2 de diciembre de 2022

El ser humano, al igual que los microorganismos, las plantas y los animales, necesita comida suficiente para sobrevivir. Sin embargo, más allá del suministro de energía y nutrientes esenciales, los alimentos también deben ser seguros para prevenir enfermedades y la ingesta de sustancias tóxicas peligrosas.

El suelo no solo nos proporciona el 95% de los alimentos que consumimos, sino que silenciosamente también nos aporta casi todos los servicios y las funciones de los ecosistemas necesarios para la existencia de la vida sobre la Tierra. Esta fina capa del planeta, que los humanos pisamos a diario, también es la responsable de limpiar, filtrar y almacenar agua; reciclar nutrientes; regular el clima y las inundaciones; y eliminar el dióxido de carbono y otros gases de la atmósfera, todo ello a la vez que alberga cerca de un cuarto de las especies animales que habitan la Tierra.

El principal desafío de la gestión sostenible del suelo es alcanzar un equilibrio entre los muchos servicios ecosistémicos que presta el suelo y la necesidad de aumentar la producción de alimentos.

Hoy celebramos el noveno Día Mundial del Suelo de las Naciones Unidas bajo el lema “Los suelos: origen de los alimentos”. El objetivo de esta celebración es concienciar acerca de la importancia de los suelos sanos, además de animar a los ciudadanos de todo el mundo a luchar por el suelo.

La defensa de los suelos es más importante que nunca, dado que nos enfrentamos a una crisis de alimentos y fertilizantes debido a los retos de la recuperación posterior a la COVID-19, a los conflictos persistentes y al número cada vez mayor de datos que señalan el impacto del cambio climático. Si bien la seguridad alimentaria es un objetivo global que requiere valorar múltiples factores, el estado de la fertilidad del suelo es la piedra angular en la que se basan todos los sistemas de producción agrícola. Y los suelos sanos y bien nutridos son esenciales para alcanzar este objetivo.

Una de las principales dimensiones de la seguridad alimentaria es la producción de alimentos suficientes, que puede promoverse mediante la mejora de la fertilidad inherente del suelo. Nuestro concepto de fertilidad se ha ampliado con el paso del tiempo y ahora se reconoce como la capacidad del suelo de permitir el crecimiento de las especies vegetales proporcionándoles no solo los nutrientes esenciales, sino también las condiciones químicas, físicas y biológicas como hábitat para el crecimiento de las plantas.

Los suelos tienen la extraordinaria capacidad de almacenar, transformar y reciclar los nutrientes que todos nosotros necesitamos para sobrevivir, de modo que permiten que la vida continúe. De los 18 nutrientes que son esenciales para las plantas, 15 los proporciona el suelo, siempre que esté sano. Si las plantas carecen de los nutrientes esenciales —incluidos macro y micronutrientes—, no se desarrollan como deberían y disminuyen el rendimiento de los cultivos y el valor nutricional. La carencia crónica de micronutrientes —aquella derivada de suelos y cultivos deficientes en nutrientes— provoca hambre oculta, que ya afecta a más de 2 000 millones de personas en todo el mundo.

Uno de los principales desafíos para conseguir una fertilidad del suelo equilibrada radica en encontrar un papel sostenible para los fertilizantes en la producción vegetal. El uso excesivo e indebido de fertilizantes genera excesos de nutrientes dañinos en los campos de cultivo y provoca diversos problemas medioambientales, entre ellos el deterioro de la calidad del agua y la eutrofización de los ecosistemas acuáticos, el agravamiento del cambio climático —debido a un aumento de la liberación de gases de efecto invernadero y a la contaminación del suelo— y malas cosechas. En otros lugares del mundo, el aporte insuficiente de nutrientes hace que las agoten los existentes, de manera que se reduce el rendimiento de los cultivos y se producen deficiencias de micronutrientes en las cosechas.

Así pues, nuestros suelos están en peligro, sobre todo debido a las actividades humanas. Un tercio de los suelos del mundo ya están degradados y la tendencia va en aumento, debido a diez amenazas: la erosión del suelo por el viento, el agua y la labranza; la pérdida de carbono orgánico del suelo; la gestión inadecuada de los nutrientes; la salinización y la sodificación; la contaminación del suelo; la compactación; la acidificación; la pérdida de biodiversidad del suelo; y el sellado y el anegamiento el suelo. La gravedad de las amenazas varía de unas regiones a otras. La erosión del suelo y el agotamiento de los nutrientes siguen siendo problemas graves en Áfricala compactación, el sellado y la contaminación del suelo predominan en Europala acidificación y la erosión del suelo y la gestión inadecuada de los nutrientes son las principales amenazas en Asiala erosión y la salinidad del agua y la gestión inadecuada de nutrientes imperan en América Latina y América del Nortela salinidad del suelo amenaza la producción vegetal en el Cercano Oriente y el Norte de África y en algunas zonas de Eurasia; y la acidificación de los suelos asociada al tratamiento con fertilizantes y al cultivo de leguminosas es una amenaza grave en Asia y Australia.

Los suelos se han convertido en uno de los recursos más vulnerables del mundo. Su degradación genera pobreza, al desencadenar la migración de las zonas rurales a las urbanas. Cuando la población se ve obligada a desplazarse porque no puede cultivar sus tierras para obtener alimentos o ingresos, se ponen en peligro la seguridad alimentaria, la adaptación al cambio climático e incluso el desarrollo sostenible.  

Varias de estas amenazas están estrechamente relacionadas con el cambio climático provocado por el ser humano. El suelo constituye el mayor reservorio de carbono terrestre y desempeña un papel crucial en el balance mundial del carbono, dado que regula los procesos biogeoquímicos dinámicos y el intercambio de gases de efecto invernadero (GEI) con la atmósfera. El primer metro de suelo que se encuentra sobre la superficie contiene aproximadamente 1 460 000 millones de toneladas de carbono orgánico, lo cual equivale a casi el doble del carbono atmosférico (840 000 toneladas) y a más del doble del que almacena la vegetación (650 000 millones de toneladas).

Si los suelos se gestionan de forma sostenible, este carbono orgánico seguirá estando almacenado en el suelo y contribuirá a generar resiliencia y una mayor adaptación al cambio climático. Por el contrario, si se gestionan de forma incorrecta, los suelos acelerarán el cambio climático al liberar no solo dióxido de carbono, sino también otros gases de efecto invernadero aún más potentes, como el óxido nitroso y el metano.

Los suelos sanos y bien nutridos son esenciales para conseguir la seguridad alimentaria. Ronald Vargas

La recarbonización de los suelos de todo el mundo constituye una opción viable para hacer frente a los desafíos globales de nuestro tiempo. Los suelos gestionados de forma sostenible tienen el potencial para compensar hasta el 34% de las emisiones anuales de GEI a escala mundial, secuestrando hasta 560 millones de toneladas de carbono, o lo que es lo mismo, 2 050 millones de toneladas de CO2 equivalente. Los agricultores pueden ser agentes de cambio si adoptan buenas prácticas. Sin embargo, esta tarea no puede recaer solo en ellos, deben facilitarse incentivos y establecerse un entorno propicio para que esto suceda. Debemos ayudar a los agricultores a adoptar prácticas de gestión sostenible del suelo adaptadas al país, que combinen los conocimientos científicos y locales. Esto restablecerá el equilibrio y la armonía de nuestros suelos.

Invertir en suelos sanos aporta numerosos beneficios, incluidos los relacionados con el clima. Mejorará la productividad, la producción de alimentos más saludables, el almacenamiento de agua y la conservación de la biodiversidad, aumentando así la sostenibilidad y resiliencia de los sistemas agroalimentarios.

La defensa de nuestros suelos, nuestros aliados silenciosos, es una tarea que debemos realizar todos los días. Aun así, somos optimistas, porque ahora se han puesto en marcha numerosas iniciativas a escala regional, nacional y mundial para proteger este importante recurso y, a ser posible, mejorar la salud de nuestros suelos.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) ha asumido el liderazgo en la promoción de una gestión sostenible del suelo a través de su Alianza Mundial sobre los Suelos. Los miembros y múltiples partes interesadas colaboran como coalición por el bien de los suelos. Las iniciativas abarcan las herramientas normativas, el desarrollo de la capacidad, la generación de información sobre el suelo, el desarrollo de actividades sobre el terreno, la concienciación y la defensa de los suelos. Muchos estudios de síntesis recientes han demostrado que las técnicas de gestión sostenible que estamos aplicando dan buenos resultados, impiden una mayor degradación e incluso regeneran la salud del suelo.

La FAO está decidida a catalizar este impulso y garantizar que la gestión sostenible del suelo aumente con el paso del tiempo. Es hora de incrementar las prácticas sostenibles y las inversiones en la gestión sostenible del suelo.

Es necesario ahora —más que nunca— si queremos que nuestros hijos sigan disfrutando de la extraordinaria gama de servicios que nos presta el suelo. Después de todo, los suelos son inherentes a nuestro origen y, como tales, los suelos sanos deben ser el legado de nuestro futuro.

¡Feliz Día Mundial del Suelo!

Para más información sobre el Día Mundial del Suelo y para registrarse en los actos oficiales, visite: https://www.fao.org/world-soil-day/es/?utm_source=twitter&utm_medium=social%20media&utm_campaign=fao.

 

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