19 de diciembre de 2022

A principios de este año, organicé un evento sobre plogging.

Sí, sí, plogging, que consiste en recoger basura practicando running. Es algo que hago sin planear bastante a menudo. Envoltorios de caramelos de Halloween, vasos de plásticos con restos de café y periódicos. Muchos periódicos semanales, siempre envueltos en plástico.

Cuando corro, se me suelen ir los ojos al brillante envoltorio rojo que rodea los periódicos que están por todas partes. Había soñado despierta con organizar aquí un evento de plogging, pero me preguntaba si alguien participaría. ¿Acaso importaba? Si mi misión es vivir mi vida siguiendo mi corazón mientras hago lo que puedo por dejar el mundo mejor de como lo encontré, sin duda no importaría que nadie me siguiera.

Pensaba en cómo podría transportar todos los periódicos a nivel logístico. En pocos minutos, tendría los brazos llenos. ¿Podría llevar una mochila de running? Incluso así, la llenaría de periódicos en menos de cinco minutos. ¿Podría llevar una silla de bebé y convertirme así en esa mujer que corre empujando un carrito sin bebé pero lleno de basura? ¿Estaba preparada para asumir la tarea de ayudar a limpiar mi comunidad? Desde luego. ¿Estaba preparada para llenar las sillitas de mis hijos con basura chorreante (unas semanas antes, cuando estaba en Nueva York, había sido testigo de la facilidad con que esto puede ocurrir)? No, no del todo.

Recordé un discurso al que asistí que dieron los fundadores de 5 Gyres, un grupo sin fines de lucro que actúa contra la crisis sanitaria mundial provocada por la contaminación por plásticos. Sus cofundadores, Anna Cummins y Marcus Eriksen, nos preguntaron: "¿De quién es esta basura al fin y al cabo?" Fue una buena pregunta: ¿a quién pertenecía la basura? Se nos ha dicho que debemos pensar que es cosa nuestra desechar correctamente la basura tras consumir aquello que la genera. Creemos que la responsabilidad individual es la forma de luchar contra los residuos, pero esto no representa la realidad en su conjunto. ¿Qué ocurre cuando ya no está bajo nuestro control?

Si un adolescente tira un vaso de plástico de una cafetería al suelo, ¿será culpa del padre por no enseñarle a reciclar correctamente? Si un envoltorio de caramelo se vuela de tu bolsillo, ¿eres una mala persona por no darte cuenta? Si te dan una botella de agua de plástico en una conferencia y no se recicla después, ¿depende de ti?

Las empresas gastan millones de dólares en "ecoblanqueo", un marketing dirigido a convencer al público de que sus productos tienen un impacto ambiental mínimo, y en estimular las conversaciones sobre la huella de carbono individual.

¿Y qué ocurre si nos hemos desecho correctamente de esta botella de agua, pero un día de viento, la tapa del cubo de la basura se abre y la botella termina en el patio de una mujer mayor? ¿Ahora a quién corresponde? ¿Al ayuntamiento, quien debe recogerla? ¿A la anciana? ¿O a la empresa que la fabricó y que patrocinó el evento a cambio de que cada asistente recibiera una de sus botellas? ¿Podrían haber invertido más en alternativas al plástico que no sean tan dañinas para el planeta? Desde luego que sí.

Según una auditoría reciente de Break Free From Plastic, Coca-Cola, PepsiCo y Nestlé son los mayores contaminadores por plásticos del mundo durante los últimos cinco años. En la auditoría, se recogieron y analizaron 429.994 artículos de contaminación por plásticos, con la participación de 14.760 voluntarios en 44 países. En 2022, se llevó a cabo un total de 397 auditorías de marca en seis continentes. Se hallaron unos 31.000 productos de la marca Coca-Cola, lo que representa un 63 % de aumento respecto a 2021.

Las empresas gastan millones de dólares en "ecoblanqueo", un marketing dirigido a convencer al público de que sus productos tienen un impacto ambiental mínimo, y en estimular las conversaciones sobre la huella de carbono individual. En un vuelo que hice recientemente, me pasaron a primera clase. Me ofrecieron un desayuno completo servido en un bol de cerámica sobre un mantel, con cubiertos de metal y una servilleta de tela. No había ningún residuo desechable. Pensé en todos los demás pasajeros de la cabina principal que recibirían vasos de plástico y refrigerios envasados individualmente. Y aún así, es a la mayoría (yo misma incluida habitualmente) a la que se nos pide que reduzcamos nuestra huella de carbono, incluso si nuestro billete genera una fracción de las emisiones que genera un asiento de primera clase, mientras los más pudientes pueden hacer mejores elecciones porque se les da la oportunidad de hacerlo. Una vez más, ¿no debería recaer la responsabilidad de ofrecer mejores opciones más arriba en la cadena? Fue más sencillo actuar de formas menos dañinas para el medio ambiente cuando se me ofrecieron productos reutilizables.

¿Qué pasa si la botella de plástico llegó al sistema de recogida de basura, solo para acabar cayéndose cuando la estaban descargando en el camión?

¿O si, de alguna forma, la botella llegó al centro de reciclado donde fue clasificada y enviada a un país del otro lado del mundo para que otros la reciclen? ¿La responsabilidad de limpiar un reciclado contaminado sería del país de destino?

Corredores en Times Square, Ciudad de Nueva York, con bolsas de basura recogida durante el evento. Tina Muir, Directora Ejecutiva de Running for Real, es la cuarta desde la izquierda. 4 de noviembre de 2022. Cortesía de Tina Muir.

Volví a pensar en los periódicos desechados y no leídos. ¿Quién era responsable de ellos en última instancia?

¿Son los residentes los que deben recogerlos si están en su propiedad? ¿Es justo que debamos hacer un viaje más al supermercado para reciclar envoltorios de plástico que no se pueden tirar al cubo de la basura principal sin estar suscritos para recibir estos periódicos? ¿La persona que repartió los periódicos sería la responsable porque no los dejó delante de la puerta de quien correspondía? ¿Se les paga lo suficiente para ello? ¿Deben ser ellos los que recojan los periódicos que nadie coge?

¿O deben ser las compañías de periódicos? Los están entregando sin suscripción, por lo que ¿deberían recuperar los periódicos que queden en el suelo una semana después? ¿O es responsabilidad de la empresa que fabrica los envoltorios de plástico? Si los periódicos vinieran en un envoltorio compostable, aunque nadie los recogiera, no serían tan nocivos para nuestro planeta.

Entretanto, veo cientos de periódicos no recogidos. Veo capas de microplásticos que se abren camino hacia el suelo en el que jugarán mis hijos. Muchas casas tienen periódicos no recogidos de no solo una, sino cinco, seis, siete o incluso ocho semanas. Hay más en la calle, aproximándose a la alcantarilla más cercana. ¿Alguien debería estar intentado impedir que entren ahí? ¿Es mi obligación? Yo me he dado cuenta. Cuando estoy corriendo, los tiro al patio más cercano, pero una vez más, esto significa dar la responsabilidad a personas que ni siquiera pidieron el periódico.

Estamos viviendo en un mundo donde aceptamos las cosas tal como son. Creemos que tenemos la responsabilidad como "buena gente" de recoger basura y reducir nuestro impacto sobre la tierra. Yo puedo recoger basura. Puedo organizar eventos de plogging e inspirar a otros para que hagan lo mismo, pero hasta que no hablemos sobre esto lo suficiente para que suceda el cambio desde arriba, desde el nivel de aquellos que toman las decisiones de generarlo, nuestra huella no dejará de crecer.

Estamos pasando la responsabilidad a los siguientes en venir, pues estamos creando más residuos, metiendo más microplásticos en nuestros cuerpos y enfrentándonos a más presión por reducir la huella de nuestros residuos.

La gente que genera la mayor parte de esta basura, de estos envases que no hemos pedido, son en su mayoría las 100 empresas responsables del 71 % de las emisiones globales. Cuando compramos un producto, pagamos por él, pero no por el envoltorio, así que ¿por qué depende de nosotros reducir los residuos de plástico? Estamos pasando la responsabilidad a los siguientes en venir, pues estamos creando más residuos, metiendo más microplásticos en nuestros cuerpos y enfrentándonos a más presión por reducir la huella de nuestros residuos. El plástico que creamos hoy seguirá en los vertederos cuando los nietos de nuestros nietos nazcan.

Al asumir la aceptación, apartamos la mirada de los responsables o de quien, como mínimo, debería sentirse presionado por encontrar un camino mejor. En vez de esto, desvían la atención hacia nosotros. ¿Qué podemos hacer?

Debemos repensar la forma en que vemos los residuos. En vez de emplear nuestra energía mental y física en recoger lo que otros no recogen, debemos utilizar estos momentos en proyectar nuestra voz para preguntar a aquellos que ocupan puestos de dinero y poder qué están haciendo para resolver el problema. Y la solución no pasa por encontrar tecnicismos para que parezca que están haciendo algo, como ser "neutros en carbono", sino por hacer lo necesario para reducir la presión sobre las personas.

Debemos pedir a nuestros líderes que den muestra de valentía aceptando la responsabilidad que les toca en el cambio climático o, al menos, que se muestren dispuestos a trabajar juntos para averiguar cómo mejorar la situación. La humanidad está en juego. Como dice la profecía de los indios cree: "solo cuando hayamos talado el último árbol, pescado el último pez y envenenado el último río, solo entonces nos daremos cuenta de que el dinero no se come". No hay palabras más ciertas.

Por tanto, cuando estés leyendo tu periódico local o mirando la basura la próxima vez que te vayas a disponer a tirarla, hazte la siguiente pregunta: ¿de quién es esta basura al fin y al cabo?

Me hizo pensar. Quizás también te haga pensar a ti.


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