poder. Aunque en septiembre se firmó un acuerdo negociado por las Naciones Unidas, los huzíes siguieron consolidando y ampliando su control del poder y el territorio. En enero de 2015 dimitieron el Presidente y el Primer Ministro. El Presidente huyó a Adén en febrero de 2015, anuló su dimisión, y posteriormente huyó a la Arabia Saudita. A petición del Presidente, una coalición de diez países encabezada por la Arabia Saudita inició el 26 de marzo ataques aéreos contra las posiciones huzíes y de sus aliados. Al mismo tiempo se intensificaron los combates sobre el terreno, lo que desencadenó una emergencia humanitaria en el Yemen. Con miras a promover una solución pacífica del conflicto, mi nuevo Enviado Especial para el Yemen celebró consultas entre las partes yemeníes en Ginebra del 15 al 19 de junio. Si bien no se llegó a un consenso sobre cómo resolver la situación, el Enviado Especial prosigue sus gestiones.
Este período puede haber estado dominado por los problemas de alcance internacional, pero hubo otras muchas situaciones en las que progresamos mucho o seguimos con nuestro trabajo de prevención esencial, tanto visible como discreta, facilitando el diálogo y ayudando a aliviar las tensiones. En Burkina Faso, cuando se produjeron la crisis y el «levantamiento popular» y la posterior salida del entonces Presidente Blaise Compaoré, la acción rápida de mi Representante Especial para África Occidental, junto con representantes de la Unión Africana y de la Comunidad Económica de los Estados de África Occidental, en el apoyo a la participación de las partes interesadas en un proceso de diálogo nacional integrador permitió concertar un acuerdo sobre un gobierno de transición. La Organización seguirá prestando apoyo a las partes interesadas de Burkina Faso durante todo el período de transición.
En el Líbano, el Grupo Internacional de Apoyo trabajó para preservar la estabilidad y la unidad del país movilizando asistencia internacional en diversos ámbitos, incluidas las Fuerzas Armadas Libanesas, y en apoyo de las iniciativas del Gobierno para hacer frente a la presencia masiva de refugiados como consecuencia del conflicto de la República Árabe Siria. Mi Representante Especial para el Iraq continuó su labor de mediación entre los principales interesados iraquíes, incluso facilitando un importante acuerdo sobre la distribución de los ingresos y las exportaciones de petróleo entre el Gobierno del Iraq y el Gobierno Regional del Kurdistán. También facilitó las deliberaciones sobre la solicitud del Gobierno del Iraq, en un momento de dificultades financieras, de aplazar el pago de sus indemnizaciones a Kuwait. Sigo estando personalmente comprometido a facilitar un arreglo amplio y global de la cuestión de Chipre, donde en mayo de 2015 se reanudaron las negociaciones en toda regla, facilitadas por mi Asesor Especial. En Mauritania, el equipo de las Naciones Unidas en el país apoyó un diálogo nacional sobre la cohesión social, la esclavitud y los derechos sobre la tierra. Acogí con satisfacción que el Gobierno del Afganistán y representantes de los talibanes entablaran conversaciones directas, que se celebraron en el Pakistán en julio de 2015 y constituyeron un avance alentador hacia un posible proceso de paz.
Las medidas preventivas son también el núcleo de mi iniciativa Los Derechos Humanos Primero, que coordina las medidas del sistema de las Naciones Unidas para asegurar que cumplimos nuestra obligación colectiva primordial de prevenir las violaciones graves de los derechos humanos. Como parte de esta iniciativa, en el último año se adoptaron medidas para mejorar las capacidades de alerta y acción tempranas de las Naciones Unidas, tanto en la Sede como sobre el terreno. También se prestó apoyo adicional a varias presencias de las Naciones Unidas sobre el terreno con el fin de fortalecer su preparación para cumplir las obligaciones que se han encomendado a la Organización.
Con cada año que pasa, nuestras alianzas con organizaciones regionales y subregionales siguen creciendo y estrechándose. El año pasado no fue una excepción, como lo demuestran los ejemplos siguientes y también como se describe a lo largo del presente informe. La Unión Europea es un asociado importante de las Naciones Unidas en lo que respecta a la mediación, la prevención de conflictos y la respuesta rápida, en particular en la República Centroafricana, Malí y Somalia. En Ucrania, apoyamos la labor de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa incluida su misión de vigilancia. En el Sudán y Sudán del Sur, por conducto de mi Enviado Especial, apoyamos la labor de la Autoridad Intergubernamental para el Desarrollo, que ejerció funciones de mediación entre las facciones beligerantes en Sudán del Sur, así como la labor del Grupo de Alto Nivel de la Unión Africana Encargado de la Aplicación de las Recomendaciones para el Sudán, que ha entablado un diálogo nacional inclusivo y digno de crédito para hacer frente a las causas profundas de los múltiples conflictos en el Sudán y poner fin a las hostilidades en los estados de Darfur, Kordofán Meridional y Nilo Azul. Nuestra Oficina Regional en África Central ayudó a la Comunidad Económica de los Estados de África Central a fortalecer su estructura de mediación, y colaboró con la Oficina del África Occidental en el apoyo a la labor de la Comisión de la Cuenca del Lago Chad para hacer frente a las consecuencias regionales de la crisis causada por el grupo Boko Haram. En Madagascar, las Naciones Unidas colaboraron estrechamente con la Comunidad de África Meridional para el Desarrollo y la Unión Africana para apoyar la plena aplicación de la hoja de ruta y fomentar la reconciliación nacional y la democracia. En la región de los Grandes Lagos, mi Enviado Especial siguió coordinando las actividades de las Naciones Unidas con los otros «testigos» —la Unión Africana, la Conferencia Internacional sobre la Región de los Grandes Lagos y la Comunidad de África Meridional para el Desarrollo— en apoyo del cumplimiento por los signatarios del Marco para la Paz, la Seguridad y la Cooperación en la República Democrática del Congo y la Región.
Las poblaciones vulnerables siguieron siendo víctimas de genocidio, crímenes de guerra, depuración étnica y crímenes de lesa humanidad, o exponiéndose al riesgo. A fin de reforzar la capacidad de alerta temprana, la Oficina sobre la Prevención del Genocidio y la Responsabilidad de Proteger elaboró un nuevo Marco de Análisis de Crímenes Atroces en el que se indican los principales factores de riesgo y se proporciona una metodología para evaluar las situaciones de riesgo. El Asesor Especial sobre la Prevención del Genocidio también brindó asistencia técnica y apoyo a los Estados Miembros y los acuerdos regionales, entre ellos la Conferencia Internacional sobre la Región de los Grandes Lagos y los comités nacionales establecidos por sus Estados miembros, en la creación de capacidad para prevenir el genocidio y otros crímenes atroces.
Las violaciones de los derechos de los niños, especialmente por parte de grupos extremistas, continuaron y aumentaron, y se observa una tendencia nueva y alarmante de secuestros masivos de niños, como el rapto de las niñas de Chibok. Mi Representante Especial para la Cuestión de los Niños y los Conflictos Armados dirigió el establecimiento de un importante mecanismo de supervisión y presentación de informes en Nigeria que documentará estas violaciones y aumentará la rendición de cuentas de quienes las cometan.
La acción de mi Representante Especial sobre la Violencia Sexual en los Conflictos movilizó la voluntad política necesaria para abordar la violencia sexual relacionada con los conflictos, por ejemplo mediante marcos estructurados que incluyen compromisos concretos con los Gobiernos de la República Democrática del Congo y Sudán del Sur, el Ejército de Liberación del Pueblo del Sudán en la Oposición y entidades regionales como la Unión Africana y la Conferencia Internacional sobre la Región de los Grandes Lagos. También en Colombia, Guinea y Côte d’Ivoire se avanzó considerablemente en la lucha contra los delitos de violencia sexual.
La Entidad de las Naciones Unidas para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de las Mujeres (ONU-Mujeres) también apoyó la participación determinante de las mujeres en las consultas y en los procesos de paz de Colombia, Malí, Myanmar, la República Árabe Siria, Sudán del Sur y Ucrania. En Colombia, como resultado de estos esfuerzos, las mujeres constituyeron la tercera parte de los delegados que se sentaron a negociar la paz y al menos la mitad de los participantes en todas las consultas públicas.
Otra tendencia positiva en nuestra labor de establecimiento de la paz y mediación, independientemente de la diversidad y dificultad de los procesos, es nuestro avance hacia una mayor inclusividad. En todos los procesos del pasado año en que las Naciones Unidas ejercieron un papel de liderazgo total o parcial se consultó sistemáticamente a la sociedad civil, lo que incluyó a grupos de mujeres.
Transiciones democráticas y elecciones
La inclusividad fue también un objetivo fundamental de nuestro apoyo a la democracia en todo el mundo, para lo cual asesoramos a muchos gobiernos sobre la manera de aumentar la participación política, por ejemplo eliminando los obstáculos que impiden la participación de las mujeres como votantes, candidatas y oficiales electorales. En los casos en que las Naciones Unidas apoyaron activamente los procesos de formación de gobiernos y Estados, como en el Iraq y Somalia, abogamos con particular firmeza por la inclusión de las mujeres, los jóvenes y las minorías, así como por la formación de unos gobiernos inclusivos que representaran los intereses de todos los componentes de la sociedad.
Durante este período, las Naciones Unidas prestaron asistencia a numerosos países en sus procesos de reforma constitucional. En Somalia, mi Representante Especial colaboró estrechamente con el Gobierno Federal, los interesados regionales y los asociados internacionales para mantener el impulso del programa Visión 2016.
Los países que tratan de consolidar los logros de sus transiciones democráticas a menudo perpetúan la inestabilidad porque sus marcos institucionales no son sólidos. Hubo casos en que se trató de modificar la duración de los mandatos presidenciales o de interpretar las disposiciones constitucionales de forma favorable al titular del cargo público. Si bien las constituciones son documentos vivos y los sistemas políticos evolucionan, la eliminación del límite de un mandato se puede considerar una medida adoptada en interés propio y provocar un conflicto si no se basa en un consenso nacional inclusivo y amplio. En Burundi, a pesar de una sentencia del Tribunal Constitucional, la candidatura del Presidente en ejercicio ha generado profundas divisiones y ha polarizado a la población del país. Los enfrentamientos violentos entre la policía y quienes se oponían a la candidatura del Presidente para un tercer mandato, así como un intento de golpe de Estado que tuvo lugar el 13 de mayo, han aumentado las perspectivas de que se produzcan violaciones de los derechos humanos a gran escala con grandes consecuencias para Burundi y la región de los Grandes Lagos. Las Naciones Unidas colaboraron estrechamente con las partes interesadas de Burundi, los dirigentes regionales y la comunidad internacional para reducir las tensiones y facilitar un proceso de diálogo a fin de ayudar a sentar las bases para la celebración de elecciones pacíficas, creíbles e inclusivas.
Muchos Estados Miembros se dirigieron a las Naciones Unidas para solicitar asistencia técnica en la celebración de elecciones dignas de crédito. Durante el período dicha asistencia se prestó a más de 65 países que la solicitaron, en algunos casos con arreglo a mandatos nuevos y existentes del Consejo de Seguridad. En Túnez, la Organización prestó apoyo a las autoridades nacionales para celebrar las elecciones legislativas y presidenciales de 2014 y un referendo constitucional, y a organizaciones de la sociedad civil para actividades de divulgación pública y apoyo a mujeres candidatas. En la República Centroafricana, las Naciones Unidas han prestado asistencia en la preparación de las elecciones presidenciales y legislativas de 2015, al tiempo que han contribuido a crear un entorno seguro para las elecciones y a proteger a la población civil del sufrimiento prolongado.
Mi Representante Especial para África Occidental colaboró con la Comunidad Económica de los Estados de África Occidental y la Unión Africana en la celebración de elecciones pacíficas y dignas de crédito en Benin, Nigeria y el Togo en 2015, y la Organización colaboró con la Comunidad de África Meridional para el Desarrollo en la celebración de elecciones en Lesotho y Zambia en 2014.
Las Naciones Unidas también han seguido apoyando las iniciativas nacionales para prevenir la violencia y la inestabilidad relacionadas con las elecciones. Cuando corresponde y se solicita, la Organización ha tratado de vincular la asistencia técnica con la diplomacia preventiva a fin de reforzar la confianza de la población en los procesos electorales y sus resultados.
Mantenimiento de la paz
Este período fue difícil para el mantenimiento de la paz. El objetivo final sigue siendo el mismo: apoyar un proceso político y ayudar a un país en la transición del conflicto sufrido a la paz duradera. Sin embargo, el contexto en que se llevan a cabo las tareas encomendadas continúa evolucionando, y la disparidad entre los recursos asignados a nuestras misiones y los entornos complejos de seguridad en que operan es cada vez más grande. Varias operaciones de mantenimiento de la paz han tenido que adaptarse a estos entornos de seguridad cada vez más adversos, en los que persiste la violencia y no se vislumbra una posibilidad de solución política. Como ejemplos cabe citar los de Malí y Darfur, donde la Misión Multidimensional Integrada de Estabilización de las Naciones Unidas en Malí y la Operación Híbrida de la Unión Africana y las Naciones Unidas en Darfur (UNAMID) sufren ataques mortíferos y amenazas asimétricas, incluso con artefactos explosivos improvisados, de grupos armados y organizaciones criminales.
En otras ocasiones se enviaron misiones a zonas con conflictos abiertos donde no había paz que mantener ni acuerdo de paz que apoyar. En esos casos, nuestras operaciones tienen que lograr en primer lugar la cesación de las hostilidades, al tiempo que ofrecen protección a los civiles, antes de centrarse en la paz sostenible a largo plazo. Así ha ocurrido, por ejemplo, en la República Centroafricana, donde durante un tiempo no hubo plan político y donde el carácter transnacional del conflicto, las dificultades para identificar a las partes del conflicto y la escasa distinción entre combatientes y civiles dificultan más que nunca las funciones del personal de mantenimiento de la paz y los buenos oficios del Representante Especial del Secretario General. La Organización está manteniendo un intercambio sistemático y abierto con el Consejo de Seguridad para asegurar que los mandatos de mantenimiento de la paz sean realistas, viables y cuenten con el nivel apropiado de apoyo político y recursos.
Nuestra alianza para el mantenimiento de la paz con la Unión Africana también se afinó y consolidó durante este período. Ambas organizaciones han extraído enseñanzas de las transiciones de misiones de la Unión Africana a misiones de las Naciones Unidas como las que tuvieron lugar en Malí, en 2013, y en la República Centroafricana, en septiembre de 2014.
Hemos trabajado para consolidar los logros en cuanto a seguridad y gobernanza en Côte d’Ivoire, Haití y Liberia, con el objetivo final de cerrar las misiones. Si bien los planes de reducción de la misión de Liberia se vieron afectados por la crisis del ébola, la capacidad del Gobierno para gestionar su propia seguridad y prestar servicios públicos mejoró considerablemente en 2015. En Haití, la misión sigue colaborando con el Gobierno en la preparación de las elecciones nacionales, pero persiste el riesgo de que no pueda cumplirse el calendario electoral en su totalidad, lo que exigirá un compromiso político sostenido de la comunidad internacional. La Organización procurará establecer un marco claro para una transferencia efectiva de las tareas a las organizaciones asociadas y los gobiernos anfitriones.
En la República Democrática del Congo, las Naciones Unidas trabajaron estrechamente con el Gobierno para impulsar la segunda fase de la Estrategia Internacional de Apoyo a la Seguridad y la Estabilización con la esperanza de consolidar los logros políticos y la seguridad y extender la presencia y autoridad del Estado a otras zonas del este del país. Al mismo tiempo, la Organización puso en marcha en marzo un diálogo estratégico con el Gobierno sobre cuestiones fundamentales, como el apoyo continuado de la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en la República Democrática del Congo (MONUSCO) a las operaciones de las Fuerzas Armadas nacionales, de conformidad con la política de diligencia debida en materia de derechos humanos y una hoja de ruta para la etapa final de la MONUSCO en el país.
En un entorno de transformación del panorama mundial, aprovechamos nuestra experiencia en desplegar de formas innovadoras misiones humanitarias y de apoyo para ayudar a los Estados Miembros a hacer frente a desafíos imprevistos de alcance mundial. En respuesta a una solicitud de los Presidentes de Guinea, Liberia y Sierra Leona para que las Naciones Unidas dirigieran la coordinación de la respuesta internacional al brote sin precedentes del ébola, la Misión de las Naciones Unidas para la Respuesta de Emergencia al Ébola fue concebida, autorizada y desplegada en un lapso de diez días, tiempo récord para la Organización, con el fin de reunir las capacidades y competencias de todos los agentes pertinentes de las Naciones Unidas en el marco de un sistema singular de gestión operacional de la crisis y lograr de este modo una buena coordinación de los objetivos, un liderazgo eficaz sobre el terreno y una dirección operacional, además de asegurar una respuesta rápida, eficaz, eficiente y coherente a la crisis del ébola. Fue la primera misión de emergencia de las Naciones Unidas relacionada con la salud. La flexibilidad y la visión también quedaron demostradas en la colaboración de las Naciones Unidas con la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas, que culminó en el desmantelamiento y la destrucción del 98,8% del arsenal de armas químicas declaradas oficialmente por la República Árabe Siria.
Durante este período continuamos asignando la máxima prioridad a la rapidez, la eficiencia, la eficacia, la credibilidad, la rendición de cuentas y la conducta y disciplina de todas nuestras operaciones de paz. Si bien el costo del mantenimiento de la paz excede en la actualidad los 8.500 millones de dólares, su costo per capita es un 17% menor que en 2008-2009 teniendo en cuenta la inflación. Con respecto a la conducta y la disciplina, en mi informe a la Asamblea General (A/69/779 ) he sometido a examen una propuesta de programa de acción reforzado contra la explotación y los abusos sexuales. En los últimos meses ha habido denuncias de abusos sexuales y otros delitos graves cometidos por tropas internacionales no pertenecientes a las Naciones Unidas desplegadas en la República Centroafricana bajo un mandato del Consejo de Seguridad. Posteriormente se denunciaron otros actos presuntamente cometidos por personal de mantenimiento de la paz de la Misión Multidimensional Integrada de Estabilización de las Naciones Unidas en la República Centroafricana. La Misión, el Departamento de Operaciones de Mantenimiento de la Paz, el Departamento de Apoyo a las Actividades sobre el Terreno y la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos están colaborando estrechamente en el seguimiento de todas estas denuncias, tanto a través de mecanismos internos por lo que respecta a las faltas de conducta de efectivos de las Naciones Unidas como con la participación de los Estados Miembros interesados y la Unión Africana. También he formado un grupo de expertos externos e independientes para que se encargue de examinar la forma en que las Naciones Unidas han atendido las denuncias, evaluar la idoneidad de los procedimientos en vigor y formular recomendaciones sobre cómo deberían responder a denuncias similares en el futuro.
Consolidación de la paz
La Comisión de Consolidación de la Paz, el Fondo para la Consolidación de la Paz y la Oficina de Apoyo a la Consolidación de la Paz celebran su décimo aniversario en 2015. Según lo previsto, el Consejo de Seguridad y la Asamblea General pidieron conjuntamente un examen de su función y posición, así como las de las entidades operacionales del sistema de las Naciones Unidas, en lo que respecta a la consolidación de la paz. El 29 de junio, el Grupo Consultivo de Expertos sobre el Examen de la Estructura de las Naciones Unidas para la Consolidación de la Paz, que establecí a petición de los dos órganos, presentó su informe (véase A/69/968-S/2015/490
) en el que ofreció un conjunto de recomendaciones interrelacionadas sobre la manera de mejorar el «sostenimiento de la paz» y prevenir el estallido y la reactivación de los conflictos. Espero con interés los resultados de la segunda fase del examen, que tendrá carácter intergubernamental. En mi reciente informe sobre la consolidación de la paz después de los conflictos (A/69/399-S/2014/694
) señalé una serie de experiencias muy pertinentes para el examen. Durante este período, la Comisión de Consolidación de la Paz también celebró algunas deliberaciones pertinentes, por ejemplo sobre el modo en que los países afectados por conflictos pueden generar recursos internos y luchar contra las corrientes ilícitas de financiación. Celebro que la Comisión haya decidido recurrir a medios más prácticos para desempeñar su función básica de movilización de recursos más allá de la recaudación de fondos tradicional y haya pasado a formular políticas de alcance mundial. Mientras tanto, el Fondo para la Consolidación de la Paz logró su objetivo al asignar 99,3 millones de dólares a 16 países que salen de un conflicto o una crisis política, manteniendo la tendencia ascendente de años anteriores. El 9,3% de las asignaciones se destinó a proyectos que promueven el empoderamiento de la mujer y la igualdad entre los géneros como principal objetivo. Esto supone un aumento respecto del 7,4% destinado a esos fines en 2013, pero aún está por debajo de la meta del 15%, lo cual resulta particularmente decepcionante a medida que nos acercamos al aniversario de la resolución 1325 (2000) del Consejo de Seguridad y el examen de su aplicación. Debemos intensificar estos y otros esfuerzos para lograr una consolidación de la paz receptiva a las cuestiones de género. En general, el Fondo tuvo un papel activo en poco más de 20 países. Durante el mismo período, las contribuciones al Fondo, que ascendieron a 78,2 millones de dólares, fueron aportadas por 21 Estados Miembros. Otros dos países, Madagascar y Malí, fueron declarados en condiciones de recibir financiación del Fondo. Teniendo en cuenta el objetivo de programación de 100 millones de dólares y las contribuciones previstas por valor de 60 millones de dólares en 2015, el Fondo para la Consolidación de la Paz necesita el apoyo de los Estados Miembros para cubrir un déficit de financiación de por lo menos 40 millones de dólares y poder mantener sus actividades.