Un pequeño con su peluche sobre un suelo afectado por la sequía.

La desertificación y sus efectos

El fenómeno de la desertificación es uno de los principales retos medioambientales de nuestro tiempo.

Si bien incluye también la invasión de las tierras por dunas, la desertificación no hace referencia al avance de los desiertos. Se trata de una degradación continua de los ecosistemas de las zonas secas debido a las actividades humanas —como la sobreexplotación de la tierra, la minería, el sobrepastoreo y la tala indiscriminada— y a los cambios climáticos.

Además, el viento y el agua agravan la situación arrastrando la capa superficial de suelo fértil y dejando atrás tierras improductivas. La persistencia de esta combinación de factores acaba por convertir las tierras degradadas en desiertos.

 

El impacto en la naturaleza y las poblaciones

La desertificación es un problema mundial que conlleva repercusiones graves para la biodiversidad, la seguridad de los ecosistemas, la erradicación de la pobreza, la estabilidad socioeconómica y el desarrollo sostenible.

Los ecosistemas de las zonas secas son ya frágiles de por sí. Su degradación puede tener efectos devastadores para la población, la cabaña ganadera y el medio ambiente. Millones de personas se verán desplazadas en los próximos años como consecuencia de la desertificación.

Este fenómeno no es nuevo. De hecho ha sido un elemento fundamental en la historia de la humanidad, contribuyendo a la caída de grandes imperios y desplazando a las poblaciones locales. Sin embargo, se calcula que en la actualidad el ritmo de degradación de las tierras cultivables aumenta a una velocidad entre 30 y 35 veces superior a la histórica.

De los ecosistemas de las zonas secas depende la subsistencia de unos 2000 millones de personas, noventa por ciento de las cuales vive en países en desarrollo.La sobrepoblación de muchos países infradesarrollados crea la necesidad de explotar ganadera y agrícolamente las tierras de zonas secas. En estas tierras de baja productividad se inicia así una espiral descendente que acaba con el agotamiento de los nutrientes del suelo y los acuíferos subterráneos.

Existen medidas que pueden tomarse para reducir la desertificación:

  • Reforestar y regenerar las especies arbóreas.
  • Mejorar la gestión del agua, mediante el ahorro, la reutilización de las aguas depuradas, el almacenamiento del agua de lluvia, la desalinización o, en su caso, el riego con agua de mar de las plantas halófilas.
  • Mantener el suelo mediante el uso de vallas para frenar el avance de las dunas, barreras arbóreas para proteger frente a la erosión eólica, etc.
  • Enriquecer y fertilizar el suelo a través de la regeneración de la cubierta vegetal.
  • Posibilitar el desarrollo de los brotes de especies arbóreas nativas mediante la poda selectiva. Los residuos de la poda se pueden emplear para abonar los campos, y así aumentar la capacidad de retención de agua del suelo y reducir la evapotranspiración.

 

Hacia el desarrollo sostenible gracias a la CNULD

La desertificación, junto con el cambio climático y la pérdida de biodiversidad, se identificaron como los mayores desafíos para el desarrollo sostenible durante la Cumbre de la Tierra de Río de 1992.

Dos años después, en 1994, la Asamblea General estableció la Convención de las Naciones Unidas para Combatir la Desertificación (CNULD-UNCCD) , el único acuerdo internacional legal que vincula el medio ambiente y el desarrollo con la gestión sostenible de la tierra, y declaró el 17 de junio "Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la sequía" (Resolución A/RES/49/115) .

Más tarde, en 2007, la Asamblea General de la ONU declaró el Decenio de las Naciones Unidas para los Desiertos y la lucha contra la Desertificación 2010-2020 con el fin de movilizar la acción mundial para luchar contra la degradación de la tierra, y que fue dirigida nuevamente por la UNCCD.

Las 197 partes de la CNULD (169 afectadas por la desertificación) trabajan juntas para mantener y restaurar la productividad de la tierra y el suelo, y para mitigar los efectos de la sequía en las tierras áridas: las zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas, que en muchas ocasiones albergan los ecosistemas y los pueblos más vulnerables.

Desde 2017, la CNULD y sus asociados apoyaron a unos 70 países propensos a la sequía para desarrollar planes de acción nacionales que reduzcan los desastres causados por la sequía.

Luchemos contra la desertificación

 

Web oficial de la CNULD

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Otros enlaces relacionados con la Convención

 

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