Objetivos de Desarrollo Sostenible: 17 objetivos para transformar el mundo

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) son un llamado universal a la acción para poner fin a la pobreza, proteger el planeta y mejorar las vidas y el porvenir de las personas en todo el mundo.

En septiembre de 2015, todos los Estados Miembros de las Naciones Unidas adoptaron los Objetivos como parte de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, en la cual se establece un plan para alcanzar los Objetivos y las metas asociadas en 15 años. Esto marca la primera vez que líderes mundiales se han comprometido a llevar a cabo una acción común en el marco de una agenda política tan amplia y universal.

LLos 17 Objetivos están interconectados, aplican a todos los países y tienen que llevarse a cabo por todas las partes interesadas: los gobiernos, el sector privado, la sociedad civil, el sistema de las Naciones Unidas, etc. mediante una asociación colaborativa.

Este año marca el punto medio de la implementación de los ODS. Sin embargo, si se mantiene el rumbo actual, es posible que el mundo no alcance muchas de las metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de aquí a 2030. Por primera vez en décadas, el progreso del desarrollo se ha estancado e incluso ha retrocedido debido al peso combinado de los desastres climáticos, los conflictos, la recesión económica y las persistentes consecuencias del COVID-19. La Cumbre de los ODS, que se llevará a cabo los días 18 y 19 de septiembre de 2023 en la Sede de las Naciones Unidas en Nueva York, es una oportunidad única para que el mundo pase de la crisis al desarrollo, y consiga los avances necesarios para alcanzar los Objetivos.

Esta exposición ilustra los Objetivos de Desarrollo Sostenible a través de imágenes de todo el mundo y retrata lo que los 17 Objetivos significan para los habitantes de nuestro planeta.

Esta exposición ha sido elaborada por el Departamento de Comunicación Global de las Naciones Unidas.



Poner fin a la pobreza en todas sus formas en todo el mundo

En 2020, el número de personas en situación de pobreza extrema (que viven con menos de 2,15 dólares al día) aumentó a 724 millones. Estas personas tienen dificultades para satisfacer las necesidades más básicas, como la sanidad, la educación y el acceso al agua y saneamiento.

La recuperación de la pandemia ha sido lenta y desigual, con un descenso de la pobreza extrema del 9,3% en 2020 al 8,8% en 2021. El conflicto en Ucrania ha perturbado el comercio mundial, lo que ha provocado un aumento del costo de la vida que está afectando de manera desproporcionada a la población empobrecida. Además, el cambio climático plantea amenazas importantes para la reducción de la pobreza.

Para finales de 2022, las previsiones actuales indican que el 8,4% de la población mundial; es decir, 670 millones de personas, podría seguir viviendo en la pobreza extrema.

La pobreza también afecta a los países desarrollados. En la actualidad, 30 millones de niños crecen en la pobreza en los países más ricos del mundo.

La erradicación de la pobreza en todas sus formas sigue siendo uno de los mayores desafíos a que se enfrenta la humanidad. Aunque el número de personas que viven en una situación de pobreza extrema se redujo en más de la mitad entre 1990 y 2015, pasando de 1.900 millones a 731 millones, un gran porcentaje de personas siguen teniendo dificultades para cubrir las necesidades humanas más básicas.

Para cumplir el compromiso primordial de acabar con la pobreza y no dejar a nadie atrás, es crucial actuar e invertir más para aumentar las oportunidades económicas, mejorar la educación y ampliar la protección social a todos, especialmente a los más excluidos.

Rocinha, comunidad de bajos ingresos de Río de Janeiro, Brasil (1986). Foto ONU/Claudio Edinger

Niños jugando en el vertedero de Stung Meanchey, en Phnom Penh, Camboya, hogar de miles de personas que se ganan la vida vendiendo residuos desechables (2008). Foto ONU/Kibae Park

Poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición y promover la agricultura sostenible

En 2022, alrededor del 9,2% de la población mundial se enfrentaba a hambre crónica, lo que equivale a unos 735 millones de personas, 122 millones más que en 2019. El hambre y la desnutrición representan obstáculos para el desarrollo sostenible, pues la gente que las padece es menos productiva, más propensa a la enfermedad y menos susceptible de mejorar sus medios de subsistencia.

Para alimentar a los 735 millones de personas que padecen hambre hoy en día y a los 2.000 millones adicionales que se espera que la sufran de aquí a 2050, es necesario un profundo cambio del sistema alimentario y agrícola a nivel global.

Para lograr el hambre cero de aquí a 2030, es imprescindible una acción coordinada urgente y soluciones políticas que aborden las desigualdades arraigadas, transformen los sistemas alimentarios, inviertan en prácticas agrícolas sostenibles y reduzcan y mitiguen el impacto de los conflictos y la pandemia en la nutrición y la seguridad alimentaria mundiales.

Niñas haciendo cola en un centro de alimentación en Mogadishu, Somalia. Tras años de sequía, seis millones de personas en el país necesitan asistencia alimentaria (2017). Foto ONU/Tobin Jones

Campos de arroz pertenecientes a las tribus locales de las colinas en Sapa, Vietnam (2011). Foto ONU/Kibae Park

Garantizar una vida sana y promover el bienestar para todos en todas las edades

En los últimos años, ha habido un avance en la mejora de la salud de las personas. 146 de 200 países o zonas ya han alcanzado o están en vías de alcanzar la meta de los ODS de reducción de la mortalidad en los menores de 5 años. El tratamiento eficaz del VIH ha reducido las muertes relacionadas con el sida en el mundo en un 52% desde 2010 y se ha eliminado al menos una enfermedad tropical desatendida en 47 países.

Sin embargo, persisten las desigualdades en el acceso a la atención sanitaria. La pandemia COVID-19 y otras crisis en curso han impedido avanzar hacia el Objetivo 3. La vacunación infantil ha experimentado el mayor descenso en tres décadas, y las muertes por tuberculosis y malaria han aumentado en comparación con los niveles anteriores a la pandemia.

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) constituyen un valiente compromiso con la erradicación de las epidemias de sida, tuberculosis, malaria y otras enfermedades transmisibles de aquí a 2030. El objetivo es conseguir una cobertura sanitaria mundial y garantizar el acceso a medicinas y vacunas seguras y asequibles para todo el mundo.

Para superar estos contratiempos y subsanar las deficiencias de larga data de la atención sanitaria, es necesario aumentar la inversión en los sistemas de salud para apoyar a los países en su recuperación y generar resiliencia frente a futuras amenazas sanitarias.

Una niña recibiendo una dosis de la vacuna antipoliomielítica oral en Hargeisa, Somalilandia (Somalia, 2013). UNICEF/Adriane Ohanesian

Una mujer y su hijo visitando una clínica familiar en la provincia de Khovd, Mongolia. Las agencias de las Naciones Unidas trabajan en estrecha colaboración con los hospitales locales de Mongolia para vacunar a los niños y garantizarles la atención sanitaria (2009). Foto ONU/Eskinder Debebe

Garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos

Los progresos hacia una educación de calidad ya eran más lentos de lo necesario antes de la pandemia, pero el COVID-19 ha tenido repercusiones devastadoras en la educación, pues ha provocado pérdidas de aprendizaje en 4 de cada 5 de los 104 países estudiados.

Si no se adoptan medidas adicionales, unos 84 millones de niños y jóvenes permanecerán sin escolarizar y aproximadamente 300 millones de estudiantes carecerán de las competencias básicas en aritmética y alfabetización necesarias para el éxito de la vida.

Además de la gratuidad de la educación primaria y secundaria para todos los niños y niñas de aquí a 2030, el objetivo es conseguir un acceso igualitario a una formación profesional asequible, eliminar las desigualdades de género y de riqueza, y lograr el acceso universal a una educación superior de calidad.

La educación es la clave que permitirá lograr muchos otros Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Cuando la gente recibe una educación de calidad, es capaz de salir del círculo de la pobreza.

La educación ayuda a reducir las desigualdades y conseguir la igualdad de género. También permite a los pueblos de todo el mundo vivir de manera más saludable y sostenible. La educación también resulta crucial para fomentar la tolerancia entre la gente y contribuye a construir sociedades más pacíficas.

Para cumplir el Objetivo 4, la financiación de la educación debe convertirse en una prioridad de inversión nacional. Además, son esenciales medidas como la gratuidad y obligatoriedad de la enseñanza, el aumento del número de profesores, la mejora de las infraestructuras escolares básicas y la adopción de la transformación digital.

Alumnos en clase en una escuela pública en Taliko, un barrio de Bamako, Mali (2013). Foto ONU/Marco Dormino

Alumnos de una escuela primaria Piramerd, en Badawa, Erbil, en la región de Kurdistán (Iraq). La escuela, que abarca desde el 1.º hasta el 9.º curso, es una de las instituciones educativas en las que UNICEF lleva a cabo proyectos para mejorar la infraestructura y los estándares académicos (2011). Foto ONU/Bikem Ekberzade

Lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y las niñas

Las mujeres y las niñas representan la mitad de la población mundial y, por tanto, la mitad de su potencial. No obstante, la desigualdad persiste en todas partes del mundo y frena el progreso social.

De media, las mujeres trabajadoras siguen ganando un 23% menos que los hombres a nivel global. Igualmente, las mujeres dedican en promedio unas tres veces más de tiempo que los hombres a tareas domésticas y cuidados no remunerados.

La violencia y la explotación sexuales, el reparto desigual de los cuidados y de las tareas domésticas no remuneradas, así como la discriminación en la función pública siguen representado grandes barreras. Todas estas áreas de desigualdad se han visto agravadas por la pandemia de COVID-19: se han multiplicado los casos de violencia sexual, las mujeres han tenido que asumir más tareas relacionadas con los cuidados debido al cierre de las escuelas y el 70% de los trabajadores sanitarios y sociales a nivel global son mujeres.

Al ritmo actual, se calcula que se tardará 300 años en acabar con el matrimonio infantil, 286 años en colmar las lagunas en la protección jurídica y eliminar las leyes discriminatorias, 140 años en que las mujeres estén representadas en pie de igualdad en puestos de poder y liderazgo en el lugar de trabajo, y 47 años en lograr la igualdad de representación en los parlamentos nacionales.

Para derribar los obstáculos sistémicos que impiden alcanzar el Objetivo 5, se necesita liderazgo político, así como inversiones y reformas políticas integrales. La igualdad de género es un objetivo transversal y debe ser un punto clave de las políticas, los presupuestos y las instituciones a escala nacional.

La igualdad de género no es sólo un derecho humano fundamental, sino que también es la base necesaria para un mundo pacífico, próspero y sostenible.

Stela Savin procede de la comunidad romaní, en Moldavia, donde las mujeres y las niñas sufren desigualdad y discriminación de género. Sin embargo, Stela desarrolla su carrera como boxeadora dejando atrás los estereotipos de género. Foto ONU-Mujeres Moldavia/Diana Savina

Marcha de mujeres y niñas en El Fasher, Darfur septentrional, para celebrar el Día de la Mujer, bajo el lema "Acceso igualitario a la educación, la formación, la ciencia y la tecnología" (Sudán, 2011). Foto ONU/Olivier Chassot

Garantizar la disponibilidad de agua y su gestión sostenible y el saneamiento para todos

El acceso al agua, al saneamiento y a la higiene es un derecho humano. Aún a día de hoy, millones de personas siguen enfrentándose a obstáculos diarios para acceder incluso al más básico de los servicios.

Se prevé que la escasez de agua aumente con el incremento de la temperatura de la tierra como consecuencia del cambio climático. En 2020, 2.400 millones de personas vivían en países afectados por estrés hídrico.

En 2022, 2.200 millones de personas seguían careciendo de agua potable gestionada de forma segura, entre las cuales 703 millones no gozaban de un servicio básico de agua. Al mismo tiempo, 3.500 millones de personas carecían de saneamiento gestionado de forma segura, de los cuales 1.500 millones no tenían servicios básicos de saneamiento; y 2.000 millones carecían de una instalación básica para lavarse las manos, de los cuales 653 millones no tenían ningún tipo de instalación para lavarse las manos.

Ha habido avances positivos. Entre 2015 y 2022, la proporción de la población mundial con acceso a agua potable gestionada de forma segura aumentó del 69 al 73%.

Entre las acciones necesarias para asegurar un acceso universal a un agua potable segura y asequible para todo el mundo de aquí a 2030, se encuentran las inversiones en infraestructuras e instalaciones de saneamiento, la protección y la restauración de ecosistemas relacionados con el agua y la educación en materia de higiene.

Pero aún no estamos en vías de alcanzar el Objetivo 6 para 2030. Para volver al buen camino, algunas de las estrategias clave consisten en aumentar la inversión y la capacitación en todo el sector, promover la innovación y la acción con base empírica, mejorar la coordinación intersectorial y la cooperación entre todas las partes interesadas, y adoptar un enfoque más integrado y holístico para la gestión del agua.

En el campo de desplazados internos de Abu Shouk, una niña empuja un bidón de agua con la misma capacidad que las cuatro garrafas que lleva su compañera. Los bidones, distribuidos por miles por la Operación Híbrida de la Unión Africana y las Naciones Unidas en Darfur, ayudan a aliviar la pesada carga diaria de recoger agua (Sudán, 2011). Foto ONU/Albert González Farran

Un niño bebe agua en el campo de desplazados internos de Maslakh, en Herat (Afganistán, 2002). Foto ONU/Eskinder Debebe

Garantizar el acceso a una energía asequible, segura, sostenible y moderna para todos

Nuestra vida diaria depende de una energía segura y asequible. Del mismo modo, el consumo de energía es el principal factor responsable del cambio climático, pues representa aproximadamente el 60% de las emisiones mundiales totales de gases de efecto invernadero.

De 2015 a 2021, la proporción de la población mundial con acceso a electricidad aumentó del 87 al 91%. En 2021, los países en desarrollo instalaron la cifra récord de 268 vatios per cápita de capacidad de generación de energía renovable. No obstante, en 2021 seguía habiendo unos 675 millones de personas en el mundo sin acceso a la electricidad.

Para garantizar un acceso universal a una electricidad asequible de aquí a 2030 es necesario invertir en fuentes de energía limpia, como la solar, la eólica y la térmica. El desarrollo de las infraestructuras y la renovación de la tecnología para ofrecer una energía limpia en todos los países en desarrollo es un objetivo esencial que puede tanto fomentar el crecimiento como contribuir al medio ambiente.

Para garantizar el acceso a la energía para todos de aquí a 2030, debemos acelerar la electrificación, aumentar las inversiones en energías renovables, mejorar la eficiencia energética y desarrollar políticas y marcos normativos propicios.

La central solar de Shams, ubicada en Madinat Zayed (Emiratos Árabes Unidos), es una de las centrales de energía solar concentrada más grandes del mundo (2014). Foto ONU/Eskinder Debebe

El invernadero Gourmet Mokai en Taupo (Nueva Zelanda) se calienta mediante electricidad generada por energía geotérmica (2014). Foto ONU/Evan Schneider

Promover el crecimiento económico sostenido, inclusivo y sostenible, el empleo pleno y productivo y el trabajo decente para todos

Múltiples crisis amenazan seriamente la economía mundial. Se prevé que el crecimiento real del PIB per cápita mundial se ralentice en 2023 y, con unas condiciones económicas cada vez más difíciles, más trabajadores recurren al empleo informal.

A nivel global, la productividad del trabajo ha aumentado y los índices de desempleo se han reducido. No obstante, es necesario seguir progresando para mejorar las oportunidades laborales, especialmente para los jóvenes, con el fin de reducir el trabajo informal y las desigualdades del mercado laboral (en particular, en lo relativo a la brecha salarial entre hombres y mujeres), fomentar entornos de trabajo seguros y mejorar el acceso a servicios financieros, y asegurar así un crecimiento económico sostenido e inclusivo.

La tasa de desempleo mundial se redujo significativamente en 2022, pues cayó hasta el 5,4% desde un máximo del 6,6% en 2020, a medida que las economías empezaban a recuperarse del impacto de la pandemia de COVID-19. Esta tasa fue inferior al nivel previo a la pandemia del 5,5% en 2019.

Una falta persistente de oportunidades de trabajo decente, la insuficiencia de las inversiones y un subconsumo contribuyen a la erosión del contrato social básico, según el cual todos debemos participar en el progreso. La creación de puestos de trabajo de calidad sigue siendo un reto importante para casi todas las economías.

La consecución del Objetivo 8 exigirá una reforma en profundidad del sistema financiero para hacer frente al aumento de la deuda, la incertidumbre económica y las tensiones comerciales, a la vez que se fomenta la igualdad de salarios y un trabajo decente para los jóvenes.

Empleados de la cooperativa Café Timor tamizan granos de café. Con 21.500 miembros, la cooperativa Café Timor es el mayor empleador de Timor-Leste durante la temporada del café. Contribuye así a la consecución de la prioridad del gobierno de promover el desarrollo rural (2009). Foto ONU/Martine Perret

Gracias a una subvención de ONU-Mujeres, Partenariat Recherches Environnement Medias ha enseñado a las mujeres de Katfoura (Guinea) a plantar el árbol de moringa, rico en vitaminas, y a limpiar, secar y vender sus hojas (10 de noviembre de 2015). Foto ONU-Mujeres/Joe Saade

Construir infraestructuras resilientes, promover la industrialización inclusiva y sostenible y fomentar la innovación

La recuperación de la industria manufacturera tras la COVID-19 es incompleta y desigual. El crecimiento mundial de la fabricación se ralentizó hasta el 3,3% en 2022, en comparación con el 7,4% de 2021.

No obstante, el porcentaje que supone este sector en los países menos adelantados (PMA) sigue siendo bajo, lo que plantea un serio reto para el objetivo de doblar la proporción que representa esta industria en el PIB de aquí a 2030. Sin embargo, las industrias de tecnología media-alta y alta registraron sólidos índices de crecimiento.

En 2022, la red de banda ancha móvil alcanzaba al 95% de la población mundial, pero en algunas zonas los servicios siguen siendo insuficientes.

Las inversiones en infraestructuras, como transportes, irrigación, energía y tecnologías de la información y la comunicación, son cruciales para lograr el desarrollo sostenible y el empoderamiento de las comunidades en muchos países.

Para alcanzar el Objetivo 9 en 2030, también es esencial apoyar a los PMA, invertir en tecnologías avanzadas, reducir las emisiones de carbono y aumentar el acceso a la banda ancha móvil.

Estudiantes del centro de formación de Khan Younis, en Gaza, gestionado por el Organismo de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en el Cercano Oriente, montan un coche de tipo Fórmula 1 de piezas principalmente recicladas, para participar en el concurso Formula Student. La competición reta a estudiantes de todo el mundo a que diseñen, construyan y hagan correr un coche de carreras monoplaza desde cero (2011). Foto ONU/Shareef Sarhan

En REBUILD Globally, en Puerto Príncipe, trabajadores fabrican sandalias a partir de neumáticos reciclados. El programa de formación profesional y empleo está financiado parcialmente por una subvención de proyecto de efecto rápido de la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití (MINUSTAH, 2012). Foto ONU/Victoria Hazou

Reducir la desigualdad en y entre los países

La desigualdad amenaza el desarrollo económico y social a largo plazo, perjudica a la reducción de la pobreza y destruye el sentido de satisfacción personal y la autoestima de la gente.

En la mayoría de los países, los ingresos del 40% más pobre de la población han crecido más rápidamente que la media nacional. Sin embargo, los nuevos datos, aún no concluyentes, sugieren que la COVID-19 puede haber hecho mella en esta tendencia positiva de reducción de la desigualdad dentro de los países.

La pandemia ha provocado el mayor aumento de la desigualdad entre países en tres décadas.

Para reducir la desigualdad tanto dentro de los países como entre ellos, es necesario distribuir equitativamente los recursos, invertir en educación y desarrollo de capacidades, aplicar medidas de protección social, luchar contra la discriminación, apoyar a los grupos marginados y fomentar la cooperación internacional para conseguir un comercio y unos sistemas financieros justos.

Sebastián (a la derecha), de 9 años, y Mateo, de 4, pasean y charlan durante el recreo en el Colegio y Liceo Ceni, una escuela inclusiva en Montevideo, Uruguay (2013). UNICEF/Giacomo Pirozzi

Estudiantes jóvenes del pueblo indígena salasaca, de Ecuador, en la escuela en Ambato, una ciudad al sur de Quito, la capital (1985). Foto ONU/Milton Grant

Lograr que las ciudades y los asentamientos humanos sean más inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles

La mitad de la población mundial vive en las ciudades y se prevé que alcance el 70% en 2050.

En el mundo en desarrollo, el rápido crecimiento de las ciudades, junto con el incremento de la migración de las zonas rurales a las urbanas, ha desembocado en el auge de las megalópolis. En 1990, había diez megalópolis con 10 millones de habitantes o más. En 2014, había 28 megalópolis, que albergaban un total de 453 millones de personas.

Esta rápida urbanización supera el desarrollo de la vivienda, las infraestructuras y los servicios, lo que ha provocado un aumento de los barrios marginales o las condiciones que se dan en ellos. En 2020, se calcula que 1.100 millones de residentes urbanos vivían en barrios marginales o en condiciones similares. En los próximos 30 años, se espera que otros 2.000 millones de personas vivan en asentamientos de este tipo.

El desarrollo sostenible no puede lograrse sin transformar significativamente la forma en la que se construyen y gestionan los espacios urbanos.

Para que las ciudades sean seguras y sostenibles, hay que garantizar el acceso a una vivienda segura y asequible, mejorar los asentamientos chabolistas, invertir en transporte público, crear espacios verdes y actualizar la planificación y la gestión urbanas de una forma tanto participativa como inclusiva.

El Global Cities Index de 2018 de WSP sitúa Bogotá (Colombia) en el puesto 24 mundial en sus esfuerzos por hacer frente a la presión que ejerce sobre sus infraestructuras la rápida urbanización y el crecimiento. La ciudad opera un sistema de transporte público en superficie de autobuses de gran capacidad que circulan por vías reservadas, cuenta con una gran red de carriles bici y cada domingo cierra 100 kilómetros de sus carreteras a los coches y limita su uso a los peatones y los ciclistas (2019). Foto ONU/Héctor Latorre

Vistas desde el ayuntamiento de Estocolmo a la Riddarfjärden, la bahía más oriental del lago Mälaren en el centro de la ciudad. A la izquierda, se ve el campanario de Riddarholmskyrkan (la iglesia de Riddarholmen), lugar de sepultura oficial de los monarcas suecos. Estocolmo se clasifica habitualmente en el top 5 del Índice de Ciudades sostenibles de Arcadis, así como en el subíndice de Personas, que tiene en cuenta diversos indicadores de calidad de vida, como buena sanidad y buena educación (2016). Foto ONU/Eskinder Debebe

Garantizar modalidades de consumo y producción sostenibles

Si la población mundial alcanzara la cifra de 9.800 millones en 2050, necesitaríamos el equivalente a tres planetas para conseguir los recursos naturales necesarios para mantener nuestros estilos de vida actuales.

Las crisis mundiales provocaron un resurgimiento de las subvenciones a los combustibles fósiles, que casi se duplicaron de 2020 a 2021.

Se calcula que en 2021 los gobiernos gastaron 732.000 millones de dólares en subvenciones al carbón, al petróleo y al gas, casi el doble de los 375.000 millones gastados en 2020.

En 2021, aunque 828 millones de personas pasaban hambre, el 13,2% de los alimentos del mundo se perdían después de la cosecha a lo largo de la cadena de suministro desde la granja hasta el consumidor.

La tendencia hacia la elaboración de informes en materia de sostenibilidad va en aumento, y alrededor del 70% de las empresas supervisadas publicaban informes sobre sostenibilidad en 2021.

En 2022, 67 gobiernos nacionales informaron al Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente sobre la aplicación de políticas y planes de acción en relación con la contratación pública sostenible, lo que supone un aumento del 50% con respecto a 2020.

Es necesario apoyar a los países en desarrollo para que puedan adoptar modelos de consumo más sostenibles de aquí a 2030.

La iniciativa del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo de efectivo por trabajo colabora con la fábrica de reciclaje de Sant Fatra Kafoufey, en Puerto Príncipe, para convertir residuos de papel de las calles en briquetas. Las briquetas de papel son un combustible para cocinar alternativo al carbón a base de madera, o carbón vegetal, cuya producción contribuye a la deforestación (Haití, 2010). Foto ONU/Sophia Paris

Un jugador golpea un balón fabricado utilizando goma reciclada durante un partido de fútbol entre estudiantes de un instituto de Ginebra y un equipo de Representantes Permanentes ante la Oficina de Naciones Unidas en Ginebra, para celebrar el Día Internacional de la Paz. Los balones, donados por la Oficina de Naciones Unidas para el Deporte para el Desarrollo y la Paz, están diseñados para soportar las difíciles condiciones del suelo de los campos de refugiados (Suiza, 2010). Foto ONU/Jean-Marc Ferré

Adoptar medidas urgentes para combatir el cambio climático y sus efectos

El cambio climático afecta a todos los países de todos los continentes. Las actividades humanas son las causantes y supone una amenaza para el futuro de nuestro planeta. Con el aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero, el cambio climático se está produciendo mucho más rápido de lo previsto y sus efectos se evidencian claramente en todo el mundo.

Este impacto se observa en el cambio de las condiciones climatológicas, el aumento del nivel del mar y la proliferación de fenómenos meteorológicos extremos. Si no se controla, el cambio climático invalidará gran parte de los avances realizados durante los últimos años en materia de desarrollo. También provocará migraciones en masa que se traducirán en inestabilidad y guerras.

Entre 2010 y 2020, las regiones altamente vulnerables, en las que viven aproximadamente entre 3.300 y 3.600 millones de personas, registraron tasas de mortalidad humana por inundaciones, sequías y tormentas 15 veces superiores a las de las regiones con una vulnerabilidad muy baja.

El nivel del mar siguió subiendo en 2022, alcanzando un nuevo récord desde las mediciones por satélite de 1993.

Ya hay disponibles soluciones asequibles y escalables para permitir a los países dar el salto a economías más limpias, más resilientes y de bajo consumo de carbono.

El cambio climático es un desafío global que exige una cooperación internacional coordinada.

Dos personas replantan plántulas de manglar en Kampong Jawa, una zona de Banda Aceh que fue devastada por el tsunami de 2004. La conservación, la restauración y el uso sostenible de humedales costeros son esenciales en la batalla contra el cambio climático (Indonesia, 2012. Foto ONU/Irwandi M. Gade

Se limpian paneles solares en la central térmica solar integrada de ciclo combinado de Ain Beni Mathar (Marruecos). Esta innovadora central amplía el acceso a la electricidad a través de energía renovable asequible, reduciendo la dependencia que tiene el país del petróleo a la vez que crea empleo y reduce las emisiones de CO2 (2010). Banco Mundial/Dana Smillie

Conservar y utilizar sosteniblemente los océanos, los mares y los recursos marinos para un desarrollo sostenible

Los océanos abarcan tres cuartos de la superficie de la tierra, contienen el 97% del agua terrestre y representan el 99% del espacio vital del planeta en términos de volumen.

Los océanos de todo el mundo son una fuente de recursos naturales esenciales, como alimentos, medicinas, biocombustibles y otros productos; contribuyen a la descomposición y eliminación de los residuos y la contaminación, y sus ecosistemas costeros actúan como defensa para reducir los daños provocados por las tormentas.

Sin embargo, la contaminación marina está alcanzando niveles alarmantes, con más de 17 millones de toneladas métricas que obstruían el océano en 2021, cifra que se duplicará o triplicará de aquí a 2040.

Actualmente, el pH medio del océano es de 8,1, aproximadamente un 30% más ácido que en la etapa preindustrial. La acidificación de los océanos supone una amenaza para la supervivencia de la vida marina, perturba la cadena alimentaria y socava los servicios vitales que prestan los océanos y nuestra propia seguridad alimentaria.

Resulta clave gestionar cuidadosamente este recurso global esencial para un futuro sostenible. Esto conlleva aumentar la financiación destinada a las ciencias oceánicas, intensificar los esfuerzos de conservación y cambiar urgentemente el rumbo del cambio climático para salvaguardar el mayor ecosistema del planeta.

Paisaje submarino en el arrecife de Beveridge (Niue, Pacífico Sur, 2016). PNUD/Vlad Sokhin

Un niño ayudando a liberar una tortuga en el mar en Watamu (Kenia, 2017). PNUMA/Cyril Villemain

Proteger, restablecer y fomentar un uso sostenible de los ecosistemas terrestres, gestionar sosteniblemente los bosques, luchar contra la desertificación, detener e invertir la degradación de las tierras y detener la pérdida de biodiversidad

Los ecosistemas terrestres son vitales para el sustento de la vida humana, contribuyen a más de la mitad del PIB mundial y encierran diversos valores culturales, espirituales y económicos.

La cobertura forestal mundial disminuyó del 31,9% en 2000 (4.200 millones de hectáreas) al 31,2% (4.100 millones de hectáreas) en 2020.

En 2021, la asistencia oficial para el desarrollo (AOD) en apoyo de la biodiversidad aumentó un 26,2%, pasando de 7.700 millones en 2020 a 9.800 millones.

En 2022, el 21% de las especies de reptiles estaban amenazadas.

Entre 2015 y 2019, al menos 100 millones de hectáreas de tierras sanas y productivas se degradaron cada año, lo que repercutió en la vida de 1.300 millones de personas.

Es necesario detener la deforestación y restablecer el uso de los ecosistemas terrestres para reducir la pérdida de hábitats naturales y biodiversidad que forman parte de nuestro patrimonio común.

Zona forestal del Amazonas en el Estado de Para (Brasil), rico en recursos minerales (1983). Foto ONU/George Love

Agricultores trabajando en un proyecto de "semillas de frutas" en la ecorregión de Altai-Sayan, en la provincia de Khov (Mongolia). Este proyecto, puesto en marcha con el apoyo del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, ofrece tierras convertidas para la producción de semillas de árboles frutales, de tal forma que ayuda a generar ingresos extra a los agricultores de Mongolia y a evitar la deforestación en la región (2009). Foto ONU/Eskinder Debebe

Promover sociedades pacíficas e inclusivas para el desarrollo sostenible, facilitar el acceso a la justicia para todos y crear instituciones eficaces, responsables e inclusivas a todos los niveles

Las personas de todo el mundo deberían vivir sin miedo a sufrir cualquier forma de violencia y sentirse seguros en sus vidas, sea cual sea su etnia, sus creencias o su orientación sexual.

Las muertes civiles directamente relacionadas con 12 de los conflictos más mortíferos del mundo aumentaron un 53% entre 2021 y 2022, lo que supone el primer aumento desde la adopción de la Agenda 2030 en 2015. El año 2022 fue testigo de un aumento de más del 50% de las muertes de civiles relacionadas con conflictos.

Unos altos niveles de violencia armada y de inseguridad tienen un impacto destructivo en el desarrollo de un país.

La violencia sexual, el crimen, la explotación y la tortura prevalecen allá donde existen conflictos o no hay Estado de Derecho. Los países deben tomar medidas para proteger a aquellos que están más expuestos a riesgos.

A finales de 2022, había 108,4 millones de desplazados forzosos en todo el mundo, lo que supone un aumento de 19 millones en comparación con la cifra de finales de 2021 y dos veces y media la cifra de hace una década.

En 2021, se produjeron aproximadamente 458.000 homicidios dolosos, la cifra más alta de las dos últimas décadas.

Los gobiernos, la sociedad civil y las comunidades tienen que trabajar codo con codo para encontrar soluciones duraderas al conflicto y a la inseguridad. Resulta clave en este proceso fortalecer el estado de derecho y fomentar los derechos humanos, así como reducir el flujo de armas ilícitas, combatir la corrupción y garantizar una participación inclusiva en todo momento.

Una mujer y su hijo en una mesa electoral en Kidal (Mali), durante la segunda ronda de las elecciones presidenciales del país en 2013 (2013). Foto ONU/Blagoje Grujic

Estudiantes de la Universidad de Trípoli (Libia) asistiendo a un taller sobre derechos humanos organizado por la Misión de Apoyo de las Naciones Unidas en Libia (UNSMIL) para conmemorar el aniversario de la Declaración Universal de Derechos Humanos de las Naciones Unidas de 1948 (2011). Foto ONU/Iason Foounten

Fortalecer los medios de implementación y revitalizar la Alianza Mundial para el Desarrollo Sostenible

La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible es universal y representa un llamado a la acción a todos los países, tanto desarrollados como en desarrollo, para asegurar que nadie se queda atrás. Exige la colaboración entre gobiernos, el sector privado y la sociedad civil.

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible solo se pueden lograr con un sólido compromiso con la colaboración y la cooperación globales.

La deuda externa total de los países de renta baja y media alcanzó los 9 billones de dólares en 2021, lo que supuso un aumento del 5,6% respecto a 2020.

En 2022, las exportaciones mundiales aumentaron bruscamente un 12,3%, y el comercio mundial alcanzó la cifra récord de 32 billones de dólares.

En 2022, los flujos netos de asistencia oficial para el desarrollo (AOD) de los países miembros del Comité de Asistencia para el Desarrollo (CAD) alcanzaron los 206.000 millones de dólares.

Para obtener buenos resultados, todo el mundo tiene que movilizar tanto recursos existentes como otros adicionales, y los países desarrollados tendrán que cumplir con sus compromisos oficiales de ayuda al desarrollo.

Los iconos de los Objetivos de Desarrollo Sostenible proyectados en la Sede de las Naciones Unidas en Nueva York, durante el debate general de alto nivel de la Asamblea General (2015). Foto ONU/Cia Pak

Nikolaj Coster-Waldau, Embajador de Buena Voluntad del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, saludando a un joven participante en la "Global Goals World Cup" en Nairobi (Kenia, (2017). PNUD Kenia/James Ochweri

EL MOMENTO DEL CAMBIO ES AHORA


"Actúa ahora" es la campaña de las Naciones Unidas destinada a la acción ciudadana contra el cambio climático y la sostenibilidad. Todos y cada uno de nosotros podemos ayudar a limitar el calentamiento global y a cuidar nuestro planeta. Cambiando nuestros hábitos y haciendo elecciones menos perjudiciales para el medio ambiente, tenemos el poder de hacer frente al cambio climático y construir un mundo más sostenible.

« A medio camino de la fecha límite para la Agenda 2030, estamos dejando atrás a más de la mitad del mundo. Nos hemos estancado o hemos dado marcha atrás en más del 30% de los ODS. Si no actuamos ahora, la Agenda 2030 se convertirá en el epitafio de un mundo que podría haber sido. » –  António Guterrez, Secretario General de las Naciones Unidas

Ha llegado la hora del cambio. Una confluencia de múltiples crisis mundiales ha trastornado nuestras vidas. Nuestra forma de trabajar, de relacionarnos, de movernos. Este puede ser un punto de inflexión. Aprovechemos el momento y cambiemos de rumbo: hacia estilos de vida más sostenibles. Pequeños cambios en su vida diaria puede ahorrarle dinero, mejorar su salud y ayudar a reducir la contaminación nociva.

"Actúa ahora" es la campaña de las Naciones Unidas destinada a la acción ciudadana contra el cambio climático y la sostenibilidad. Todos y cada uno de nosotros podemos ayudar a limitar el calentamiento global y a cuidar nuestro planeta. Cambiando nuestros hábitos y haciendo elecciones menos perjudiciales para el medio ambiente, tenemos el poder de hacer frente al cambio climático y construir un mundo más sostenible.

La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible está marcada por los fines y los principios de la Carta de las Naciones Unidas y se basa en la Declaración Universal de Derechos Humanos.

Como tal, los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda buscan conseguir no solo el desarrollo sostenible en tres dimensiones, la económica, la social y la medioambiental, sino también promover sociedades pacíficas, justas e inclusivas, donde se respeten los derechos humanos de todos.

Ofrecen un plan de acción para atacar los problemas determinantes de nuestro tiempo, como el cambio climático, que necesita acción urgente y transformadora que no deje a nadie de lado.

Las Naciones Unidas y sus agencias, fondos y programas trabajan con los Estados Miembros, la sociedad civil, el sector privado y otros colaboradores para acelerar el progreso hacia el logro de los Objetivos, dentro de un espíritu de solidaridad global, centrándose particularmente en las necesidades de los más pobres y vulnerables.