En 2015, la crisis mundial de los refugiados alcanzó Europa. Más de 1 millón de refugiados y migrantes arribaron a sus costas meridionales, la mayoría provenientes de lugares devastados por la guerra como el Afganistán, el Iraq y Siria. La tendencia continuó en 2016, registrándose más de 171.000 llegadas durante los tres primeros meses. Sin embargo, esto no es más que la punta del iceberg. A escala mundial, más de 60 millones de personas se han desplazado a causa de la guerra, la persecución o abusos de los derechos humanos. Alrededor del 86% de ellas viven en países en desarrollo, sobre todo en los contiguos a zonas de conflicto.

La guerra de Siria es actualmente la mayor generadora de desplazamientos, que ascienden a 4,8 millones de refugiados en la región y por lo menos 6,6 millones de desplazados internos. Casi la mitad de las personas que llegan a Europa en la actualidad son sirios.

El conflicto en Siria constituye la mayor crisis humanitaria del mundo, pero no es la única. Durante los últimos años ha estallado la violencia, o se ha reiniciado, en Burundi, el Iraq, Myanmar, el noreste de Nigeria, la República Centroafricana, Sudán del Sur, Ucrania y el Yemen, obligando a millones de personas a abandonar sus hogares. Varios miles huyen de los niveles de violencia imperantes en El Salvador, Guatemala y Honduras, de una magnitud no vista desde las brutales guerras civiles de los años ochenta. Al mismo tiempo, algunos de los conflictos más dilatados y olvidados siguen sin solución, lo cual mantiene desplazadas a un número mucho mayor de personas, con frecuencia durante generaciones. En esa situación se encuentran casi 1 millón de somalíes y alrededor de 2,5 millones de afganos.

Las necesidades humanitarias han mostrado un crecimiento exponencial durante los 15 últimos años. Se estiman en la cifra récord de 125 millones las personas necesitadas de asistencia humanitaria debido a la guerra y a desastres naturales, a un costo anual de 25.000 millones de dólares, 12 veces más que hace 15 años. Además, en tanto que la financiación de las acciones humanitarias ha aumentado notablemente a lo largo de los años, las necesidades superan ampliamente a los recursos.

Cuando, en 2012, el Secretario General de las Naciones Unidas Ban Ki-moon exhortó a que la Cumbre Humanitaria Mundial impulsara un mayor liderazgo dirigido a prevenir y resolver los conflictos y reducir los sufrimientos, lo hizo preocupado por el número creciente de personas que requerían ayuda humanitaria y el drástico aumento de las necesidades de financiación. Hoy día, en vísperas de la Cumbre, la situación se ha deteriorado aún más y se ha hecho insostenible para organismos humanitarios como la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). No solo se nos pide ayuda inmediata para salvar vidas en un número creciente de situaciones de emergencia, sino que además seguimos prestando muchos servicios básicos a personas que permanecen estancadas en campamentos de refugiados durante años o incluso decenios.

Para poner fin a los desplazamientos forzados se necesitan paz y reconciliación en el Afganistán, Colombia, Siria, Sudán del Sur y muchos otros lugares. Sin embargo, dado que las negociaciones son complejas y en ocasiones demoran años, es preciso tomar medidas de inmediato para aliviar los sufrimientos de millones de personas. La Cumbre Humanitaria Mundial, que se celebrará en Estambul en mayo de 2016, es una reunión fundamental que tiene por objeto definir y aplicar medios nuevos y más eficaces para brindar protección, ayuda y soluciones a quienes más las necesitan.

El ACNUR considera que la Cumbre es una oportunidad única para colocar la cuestión de los desplazamientos forzados en un lugar cimero de la agenda de la comunidad internacional. En su llamado a los dirigentes políticos para que asuman responsabilidad por la prevención y solución de los conflictos, el Secretario General se refiere a las medidas más importantes que se necesitan para reducir los desplazamientos forzados. Por más que la ayuda humanitaria alivie el sufrimiento de quienes se ven forzados a huir de la guerra, nunca podrá sustituir los enfoques políticos dirigidos a suprimir las raíces del conflicto o a crear las condiciones necesarias para lograr paz y estabilidad duraderas.

La discriminación y la exclusión, la corrupción, la falta de gobernanza, la impunidad, la pobreza arraigada y la falta de oportunidades son las principales causas de los conflictos. Se ven agravadas por los efectos del cambio climático y la competencia cada vez mayor por recursos decrecientes. La Cumbre Humanitaria Mundial proporciona un foro para que los dirigentes de todo el mundo, las organizaciones de ayuda y desarrollo y las poblaciones afectadas movilicen una voluntad política y una determinación genuinas dirigidas a poner fin a los conflictos que mantienen a millones de personas en el exilio.

Con todo, siguen estallando guerras. El derecho internacional humanitario y las normas internacionales de derechos humanos, incluido el derecho de los refugiados, son los principales instrumentos de que disponemos para limitar los efectos de los conflictos armados, minimizar los sufrimientos humanos y proteger a los civiles. El derecho a solicitar asilo se reconoce en la Declaración Universal de Derechos Humanos, y los derechos y responsabilidades de los refugiados y los Estados contratantes se enuncian en la Convención de las Naciones Unidas sobre el Estatuto de los Refugiados, de 1951, y en su Protocolo de 1967. Las personas que huyen de la guerra y de persecuciones en su país tienen derecho a gozar de la protección de otro Estado. Este derecho, junto con la protección contra la devolución, o regreso forzado a lugares en que la vida y la libertad de la persona están en riesgo, figuran entre las obligaciones más importantes previstas en el derecho internacional y han salvado millones de vidas.

Por consiguiente, el concepto de “refugiado” y la teoría y la práctica de la protección internacional de los refugiados siguen siendo esenciales. Las personas que huyen de la violencia y la persecución en sus países son reconocidas como refugiados, precisamente porque para ellas es demasiado peligroso regresar. Algunos aducen que al dirigir la acción humanitaria deberíamos concentrarnos en la vulnerabilidad y las necesidades. Desde luego, estos aspectos son importantes. Ahora bien, lo que hace vulnerables a los refugiados es precisamente la falta de estatuto jurídico como tales.

La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible incluye el propósito de que “nadie se quede atrás”. El Secretario General señaló acertadamente que es una necesidad crítica enfrentar el desplazamiento forzado y poner fin a la apatridia para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible y aliviar el sufrimiento de millones de personas. El ACNUR apoya plenamente las medidas requeridas, como la adopción de políticas que incluyan a los refugiados y los desplazados internos en las iniciativas internacionales de desarrollo y en los servicios sociales nacionales.

Otra cuestión importante y central para la Cumbre Humanitaria Mundial es la de cómo mejorar la sinergia entre las actividades humanitarias y las de desarrollo. En situaciones de emergencia, una rápida acción humanitaria es esencial para salvar vidas. Por otra parte, cuando las personas permanecen desplazadas durante años dependiendo de una ayuda que se hace más escasa a medida que el conflicto que las obligó a huir desaparece de los titulares de los medios de difusión, las organizaciones de desarrollo pueden hacer contribuciones vitales. La participación de las organizaciones de desarrollo en la respuesta humanitaria desde el comienzo de una crisis, la reestructuración de los presupuestos de ayuda para que reflejen mejor las nuevas realidades y la creación de mecanismos financieros más eficaces para hacer frente a los desplazamientos forzados ayudan a suprimir la separación artificial entre la labor humanitaria y la de desarrollo y a garantizar la inclusión de las zonas de acogida de refugiados en los programas de desarrollo internacionales y nacionales.

Cuando los refugiados y los desplazados internos no gozan de libertad de movimiento ni de acceso al mercado de trabajo, cuando ellos y sus hijos carecen de una educación adecuada y de oportunidades de capacitación, seguramente el ciclo de dependencia de la ayuda y pobreza continuará con la siguiente generación.

Una de las prioridades de mi Oficina es cambiar esta situación. Hemos recurrido a donantes, a organizaciones de desarrollo y al sector privado para que nos ayuden con sus conocimientos especializados. Ha sido indispensable combinar las capacidades analíticas, técnicas y financieras de los agentes de desarrollo y la amplia presencia de las organizaciones humanitarias sobre el terreno, con su conocimiento de la situación local y de las poblaciones afectadas. En Burkina Faso, el Chad, Etiopía y Kenya, por ejemplo, fue beneficioso para los refugiados y para las comunidades de acogida que se permitiera la participación de los refugiados en la economía local y se vinculara el producto de su trabajo a cadenas de valor regionales, nacionales y globales.

Al propio tiempo, debemos trabajar más con los asociados, las instituciones y las organizaciones nacionales y fortalecer sus capacidades. Dado que son los primeros proveedores durante la fase inicial de una emergencia, suelen recibir de buen grado a los refugiados, acogerlos y compartir sus recursos con ellos mucho antes de la llegada de las organizaciones humanitarias internacionales. Sus conocimientos especializados, su presencia y sus relaciones con la comunidad en el ámbito local son cruciales. Actualmente las dos terceras partes de los asociados del ACNUR son organizaciones no gubernamentales nacionales. Invertimos en actividades de formación para fomentar su capacidad en materia de programas, gestión y recaudación de fondos, así como su preparación para casos de emergencia.

Una contribución importante a la Cumbre Humanitaria Mundial es el informe presentado en enero de 2016 por el Panel de Alto Nivel sobre Financiación Humanitaria, titulado Too important to fail—addressing the humanitarian financing gap (Demasiado importante para fracasardar respuesta al déficit de la financiación humanitaria). Apoyamos firmemente sus conclusiones y recomendaciones. Cuando oímos afirmar que no se cumplen las normas básicas en sectores como la alimentación, los recursos hídricos, el alojamiento, la educación o la salud, ello significa que las personas padecen hambre, no tienen suficiente agua potable y carecen de un techo para guarecerse. El déficit es real.

No cabe duda de que se necesitan fondos adicionales para mantenerse a la par de las crecientes necesidades humanitarias. Pero no se trata solo de dinero. También se necesita una financiación más flexible, incluidas contribuciones que no estén vinculadas con una situación o un proyecto humanitario en particular, de manera que podamos seguir prestando asistencia a los refugiados de operaciones olvidadas y, por tanto, carentes de suficiente financiación.

El ACNUR, por su parte, se compromete a ampliar la transparencia y la eficiencia, reducir la burocracia, establecer más plataformas comunes y estructurar los costos. Estamos de acuerdo con minimizar los vínculos en la cadena humanitaria y seguir fortaleciendo nuestras relaciones con los asociados nacionales. También estamos comprometidos con la ampliación gradual de la asistencia en efectivo, donde ello sea viable, para hacerla más eficaz en función de los costos al mejorar la coordinación entre los proveedores y facilitar los acuerdos comunes.

La Cumbre Humanitaria Mundial constituye un importante avance hacia la creación de un sistema verdaderamente universal y responsable, cuyo objetivo central sea la protección de las personas afectadas. La Cumbre congregará a los dirigentes de todo el mundo y a otros diversos interesados con objeto de traducir las responsabilidades enunciadas por el Secretario General en recomendaciones y actividades de seguimiento concretas. Los compromisos expresados en la Cumbre deberán dar lugar a medidas concretas y mejorar fundamentalmente el funcionamiento del sistema humanitario mundial. El objetivo principal debe ser la protección, las aspiraciones y la participación de las personas con necesidades humanitarias. Es responsabilidad nuestra alcanzar ese objetivo y a esas personas debemos rendir cuentas.