Pese al incremento progresivo en el uso de la energía, por primera vez en cuatro décadas, las emisiones de carbono mundiales relacionadas con el consumo energético se mantuvieron estables en 2014, en paralelo al crecimiento de la economía mundial. Esta estabilización se ha atribuido parcialmente a un aumento de la penetración de la energía renovable y a las mejoras en materia de eficiencia energética, aspectos ambos que se han intensificado drásticamente en los últimos años.

La evolución de la energía renovable ha superado todas las expectativas. La demanda mundial de energías renovables se ha incrementado de forma constante, al igual que el consumo energético, sobre todo en los países en desarrollo. La producción y la capacidad de instalación a nivel mundial relativas a todas las tecnologías de la energía renovable se han incrementado igualmente, ya que la mayoría de tales tecnologías ha experimentado una reducción significativa de los costos en todo el mundo y ha logrado la paridad en algunos mercados. Como se describe en el informe Renewables 2015 Global Status Report de la Red de Políticas de Energía Renovable para el siglo XXI (REN21), los objetivos de energía renovable y las políticas de apoyo se han generalizado en todo el mundo y, actualmente, el número de países que han implantado alguno de estos dos instrumentos asciende a 164 y 145, respectivamente.[1]

De igual manera, las medidas de eficiencia energética se han incrementado a nivel mundial. En consecuencia, la intensidad energética mundial disminuyó a una tasa promedio anual compuesta de aproximadamente un 1,25% entre 1990 y 2013, y la mayoría de las regiones del mundo lograron mejoras en la intensidad energética agregada durante este período. Los objetivos de eficiencia energética están implantados, a día de hoy, en todos los niveles gubernamentales. Es posible encontrar normas y programas de etiquetado en al menos 81 países, mientras que la normativa aplicable a motores eléctricos utilizados en aplicaciones industriales está implantada en un mínimo de 44 países. Asimismo, las normas de economía de combustible aplicables a los vehículos abarcan aproximadamente el 70% del mercado mundial de vehículos ligeros.[2]

Del mismo modo que algunos países han estado a la vanguardia del desarrollo de la energía renovable y la elaboración de políticas de apoyo a este tipo de energía, hay países que utilizan la energía de forma más eficiente que otros, y los ahorros potenciales varían enormemente entre países y regiones. No obstante, en todos los países y sectores económicos, es posible aumentar las sinergias entre medidas de eficiencia energética y energías renovables y, a menudo, al reforzar uno de estos aspectos, se refuerza a su vez el otro. Tanto en contextos técnicos como normativos, la energía renovable puede tener un efecto positivo en la eficiencia energética y viceversa.

Sinergias técnicas

En la prestación de servicios energéticos básicos, las posibles pérdidas pueden darse en cada fase del proceso de extracción, transformación, transporte, distribución y utilización final. Cada una de estas etapas ofrece oportunidades para mejorar la eficiencia energética del sistema en general. Aunque este fenómeno es beneficioso, independientemente de la fuente de energía primaria, existen ciertas sinergias entre las fuentes de energía renovable y la eficiencia energética.[3]

La importancia de la función de las energías renovables en el suministro de energía primaria puede aumentar al incrementarse la eficiencia en la prestación de servicios energéticos. A medida que aumenta el porcentaje correspondiente a energías renovables, se requiere menos energía primaria para proporcionar el mismo número de servicios energéticos. Ambos factores colaboran para minimizar los costos económicos y ambientales en todo el sistema. Las energías renovables que no requieren entrada de combustible, por ejemplo, las energías eólica, solar e hidroeléctrica, mejoran intrínsecamente la eficiencia, ya que no exigen conversión térmica. La energía renovable distribuida, junto con las mejoras en la eficiencia energética, reducen la demanda máxima de electricidad, a la vez que minimizan las pérdidas de transmisión y la congestión de la red. En esencia, las medidas de eficiencia energética y las energías renovables se apoyan mutuamente para permitir usos aplicados de la energía que de otro modo podrían no ser viables desde el punto de vista técnico o económico, lo que genera un resultado mayor que la suma de sus componentes.

Como se ha demostrado en un análisis efectuado recientemente por la Agencia Internacional de la Energía (AIE), las inversiones en energías renovables permiten facilitar el suministro de electricidad a los edificios eficientes, especialmente cuando dichas energías renovables no están conectadas a la red eléctrica.[4] Los edificios eficientes, combinados con la generación de energía renovable in situ, reducen la demanda de los usuarios finales, las pérdidas energéticas y la congestión de la red eléctrica, así como los costos de transporte de combustible. A medida que disminuyen los requisitos energéticos relativos a la utilización final, aumenta la capacidad de las fuentes renovables de densidad y baja energía para hacer frente al aumento de las necesidades energéticas; de esta manera, los objetivos vinculados al incremento del porcentaje de energía renovable dentro del consumo energético total se pueden lograr de forma más ágil mediante la adición de medidas de eficiencia energética. La reducción del costo de la prestación de los servicios relacionados con la utilización final, permite la posibilidad de destinar el dinero ahorrado a financiar nuevas mejoras en materia de eficiencia y/o al desarrollo de energías renovables. Este fenómeno no discrimina entre sectores y es válido en el caso de edificios, servicios eléctricos, transporte e industria.

En un documento reciente de la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA) y el Centro de Eficiencia Energética de Copenhague, se ha continuado analizando las sinergias técnicas para demostrar la repercusión potencial de las energías renovables en la eficiencia energética.[5] En comparación con el planteamiento actual, la intensificación del desarrollo de las energías renovables podría reducir la intensidad energética en algunos países entre un 5% y un 10% en 2030. Si tenemos en cuenta a la vez el potencial de la eficiencia energética y el de las energías renovables, se podría reducir la totalidad de la demanda energética mundial en un 25% para 2030. Tales reducciones se conseguirían, en parte, intensificando la implantación de las tecnologías de electrificación, aumentando la instalación de cocinas modernas y más eficientes (que duplican o triplican la eficiencia de conversión) y acelerando la transición al uso de las energías solar y eólica, cuya eficiencia es mayor que la de aquellas tecnologías que requieren conversión térmica. En muchos países en desarrollo, también existe la necesidad de aplicar medidas de eficiencia en los sistemas híbridos no conectados a la red eléctrica y en la energía renovable distribuida.

Sinergias normativas

La eficiencia energética y las energías renovables también tienen una repercusión mutuamente beneficiosa en la elaboración de políticas. Son cada vez más los países que han establecido objetivos en materia de energía renovable y eficiencia energética, así como políticas de apoyo. Sin embargo, en la mayoría de los casos, aún no se ha producido una vinculación sistemática entre ambos aspectos y, a veces, estos incluso compiten entre sí. No obstante, las políticas cada vez abordan en mayor medida las cuestiones de la energía renovable y la eficiencia energética de manera conjunta, principalmente estableciendo incentivos en el sector de la construcción, además de algunas normativas y objetivos aplicables en el ámbito económico en general.[6] La vinculación de ambos aspectos se da más fácilmente a nivel local, aunque existen cada vez más pruebas, en un número cada vez mayor de países, de la coordinación de políticas y la mejora de las iniciativas de comunicación y concienciación entre los encargados de la formulación de políticas y las partes interesadas a nivel nacional.[7]

Han surgido tres principales enfoques normativos que vinculan la eficiencia energética y las energías renovables:

  1. Fomento de las energías renovables y la eficiencia energética de forma paralela (por ejemplo, estableciendo objetivos paralelos en relación con ambos elementos).
     
  2. Integración de las energías renovables y la eficiencia energética (por ejemplo, estableciendo normas relativas a las fuentes de energía renovable y la eficiencia energética).
     
  3. Exigencia de implantación conjunta de las energías renovables y la eficiencia energética (por ejemplo, introduciendo mejoras de la eficiencia energética junto con el desarrollo de energías renovables).[8]

Se han establecido objetivos combinados de eficiencia energética y energías renovables en todos los niveles gubernamentales, entre los que se incluye el nivel regional en el caso de la Unión Europea. Los encargados de la formulación de políticas también están empleando reglamentos e incentivos fiscales para promover ambos aspectos de manera conjunta, en especial, en el sector de la construcción.[9] Asimismo, las organizaciones que centran su labor en el desarrollo sostenible utilizan de forma estratégica las energías renovables junto con la eficiencia energética. Las organizaciones internacionales también se han sumado juntas a la iniciativa “Energía Sostenible para Todos” de las Naciones Unidas, con un triple objetivo: garantizar el acceso universal a la energía, mejorar las tasas de eficiencia energética y lograr la expansión a nivel mundial de las energías renovables.[10] Acelerar el aprovechamiento del potencial de las energías renovables es una tarea que debe ir acompañada de la aplicación de medidas de eficiencia energética encaminadas al logro de todos los objetivos de acceso a la energía de dicha iniciativa; no bastará con intentar lograr lo uno sin lo otro.

Además, los objetivos y las políticas en materia de energías renovables pueden estimular la inversión en medidas de eficiencia energética. Cuanto más ambicioso sea el objetivo relativo a las energías renovables, más imprescindible será centrarse en la eficiencia energética. El logro de objetivos relacionados con las energías renovables cada vez más ambiciosos puede conseguirse de forma más económica si se introducen mejoras de la eficiencia energética. La aplicación paralela de medidas en los ámbitos de las energías renovables y la eficiencia energética permite reducir los costos generales de un país en el marco de los esfuerzos realizados por cumplir dichos objetivos.[11] De forma similar, según las hipótesis de la AIE, la eficiencia energética desempeñaría la función más importante en la limitación del aumento de 2 °C de la temperatura del planeta prevista para 2050 y sería responsable de casi el 40% de la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero en el sector energético, mientras que las energías renovables contribuirían a aquella en un 30%.[12]

Avanzar juntos

Pese a los progresos logrados en el último decenio en la transición mundial a la energía limpia, aún es preciso realizar esfuerzos decididos y constantes. Se debe acelerar, tanto en el ámbito técnico como en el ámbito normativo, la vinculación potencial entre las energías renovables y la eficiencia energética. A la hora de establecer dicho vínculo, se pueden aplicar determinadas estrategias que aumenten su repercusión.

Los encargados de la formulación de políticas pueden aprobar marcos normativos estables a largo plazo, capaces de adaptarse a los cambios en el medio ambiente, para mantener e incrementar las inversiones. Asimismo, pueden establecer mecanismos de apoyo institucional, financiero, jurídico y normativo y fortalecerlos. Al aunar las energías renovables y la eficiencia energética, se debe aumentar la atención prestada al calentamiento y la refrigeración, así como al transporte y a la “consideración de la energía desde un punto de vista sistémico”. Por último, la mejora de la información y la concienciación sobre los mercados de las energías renovables distribuidas en los países en desarrollo, así como la mejora del acceso a la financiación anticipada, deberían ir acompañadas de la aplicación de medidas adicionales de eficiencia energética para promover el acceso a servicios energéticos modernos.

Con el fin de seguir intensificando las tendencias positivas de los últimos años, y si queremos garantizar la energía sostenible para todos, es preciso reconocer las sinergias existentes entre las energías renovables y la eficiencia energética.

Referencias

[1] Red de Políticas de Energía Renovable para el siglo XXI (REN21): Renewables 2015 Global Status Report. Annual Reporting on Renewables: Ten Years of Excellence (París, Secretaría de REN21, 2015), pág. 18. Publicado en www.ren21.net/gsr.

 

[2] Ibid., pág. 23.

[3]Ibid., pág. 113.

[4] Agencia Internacional de la Energía (AIE): Medium Term Energy Efficiency Market Report (París, Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) y AIE, 2015, pág. 86). Publicado en http://www.iea.org/publications/freepublications/publication/MediumTermE....

[5] Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA) y Centro de Eficiencia Energética de Copenhague: Synergies between Renewable Energy and Energy Efficiency. A working paper (Abu Dabi, IRENA y Copenhague, Centro de Eficiencia Energética de Copenhague, 2015).

[6] REN21: Renewables 2015 Global Status Report, pág. 121.

[7] Red de Políticas de Energía Renovable para el siglo XXI (REN21): Renewables 2013 Global Status Report (París, Secretaría de REN21, 2013). Publicado en http://www.ren21.net/Portals/0/documents/Resources/GSR/2013/GSR2013_lowr....

[8] REN21: Renewables 2015 Global Status Report, pág. 121.

[9] Ibid., págs. 119 y 120.

[10] REN21: Renewables 2013 Global Status Report, pág. 71.

[11] REN21, Renewables 2015 Global Status Report.

[12] REN21, Renewables 2015 Global Status Report.