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Secretario General Ban Ki-Moon

Memoria del Secretario General sobre la labor de la Organización

E. Coordinación eficaz de las actividades de asistencia humanitaria

En Ucrania, trabajadores de ACNUR sobre el terreno, preparan ayuda - incluyendo alimentos, mantas, ropa y artículos de higiene - para su distribución a los residentes desplazados de sus hogares por los combates. Foto: ACNUR/Andrew McConnell

En Ucrania, trabajadores de ACNUR sobre el terreno, preparan ayuda - incluyendo alimentos, mantas, ropa y artículos de higiene - para su distribución a los residentes desplazados de sus hogares por los combates. Foto: ACNUR/Andrew McConnell

Este período se caracterizó por varios hitos deplorables de carácter humanitario. Más de 76 millones de personas de 31 países necesitaron asistencia. El número de personas desplazadas como consecuencia de los conflictos superó los 51 millones, la cifra más elevada desde la Segunda Guerra Mundial. Hubo más de 400 desastres naturales en 2014, que provocaron más de 17.000 muertes y daños por valor de más de 82.000 millones de dólares. El año estuvo marcado por seis situaciones de emergencia de nivel 3 (en el Iraq, Filipinas, la República Centroafricana, la República Árabe Siria, Sudán del Sur y el Yemen) y la crisis del ébola Disponible en inglés. Todo esto tuvo lugar mientras muchas otras crisis preexistentes continuaban causando enormes sufrimientos. Si bien aumentó la financiación, también lo hizo el déficit, que aumentó del 37% (3.300 millones de dólares) en 2011 al 40% (7.400 millones de dólares) en 2014. Se recibieron casi 11.000 millones de dólares para llamamientos interinstitucionales, una suma sin precedentes de 479 millones de dólares destinados al Fondo Central para la Acción en Casos de Emergencia y 600 millones para 22 fondos mancomunados de países concretos. Las crecientes necesidades humanitarias siguen superando los recursos disponibles para atenderlas.

Durante 2014, las partes en los conflictos siguieron violando el derecho internacional humanitario y los autores de tales violaciones continuaron impunes. Igualmente alarmantes me parecieron el impacto humanitario del uso de armas explosivas en zonas pobladas y los efectos de los conflictos sobre la población civil en general, especialmente las mujeres y las niñas, así como el creciente número de personas desplazadas. Millones de personas siguen sin recibir protección y asistencia adecuada debido a las hostilidades, la inseguridad y los obstáculos que impiden el acceso de la ayuda humanitaria.

Pese a la magnitud de los problemas, muchos gobiernos tienen mayor capacidad para afrontar las crisis, por lo que solicitan ayuda con menos frecuencia, y prefieren que el sistema humanitario internacional se dedique a colmar lagunas específicas, prestar servicios concretos o desarrollar las capacidades nacionales, según las necesidades. En todo ello intervienen muchos más agentes, tanto grupos nacionales y locales de la sociedad civil como empresas del sector privado. Si bien esto puede dar lugar a incoherencias, también puede ser un sistema más eficaz si todos trabajan unidos para cumplir el objetivo común de satisfacer las necesidades de la población afectada.

La disparidad entre las necesidades y los recursos es creciente, y para corregirla hay que ampliar la base de donantes. El aumento de la financiación no soluciona el problema, y por eso he constituido un Grupo de Alto Nivel sobre Financiación Humanitaria para que considere qué cambios se necesitan. Tenemos que operar de otra manera y tender a reducir las necesidades humanitarias, no solo atenderlas. La duración media de un llamamiento humanitario es de 7 años y las personas permanecen desplazadas durante un promedio de 17 años. Planificar y recaudar fondos todos los años para unas crisis que se prolongan indefinidamente, como es el caso de los desplazamientos, no es el enfoque más eficaz ni eficiente. Hay que planificar a más largo plazo, motivados por los resultados y por la necesidad de atender al mismo tiempo las necesidades humanitarias y el desarrollo. Sin embargo, sin un compromiso político a más alto nivel para abordar las causas subyacentes no se podrá responder a unas necesidades en constante aumento. La agenda para el desarrollo después de 2015, el nuevo marco para la reducción del riesgo de desastres, así como los debates que se mantienen en torno al cambio climático y la nueva agenda urbana son ocasiones únicas para abordar mejor estos desafíos que afectan por igual al sector humanitario y al del desarrollo. En la Cumbre Humanitaria Mundial que se celebrará en Estambul (Turquía) en mayo de 2016 se establecerá una agenda ambiciosa y con visión de futuro para la labor humanitaria y se abordarán algunos de estos problemas fundamentales.