La pandemia del COVID-19 ha expuesto las fallas, fisuras y fragilidades de las sociedades y economías de todo el mundo, y la región árabe no es la excepción.

La región cuenta con una diversidad y un potencial inmensos; aun así, todos los países árabes —ya sean ricos en petróleo, de ingreso mediano o menos adelantados— tienen dificultades para responder a la pandemia.

La pandemia mundial ha hecho patentes ciertos problemas endémicos.

Algunas comunidades se ven especialmente afectadas, como las mujeres, los migrantes —que representan el 40 % de la fuerza de trabajo— y los 55 millones de personas que ya dependen de la asistencia humanitaria para sobrevivir.

La economía regional ha sufrido múltiples conmociones, tanto por el virus como por la marcada caída de los precios del petróleo, las remesas y el turismo.

Las previsiones económicas son las más bajas de los últimos 50 años.

Se prevé que la economía regional se contraiga más del 5 %, y que en algunos países la contracción llegue a los dos dígitos.

Millones de personas más han descendido en la escala económica, por lo cual es posible que una cuarta parte de la población árabe viva en la pobreza.

En una región que ya está plagada de tensiones y desigualdades, esto tendrá profundas consecuencias para la estabilidad política y social.

Algunas comunidades se ven especialmente afectadas, como las mujeres, los migrantes —que representan el 40 % de la fuerza de trabajo— y los 55 millones de personas que ya dependen de la asistencia humanitaria para sobrevivir.

Las personas que han quedado atrapadas en medio de conflictos armados padecen especiales dificultades, sobre todo los 26 millones de refugiados y desplazados internos, uno de los grupos más expuestos al virus.

Pese a todo, la pandemia del COVID-19 también puede ser una oportunidad para solucionar conflictos prolongados y encarar los puntos débiles estructurales.

Son cuatro los conjuntos de prioridades que pueden orientar la respuesta para reconstruir mejor y alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

En primer lugar están las medidas inmediatas para frenar la propagación de la enfermedad, poner fin a los conflictos y satisfacer las necesidades urgentes de los más vulnerables.

Esas medidas implican dar prioridad a la atención médica vital que se presta a las víctimas del COVID-19, respetando el llamamiento a un alto el fuego internacional; garantizar la asistencia humanitaria a los más vulnerables, incluidos los refugiados, los desplazados y las comunidades de acogida; prestar apoyo de emergencia a las personas y los hogares; y empezar a actuar para aliviar la deuda, promover el comercio y ampliar el socorro, por ejemplo mediante un fondo de solidaridad regional.

En segundo lugar, debemos intensificar los esfuerzos para encarar las desigualdades invirtiendo en la salud y la educación universales, en pisos de protección social y en tecnología.

La región presenta la mayor brecha de género en el desarrollo humano de todo el mundo. La recuperación del COVID-19 es una oportunidad para invertir en las mujeres y las niñas y garantizar la igualdad de derechos y participación, lo que tendrá beneficios duraderos para todos.

La educación y las oportunidades también son fundamentales para la población joven de la región, que padece un desempleo cinco veces superior al de la población adulta. Con las inversiones adecuadas, la juventud árabe, que ahora es el grupo etario más numeroso de la región, también puede ser su mayor baza.

En tercer lugar, hay que impulsar la recuperación económica reimaginando el modelo económico regional en favor de economías verdes y más diversificadas.

Eso significa crear empleos decentes y sostenibles, introducir medidas de progresividad fiscal, eliminar los subsidios a los combustibles fósiles y tener más en cuenta los riesgos climáticos.

En cuarto lugar, es hora de dar prioridad a los derechos humanos, garantizar una sociedad civil pujante y medios de comunicación libres y crear instituciones más responsables que aumenten la confianza de la ciudadanía y refuercen el contrato social.

Todas estas medidas son fundamentales para ayudar a la región árabe a reconstruirse mejor y tener más capacidad de resistir futuras conmociones.

La región árabe puede lograr esos resultados aprovechando al máximo el notable potencial, la compasión y el ingenio de su pueblo.

Juntos podemos convertir una crisis en una oportunidad: hagámoslo por el bien de la región y también de nuestro mundo. Muchas gracias.