1 marzo 2008

Las regiones abarcadas por la Comisión Económica de las Naciones Unidas para Europa (CEPE) -- todo el continente europeo, América del Norte y Asia central -- se caracterizan por una enorme diversidad en los niveles de desarrollo económico. Mientras que la mayoría de los países de Europa occidental y de América del Norte tienen niveles de producto interno bruto (PIB) per cápita muy superiores a los 20.000 dólares, en Europa oriental, el Cáucaso y Asia central y Europa sudoriental, el nivel es inferior a los 10.000 dólares. En algunos países están surgiendo economías de mercado, que corresponden de cerca al PIB medio per cápita de los países de América Latina y algunos países africanos más acomodados, como Egipto (con más de 4.000 dólares). Otros tienen niveles muy inferiores de ingresos; por ejemplo, el Tayikistán tiene el mismo nivel que Rwanda (unos 1.200 dólares) y en Moldova el nivel de ingresos se acerca al de Ghana (2.000 dólares).


Esta situación se refleja en el progreso desigual de los objetivos de desarrollo del Milenio (ODM) en la región de la CEPE de las Naciones Unidas. Si bien las metas de los ODM se han alcanzado en gran medida en América del Norte y en Europa occidental y central, muchos objetivos siguen planteando un problema para la mayor parte de los países de Europa oriental, el Cáucaso y Asia central y Europa sudoriental. En general, estos países registraban crecimientos económicos sostenidos entre 2000 y 2005, en gran parte debido a un entorno global favorable, con inclusión de tipos reducidos de interés y precios de los productos básicos elevados, y, en mucho menor grado, a reformas institucionales y a su mayor integración en la economía mundial.


Grados de logro. En general, este rendimiento económico ha reducido el nivel de la pobreza (ODM 1), pero de una manera desigual. En los países ricos en recursos, los beneficios del crecimiento resultante de las exportaciones de productos básicos no han llegado gradualmente lo suficiente a los sectores más pobres de la población, debido en particular a una falta de inversiones en nuevas actividades generadoras de puestos de trabajo y a una redistribución insuficiente del superávit por medio de transferencias de ingresos o de programas sociales apropiados. Para los países de bajos ingresos, la tasa de crecimiento considerablemente inferior no se ha visto mitigada hasta ahora por el nivel de la asistencia oficial para el desarrollo (AOD) correspondiente a las necesidades de financiación de esos países para una reducción sustancial de la pobreza. Otra razón importante de la persistencia de la pobreza es la situación del empleo. Con muy pocas excepciones, como Armenia, Moldova y Ucrania, la tasa de actividad entre 2000 y 2005 en los países de Europa oriental, el Cáucaso y Asia central se ha estancado e incluso se ha reducido en algunos casos. En general, se ha mantenido entre los límites del 45 al 55 por ciento, con excepción de la Federación de Rusia, donde se ha estabilizado al 66 por ciento.


Las dimensiones territorial y étnica de la pobreza tienen también que tomarse en consideración. Por ejemplo, en el Kazajstán, la proporción de la población que vive por debajo de la línea nacional de la pobreza varía entre menos del 3 por ciento en las principales ciudades (Almaty, Astana) y más del 25 por ciento en algunas regiones del oeste y del sur del país. En Albania, Rumania y Serbia, el porcentaje de las personas que viven con menos de 2 dólares al día oscila entre el 20 y el 40 por ciento entre las comunidades romaníes, mientras que el mismo indicador es inferior al 5 por ciento para el resto de la población. Si bien se puede observar una tendencia hacia la reducción de la pobreza en los países de Europa oriental, el Cáucaso y Asia central y Europa sudoriental, existe todavía una gran proporción de la población sometida a una pobreza relativa, que en parte sigue viviendo en la pobreza absoluta (con menos de 2 dólares al día). Las poblaciones de las zonas rurales se ven particularmente afectadas, así como los trabajadores sin empleo o sin calificaciones, las minorías étnicas, los jubilados y las personas de edad, las familias monoparentales y las personas con problemas de salud.


Se requieren también progresos adicionales para alcanzar oportunidades iguales para los hombres y las mujeres (ODM 3). Los puestos de trabajo de las mujeres se concentran cada vez más en la parte inferior del mercado de trabajo, con sólo una moderada participación de las mujeres en los puestos de gestión. La desigualdad entre los géneros en el empleo, caracterizada por salarios inferiores, unido a un deterioro de los servicios públicos, con inclusión de las instalaciones de atención de los niños y una evaluación hacia sistemas de pensiones basados en el mercado determina que las mujeres estén más propensas a la pobreza. La feminización de la pobreza es especialmente patente entre las mujeres de edad, las madres solteras y las mujeres que viven en grandes familias. Además, la diferencia de remuneraciones por género es particularmente elevada, entre el 30 y el 50 por ciento, en países como Armenia, Georgia, Kazajstán, la Federación de Rusia y el Tayikistán. Esta diferencia no se ha reducido incluso con el crecimiento económico reciente, salvo en unos pocos países, como Armenia y Ucrania. Las mujeres hacen frente a desigualdades incluso mayores en la esfera política: su participación en los parlamentos nacionales sigue siendo marginal, y sólo tres países de la región de Europa oriental, el Cáucaso y Asia central y Europa sudoriental, muestran un porcentaje superior al 20 por ciento -- Belarús, la ex República Yugoslava de Macedonia y Moldova -- mientras que en ocho países el porcentaje sigue siendo inferior al 10 por ciento.


Mientras que la región muestra una pauta de disminución de la mortalidad infantil (ODM 4), las estimaciones globales sugieren que en varios países de Europa oriental, el Cáucaso y Asia central y Europa sudoriental, el ritmo de disminución no es lo suficientemente rápido para alcanzar el objetivo en 2015, es decir, reducir la mortalidad infantil en los dos tercios. En Azerbaiyán y los países de Asia central, se calcula que 6 a 10 niños de cada 100 no viven para alcanzar la edad de cinco años; esto indica deficiencias importantes en la asistencia de salud primaria.


En lo que respecta a la extensión de las epidemias (ODM 6), estimaciones recientes del Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/SIDA muestran que el número de personas que viven con el VIH en los países de Europa oriental, el Cáucaso y Asia central gira en torno a 1,6 millones en comparación con 630.000 en 2001. La Federación de Rusia y Ucrania son los dos países más afectados y ambos representan casi el 90 por ciento de los diagnósticos de VIH recién comunicados en 2006. Otro problema grave de salud que afecta tanto a los países de Europa oriental, el Cáucaso y Asia central y Europa sudoriental es la reaparición de la tuberculosis. Sus tasas de incidencia son particularmente elevadas en Asia central, entre 120 y 140 por 10.000 personas al año, con un índice máximo de casi 200 casos nuevos en el Tayikistán en 2005 (en comparación con una media de 20 en los países de la Unión Europea).El acceso al agua potable (ODM 7) sigue siendo un problema en varios países de Europa oriental, el Cáucaso y Asia central y Europa sudoriental. El porcentaje de familias que tienen acceso al agua suministrada por tubería suele representar el 80 por ciento de las familias urbanas, mientras que suele ser muy reducido en las zonas rurales. En diez países de la región menos del 30 por ciento de las familias rurales disponen de agua suministrada por tuberías, lo que supone una repercusión previsible en la salud pública.


El logro de los ODM sigue planteando un problema para la región de Europa oriental, el Cáucaso y Asia central y algunos países de Europa sudoriental. En consecuencia, es fundamental considerar el planteamiento global con respecto a las políticas económicas y sociales, que es probable puedan acelerar los progresos hacia el logro de los objetivos en esas regiones. Si bien el crecimiento es un factor fundamental para la erradicación de la pobreza, es poco probable que resulte suficiente para alcanzar varios objetivos. Esto es especialmente cierto en lo que respecta a los aspectos de la pobreza no relacionados con los ingresos, como las disparidades regionales, étnicas y de género y las desigualdades en el acceso a los sistemas de educación y salud.


Un proceso de desarrollo inclusivo. Para abordar estos problemas fundamentales en relación con un proceso de desarrollo inclusivo se requiere un enfoque holístico -- superando el enfoque convencional con respecto a las políticas de estabilización macroeconómica unido a medidas concretas destinadas a los segmentos más pobres de la población. Lo que falta en ese enfoque es una concentración en la necesidad de inversiones más directas en capital humano. Las inversiones en servicios de salud y educación, y un mejoramiento de la situación de las mujeres como un recurso importante para la economía, son realmente fundamentales para abordar las necesidades de los pobres a corto plazo y prescribir un crecimiento más sostenible a medio y largo plazo.


El crecimiento actual de los dividendos y los recursos que se están poniendo a disposición por medio de precios elevados de los productos básicos en algunos países de Europa oriental, el Cáucaso y Asia central no se están orientando de manera suficiente a esa inversión en capital humano. Incluso en estos países ricos en recursos, el acceso a los servicios de educación y salud de calidad están determinado cada vez más por los niveles de ingresos, lo que se debe principalmente a la privatización de muchos de esos servicios. Si no se contrarresta, este acceso selectivo puede no sólo reducir el crecimiento a más largo plazo, sino también disminuir la probabilidad de lograr varios de los ODM. En los países de bajos ingresos de la región, este riesgo se ve agravado por las estrictas restricciones presupuestarias que han dado origen a reducciones importantes de los gastos públicos. Como estos países se basan en transferencias de recursos importantes en forma de AOD, existe una necesidad urgente de incrementar los niveles de ayuda, pero esto debe también destinarse a programas sociales concretos para las poblaciones más pobres y, en un sentido más amplio, a la inversión en capital humano.


En conclusión, un proceso de desarrollo inclusivo en la región requiere una combinación de políticas que combine las políticas macroeconómicas para dar crecimiento a un ritmo sostenido de las políticas estructurales con el fin de aumentar al máximo la creación de empleos en toda la diversificación geográfica y sectorial de las actividades, y políticas sociales centradas en la lucha contra la discriminación de género y étnica, así como velar por el acceso universal a la educación y la salud. El entorno externo no debe omitirse en esa adopción de políticas, con dos importantes preocupaciones en mente. La primera es abordar los conflictos políticos no resueltos en la región, ya que son un factor importante de limitación del crecimiento y afectan a los pobres en particular. El otro consiste en promover la integración económica subregional y regional, al mismo tiempo que se mantienen las fronteras abiertas y se facilita el comercio como factores también importantes que influyen en el crecimiento y en la reducción de la pobreza.


La CEPE de las Naciones contribuye a este último objetivo de cooperación e integración económica, en particular mediante sus actividades para facilitar el comercio y el cruce de las fronteras, así como los vínculos de transporte paneuropeos y euroasiáticos, que están directamente relacionados con los objetivos del comercio internacional y de los países sin litoral tal como figura en el ODM 8. Mediante su programa ambiental y sus actividades relacionadas con el género, la CEPE de las Naciones Unidas contribuye también al logro de los ODM 3 y 7, respectivamente. Además, como se ha indicado en su informe de 2005 sobre la reforma, la CEPE de las Naciones Unidas garantiza el seguimiento regional de las tendencias de los ODM y aporta una plataforma para que todos los interesados compartan su información, opiniones y experiencia en la aplicación de los ODM, que sigue planteando un problema para un número considerable de sus Estados Miembros.

 

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