27 junio 2013

La misión de las Naciones Unidas de crear un mundo seguro, próspero y justo a partir de las cenizas de la segunda guerra mundial sigue siendo hoy en día un compromiso mundial urgente. Durante sus 61 años de existencia, los órganos principales de la Organización han contribuido de manera significativa y considerable a este objetivo.


La Secretaría de las Naciones Unidas ha desempeñado una función catalizadora, impulsada por los encomiables servicios de sus siete anteriores Secretarios Generales, a través de diversos periodos turbulentos de la historia de la Organización. El Secretario General titular, Ban Ki-moon, de la República de Corea, segundo asiático al frente de las Naciones Unidas, ya ha demostrado, durante sus primeros meses en el cargo, no sólo su diligencia, competencia, sinceridad y dedicación al deber, sino también la obsesión de Asia por la unidad en la diversidad, sin que la cooperación se vea obstaculizada por dicotomías como la brecha entre el Norte y el Sur o entre el Este y el Oeste.


Asia es un continente en el que vive más del 60% de la población mundial con sus diversas lenguas. Fue la cuna de las religiones abrahámicas (cristianismo, islam y judaísmo) y dármicas (hinduismo, budismo, jainismo y sijismo), el confucianismo, el taoísmo, el budismo zen y el sintoísmo. También en Asia se ubican tres de las mayores economías del mundo (China, la India y el Japón), cuya contribución al producto interno bruto (PIB) del continente en paridad de poder adquisitivo ascendía, en el año 2003, a 18 billones de dólares de los EE.UU., con un producto interno bruto per cápita de 2.143 dólares de los EE.UU. Dado su origen asiático, el Secretario General es muy consciente de la heterogeneidad y está altamente calificado para dirigir a sus funcionarios públicos multinacionales al servicio del mundo y de la humanidad.


Actualmente, el Secretario General debería hacer hincapié en el cumplimiento de los compromisos internacionales contraídos por los Estados Miembros, como los estipulados en la Declaración del Milenio, la Declaración de Río sobre el medio ambiente y el desarrollo, el Consenso de Monterrey de financiación para el desarrollo y el Documento Final de la Cumbre Mundial de 2005, cuyos objetivos aún no se han alcanzado. Para que el proceso de planificación de las Naciones Unidas no avance a un ritmo más rápido que su propia aplicación, corresponde a la Secretaría evaluar las operaciones inacabadas, ejecutar las reformas contempladas por el Secretario General, establecer puntos de referencia para la aplicación a fin de garantizar que se puedan ofrecer resultados concretos a los Estados Miembros, así como proporcionar servicios técnicos a los países que los necesitan de manera que puedan estar a la altura de sus compromisos.


Si bien es cierto que se debería hacer más hincapié en garantizar que los compromisos internacionales den sus frutos, también es importante que el Secretario General centre sus esfuerzos en la adopción de medidas creativas destinadas a hacer realidad los compromisos genéricos que requieren una mayor elaboración. En este contexto, son cuatro las esferas que merecen nuestra atención y que ayudarán a establecer unos cimientos duraderos para la cooperación internacional. Son las siguientes: aumentar el compromiso de las Naciones Unidas en los asuntos regionales; generar un consenso internacional, no sólo para proteger las diásporas, sino también para potenciar al máximo las dimensiones de desarrollo de la migración tanto para los países de acogida como para los de origen; acelerar el logro de los objetivos de desarrollo del Milenio a través de una resolución más innovadora con relación al sobreendeudamiento; y establecer alianzas estratégicas para la convivencia pacífica mediante el diálogo y la cooperación entre religiones, culturas y civilizaciones.
Arreglos regionales. La cooperación de las Naciones Unidas con los grupos intergubernamentales regionales puede superar los límites actuales de los arreglos existentes, como los concertados con la Unión Africana, la Asociación de Naciones del Asia Sudoriental (ASEAN) y la Comunidad del Caribe. Se formaron agrupaciones regionales acordes con los principios y objetivos de las Naciones Unidas. En consecuencia, éstas deberían considerarse como asociados de las Naciones Unidas en el plano regional a la hora de desarrollar la misión común de promover un mundo seguro, próspero y justo. La Carta de las Naciones Unidas promueve esta cooperación en varios planos y el Documento Final de la Cumbre Mundial de 2005 ha destacado de nuevo la necesidad de dicha cooperación.


Un ejemplo es la ASEAN. El día 1 de marzo de 2007, en Siem Reap (Camboya), los Ministros de Relaciones Exteriores de la ASEAN acordaron ampliar sus relaciones con las Naciones Unidas y considerar a la Organización un interlocutor de pleno derecho. Las relaciones de la ASEAN con el sistema de las Naciones Unidas comenzaron en 1972 con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), que se convirtió en interlocutor en 1977 y era el único órgano no estatal que formaba parte de los actuales interlocutores de la ASEAN (Australia, el Canadá, China, los Estados Unidos de América, la Federación de Rusia, la India, el Japón, Nueva Zelandia, la República de Corea y la Unión Europea). La primera cumbre de la ASEAN y las Naciones Unidas se celebró en Bangkok el día 12 de febrero de 2000. En ella se trataron las cuestiones relativas a la paz y la seguridad, el desarrollo de los recursos humanos y la función que las Naciones Unidas desempeñaran en el futuro en la región. Esta cumbre amplió la dimensión y el alcance de la cooperación entre la ASEAN y las Naciones Unidas para abarcar los acuerdos de cooperación con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. La segunda cumbre se celebró en Nueva York el 13 de septiembre de 2005. En ella, los dirigentes de la ASEAN y el Secretario General de las Naciones Unidas expresaron en un comunicado conjunto la necesidad de ampliar la cooperación entre la ASEAN y las Naciones Unidas para abarcar todas las esferas relacionadas con la consolidación de las comunidades, como la erradicación de la pobreza, la prevención y el control de las enfermedades infecciosas, la gestión de los casos de desastre, las cuestiones transnacionales, el desarrollo, la paz y la seguridad.


Cada agrupación regional tiene unos rasgos únicos característicos de sus circunstancias, que las Naciones Unidas pueden potenciar para el beneficio mutuo de la comunidad internacional y las circunscripciones regionales. Gracias a su regionalismo abierto y a su enfoque dirigido al exterior, la ASEAN se ha convertido en la fuerza motriz de la evolución de un conjunto de procesos intergubernamentales destinados a promover aún más la cooperación recíproca en el ámbito político, económico y cultural. Éstos son el Foro Regional de la ASEAN, el Foro de Cooperación Económica de Asia y el Pacífico, la Reunión Asia-Europa, la ASEAN+3 (China, el Japón y la República de Corea) y la ASEAN+3+3 (Australia, la India y Nueva Zelandia), también conocida como la Cumbre del Asia Oriental. Para completar esta red mundial, las iniciativas de los países miembros de la ASEAN condujeron a la creación del Foro de Cooperación América Latina-Asia del Este y la Solidaridad Asia-África. Actualmente, la ASEAN está colaborando estrechamente con las Naciones Unidas para ampliar y fortalecer sus esferas de cooperación como resultado de la segunda cumbre entre la ASEAN y las Naciones Unidas, y en el contexto de la relación ampliada.


Migración y desarrollo. Alrededor de una décima parte de la población de Filipinas trabaja en el extranjero. Ésta es una de las razones que han motivado su decisión de acoger el segundo Foro Mundial sobre la Migración y el Desarrollo en 2008, sobre la base del resultado positivo que se espera del primer Foro Mundial, organizado por Bélgica en julio de 2007. Esta decisión es acorde con el mandato que recoge el Documento Final de la Cumbre Mundial de 2005 y con la invitación -surgida del diálogo de alto nivel dedicado a la migración internacional y el desarrollo que tuvo lugar en la Asamblea General de las Naciones Unidas en septiembre de 2006- a centrar la atención en las cuestiones multidimensionales que afectan a las diásporas, haciendo especial hincapié en la promoción y protección de los derechos de los migrantes y sus familias. El sistema de las Naciones Unidas puede contribuir en gran medida al éxito de estos eventos.


Objetivos de desarrollo del Milenio. El objetivo acordado internacionalmente de reducir a la mitad la extrema pobreza en todo el mundo en 2015 se enfrenta a graves problemas que requieren voluntad política colectiva y la aplicación de programas cooperativos innovadores durante los siete años que quedan para lograr estos objetivos. La disponibilidad de recursos es la base de todos estos problemas, especialmente para los países en desarrollo, los cuales, en su mayoría, están altamente endeudados.


El Grupo de 77 países y China defendieron una propuesta innovadora presentada por Filipinas para la inversión de canje de deuda por capital social en proyectos relacionados con los objetivos de desarrollo del Milenio, recogidos en dos resoluciones de la Asamblea General en los dos últimos años. Sus múltiples beneficios deberían tenerse en cuenta más allá de la perspectiva Norte-Sur. Esta iniciativa no pide la condonación ni la anulación de la deuda, sino que propone la transformación del 50% de la carga de la deuda en un programa de financiación de los objetivos de desarrollo del Milenio. Técnicamente, nadie debería salir perdiendo según este plan, ya que el servicio de la deuda y/o el volumen principal se transforman simplemente en capital social destinado a proyectos relacionados con los objetivos de desarrollo del Milenio de valor igual o superior y con su propio potencial de beneficios. Por ejemplo, el Congreso de Filipinas destina 2.000 millones y 2.500 millones de dólares de los EE.UU. al pago por intereses de la deuda y a la amortización principal, respectivamente. Si, por ejemplo, el 50% de este volumen de deuda se liberara mediante la mencionada propuesta, Filipinas dispondrá de aproximadamente 2.200 millones de dólares de los EE.UU. destinados a proyectos para combatir la pobreza, como la mejora de la asistencia sanitaria, la creación de empleo, la modernización de las infraestructucturas, etc. Estas ideas innovadoras merecen un análisis más detallado por parte de la Secretaría de las Naciones Unidas y sus órganos técnicos por su contribución a la determinación colectiva de lograr los objetivos de desarrollo del Milenio.


Diálogo y cooperación entre religiones. La iniciativa de diálogo entre religiones formulada por Filipinas para la promoción de la paz, el desarrollo y la dignidad humana, junto con las iniciativas relacionadas del grupo básico de países de ideas afines, ha propiciado un reconocimiento internacional creciente de su importancia estratégica, no sólo para la prevención de conflictos, sino también para aumentar la sensibilización, el entendimiento y la convivencia pacífica entre culturas. La Conferencia de Alto Nivel sobre la Cooperación entre las Religiones en pro de la Paz, organizada por el Foro Tripartito para la Cooperación entre las Religiones en pro de la Paz en Nueva York el día 21 de septiembre de 2006, llegó, entre otras, a la conclusión de que tal diálogo y cooperación ya no es una opción, sino una obligación. La Cumbre del Asia Oriental, celebrada en Cebú (Filipinas) a principios de 2007, reconoció la importancia del diálogo entre religiones para la convivencia pacífica y animó a realizar esfuerzos paralelos regionales e interregionales, en particular el Foro de Diálogo entre Religiones de Asia Oriental y el Pacífico, y el Foro de Diálogo entre Religiones Asia-Europa.


En diciembre de 2006, la Asamblea General aprobó por consenso la resolución 61/221, "Promoción del diálogo, la comprensión y la cooperación entre religiones y culturas en pro de la paz", patrocinada por Filipinas y el Pakistán, con el copatrocinio de más de 50 países. Los mandatos más destacados de la resolución son la celebración en 2007 de un diálogo de alto nivel sobre aspectos de cooperación entre religiones y culturas, la declaración de un año del diálogo entre religiones y culturas y la designación de un centro de coordinación en la Secretaría encargado de estas cuestiones. Los patrocinadores y copatrocinadores de la resolución esperan impacientes la contribución del Secretario General a la ejecución fiel de estos mandatos legislativos.

 

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