El Día Mundial de los Océanos, que se celebra cada año el 8 de junio, es una oportunidad para reflexionar sobre la importancia que tienen los océanos en nuestras vidas y en nuestros medios de subsistencia, así como el impacto medioambiental que ejerce en ellos la actividad humana.

La Universidad de Bergen (Noruega), centro de Impacto Académico de las Naciones Unidas (UNAI) para el Objetivo 14: vida submarina, es un centro de estudios, investigación e innovación centrado en la preservación de los océanos para el futuro de la humanidad.

En esta serie que conmemora el Día Mundial de los Océanos, la Universidad de Bergen explora varios aspectos de los océanos sostenibles y cómo las universidades pueden contribuir a la gestión de este recurso natural. En este artículo, la universidad explora la gestión de datos para combatir la acidificación de los océanos.

Según la UNESCO, "cada año el océano absorbe aproximadamente el 26% del CO2 de la atmósfera procedente de las actividades humanas; de este modo, se reduce en gran medida el impacto de este gas de efecto invernadero en el clima. Cuando el CO2 se disuelve en el agua de mar, se forma el ácido carbónico. Esta reacción química es la que conduce a la acidificación del océano".

Cuando la cantidad de dióxido de carbono aumenta en los océanos y el nivel de pH se vuelve más ácido, la supervivencia de la vida marina se complica, por ejemplo, resulta más difícil desarrollar las conchas protectoras y los esqueletos. Las consecuencias de la acidificación de los océanos se extienden a lo largo de la cadena alimentaria y pueden afectar profundamente a actividades económicas como la pesca, la acuicultura e incluso el turismo. Además, la acidificación de los océanos puede tener un impacto negativo en la seguridad alimentaria y los medios de vida de las personas que dependen de los océanos y las vías de navegación para obtener alimentos y puestos de trabajo.

Según la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos, en los últimos 200 años los mares del mundo han absorbido más de 150.000 millones de toneladas métricas de carbono procedentes de las actividades humanas. En la actualidad, eso supone una media mundial de 15 libras (6,8 kg) por persona a la semana, cantidad suficiente para llenar un tren de carbón lo bastante grande como para rodear el ecuador 13 veces cada año. Las concentraciones de CO₂ son ahora más elevadas que en cualquier otro momento de los últimos 800 000 años, y es probable que el ritmo actual de crecimiento no tenga precedentes en la historia. A la acidificación de los océanos la han denominado el gemelo malvado del cambio climático porque los océanos absorben el CO2 como una esponja y una vez se saturan el dióxido de carbono que no pueden absorber queda en la atmósfera, lo que provoca un aumento de la temperatura en tierra.

Para abordar esta cuestión crítica relacionada con la conservación de los océanos y el ecosistema marino, en 2005 Benjamin Pfeil, ingeniero y director del Centro Bjerknes de Investigación Climática de la Universidad de Bergen, comenzó a especializarse en la gestión de datos biogeoquímicos marinos. En concreto, su grupo informa sobre la acidificación de los océanos, lo cual promueve de manera directa la ciencia en relación con la meta 14.3 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

"El acceso directo a los datos es clave para comprender las relaciones, los patrones y los principios complejos", afirmó Pfeil. Estos datos sirven para cambiar las políticas actualmente en vigor al incorporar la ciencia al desarrollo, la aplicación y la evaluación de dichas políticas; además también sirven para informar mejor a los responsables de la toma de decisiones". El equipo de Pfeil y otros laboratorios han recogido datos a nivel mundial sobre el carbono que se comunican al Intercambio Internacional de Datos e Información Oceanográficos, creado por la Comisión Oceanográfica Intergubernamental de la UNESCO.

Se trata de un complejo sistema de diagramas de flujo de datos basados en las directrices fijadas a nivel mundial, que incluye la posibilidad de comparar el desarrollo de los océanos en diferentes partes del mundo, que luego se coordina en el Sistema Mundial de Observación del Océano (GOOS, por sus siglas en inglés), una colaboración creada para las observaciones oceánicas. "Una de nuestras tareas es desarrollar un software de calidad para mejorar la automatización del flujo de datos", explicó. Esta automatización permite una mejor gestión y comprensión de estos datos.

A medida que el mundo se acerca al Decenio de las Naciones Unidas de las Ciencias Oceánicas para el Desarrollo Sostenible, que comienza en 2021, estos datos son más necesarios que nunca. Se está trabajando con SDG Bergen Science Advice y Ocean Sustainability Bergen de la Universidad de Bergen para proporcionar datos y conocimientos basados en la investigación durante la década, entre los que se incluye una serie de recomendaciones para la meta 14.3. en el Resumen de Políticas de Bergen sobre los ODS.

En este enlace encontrará más información sobre las actividades que se realizan en nuestro centro ODS para el Objetivo 14.

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