El deporte y los Objetivos de Desarrollo Sostenible

En 2015, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, que contenía un conjunto de 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible. El párrafo 37 de la Agenda reza lo siguiente:

Reconocemos que el deporte contribuye cada vez más a hacer realidad el desarrollo y la paz promoviendo la tolerancia y el respeto, y que respalda también el empoderamiento de las mujeres y los jóvenes, las personas y las comunidades, así como los objetivos en materia de salud, educación e inclusión social1.

Este reconocimiento específico del deporte se produjo después de que en los últimos 25 años se intensificasen los esfuerzos para organizar y movilizar el deporte en pro de la consecución de los objetivos de desarrollo y paz. Cientos de organizaciones de varios tipos —gubernamentales, no gubernamentales, empresariales, benéficas, deportivas, internacionales y locales— han puesto la mirada en el deporte, así como en la actividad física y el juego, para realizar una contribución positiva a la superación de las dificultades más perdurables en materia de desarrollo. Entre las cuestiones a las que se han dirigido periódicamente estos esfuerzos se incluyen la igualdad de género y el empoderamiento de la mujer; la concienciación sobre el VIH/SIDA y su prevención; el reconocimiento y la inclusión de las personas con discapacidad; el crecimiento económico; la descontaminación ambiental; la paz y la solución de conflictos; y la educación. La mayoría de programas se han desarrollado para los jóvenes y se han dirigido a ellos, especialmente aquellos que viven en las naciones y comunidades más desfavorecidas del Sur Global.

Esta asimilación del “deporte para el desarrollo y la paz” ha venido acompañada de una investigación conexa en las ciencias sociales, entre ellas la sociología, la antropología, la historia, la psicología social y la gestión. Ha aparecido una masa crítica de investigación sobre el deporte para el desarrollo y la paz, que señala las posibilidades de lograr un desarrollo positivo y sostenible a través del deporte. Al mismo tiempo, este corpus de trabajo académico muestra las limitaciones del concepto de deporte para el desarrollo y la paz en su percepción y aplicación y destaca las importantes dificultades existentes para movilizar el deporte al servicio del desarrollo sostenible.

Posibilidades de la promoción del desarrollo internacional a través del deporte

Un objetivo importante de la investigación en las ciencias sociales relacionada con el deporte para el desarrollo y la paz en los últimos años ha sido evaluar los resultados positivos experimentados por los participantes en programas de ese tipo. Una parte importante de la investigación indica que estos resultados se acumulan. Por lo tanto, la oferta de programas basados en el deporte y de oportunidades de actividad física puede contribuir a mejorar de forma considerable la vida de las personas más marginadas del mundo, sobre todo los jóvenes.

Por ejemplo, se ha constatado que el deporte contribuye de forma positiva a concienciar sobre el VIH/SIDA y ayudar a reducir su propagación. Las investigaciones realizadas en Dar es Salaam (República Unida de Tanzanía) revelaron que los niños que participaron en la programación educativa sobre el VIH/SIDA, a través del entrenamiento por compañeros centrado en el deporte, demostraron un mejor conocimiento del comportamiento sin riesgo y más inclinación a él que los niños que solo habían participado en el plan de estudios nacional. Como concluyeron los investigadores, el enfoque basado en el deporte es un medio eficaz de comunicar información deseable sobre prácticas sexuales sin riesgo a una población de adolescentes en riesgo2. Especialmente en caso de que las infraestructuras sanitarias públicas sean insuficientes o de que no existan políticas nacionales relativas al VIH/SIDA, la programación basada en el deporte puede incidir positivamente en la lucha contra la pandemia.

También se ha demostrado que el deporte apoya el empoderamiento de género, especialmente de las niñas y las jóvenes marginadas o limitadas social, económica o físicamente. En este tipo de programas, la novedad e incluso la naturaleza transgresora de la participación de las niñas en el deporte puede cuestionar el patriarcado y contribuir al empoderamiento de género y a una mayor igualdad entre hombres y mujeres3. Por ejemplo, un estudio realizado en Delhi (India) constató que, entre las estructuras sociales profundamente patriarcales, la programación basada en el deporte brindaba a las niñas y las jóvenes la oportunidad de adquirir importantes conocimientos relacionados con la salud reproductiva y mejorar su confianza, posición social y relaciones4.

El deporte también se ha movilizado como fuerza de consolidación de la paz y solución de conflictos. En este enfoque, el deporte se utiliza como herramienta de convocatoria para reunir a grupos dispares, reconstruir comunidades en situaciones posteriores a conflictos o integrar excombatientes, incluidos niños soldados. Football for Peace es un buen ejemplo de esta iniciativa. El programa, gestionada por personal e investigadores de la Universidad de Brighton del Reino Unido, ha utilizado el fútbol como actividad de convocatoria para apoyar la interacción intercultural y la reconciliación en Israel. Aunque reconoce que los participantes no aceptan automáticamente el mandato de paz del proyecto, la iniciativa ha funcionado bajo la premisa de que las intervenciones bien gestionadas pueden contribuir modestamente a los esfuerzos generales para promover la solución de conflictos y la coexistencia pacífica5.

Limitaciones de la promoción del desarrollo internacional a través del deporte

Además de las oportunidades señaladas anteriormente, la investigación en las ciencias sociales también pone de relieve una serie de limitaciones de la actual organización y aplicación del deporte al servicio del desarrollo internacional. Algunas de estas limitaciones son evidentes en gran medida. Por ejemplo, si va a utilizarse el deporte como “gancho” para atraer a jóvenes a programas de desarrollo y posteriormente poder enseñarles conocimientos para la vida o mensajes de paz6, ¿qué pasa cuando a los jóvenes no les gusta el deporte o les interesan otras cosas? Aunque la promoción del sector del deporte para el desarrollo y la paz a veces se basa en la noción de que el deporte es universalmente popular, puede darse el caso de que los jóvenes prefieran realizar actividades culturales o recreativas distintas a las deportivas. Por lo tanto, un programa de deporte para el desarrollo y la paz eficaz quizá tenga que mantenerse abierto a la posibilidad de ofrecer programación diversa al servicio del desarrollo, que incluya baile, teatro, música o artes creativas.

Otras limitaciones a la hora de entender y evaluar las contribuciones del deporte al desarrollo internacional están más orientadas a nivel metodológico. Aunque los métodos de investigación normalizados y positivistas, como las pruebas previas y posteriores, han demostrado que la autoeficacia, la autoestima y la resiliencia y el sentido de empoderamiento generales de los jóvenes a menudo mejoran después de participar en programas deportivos, sigue siendo notablemente difícil evaluar el papel preciso que desempeña el deporte en estos procesos7. Los jóvenes, sobre todo los que pertenecen a comunidades pobres y marginadas, llevan vidas complejas. Teniendo en cuenta las numerosas influencias en su desarrollo social (por ejemplo, la familia, la escuela, la geografía, los compañeros, la cultura, etc.), afirmar con seguridad que el deporte tiene una incidencia particular es cuando menos atrevido. Esto no significa que el deporte no contribuya o no pueda contribuir positivamente, pero nos recuerda que la medición de estos resultados exige reflejar el lugar que ocupa el deporte en una constelación de influencias sociales.

Otra limitación del modelo de deporte para el desarrollo y la paz es que los resultados positivos del deporte no pueden garantizarse o presuponerse. Si bien es cierto que los programas deportivos han contribuido a la consolidación de la paz y la solución de conflictos, el deporte también ha agravado los conflictos y la violencia, tanto en el pasado como actualmente. Los actos de violencia que se produjeron en el Campeonato Europeo de la Unión de Federaciones Europeas de Fútbol (UEFA) de 2016 celebrado en Francia y en torno a él es solo el último ejemplo. Esto no indica que el deporte esté conectado de manera inherente a la violencia, pero tampoco conduce automáticamente a la paz.

Por último, algunas de las limitaciones del deporte en la contribución al desarrollo internacional tienen una orientación más sociopolítica. La principal son las críticas lanzadas por algunos sociólogos, según los cuales, en su forma actual, los programas de deporte para el desarrollo y la paz enseñan a los participantes las aptitudes que necesitan para sobrevivir en la desigualdad y la opresión, pero hacen poco por cuestionar o cambiar las causas fundamentales de esta marginación8. Por ejemplo, la utilización del deporte para promover y enseñar aptitudes empresariales a mujeres en Uganda puede ayudar al logro de la independencia económica a nivel individual o local, pero probablemente hace poco por responder a la omisión del Estado de proporcionar un marco básico para el éxito y la salud de sus ciudadanos9. Así, en cierta medida, el desarrollo a nivel macro puede quedar fuera del ámbito de la programación basada en el deporte, lo que indica el limitado alcance de estas iniciativas.

Dificultades

Con estas posibilidades y limitaciones en mente, el deporte para el desarrollo y la paz se enfrenta a dificultades considerables, especialmente en relación con la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Aquí cabe prestar atención a dos de los Objetivos.

En primer lugar, aunque todas las cuestiones y objetivos de desarrollo asumidos dentro del sector del deporte para el desarrollo y la paz son importantes para la vida de las personas, este todavía tiene que abordar de manera específica o enérgica los problemas de degradación ambiental y cambio climático mundial. Existen algunos programas conocidos de deporte para el desarrollo y la paz que tienen un mandato ecológico; por ejemplo, la Mathare Youth Sport Association de Nairobi (Kenya) dirige ligas de fútbol juvenil en las que los participantes ganan puntos en la clasificación por recoger basura y contribuir a la limpieza de Mathare. Sin embargo, muy pocas organizaciones bajo el estandarte del deporte para el desarrollo y la paz han asumido el cambio climático como principal cuestión en materia de desarrollo. Para que este sector contribuya de forma relevante y considerable al desarrollo sostenible, tendrá que establecer conexiones más sólidas con las cuestiones ambientales y con la lucha contra el cambio climático antropógeno.

En segundo lugar, aunque la conceptualización y la retórica que sustentan el deporte para el desarrollo y la paz siguen basándose en “el poder del deporte”, cada vez es más difícil ignorar el hecho de que este poder no siempre se utiliza de forma positiva. El deporte internacional, especialmente de élite, sigue viéndose ensombrecido y manchado por la corrupción, la mala gestión financiera, los escándalos de dopaje, la violencia y la degradación ambiental. Claramente, si el deporte contribuye a estos problemas o los exacerba, no puede considerarse que esté realizando una contribución positiva al desarrollo internacional sostenible. Esto no quiere decir que todas las formas de deporte estén envueltas en estos problemas. Sin embargo, las principales organizaciones deportivas mundiales, incluida la Fédération Internationale de Football Association (FIFA), el Comité Olímpico Internacional y la National Basketball Association de América del Norte, apoyan u organizan ahora programas de deporte para el desarrollo y la paz, lo que indica una creciente conexión entre el deporte de élite y el desarrollo internacional. Por lo tanto, en lugar de creer que la notoriedad y la popularidad mundial del deporte contribuirán necesariamente al desarrollo, puede que los defensores del deporte para el desarrollo y la paz tengan que exigir cuentas al deporte internacional de élite y pedirle que aplique normas éticas o realice reformas que coloquen al deporte en mejor posición para servir al desarrollo y la paz internacionales.

En conclusión, el creciente ámbito del deporte para el desarrollo y la paz, cada vez más institucionalizado, presenta oportunidades considerables para que el mundo del deporte contribuya positivamente a superar las dificultades sociales y ambientales más acuciantes de nuestro tiempo. Sin embargo, la investigación en las ciencias sociales muestra que están lejos de garantizarse resultados positivos. Por lo tanto, es hora de ir más allá de la cuestión de la utilización del deporte para el desarrollo internacional y pensar más en cómo hacerlo de la manera más equitativa y sostenible.

 

Notas

1 A/RES/70/1, párr. 37. Disponible en https://sustainabledevelopment.un.org/post2015/transformingourworld.

2  Glyn C. Roberts, Cyprian N. Maro y Marit Sørensen, “Using sport to promote HIV/AIDS education among at-risk youths in Sub-Saharan Africa”, en Sport for Development, Peace and Social Justice, Robert J. Schinke y Stephanie J. Hanrahan, eds. (Morgantown (Virginia Occidental), Fitness Infor-mation Technology, 2012), pág. 156.

3 Martha Saavedra, “Dilemmas and opportunities in gender and Sport-in-Development”, en Sport and International Development, Roger Levermore y Aaron Beacom, eds. (Nueva York, Palgrave Macmillan, 2009), págs. 124 a 155 (136 y 137).

4  Tess Kay, “Developing through sport: evidencing sport impacts on young people”, Sport in Society, vol. 12, núm. 9 (noviembre de 2009), págs. 1177 a 1191.

5  John Sugden, “Teaching and playing sport for conflict resolution and co-existence in Israel”, International Review for the Sociology of Sport, vol. 41, núm. 2 (junio de 2006), págs. 221 a 240 (221).

6  Oscar Mwaanga, “Sport for addressing HIV/AIDS: explaining our convictions”, LSA Newsletter, núm. 85 (marzo de 2010), págs. 61a 67.

7  Véase Fred Coalter, Sport for Development: What Game Are We Playing? (Nueva York, Routledge, 2013).

8  Douglas Hartmann y Christina Kwauk, “Sport and development: an overview, critique, and reconstruction”, Journal of Sport and Social Issues, vol. 35, núm. 3, (agosto de 2011), págs. 284 a 305.

9  Lyndsay M. C. Hayhurst, “The ‘Girl Effect’ and martial arts: social entrepreneurship and sport, gender and development in Uganda”, Gender, Place and Culture: a Journal of Feminist Geography, vol. 21, núm. 3 (marzo de 2014), págs. 297 a 315.