Una vista aérea de Abidjan, Côte d'Ivoire. Foto: ONU/Basile Zoma
Una de mis principales prioridades es fortalecer la labor de las Naciones Unidas en África. Para fortalecer este compromiso, en mi primer viaje como Secretario General asistí a la Cumbre de la Unión Africana celebrada en Addis Abeba en enero, donde me reuní con el Presidente de la Comisión de la Unión Africana, Sr. Moussa Faki Mahamat. En abril convoqué en Nueva York la Primera Conferencia Anual de las Naciones Unidas y la Unión Africana, en la que nos comprometimos a fortalecer y profundizar nuestra cooperación y recalcamos la importancia de la alianza estratégica entre las dos organizaciones en el empeño por promover el desarrollo sostenible, la paz y la seguridad y los derechos humanos en el continente.
En África, al igual que en otras partes del mundo, se observa actualmente un panorama dinámico, pero contradictorio, de avances y problemas. Por un lado, el crecimiento económico de varios países africanos superó al de otras partes del mundo y, según datos alentadores, la matriculación en la enseñanza primaria en África Subsahariana aumentó de manera espectacular del 52% en 1990 al 80% en 2015 y las tasas de mortalidad infantil disminuyeron considerablemente. Sin embargo, algunas partes de África se enfrentan a amenazas y dificultades, como la prolongación de la violencia y la inseguridad humana, que obstaculizan el desarrollo. Debido a los conflictos prolongados, tres de los cuatro países que hoy día corren un grave riesgo de hambruna se encuentran en África.
Desde el punto de vista económico, el continente sigue dependiendo excesivamente de los productos básicos, mientras que, debido a la volatilidad de los precios mundiales de los productos básicos, la inestabilidad de los ingresos de la exportación en muchos países africanos ha afectado considerablemente las pautas de crecimiento económico. El continente también tiene por delante otros desafíos. Según indican las estimaciones de crecimiento de la población, África es la región de más rápido crecimiento demográfico del mundo (véase la figura IV), y para 2050 los jóvenes, grupo cada vez más numeroso, representarán alrededor del 60% de la población total (véase la figura V). Esos jóvenes necesitan educación, empleo, vivienda y servicios de salud, lo que obliga a los Gobiernos a obtener resultados.