
Un miembro del PMA carga bolsas de guisantes amarillos en un camión para la entrega y distribución en los campamentos de desplazados en Darfur Septentrional. © ONU/Albert González Farran
El año pasado alcanzamos un punto crítico. Las necesidades humanitarias fueron mayores que en ningún otro momento y llevaron al límite nuestra capacidad de respuesta. Durante el período sobre el que se informa, las Naciones Unidas y sus asociados hicieron un llamamiento para recaudar 19.900 millones de dólares a fin de prestar asistencia a 82 millones de personas en 38 países. Esta cifra triplica el número de personas que recibieron asistencia humanitaria en los últimos 10 años. Si bien en 2015 la financiación alcanzó el récord histórico de 10.600 millones de dólares, el déficit resultante fue asimismo el mayor de la historia. Los desplazamientos forzados también alcanzaron niveles sin precedentes: los desplazados internos a causa de los conflictos y la violencia sumaban 40,8 millones a finales de 2015, y el total de refugiados en todo el mundo llegó a 20,2 millones.
El año estuvo marcado por cinco graves situaciones de emergencia, las del Iraq, la República Árabe Siria, la República Centroafricana, Sudán del Sur y el Yemen. En la República Árabe Siria, alrededor de 13,5 millones de personas necesitaron asistencia humanitaria y hubo 6,5 millones desplazados internos y casi 4,6 millones de refugiados. En el Yemen, aproximadamente el 82% de la población (21,2 millones de personas) precisó asistencia humanitaria. En 2015 se registró un total de 346 desastres naturales, que dieron lugar a 23.363 víctimas mortales, 90,3 millones de afectados y 19,2 millones de desplazados en 113 países, y causaron daños por valor de 65.200 millones de dólares.
El fenómeno de El Niño de 2015/16, uno de los peores registrados hasta el momento, tuvo terribles consecuencias: las personas necesitadas de asistencia humanitaria debido a la intensificación de las sequías, las inundaciones y otros fenómenos meteorológicos extremos superaron los 60 millones. El 20 de mayo anuncié el nombramiento de dos Enviados Especiales para el Fenómeno de El Niño y el Clima, a fin de incrementar la atención prestada a estos problemas. A través del Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres, la labor destinada a ese fin se ha integrado de un modo hasta ahora desconocido en las iniciativas humanitarias y de desarrollo.
En vista de las tensiones a que se halla sometido el sistema humanitario, los días 23 y 24 de mayo convoqué en Estambul la Primera Cumbre Humanitaria Mundial. Las consultas intensivas e inclusivas celebradas entre las partes interesadas en el curso de tres años allanaron el camino hacia la Cumbre. Entre otras aportaciones cabe mencionar el Panel de Alto Nivel sobre Financiación Humanitaria y mi informe titulado «Una humanidad: nuestra responsabilidad compartida» (A/70/709), en el que señalaba cinco responsabilidades básicas que son esenciales para prestar mejores servicios a la humanidad. Los Estados Miembros, los organismos de las Naciones Unidas, la sociedad civil, las organizaciones no gubernamentales, el sector privado y las personas afectadas se reunieron en Estambul para marcar un punto de inflexión en lo que respecta a los cambios que es preciso introducir para afrontar mejor a largo plazo las necesidades, los riesgos y los aspectos vulnerables en materia humanitaria y reducirlos.
Aunque la magnitud y la duración de las crisis humanitarias que se han declarado en todo el mundo han llevado al límite la capacidad del sector humanitario, ciertos problemas mundiales, como las situaciones de estancamiento político ante las crisis, el cambio climático, la fragilidad y la creciente desigualdad económica, o las pandemias, indican que en el futuro las necesidades humanitarias no harán más que aumentar. Nos encontramos en un momento crucial para mejorar la capacidad local, reducir los riesgos y crear instituciones eficaces e inclusivas, especialmente en contextos frágiles. También debemos invertir en las mujeres y las niñas, a quienes las crisis humanitarias a menudo afectan de forma diferente y desproporcionada. En la Cumbre se hizo un llamamiento inequívoco a la acción.
Los Estados Miembros y otras partes interesadas anunciaron compromisos e iniciativas en el marco de la Agenda para la Humanidad y las cinco responsabilidades básicas, con objeto de impulsar el cambio y reducir el sufrimiento humano ahora y en el futuro. Los agentes humanitarios han de seguir prestando asistencia previsible, oportuna y pertinente a las personas afectadas, de plena conformidad con los principios humanitarios, y debe darse prioridad al refuerzo de las iniciativas de prevención y preparación, así como a la obtención de resultados sostenibles que contribuyan a reducir las necesidades.
La Cumbre Humanitaria Mundial y la Agenda para la Humanidad brindaron una oportunidad histórica para situar a las personas afectadas en el lugar central de nuestra acción, pero también nos recuerdan que debemos cerrar la brecha entre las actividades humanitarias y las actividades de desarrollo, esforzándonos por reducir la vulnerabilidad y el riesgo de las personas.