El desarrollo sostenible y la seguridad mundial son cuestiones profundamente interconectadas, hecho que cuenta con un reconocimiento cada vez mayor por parte de los líderes mundiales. El desarrollo sostenible plantea el reto de combinar el desarrollo económico con la sostenibilidad ambiental. Cuando falla el desarrollo sostenible y una región cae en la pobreza extrema y sufre enfermedades, hambrunas y crisis ambientales, el caos resultante puede derivar en violencia e incluso en la guerra. Nadie puede dudar de que los conflictos, por ejemplo los de Darfur y Somalia, reflejan en gran medida la pobreza extrema y la degradación ambiental, por lo que, en estos casos, la paz y la seguridad deben ir a la par con la lucha contra la pobreza, el control de las enfermedades, la seguridad alimentaria y la sostenibilidad ambiental.
El doble reto de la seguridad y el desarrollo sostenible se intensificará en los próximos años, en particular porque el cambio climático, el crecimiento de la población mundial y el aumento de la degradación de los ecosistemas constituirán nuevas amenazas para la vida y la subsistencia de las personas. El Secretario General Ban Ki-moon y el sistema de las Naciones Unidas en su conjunto deben desempeñar un papel fundamental a la hora de hacer frente a los retos interconectados de la seguridad y el desarrollo sostenible. Tal como el propio Secretario General afirmó recientemente ante el Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas, "el desarrollo para todos es un objetivo central de la misión de las Naciones Unidas. Junto con la seguridad y el respeto de los derechos humanos, representa nuestras principales aspiraciones a conseguir un mundo mejor y en paz".
A lo largo de los quince años transcurridos desde la Cumbre para la Tierra de 1992, celebrada en Río de Janeiro, los líderes mundiales han adoptado metas vitales en relación con la lucha contra la pobreza, la salud y la sostenibilidad ambiental. No obstante, a pesar de estos objetivos compartidos, muy pocos han realizado la transición necesaria para pasar de las palabras a las acciones, ni siquiera tras la notable movilización política internacional que se produjo en torno a los objetivos de desarrollo del Milenio. Tal vez el mayor desafío al que se enfrentará el mundo durante la administración del Secretario General Ban sea la consecución de estos objetivos compartidos. El éxito supondrá el inicio del camino hacia la paz y hacia una profunda mejora de la condición humana, en particular para los más pobres y vulnerables.
Los objetivos de desarrollo del Milenio, establecidos en la Cumbre del Milenio de las Naciones Unidas (2000) y el compromiso de mitigar el cambio climático, establecido en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático en 1992, son los objetivos centrales y más destacados de todos los acordados. Pero se han establecido otros objetivos fundamentales, como el compromiso de frenar la pérdida de biodiversidad, recogido en el Convenio sobre la Diversidad Biológica (1992) y diversos compromisos específicos para controlar el SIDA, la malaria y otras enfermedades mortales. En la actualidad, la principal tarea a la que se enfrentan tanto las Naciones Unidas como el mundo en su conjunto no es establecer nuevos objetivos de desarrollo sino garantizar la aplicación responsable y basada en la ciencia de los objetivos existentes, cuyo éxito es vital para la mejora y tal vez, incluso, para la supervivencia del ser humano. El señor Ban ha destacado repetidamente de un modo admirable su determinación a utilizar los buenos oficios del Secretario General para contribuir a alcanzar estos objetivos generales.
Existen numerosas y convincentes razones para que el sistema de las Naciones Unidas promueva un ambicioso programa de desarrollo sostenible:
Las cuestiones relativas al desarrollo sostenible constituyen urgentes desafíos de vida o muerte para las personas más pobres; la falta de progreso entre las poblaciones de los países más pobres, que están experimentando un rápido crecimiento, conllevará un incremento de los riesgos para la seguridad del resto del mundo.
Las metas convenidas a escala mundial, como los objetivos de desarrollo del Milenio, podrán, de hecho, alcanzarse si se persiguen de forma resuelta, con una buena organización y un liderazgo mundial.
Los objetivos de seguridad y mantenimiento de la paz serán inalcanzables a menos que las medidas de seguridad (como, por ejemplo, las fuerzas de mantenimiento de la paz) se combinen con las medidas de lucha contra la pobreza (provisión de un mayor acceso al agua). La nueva Comisión de Consolidación de la Paz se creó por este motivo.
La legitimidad de la gobernanza mundial depende de que se complemente el programa de seguridad de las principales potencias con el de desarrollo sostenible de los países más débiles.
Las Naciones Unidas se encuentran en una posición privilegiada a la hora de tender puentes entre las eminentes comunidades profesionales centradas en los desafíos de la seguridad y el desarrollo sostenible.
El término "desarrollo sostenible" se ha asociado con frecuencia a un enfoque centrado en el medio ambiente. Aunque la sostenibilidad ambiental es crucial para el bienestar humano, una visión política más integrada del término debe incluir también el énfasis en la salud y la lucha contra la pobreza. Con este fin, el mundo ha establecido un programa claro, con objetivos ambiciosos, aunque alcanzables, para el desarrollo sostenible.
Lucha contra la pobreza. Los objetivos de desarrollo del Milenio constituyen el marco global para la lucha contra la pobreza extrema, tal como acordaron todos los Estados Miembros de las Naciones Unidas, y se han convertido en los principios rectores de la mayoría de los programas de desarrollo más importantes. No obstante, existen otros objetivos fundamentales convenidos a escala internacional. Por ejemplo, dos acuerdos intergubernamentales destacables son el Consenso de Monterrey de la Conferencia Internacional de 2002 sobre la Financiación para el Desarrollo y el documento final de la Cumbre Mundial de las Naciones Unidas de 2005. La ronda de Doha de negociaciones de la Organización Mundial del Comercio tiene asimismo un importante componente de desarrollo, percibido generalmente como un indicador del compromiso de los países desarrollados de cumplir sus promesas de avanzar hacia el desarrollo sostenible.
Salud pública. Hay numerosos objetivos fundamentales en el ámbito de la salud, incluidas las metas fijadas en la lucha contra el SIDA, la tuberculosis y la malaria, que se acordaron en conferencias y sesiones especiales de la Asamblea General, así como en los objetivos de desarrollo del Milenio. En los últimos años, la Asamblea Mundial de la Salud ha adoptado un buen número de objetivos de gran importancia en el ámbito de la salud, mientras se coordinan los esfuerzos internacionales en la lucha contra las nuevas enfermedades emergentes, como la gripe aviar o el síndrome respiratorio agudo severo (SARS).
Sostenibilidad ambiental. Los principales acuerdos ambientales son las tres Convenciones de Río (la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, el Convenio sobre la Diversidad Biológica y la Convención de las Naciones Unidas de lucha contra la desertificación), así como el Convenio de Viena para la protección de la capa de ozono, además de otros tratados. El Plan de Aplicación de las Decisiones de la Cumbre Mundial del año 2002 sobre el Desarrollo Sostenible de Johannesburgo estableció también objetivos y calendarios de actuación adicionales. El séptimo objetivo de desarrollo del Milenio insta asimismo a garantizar la sostenibilidad ambiental.
Un buen número de las principales iniciativas de las Naciones Unidas han rebasado los límites del sistema de Naciones Unidas, urgiendo a los más prestigiosos expertos a estudiar los objetivos acordados y, en algunos casos, a diseñar itinerarios que permitan alcanzar dichos objetivos. Por ejemplo, en un periodo de casi tres años, el Proyecto del Milenio de las Naciones Unidas convocó a cerca de 300 expertos procedentes de todo el mundo, culminando con la presentación de catorce volúmenes y un informe general donde se describen las inversiones prácticas necesarias para alcanzar los objetivos de desarrollo del Milenio; una gran parte de las recomendaciones del proyecto fueron adoptadas en la Cumbre Mundial del año 2005. El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, que publicará su cuarto informe de evaluación, Cambio climático 2007, reúne a expertos de todo el mundo y ha identificado una serie de medidas claras que es preciso adoptar para mitigar los efectos del cambio climático. De forma similar, la Evaluación de Ecosistemas del Milenio reunió a expertos internacionales en un proceso analítico pionero que reveló la enorme y peligrosa interferencia humana en muchos de los principales ecosistemas y procesos ecológicos, mostrando asimismo itinerarios que permitirían evitar este peligro ambiental.
Una lección fundamental de la pasada década es que la aplicación de los objetivos convenidos internacionalmente requiere un plan de actuación sólido, un equipo comprometido de líderes inteligentes y prácticos, capaces de promover dicha aplicación aún a pesar de que las circunstancias cambien y se desvíe la atención política, y una coordinación concertada entre un gran número de gobiernos, instituciones involucradas y agentes interesados. En esta coyuntura crítica, el Secretario General Ban se encuentra en una situación privilegiada para contribuir a impulsar un esfuerzo mundial de tales dimensiones. Su temprano compromiso público con las prioridades del desarrollo sostenible ofrece la oportunidad de reunir a las partes interesadas, los expertos eminentes y las organizaciones que son necesarios para emprender acciones prácticas en torno a los objetivos internacionales compartidos.
Los objetivos de desarrollo del Milenio ya han demostrado su eficacia como principio organizador mundial. Las agencias de las Naciones Unidas, los gobiernos, las organizaciones de la sociedad civil, las fundaciones e incluso las empresas privadas se están movilizando cada vez más en torno a actuaciones encaminadas a lograr estos objetivos de desarrollo. Obviamente, será necesario mucho más para garantizar el éxito, pero la principal lección es que, se requerirá una movilización similar para alcanzar otros objetivos tales como el control del clima, el control de las enfermedades o la conservación de la biodiversidad.
El año 2007 puede y debe traer grandes progresos en el ámbito del desarrollo sostenible. Ya estamos a medio camino del plazo establecido para los objetivos de desarrollo del Milenio, que termina en 2015 y, si se intensifican los apoyos en este sentido, será posible alcanzar dichos objetivos. Las partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas han anunciado su determinación de iniciar negociaciones con vistas a un acuerdo sobre el clima que abarque el periodo posterior a 2012, una vez que expire el Protocolo de Kyoto. Los gobiernos miembros se han comprometido a avanzar en el control de las enfermedades, como los objetivos fijados para el SIDA y la malaria para el año 2010, y parecen resueltos a respaldar sus palabras con acciones. Es preciso adoptar nuevas medidas a fin de responder a los objetivos mundiales de reducción de la pérdida de biodiversidad para el año 2010, y ese año puede lograrse el éxito en la protección de los ecosistemas, tanto terrestres como marinos. Los desafíos están claros; el éxito puede sustentar la paz y el bienestar de las generaciones futuras.
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