El agua es vida. La ejecución satisfactoria del Objetivo de Desarrollo Sostenible 6 (ODS 6) y sus metas relacionadas con el agua constituye el eje central de la Agenda 2030 en su conjunto, y será crucial para su cumplimiento. Pese a ello, la gestión del agua y el saneamiento está sometida en la actualidad a una presión enorme.

El agua también supone una amenaza para la vida. Los desastres relacionados con el agua se han cobrado una gran cantidad de vidas, han destruido los medios de subsistencia de muchas personas y han tenido, además, muchas otras consecuencias sociales y económicas negativas a corto y largo plazo. A menos que se actúe pronto, las repercusiones de estos desastres, combinadas con las del cambio climático, el crecimiento demográfico y la urbanización, tendrán efectos perjudiciales para las sociedades y economías de múltiples regiones, estimularán la migración y desencadenarán conflictos.

Si queremos que el desarrollo sostenible sea una realidad, debemos resolver cuanto antes los problemas relacionados con el agua, el saneamiento y los desastres. En algunos países, los daños atribuidos a los desastres relacionados con el agua equivalen a entre el 15% y el 40% de su producto interno bruto. Además, el cambio climático ha agravado los fenómenos hidrometeorológicos extremos. Eso, sumado a otros factores globales que también están cambiando, como el crecimiento demográfico, la rápida urbanización y el aumento de los valores activos, podría multiplicar la frecuencia y los impactos de los desastres relacionados con el agua.

Son dos los retos fundamentales que deben afrontarse en lo que respecta al agua, el saneamiento y los desastres: a) la prestación de agua y saneamiento durante desastres y emergencias y después de ellos, y b) la reducción del riesgo de desastres relacionados con el agua. El Grupo de Expertos y Dirigentes de Alto Nivel en Agua y Desastres (HELP) analiza estos dos problemas clave desde su creación en 2007. En mi calidad de Enviado Especial del Secretario General para la Reducción de los Desastres y el Agua y Presidente de HELP, llevo varios años trabajando en estos dos temas básicos.

Los sistemas de suministro de agua y saneamiento suelen verse gravemente afectados por el flagelo de los desastres, que inundan las zonas de entrada y las plantas de tratamiento de agua y se llevan por delante tuberías y canales. Se tarda mucho en retirar el lodo y el cieno que entierran las plantas y los canales, lo cual paraliza sistemas de agua enteros durante semanas y meses. Los terremotos rompen los empalmes de las tuberías de agua y de desagüe y pueden dejar sin servicios de agua y saneamiento a miles e incluso millones de personas. La interrupción del suministro de agua y saneamiento pone en peligro la vida y los medios de subsistencia de un gran número de personas. Los brotes de enfermedades, la ansiedad social y la inestabilidad política causan grandes trastornos en la sociedad.

Todos los países y sociedades deben estar preparados para evitar estas terribles situaciones. La clave para ello son la preparación y la resiliencia. Tras sufrir enormes desastres, como el gran terremoto de Hanshin-Awaji en 1995 y el fuerte seísmo que sacudió la parte oriental del país en 2011, el Japón emprendió medidas sistemáticas encaminadas a sustituir las tuberías y los empalmes rígidos por otros elásticos. Los sistemas de suministro de agua y saneamiento se diseñaron y construyeron incorporando redundancias, de modo que los servicios no se interrumpirán aunque varias tuberías sean destruidas durante un desastre. En las escuelas y los centros de la comunidad se construyeron pozos con el objetivo de proporcionar agua potable a los evacuados. También se creó una enorme bolsa de plástico de un millón de litros que puede ser arrastrada por un remolcador.

Los países y las comunidades deberían compartir buenas prácticas y conocimientos como estos a fin de prepararse mejor y garantizar el suministro de servicios de agua y saneamiento aun cuando sufran desastres sin precedentes. Sin embargo, la comunidad internacional sigue sin disponer de un marco y de mecanismos para compartir conocimientos, intercambiar opiniones y acordar medidas colaborativas en materia de agua. Se requiere una estructura mundial del agua que, entre otras cosas, tienda puentes entre los ODS, el Marco de Sendái y el Decenio Internacional para la Acción “Agua para el Desarrollo Sostenible” (2018-2028), y afronte los retos relacionados con el agua sobre la base de una mayor colaboración.

Las guerras y los conflictos vilipendian el derecho humano al agua. La interrupción del acceso a agua y saneamiento en zonas en conflicto puede poner en peligro la vida de miles de personas. En situaciones extremadamente hostiles se ha llegado a tratar de cometer el acto inhumano de contaminar intencionadamente e incluso envenenar los recursos hídricos. No obstante, las Naciones Unidas no han podido discutir los problemas en materia de agua y saneamiento que surgen durante los conflictos hasta hace poco, a pesar de que guardan una relación directa con los derechos humanos y la seguridad. En el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas no se habló acerca del agua y el saneamiento hasta noviembre de 2016. Esta sesión sirvió para romper el hielo y abrir una vía para seguir conversando sobre las formas de prevenir dichas amenazas en futuros conflictos.

La mayoría de los países estuvieron de acuerdo en que el agua y el saneamiento son sumamente importantes para la estabilidad regional y la seguridad humana y en que el Consejo de Seguridad debería seguir celebrando debates sobre el tema. Asimismo, reconocieron que el agua puede contribuir a la paz y la prosperidad regional mediante la cooperación transfronteriza. Quisiera felicitar al Consejo de Seguridad por iniciar este diálogo político, que espero que se traduzca en un entendimiento común e incluso en el establecimiento de un acuerdo para evitar que las poblaciones afectadas por conflictos dejen de recibir servicios de agua y saneamiento en tales situaciones. El informe publicado recientemente por el Panel Mundial de Alto Nivel sobre el Agua y la Paz bajo el título "Una cuestión de supervivencia" podría ayudar al Consejo de Seguridad a celebrar conversaciones efectivas y llegar a un acuerdo en la materia que tenga un gran impacto.

A lo largo del último decenio, los desastres relacionados con el agua se han producido con más frecuencia y han tenido repercusiones más graves. Se estima que cada año los desastres naturales ocasionan unas pérdidas económicas globales de entre 250.000 millones y 300.000 millones de dólares. Si bien el número de víctimas mortales causadas por los desastres se ha contenido gracias a los esfuerzos mundiales y los progresos de la ciencia y la tecnología, la cantidad de personas afectadas y, en especial, las pérdidas económicas consecuencia de desastres se han disparado. Alrededor del 90% del presupuesto destinado a nivel mundial a la reducción del riesgo de desastres aumenta cada año, mientras que solo un 10% se destina a la preparación para casos de desastre y su prevención.

La sequía, pese a ser un desastre de evolución lenta, afecta a millones de personas de distintos modos, ya que puede alterar la situación social, económica e incluso política de las zonas afectadas por ella. Con frecuencia, la utilización y gestión compartimentadas del agua agravan consecuencias ya de por sí devastadoras, pero las complejas causas de las sequías no deberían esgrimirse como excusa para la inacción.

El cambio climático está agravando los fenómenos hidrometeorológicos extremos. Cerca del 80% de los efectos adversos del cambio climático tienen que ver con el agua. Hay que actuar de inmediato. Debemos compartir nuestras experiencias y las lecciones aprendidas, potenciar la coordinación y colaboración regionales, y fijar objetivos y metas comunes que sirvan de base para capear los futuros desastres relacionados con el agua, así como avanzar hacia la creación de una sociedad mejor preparada y más resiliente.

Como ya se ha visto, la comunidad internacional debería tomar una gran cantidad de medidas para solventar este problema crítico y complejo relacionado con el agua, el saneamiento y los desastres. La comunidad internacional precisa una función de asesoramiento que la ayude a priorizar las medidas, establecer un marco, y velar por que los distintos agentes y asociados estén coordinados. También es necesario llevar a cabo una labor de promoción que aumente la conciencia política y mantenga el interés y la motivación para actuar a los más altos niveles. HELP estableció su objetivo en la materia en su estrategia de actuación y, siguiendo las recomendaciones de la Junta Consultiva sobre Agua y Saneamiento del Secretario General de las Naciones Unidas (UNSGAB), emprendió medidas voluntarias para cumplir su misión. Ha entablado conversaciones y ha coorganizado diversos cursos prácticos, además de las sesiones temáticas especiales sobre agua y desastres que tuvieron lugar en 2013, 2015 y 2017. El Grupo ha publicado además dos documentos emblemáticos que contienen una recopilación de buenas prácticas y conocimientos extraídos de los grandes desastres del pasado, así como documentos de posición sobre temas clave como el cambio climático y los desastres relacionados con el agua.

En la actualidad, HELP está elaborando los "Principios de inversión y financiación en materia de reducción del riesgo de desastres relacionados con el agua", con vistas a contribuir al uso efectivo de los recursos financieros en los desastres relacionados con el agua. HELP respalda además el desarrollo de la Alianza de Alianzas, establecida en septiembre de 2017 como alianza de investigación académica en materia de agua y desastres, cuyo fin es fomentar la creación y el uso de recursos y herramientas, facilitar la adopción de decisiones y promover la aplicación de tecnologías innovadoras conexas.

Se necesitan medidas urgentes para garantizar la prestación de servicios de agua y saneamiento durante desastres y conflictos e invertir la tendencia del aumento de las pérdidas derivadas de los desastres relacionados con el agua. ¿A qué medidas se debería dar prioridad para invertir la situación actual en el plano mundial? ¿Qué podría ayudarnos a alcanzar los objetivos y las metas sobre agua, saneamiento y desastres contemplados en la Agenda 2030?

Desde su creación en abril de 2016 por el Secretario General de las Naciones Unidas y el Presidente del Grupo del Banco Mundial, el Panel de Alto Nivel sobre el Agua, formado por 11 miembros y 1 Asesor Especial, ha analizado las medidas que la comunidad internacional debe tomar con carácter prioritario. El agua y los desastres ocupan un lugar prominente en su agenda.

En tanto que Asesor Especial del Panel de Alto Nivel sobre el Agua, he dirigido el debate sobre el agua y los desastres en asociación con HELP. En él se recomendaron las siguientes medidas clave:

Mayor importancia de la reducción del riesgo de desastres y la resiliencia en la agenda política

  • La Asamblea General de las Naciones Unidas debería organizar cada dos años sesiones temáticas especiales sobre el agua y los desastres.
  • La prevención del riesgo de desastres y el aumento de la resiliencia deberían formar parte de los planes a largo plazo.

Duplicación de la inversión en materia de reducción del riesgo de desastres

  • La financiación e inversión en materia de reducción del riesgo de desastres relacionados con el agua debería duplicarse en todo el mundo en los próximos cinco años, prestando especial atención a la reducción del riesgo de desastres y la preparación para estas situaciones. La proporción de la financiación destinada a la reducción del riesgo de desastres y la preparación para ellos y a la respuesta de emergencia y la rehabilitación debería cambiar de 10:90 a 90:10 de aquí a 2030, al menos en el caso de la asistencia internacional para el desarrollo.
  • Los "Principios de inversión y financiación en materia de reducción del riesgo de desastres relacionados con el agua" deben elaborarse, adoptarse a nivel mundial y aplicarse ampliamente en los países, a fin de proporcionar a los Estados Miembros orientaciones prácticas para que hagan un uso efectivo de los recursos financieros, de acuerdo con el Marco de Sendái.

Desarrollo de la educación, la ciencia y la tecnología en los ámbitos de la reducción del riesgo de desastres y la resiliencia

  • Debe promoverse la Alianza de Alianzas para el establecimiento de redes de investigación acerca de la reducción del riesgo de desastres.
  • Es preciso crear una base de datos sobre desastres a escala mundial con la que evaluar y comunicar las pérdidas directas e indirectas causadas por los desastres inmediatamente después de que se produzcan.
  • Los gobiernos y las partes interesadas deben compartir buenas prácticas y conocimientos sobre este y otros temas mediante, entre otras cosas, la recopilación y publicación de casos y prácticas asociados a los desastres relacionados con el agua.
  • Se debe promover una enseñanza superior que englobe de manera integrada estudios en materia de política, ciencias naturales y tecnología. Cada país debe constituir una Plataforma sobre Agua y Desastres que incluya a todas las partes interesadas.

Espero sinceramente que la comunidad internacional aúne sus esfuerzos, amplíe las alianzas e impulse la coordinación para poner en marcha las medidas mencionadas.

Si adoptamos decisiones y medidas valientes para dar respuesta a los riesgos relacionados con el agua, el saneamiento y los desastres, inevitablemente nos enfrentaremos a numerosas incertidumbres en lo que respecta al cambio climático, la inestabilidad económica, los desafíos sociales y los problemas políticos. Pero estas incertidumbres no sirven de excusa para no actuar. Debemos convertir la incertidumbre en una oportunidad para conseguir un futuro más sostenible. Trabajemos codo con codo para que la próxima generación viva en un mundo en el que no se produzcan desastres y prime la seguridad hídrica.