8 de septiembre de 2023 

La educación es una fuerza liberadora para todos los niños y niñas, y una piedra angular para un mundo mejor. Es la base del futuro de todos los niños, niñas y jóvenes sobre la que se construyen sociedades prósperas y en las que reina la paz. 

En este día en el que el mundo conmemora el Día Internacional de la Alfabetización (8 de septiembre), debemos garantizar que las niñas y niños afectados por conflictos armados, desastres provocados por el clima y desplazamientos forzados no se queden atrás, sino que están en primera línea para recibir una educación inclusiva y continuada. 

El Fondo mundial de las Naciones Unidas para la educación en emergencias y crisis prolongadas, La Educación No Puede Esperar (ECW, por sus siglas en inglés), y sus asociados estratégicos en todo el mundo están dando importantes pasos para garantizar que todos los niños, niñas y adolescentes que viven en contextos de crisis tienen acceso a una educación de calidad, a pesar del caos que los rodea. Así, les proporcionamos de forma conjunta una oportunidad para progresar y resurgir de las cenizas de los conflictos y desastres. 

El Informe anual sobre los resultados del ECW de 2022 proporciona un exhaustivo análisis de los desafíos, tendencias y oportunidades actuales que se derivan de estas inversiones. Este apoyo aumenta de forma significativa nuestras posibilidades de cumplir con las promesas previstas en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), el Acuerdo de París sobre el cambio climático y otros pactos internacionales. 

Una crisis educativa mundial 

Los desafíos a los que nos enfrentamos son enormes. Nuestro Estudio Sobre Estimaciones Mundiales de 2023 indica que hay 224 millones de niños afectados por la crisis que necesitan urgentemente una educación de calidad. Este creciente número debería hacer saltar todas las alarmas para que recordemos lo que se debe hacer: invertir en educación y en aquellos que están más desatendidos. 

Los datos son reveladores: la mitad de los niños y niñas fuera de la escuela se concentran en ocho países: Afganistán, República Democrática del Congo, Etiopía, Malí, Myanmar, Nigeria, Pakistán y Sudán.  

La calidad de la educación en estos países, así como otras crisis existentes, son sumamente preocupantes. De los 224 millones de niñas y niños mencionados anteriormente, solo el 11 por ciento están escolarizados y alcanzan los estándares mínimos en cuanto a competencia lectora y matemática; no obstante, carecen de comidas escolares, servicios sanitarios y psicosociales e instalaciones adecuadas de agua y saneamiento. 

El reto de la financiación es imperativo y debe abordarse sin más demora: la educación de estos niños simplemente no puede esperar. De hecho, la financiación para la educación en emergencias y crisis prolongadas ha aumentado en más de un 57 por ciento en tan solo tres años; de 699 millones de dólares estadounidenses a más de 1.100 millones en 2022. No obstante, a pesar de que la financiación aumentó en más de un 50 por ciento, las necesidades han crecido radicalmente en los últimos años, de 1.100 millones de dólares estadounidenses en 2019 a casi 3.000 millones para finales de 2022, según el nuevo Informe anual sobre los resultados del ECW de 2022. Solo un tercio de las necesidades educativas recibieron financiación en 2022, lo que ha creado una brecha que está dejando a más niños, niñas y adolescentes atrás y socavando los progresos del desarrollo en todo el mundo. 

Estamos en una encrucijada. Debemos tomar una decisión. ¿Abordamos ahora la crisis del aprendizaje de forma audaz y generosa o dejamos que se empeore? 

Debemos recordar que las crisis prolongadas están siendo las más duraderas de la historia reciente. Las personas desplazadas por conflictos armados, sequías, inundaciones y otros desastres provocados por el clima alcanzan cifras récord. Los niños y niñas vulnerables, especialmente los menores con discapacidad, siguen sufriendo violaciones de derechos humanos y acceso limitado a la educación. 

Una de cada 23 personas del planeta necesita ayuda humanitaria y protección. Se pasó de 274 millones a principios de 2022 a la cifra récord de 363 millones a 31 de julio de 2023, según la actualización de julio del Panorama global humanitario de 2023 de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas. 

La directora ejecutiva de La Educación No Puede Esperar, Yasmine Sherif, visita una clase en la inauguración de la escuela Lubile de educación primaria en la aldea de Mpungwe, en Tanganica (República Democrática del Congo) el 26 de octubre de 2022. © ECW/

Los desplazamientos internos también están aumentando. Hubo cerca de 61 millones de desplazamientos internos en 2022, un aumento del 60 por ciento con respecto a 2021 provocado principalmente por la guerra de Ucrania y nuevos episodios violentos en la República Democrática del Congo, Etiopía y Myanmar. 

La crisis climática también es una crisis educativa. Cada año, el cambio climático está afectando a la educación de 40 millones de niños y niñas en todo el mundo, según un reciente informe de posición elaborado por el Ministerio de Relaciones Exteriores y Asuntos del Commonwealth del Reino Unido. Los desastres provocados por el clima afectan a la capacidad de niños y niñas de estar y permanecer escolarizados. Además, incluso cuando los niños y niñas están escolarizados, los cambios del clima y ambientales, tales como el aumento de las temperaturas, sequías o inundaciones, afectan a su capacidad de aprendizaje. Estos impactos negativos en el aprendizaje no solo exacerban ciclos de pobreza y desigualdad, sino que también generan conflictos por la cada vez mayor escasez de recursos naturales. 

Y a pesar del consenso mundial existente en torno al hecho de que la inversión en la educación de las niñas ofrece uno de los mejores rendimientos, persisten las desigualdades de género en cuanto a tasas de acceso y finalización, sobre todo en la educación secundaria y en lugares con crisis agudas como Afganistán, Chad, Sudán del Sur o Yemen. 

Con estas duras cifras que nos recuerdan las necesidades humanitarias existentes, debemos tener presente que estos millones de personas necesitan urgentemente dejar de depender de ayuda humanitaria y poder disfrutar de su derecho al desarrollo socioeconómico. Una educación de calidad es la mejor inversión que podemos hacer para alcanzar los ODS y todos los derechos humanos. 

Una esperanza renovada 

Desde la creación del ECW en la Cumbre Humanitaria Mundial en 2016, el Fondo ha movilizado más de 1.500 millones de dólares estadounidenses y ha invertido en programas a lo largo de 44 países y situaciones de crisis. Además, los esfuerzos colectivos de movilización de recursos de los asociados y partes interesadas a nivel mundial, regional y nacional han ayudado a desbloquear 842 millones de dólares estadounidenses adicionales de inversión que sirvieron de contribución junto con la inversión del ECW en 22 países.  

En general, los programas de ECW han alcanzado los 8,8 millones de niñas y niños, incluidos 4,2 millones tan solo en 2022. Como respuesta a la mayor crisis educativa de la historia moderna, las subvenciones por la enfermedad por coronavirus (COVID-19), que se gestionaron rápidamente y salvaron vidas, llegaron a otros 32,2 millones de niñas y niños. 

También se están produciendo avances importantes para mejorar la calidad de la educación. En 2022, el 76 por ciento de las primeras respuestas de emergencia y el 69 por ciento de programas plurianuales de resiliencia dieron buena muestra de un cambio en los resultados educativos, en comparación con el 35 por ciento y el 50 por ciento de 2021. 

Estos impresionantes resultados se obtuvieron gracias a las inversiones amplias e integrales en educación para clases de recuperación, programas de alimentación escolar, transferencias de efectivo condicionadas, apoyo psicosocial y en materia de salud mental, formación del profesorado y servicios de agua, saneamiento, sanidad y protección. Todo esto incentiva que las familias envíen a sus hijos e hijas a la escuela y proporciona entornos para mejorar la calidad del aprendizaje. 

En Malí, el 89 por ciento de los niños que completaron un programa de aprendizaje de transición respaldado por el ECW e impartido por EduCo, Plan International, Save the Children y la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) realizó una fructífera transición a un sistema educativo formal en 2022. En Siria, el 76 por ciento de niñas que se benefician de la inversión de ECW proporcionada por Save the Children y UNICEF han demostrado haber mejorado sus habilidades de alfabetización. En Uganda, el 73 por ciento de los estudiantes ha avanzado un curso en la matemática y el 72 por ciento en la lectura gracias a un programa de ECW plurianual impartido por AVSI, la Luigi Guissani Foundation y Save the Children. En Colombia, las inversiones de ECW están estableciendo espacios de aprendizaje temporales para proporcionar habilidades esenciales a los estudiantes migrantes venezolanos mientras no se les asigna un centro de educación formal. En 2022, el programa llegó a casi 9.300 niños, de los que un 64 por ciento hizo la transición a la educación formal. 

Josveglys, una joven estudiante de Venezuela, se beneficia de un programa educativo de UNICEF respaldado por La Educación No Puede Esperar, en Colombia. © UNICEF/Suárez

El camino hacia adelante 

Junto con sus donantes estratégicos y los asociados responsables de la ejecución, ECW ha construido un movimiento mundial en la Nueva Forma de Trabajar de las Naciones Unidas y el Grand Bargain Agreement, incluida la coordinación y colaboración en forma de programa conjunto. 

El plan estratégico de ECW para el periodo entre 2023 y 2026 identifica cinco prioridades importantes: resultados de aprendizaje integrales; transformación de datos financieros mundiales; respuesta al cambio climático; situar la localización y participación comunitaria en el centro de las inversiones; y la continuación para avanzar en nuestros compromisos con la igualdad de género, la inclusión de la discapacidad, los servicios de salud mental y psicosociales, la protección y la atención a los desplazamientos forzados que afectan a desplazados internos y refugiados. 

Al invertir más por alumno, la ECW está trabajando para garantizar el equilibrio entre el alcance y la profundidad. Esta atención a la calidad por encima de la cantidad también incluye mejoras para programas de aprendizaje accesibles y personalizados, medidas integrales de desarrollo del profesorado, participación de la comunidad, actividades dedicadas a promover el bienestar socioemocional y clases con una cantidad de alumnos que se pueda gestionar bien. 

ECW hace un llamamiento a un nuevo nivel de compasión de sus donantes, del sector privado, de las fundaciones filantrópicas y de los individuos con un alto patrimonio neto para que asuman el desafío que tenemos ante nosotros mediante la provisión de 670 millones de dólares estadounidenses en financiación urgente para respaldar al ECW y sus asociados estratégicos a la hora de abordar los nuevos objetivos ambiciosos previstos en el Plan estratégico para el periodo entre 2023 y 2026 para alcanzar un total de 20 millones de niñas y niños. 

La educación es el factor más importante que impulsa el desarrollo del potencial de cada persona joven y su capacidad de labrar un futuro. No obstante, también es fundamental para alcanzar el desarrollo sostenible, la paz y la seguridad a nivel mundial. Ahora que esperamos con ansia la 78ª sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas y la Cumbre sobre los ODS, que se celebrará del 18 al 19 de septiembre de 2023 y aprovechamos la Cumbre sobre la Transformación de la Educación del año pasado, organizada por el Secretario General de las Naciones Unidas, debemos mantener la educación entre las prioridades de la agenda internacional y centrarnos firmemente en los niños, niñas, adolescentes y profesores que están más desatendidos. 

Las naciones que más se fortalecen son aquellas que educan. Las posibilidades de tener una mejor vida aumentan radicalmente cuando un niño o niña sabe leer y escribir. Cuando un niño o niña está escolarizado y se beneficia de una educación integral, centrada en la infancia y de calidad, despliega un contundente poder de resiliencia para aprender, desarrollar, alcanzar y construir un mundo mejor. Hoy en día, no podemos permitirnos tomar las decisiones equivocadas y perder esta oportunidad. La encrucijada solo tiene una salida viable: la de la inversión en la educación de calidad. 

 

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