Memoria del Secretario General sobre la labor de la Organización
A. Promoción del crecimiento económico sostenido y del desarrollo sostenible

Un programa respaldado por la ONU en Azerbaiyán brinda mejores servicios de agua y saneamiento a las zonas rurales del país. Foto: Banco Mundial/Allison Kwesell
Objetivos de Desarrollo del Milenio
La experiencia adquirida con los Objetivos de Desarrollo del Milenio ha demostrado que para galvanizar la acción es importante tener una visión colectiva clara que se combine con metas específicas para medir los avances. Hemos logrado enormes avances; se han cumplido varias metas (véase el anexo); la tasa de pobreza extrema se ha reducido a la mitad y continúa disminuyendo; más niños que nunca asisten a la escuela primaria; la mortalidad infantil ha disminuido drásticamente; alrededor de 2.600 millones de personas tienen ahora acceso a mejores fuentes de agua potable; las inversiones específicas para luchar contra la malaria, el VIH/SIDA y la tuberculosis han salvado millones de vidas; la aplicación de políticas nacionales coherentes y armonizadas con los acuerdos mundiales ha dado lugar a progresos en la lucha contra las enfermedades no transmisibles y las enfermedades agudas.
Sin embargo, sigue habiendo importantes lagunas, por ejemplo en lo que respecta a la mejora de la salud materna y reproductiva, el logro de la igualdad de género y del empleo pleno y productivo, especialmente para las mujeres y los jóvenes, la disminución del ritmo alarmante de la deforestación mundial, y en la aceleración generalizada del progreso en los países menos adelantados. En muchos casos, estos retrasos han afectado los avances en otros objetivos. Por ejemplo, la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres son condiciones previas para superar la pobreza, el hambre y las enfermedades, pero el avance en la consecución del tercer Objetivo ha sido lento en muchos frentes. La deforestación estimula las emisiones de gases de efecto invernadero y el cambio climático e impide el logro de otros objetivos, pues los recursos forestales contribuyen a la erradicación de la pobreza, la seguridad alimentaria y la distribución de la riqueza, en particular entre los pobres de las zonas rurales. Los promedios establecidos a nivel regional y nacional pueden encubrir grandes diferencias entre las regiones y los países y también dentro las regiones y los países. Los avances en muchas esferas a menudo dejan de lado a los más pobres y vulnerables: se necesitarán políticas e intervenciones para eliminar las desigualdades persistentes, y a veces en aumento, entre ricos y pobres y entre las zonas rurales y urbanas, y para mejorar las condiciones de vida de los desfavorecidos por razón de género, edad, discapacidad, origen étnico o localización geográfica, y de los que sufren formas de discriminación múltiples e interrelacionadas, como las mujeres y las niñas.
Los Estados Miembros están abordando estos asuntos en las negociaciones sobre la financiación para el desarrollo y los objetivos de desarrollo sostenible. Además, es preciso implementar el instrumento jurídicamente no vinculante sobre todos los tipos de bosques y los objetivos mundiales sobre los bosques, al igual que el documento final de la Primera Conferencia Mundial sobre los Pueblos Indígenas, celebrada en septiembre de 2014, y las Metas de Aichi para la Diversidad Biológica. A fin de acelerar el progreso hacia la igualdad de género, será necesario adoptar medidas urgentes en las seis esferas prioritarias acordadas por los Estados Miembros durante el examen de la Plataforma de Acción de Beijing a los 20 años de su adopción. Diez años después, los Estados Miembros están examinando el cumplimiento de las 10 metas de conectividad y las 18 líneas de acción de la Cumbre Mundial sobre la Sociedad de la Información con el fin de determinar cómo se ha cumplido su visión fundamental: la de una sociedad de la información centrada en las personas, integradora y orientada al desarrollo.
Se necesitan también medidas más audaces y específicas para acelerar el progreso de los países menos adelantados. Si lo recomienda el Grupo de Expertos de Alto Nivel sobre el estudio de viabilidad, durante el septuagésimo período de sesiones de la Asamblea General se pondrá en marcha un banco de tecnología para esos países. El examen amplio de alto nivel de mitad de período de la ejecución del Programa de Acción de Estambul en Favor de los Países Menos Adelantados, que tendrá lugar en junio de 2016 en Turquía, será una oportunidad importante de fortalecer la alianza mundial a favor de una transformación estructural y una rápida reducción de la pobreza en los países menos adelantados. Muchos de esos países siguen dependiendo en gran medida de la asistencia oficial para el desarrollo como fuente principal de financiación externa y pública, y, aunque las corrientes generales pueden ser estables, las destinadas a los países más pobres siguen disminuyendo, la distribución entre esos países ha sido desigual y los efectos no siempre han sido los previstos. Únicamente 5 de los 29 miembros del Comité de Asistencia para el Desarrollo de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos han alcanzado la meta fijada por las Naciones Unidas de destinar el 0,7% de su ingreso nacional bruto a la asistencia oficial para el desarrollo, mientras que 9 han alcanzado el límite inferior de esa meta al destinar más del 0,15% de su ingreso nacional bruto a la asistencia oficial para el desarrollo de los países menos adelantados.
El tipo medio de los derechos arancelarios aplicados por los países desarrollados a las exportaciones de los países en desarrollo ha disminuido considerablemente, aunque las crestas arancelarias y la progresividad arancelaria siguen obstaculizando el acceso de los países en desarrollo a los mercados de los países desarrollados. A pesar del alivio de la deuda que han ofrecido la Iniciativa en Favor de los Países Pobres Muy Endeudados y la Iniciativa para el Alivio de la Deuda Multilateral, varios países pobres muy endeudados están a punto de volver a tener problemas de deuda moderada a alta, algunos pequeños Estados afrontan importantes problemas de sostenibilidad de la deuda y algunos países desarrollados también tienen graves problemas de sobreendeudamiento. Varios países de ingresos medianos bajos han comenzado a acceder por primera vez a los mercados internacionales de capital, pero cuando los tipos de interés aumenten en todo el mundo algunos de ellos no podrán refinanciar sus préstamos, con el consiguiente riesgo de que haya una nueva crisis.
El seguimiento del progreso hacia los Objetivos de Desarrollo del Milenio ha fortalecido los sistemas estadísticos y con ello la presentación de datos de calidad. Sin embargo, persisten problemas importantes como el de la ausencia de datos, la calidad de los datos, el cumplimiento de los principios metodológicos, la falta de datos desglosados que permitan el seguimiento de los progresos por edad, género y otras categorías sociales, y la falta de información geoespacial. Será necesario hacer esfuerzos e inversiones considerables para crear una sólida infraestructura de datos y tecnología de la información y las comunicaciones en apoyo de la nueva agenda para el desarrollo sostenible hasta 2030.
Los países en desarrollo sin litoral han seguido afrontando retos importantes, pese a lo cual han hecho progresos tangibles para lograr los Objetivos de Desarrollo del Milenio, en particular al haber reducido la proporción de personas que viven en situación de pobreza extrema. El Programa de Acción de Viena para el Decenio 2014-2024, aprobado en la Segunda Conferencia sobre los Países en Desarrollo Sin Litoral celebrada en noviembre de 2014, tiene por objeto abordar las necesidades y los problemas especiales de desarrollo derivados de la falta de litoral, la lejanía y las limitaciones geográficas.
Los pequeños Estados insulares en desarrollo también siguen estando entre los más expuestos a las perturbaciones de origen externo y son, con mucho, los más vulnerables a los efectos del cambio climático, como la elevación del nivel del mar y la mayor frecuencia y gravedad de los fenómenos meteorológicos extremos. En septiembre de 2014, la Tercera Conferencia Internacional sobre los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo aprobó las Modalidades de Acción Acelerada para los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo
(Trayectoria de Samoa). El 2014 fue el Año Internacional de los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo, ocasión que permitió organizar numerosas actividades de concienciación y de otra índole.
Desarrollo sostenible
El 2015 ofrece una oportunidad sin precedentes para orientar al mundo en la senda del desarrollo sostenible. El proceso de la agenda para el desarrollo y el proceso sobre el cambio climático después de 2015, con sus objetivos finales de erradicar la pobreza, mejorar las condiciones de vida de la población y lograr la rápida transición a una economía baja en emisiones de carbono y resiliente al cambio climático, se refuerzan mutuamente; si se implementan conjuntamente, pueden promover la prosperidad y la seguridad de las generaciones presentes y futuras.
Esta nueva agenda tiene por objeto abordar los problemas actuales y futuros. La creciente desigualdad mundial, el aumento de la exposición a los peligros naturales, la rápida urbanización, los nuevos modelos de migración y el consumo excesivo por algunos de energía y recursos naturales amenazan con elevar el riesgo de desastres a niveles peligrosos, con efectos sistémicos a nivel mundial. Las pérdidas económicas derivadas de los desastres se han estimado en una media anual de entre 250.000 y 300.000 millones de dólares de los Estados Unidos. Como se subraya en el ambicioso Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres 2015-2030, aprobado en la Tercera Conferencia Mundial de las Naciones Unidas sobre la Reducción del Riesgo de Desastres celebrada en marzo de 2015, la inversión en la reducción de los riesgos, además de salvar vidas, produce altos dividendos.
Al consolidar y ampliar la experiencia adquirida de los Objetivos de Desarrollo del Milenio y otros compromisos internacionalmente acordados, la agenda para el desarrollo después de 2015 trazará el rumbo de las iniciativas de desarrollo, para los próximos 15 años y años posteriores, hacia la erradicación de la pobreza y el desarrollo sostenible en sus dimensiones social, económica y ambiental. Será una agenda destinada a mejorar la vida de las personas y asegurar el ejercicio de sus derechos humanos, en plena armonía con la naturaleza. Como novedad, la agenda será universal y entrañará obligaciones nacionales y mundiales para todos los países. Todos y cada uno de los países serán responsables ante sus propios ciudadanos y ante la comunidad internacional de implementar la agenda. La inclusión de todos los interesados en la implementación de la agenda para el desarrollo después de 2015, así como en su seguimiento y examen, es de suma importancia para garantizar la implicación a todos los niveles.
Los 17 objetivos de desarrollo sostenible y 169 metas propuestos por el Grupo de Trabajo Abierto de la Asamblea General sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible constituirán el núcleo de la agenda para el desarrollo después de 2015. Estos objetivos y metas son ambiciosos; poseen el potencial para transformar la sociedad y movilizar a personas y países; integran los asuntos pendientes de los Objetivos de Desarrollo del Milenio y van más allá al abordar la desigualdad, los nuevos desafíos y cuestiones estructurales como el cambio climático, el crecimiento económico sostenible, la capacidad productiva, la paz y la seguridad, y unas instituciones eficaces, responsables e inclusivas a todos los niveles; adoptan un enfoque dinámico para lograr la igualdad de género; reflejan de forma equilibrada las dimensiones económica, social y ambiental del desarrollo sostenible. También se indican medios de implementación en cada uno de los objetivos y en un objetivo específico sobre la alianza mundial, que aglutinará a los gobiernos, la sociedad civil y otras instancias en un enfoque verdaderamente integrado del desarrollo internacional en favor de las personas y el planeta.
En la elaboración de la agenda han participado gobiernos e instancias no estatales. El Grupo de Trabajo Abierto consiguió un resultado ambicioso y específico, e ideó una nueva forma de trabajar creando pequeños grupos integrados por varios Estados Miembros. Celebro esta voluntad de los Estados Miembros de ensayar nuevas ideas y enfoques. Además, fue el proceso más inclusivo y participativo, en el que estuvo involucrado un número sin precedentes de interesados. Estos debates han servido para confirmar la importancia de las Naciones Unidas como foro mundial para el desarrollo sostenible. En virtud de sus asuntos más recientes de extraer enseñanzas de los Objetivos de Desarrollo del Milenio y gestionar la transición de los Objetivos de Desarrollo del Milenio a los objetivos de desarrollo sostenible, los ciclos de sesiones del Consejo Económico y Social de 2014 y 2015 han permitido a los Estados Miembros recibir orientación normativa sustantiva para dicha transición hacia la agenda para el desarrollo después de 2015. El foro político de alto nivel, que se volvió a reunir este año bajo los auspicios del Consejo Económico y Social, reflexionó sobre las consecuencias de la nueva agenda universal y transformativa, y sobre la mejor manera de garantizar su implementación y seguimiento, en particular gracias a la función encomendada al foro de examinar y evaluar la agenda para el desarrollo después de 2015. La serie de sesiones de integración, cuyo tema central fue “Lograr el desarrollo sostenible mediante la creación de empleo y trabajo decente para todos”, también contribuyó a generar ideas para la integración de las políticas. Esta va a ser la nueva característica fundamental del Consejo Económico y Social. Sobre estas bases positivas estoy seguro de que las negociaciones intergubernamentales sobre la agenda para el desarrollo después de 2015 fructificarán en una agenda sólida y universal, que deberá aprobarse en la cumbre que se celebrará en la Sede de las Naciones Unidas en septiembre de 2015.
La aplicación de la agenda para el desarrollo después de 2015 exigirá el esfuerzo renovado de todos los gobiernos para fortalecer las instituciones públicas y aumentar su capacidad de respuesta y rendición de cuentas a fin de satisfacer la creciente demanda de servicios, conforme a lo enunciado en los objetivos y metas propuestos. Por lo tanto, los gobiernos deberán estar preparados para introducir innovaciones y crear instituciones eficaces, responsables, participativas y transparentes a todos los niveles, y asegurar el uso eficiente y eficaz de los recursos públicos para prestar servicios y beneficiar a todos los ciudadanos, en particular a las mujeres y las niñas y los grupos marginados.
Estos objetivos, para hacerse realidad, deben ir acompañados de un acuerdo igualmente ambicioso sobre la financiación para el desarrollo, la facilitación de la tecnología y la creación de capacidad, y de un acuerdo universal y ambicioso sobre el cambio climático. Es preciso encontrar nuevas vías para movilizar y asignar con más eficacia los recursos financieros y otros medios de implementación, como las tecnologías de la información y las comunicaciones. Solo avanzando juntos por esta vía podremos lograr un futuro mejor para la humanidad.
El 13 de julio, participé con jefes de Estado y otros altos funcionarios públicos, jefes de organizaciones internacionales, dirigentes empresariales, organizaciones no gubernamentales y destacados académicos en la Tercera Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo, en cuyo marco los Estados Miembros adoptaron como documento final la Agenda de Acción de Addis Abeba. Este documento establece una base sólida en apoyo de la implementación de la agenda para el desarrollo después de 2015, incluidos los objetivos de desarrollo sostenible, y proporciona un nuevo marco mundial de financiación para el desarrollo sostenible. La Agenda de Acción comprende un programa de políticas que ofrece incentivos para reorientar las inversiones hacia esferas donde existen necesidades a nivel mundial, y que armoniza todas las corrientes y políticas de financiación con las prioridades económicas, sociales y ambientales. Contiene un acuerdo sobre un conjunto de acciones normativas de los Estados Miembros, con un paquete de más de 100 medidas concretas referentes a todas las fuentes de financiación, pública y privada, nacional e internacional, el comercio, la deuda, las cuestiones sistémicas, la ciencia, la tecnología, la innovación y la creación de capacidad. La Agenda orientará además las acciones del sector privado, la sociedad civil y las organizaciones filantrópicas. Los resultados anunciados al margen de la Conferencia, unidos a otras iniciativas que se pondrán en marcha en los meses venideros, contribuirán a su vez al logro de nuestros objetivos mundiales. El conjunto de estos elementos deberá impulsar la revitalización y el fortalecimiento de la alianza mundial para el desarrollo sostenible. La Agenda de Acción también fortalece los datos, la vigilancia y el seguimiento del proceso de financiación para el desarrollo, y establece un foro de financiación para el desarrollo como parte del Consejo Económico y Social, con conclusiones y recomendaciones acordadas a nivel intergubernamental que se remitirán al foro político de alto nivel.
En el curso del diálogo del Consejo Económico y Social sobre las posiciones a largo plazo del sistema de las Naciones Unidas para el desarrollo, los gobiernos se esforzaron por asegurar una respuesta coherente a las cuestiones nuevas e incipientes a las que se enfrentará el sistema de las Naciones Unidas durante la implementación de la agenda para el desarrollo después de 2015Durante el diálogo se analizaron las interrelaciones de las funciones, la financiación, la gobernanza, la disposiciones de organización, la capacidad, los efectos y los enfoques de las alianzas, y se estudiaron formas de profundizar en los análisis y las iniciativas que permitan al sistema de las Naciones Unidas para el desarrollo hacer realidad la nueva agenda.
Además de los nuevos objetivos de desarrollo sostenible, los Estados Miembros tienen una oportunidad histórica de dar forma definitiva, en París en diciembre de 2015, a un acuerdo mundial y significativo sobre el clima. De esta forma estaremos construyendo un mundo más seguro, saludable y equitativo para las generaciones presentes y futuras. Para tal fin, la Cumbre sobre el Clima, celebrada bajo mis auspicios el 23 de septiembre de 2014, supuso un fuerte impulso político y en ella se propusieron soluciones para reducir las emisiones y reforzar la resiliencia. En la Cumbre, más de 100 jefes de Estado y de gobierno y 800 líderes del sector de las finanzas, los círculos empresariales y la sociedad civil anunciaron nuevas e importantes medidas en materia de bosques, energía, transporte, entorno urbano y otras cuestiones fundamentales. Los dirigentes del sector público y privado se comprometieron a movilizar, para finales de 2015, más de 200.000 millones de dólares para la financiación climática, con objeto de financiar un crecimiento bajo en emisiones de carbono y resiliente al cambio climático.
En la Conferencia de las Partes en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático celebrada en Lima en 2014, los gobiernos tomaron medidas importantes con la puesta en marcha de la Agenda de Acción Lima-París para ampliar las alianzas sobre el clima, y con la promesa de aportar 10.000 millones de dólares de capital inicial al Fondo Verde para el Clima. La tarea pendiente es asegurar que los proyectos se aprueben y los fondos se desembolsen lo antes posible donde más se necesitan.
También se aprobó el Programa de Trabajo de Lima sobre el Género, que cuenta entre sus objetivos aumentar la sensibilización y la capacidad para hacer frente a las dimensiones de género del cambio climático, mejorar la participación de las mujeres y velar por que las políticas y medidas sean sensibles a las cuestiones de género.
Sin embargo, todavía se necesita avanzar en varios frentes. La financiación climática es fundamental para catalizar la acción y generar confianza política. Los países desarrollados deben definir una trayectoria creíble desde el punto de vista político para lograr el objetivo anunciado en 2009 en Copenhague de movilizar 100.000 millones de dólares al año para 2020. Los esfuerzos de adaptación y resiliencia deben intensificarse y apoyarse, en particular en los pequeños Estados insulares en desarrollo y los países menos adelantados. Todos los países deben presentar contribuciones ambiciosas en las que se especifique cómo se proponen hacer frente al cambio climático después de 2020.
Debemos acelerar la acción a todos los niveles, desde el local hasta el mundial. No hay tiempo que perder y hay mucho que ganar si avanzamos rápidamente hacia la reducción de las emisiones de carbono. Todos los países deben ser parte de la solución si queremos que el aumento de la temperatura mundial se mantenga dentro del umbral de 2ºC. Si trabajamos unidos, podremos convertir el desafío climático en una gran oportunidad para reducir la pobreza y la desigualdad, fortalecer el crecimiento sostenible, mejorar la salud pública y promover el desarrollo sostenible.