16 noviembre 2017

Este momento supone un gran reto. Nos hemos comprometido a "no dejar a nadie atrás", pero los objetivos de la convivencia pacífica y el desarrollo inclusivo corren peligro en muchos países. Se están desatendiendo las normas y los valores de las Naciones Unidas. Millones de personas huyen en busca de una vida mejor y más segura, incluso cuando se cierran las puertas. Los conflictos violentos e irracionales se propagan, cobrándose un sinfín de vidas y provocando el desplazamiento de millones de personas. El terrorismo y el extremismo violento afectan a todas las regiones. Los desastres naturales relacionados con el clima son cada vez más frecuentes y su fuerza destructiva es cada vez más intensa.

¿Cómo pueden ayudar mejor las Naciones Unidas a los países con el propósito de evitar estas crisis y crear sociedades resilientes que puedan cumplir la promesa de una vida digna para todos? ¿Cómo podemos preservar las normas que salvaguardan a la humanidad? ¿Cómo podemos recuperar la confianza de "nosotros los pueblos"? Sobre todo, ¿cómo podemos impedir este sufrimiento insostenible?

Con la prevención me refiero a hacer todo lo que podamos por ayudar a los países a evitar el estallido de crisis que se cobran la vida de muchas personas y socavan las instituciones y las capacidades necesarias para alcanzar la paz y el desarrollo. Me refiero a que retomemos el camino marcado por la Carta de las Naciones Unidas y nos aseguremos de que las actividades y la asistencia de la Organización lleguen a quienes más lo necesitan. La prevención debería impregnar todo lo que hacemos. Debería extenderse a todos los pilares de la labor de las Naciones Unidas y unirnos en favor de una prestación más eficaz.

Impedir el sufrimiento humano y garantizar el progreso en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) es, principalmente, responsabilidad de los Estados Miembros. Pero las Naciones Unidas contribuyen a ello de forma decisiva. Es necesario que lleguemos a desempeñar mucho mejor nuestra labor, generando confianza entre los Estados Miembros y todas las partes interesadas. Podemos hacerlo de cuatro maneras: incrementando la diplomacia preventiva; llevando a cabo iniciativas audaces para implementar la Agenda 2030 y el sostenimiento de la paz; reforzando las alianzas; y realizando reformas exhaustivas que superen la fragmentación y consoliden nuestras capacidades de prestación de ayuda.

I.      Incremento de la diplomacia preventiva

Nadie gana las guerras hoy en día. Insto a todas las personas con influencia a poner fin a estos conflictos candentes. Mis enviados especiales y yo nos comprometemos plenamente a apoyar a los agentes pertinentes a nivel nacional y regional. Pero solo es posible poner fin a las guerras si las acciones de las partes directas y sus colaboradores se encaminan a hallar soluciones políticas y abordar las causas fundamentales. Mientras tanto, debemos esforzarnos conjuntamente por impedir que estallen nuevos conflictos. Esto significa reconocer los signos tempranos de tensión y responder a ellos mediante todos los instrumentos disponibles.

Como parte de nuestro incremento de la diplomacia preventiva, estoy reforzando la capacidad de las Naciones Unidas en cuanto a mediación y facilitación, y potenciando el liderazgo, los recursos y las alianzas. Para lograr que la prevención resulte eficaz, es preciso que el diálogo orientado a la paz sea exhaustivo. De modo que debemos prestar atención a las dimensiones locales, nacionales, regionales e internacionales de cada crisis o desafío. La rendición de cuentas es otro elemento esencial a la hora de solucionar los conflictos, atender las reivindicaciones subyacentes y promover la reconciliación y la recuperación. Estoy dispuesto a hacer mayor uso de las facultades que me confiere la Carta, en particular con respecto a la alerta temprana y los buenos oficios.

Una parte esencial de mi perspectiva de la prevención es la inclusión y el empoderamiento de las mujeres en el sentido más amplio. Necesitamos más mujeres en la mesa de negociaciones a todos los niveles. Este esfuerzo comienza en el hogar y he tomado medidas para promover la paridad de género en las Naciones Unidas y en todas nuestras actividades. Seguiremos intensificando nuestro apoyo a la integración de las perspectivas de género en las actividades de mediación y ampliaremos el conjunto de mujeres cualificadas en puestos directivos que prestan servicio como enviadas o como especialistas en mediación. También nombraré un Grupo Consultivo de Alto Nivel para seguir perfeccionando nuestro trabajo de mediación.

II.    Agenda 2030 y sostenimiento de la paz: elementos esenciales para la prevención a largo plazo

La mejor forma de impedir que las sociedades desemboquen en una crisis es potenciar su resiliencia mediante la inversión en el desarrollo sostenible e inclusivo, así como la acción climática concertada y la gestión de la migración en masa. La Agenda 2030 y el Acuerdo de París sobre el Cambio Climático son partes esenciales del proyecto universal de la humanidad para el futuro.

Para todos los países, impedir que el tejido social se deshilache depende fundamentalmente de hacer frente a las desigualdades, reforzar las instituciones y garantizar que las estrategias de desarrollo tengan en cuenta los factores de riesgo que podrían provocar una crisis. El desarrollo es la clave de la prevención. Lejos de desviar recursos o atención del desarrollo, centrarse con eficacia y a gran escala en la prevención generará más inversión e iniciativas conjuntas para alcanzar los ODS. En este sentido, nuestra alianza con el Banco Mundial y los bancos regionales de desarrollo será decisiva. Las Naciones Unidas y el Banco Mundial pronto publicarán un informe conjunto de referencia sobre la forma en que los enfoques inclusivos del desarrollo pueden mantener a los países en el camino hacia la paz y la prosperidad.

En relación con los países que están especialmente expuestos a los conflictos o se están recuperando de ellos, las resoluciones sobre el sostenimiento de la paz y sobre las mujeres, la paz y la seguridad ofrecen instrumentos adicionales. Los ODS y el sostenimiento de la paz son elementos complementarios que se refuerzan mutuamente. El desarrollo sostenible afianza la paz, y una paz duradera hace posible el desarrollo sostenible. La implementación de ambas agendas garantizará que las sociedades estables prosperen y las sociedades frágiles puedan gestionar los riesgos y las perturbaciones con eficacia. Las sociedades son más resilientes cuando defienden todos los derechos humanos, la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres, el estado de derecho, la inclusión y la diversidad y cuando cuidan y protegen a los jóvenes y los niños. Estas normas crean sociedades tolerantes y dinámicas en las que la diversidad se considera un activo, en lugar de una amenaza. En cambio, suele ser el debilitamiento sistemático de estas normas lo que provoca el riesgo de crisis. La soberanía se ve reforzada cuando la dignidad y los derechos se protegen y se respetan en su totalidad. Como apoyo a los Estados Miembros, nuestra labor de prevención pretende fortalecer las instituciones y capacidades nacionales y locales a fin de detectar y evitar crisis inminentes, sostener la paz y lograr el desarrollo sostenible.

III.  Refuerzo de las alianzas

Debemos reconocer que las Naciones Unidas no son el único agente y, en muchos casos, ni siquiera el más importante. El fin último no consiste en expandir nuestro cometido, sino en mejorar realmente —con humildad— la situación de las personas, en especial de las más vulnerables. Las Naciones Unidas, por su apoyo al multilateralismo y su composición universal, tienen una capacidad sin igual para convocar y movilizar. El sistema de las Naciones Unidas consigue mayor repercusión cuando faculta a otros. Esto implica forjar alianzas constructivas con la mayor diversidad posible de Gobiernos, organizaciones regionales, instituciones financieras internacionales, organizaciones de la sociedad civil, el mundo académico y el sector privado, siempre manteniéndonos fieles a nuestra misión como guardianes de las normas internacionales que la Organización ha generado a lo largo de los siete últimos decenios. Un ejemplo reciente que cabe destacar es el Marco Conjunto de las Naciones Unidas y la Unión Africana para una Alianza Reforzada en materia de Paz y Seguridad.

IV.   Reforma exhaustiva

No podemos afrontar el reto de la prevención sin el statu quo. Las Naciones Unidas deben alcanzar un grado de unión mucho mayor en su pensamiento y su actuación, y situar a las personas en el centro de su labor. Las personas no experimentan los problemas y las crisis de forma aislada. Se preguntan por qué nuestro apoyo procede de tantos agentes distintos con planes y mensajes diferentes, que sobrecargan sus ya limitados sistemas y capacidades. Es necesario que reunamos las capacidades de diversos agentes de la Organización como apoyo a las personas y los países para gestionar los riesgos, desarrollar la resiliencia ante perturbaciones y evitar el estallido de nuevas crisis. Ello implica la unión horizontal de todos los pilares de la labor de las Naciones Unidas —la paz y la seguridad, el desarrollo y los derechos humanos—, además de la integración vertical en cada uno desde la prevención hasta la solución de conflictos, desde el mantenimiento de la paz hasta la consolidación de la paz y el desarrollo sostenible.

He encargado un inventario de las principales capacidades de las Naciones Unidas en materia de prevención, con miras a determinar el modo de aprovecharlas con la mayor eficacia posible para que surtan efecto sobre el terreno. Un Equipo de Examen Interno ha creado alternativas para mejorar la estructura de paz y seguridad. Mi informe sobre el sostenimiento de la paz brindará la oportunidad de desarrollar más a fondo las medidas que he adoptado o propuesto. Ya se está reforzando dicha estructura al haber añadido la Oficina de Lucha contra el Terrorismo, aprobada por la Asamblea General.

En julio presenté mis propuestas iniciales para reorientar el sistema de las Naciones Unidas para el desarrollo, en relación con la orientación proporcionada por los Estados Miembros en la resolución sobre la revisión cuadrienal amplia de la política. Bajo la dirección de la Vicesecretaria General, hemos presentado una hoja de ruta relativa a un sistema de las Naciones Unidas para el desarrollo del siglo XXI que se centra más en las personas y menos en el proceso, más en los resultados en favor de los más pobres y excluidos y menos en la burocracia, más en el apoyo integrado a la Agenda 2030 y menos en "que todo siga igual". En diciembre se presentará un informe más detallado a los miembros.

A fin de respaldar nuestra capacidad de implementación de estas reformas, también he iniciado un proceso para reformar de forma considerable la gestión encaminada a agilizar nuestros procesos y reglamentos, especialmente con respecto al presupuesto, los recursos humanos y las adquisiciones. Las reformas exigen que el sistema actúe con un nivel más alto de transparencia, rendición de cuentas, agilidad, eficiencia y rentabilidad. Entre las partes esenciales de la reforma cabe además señalar mi iniciativa sobre la paridad de género, una nueva política de protección de los denunciantes de irregularidades y un nuevo enfoque para prevenir la explotación y los abusos sexuales cometidos bajo la bandera de las Naciones Unidas.

Gracias al resultado de estas reformas, se dispondrá de una plataforma de prevención integrada. No se trata de una nueva entidad o estructura, sino de una forma integrada de pensar y actuar, aprovechando los diversos instrumentos y capacidades de prevención de todo el sistema, en la Sede y sobre el terreno, como apoyo a los Estados Miembros. Se basará en la iniciativa "Los Derechos Humanos Primero", mejorará nuestra labor sobre el terreno y potenciará la rendición de cuentas de cada agente en favor de los resultados colectivos. Estará respaldada por un acuerdo consolidado para financiar la prevención de manera que las nuevas corrientes de financiación y las ya existentes se utilicen con mayor eficacia. En todos estos esfuerzos, es indispensable generar confianza entre los Estados Miembros, nuestro personal y todas las partes interesadas para lograr resultados positivos. Esto significa que otros dirigentes del sistema y yo mismo estableceremos contacto para consultar, escuchar y aportar ideas nuevas.

Me siento honrado por la confianza que todos los Estados Miembros han depositado en mí. Me serviré de esa misma confianza para que trabajemos juntos con el fin de guiar a nuestra Organización a través de las reformas y situar la prevención en el centro de nuestros esfuerzos para atender mejor a la población mundial. 

 

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