1 marzo 2008

En diferentes partes de la región de los países árabes, ha sido desigual el progreso hacia el logro de los objetivos de desarrollo del Milenio (ODM). Los países árabes donde es más alto el ingreso per cápita tienen mejores posibilidades de alcanzar los ODM que los que tienen un menor nivel de ingreso. En general, se han logrado adelantos en cuanto a la alfabetización de los jóvenes, la igualdad entre hombres y mujeres y la mortalidad infantil. No obstante, persiste la pobreza generalizada, especialmente en las zonas rurales de Djibouti, Mauritania y el Yemen. El hambre es una continua amenaza en países como Somalia, donde siguen prevaleciendo el paludismo y la tuberculosis, y lo propio ocurre en las Comoras, Djibouti, Mauritania y el Sudán.
El escaso progreso registrado por muchos países árabes con respecto a los ODM se atribuye principalmente a la ausencia de buenas políticas nacionales y a la insuficiencia de los recursos asignados a sus programas, mientras que otros países, entre ellos el Iraq, Palestina y Somalia, no están logrando ningún adelanto debido a los conflictos armados.


Recursos nacionales. Los países árabes también cuentan con recursos nacionales, principalmente impuestos e ingresos procedentes del petróleo, para financiar la creciente demanda de servicios públicos y ampliar el alcance de la red de seguridad social. Los Gobiernos de esos países dedican, en promedio, un 32% de su gasto a programas sociales y un 18% a servicios públicos. Algunos de ellos han logrado notables éxitos en cuanto a alcanzar los ODM, gracias a gastos oficiales con propósitos bien definidos, en forma de subsidios, pagos en efectivo y en especie a los jóvenes, inclusive la provisión directa de servicios públicos, entre ellos, abastecimiento de agua potable, saneamiento, educación, atención de la salud y vivienda.


El empleo en el sector público también se ha utilizado como instrumento para redistribuir el ingreso a favor de los necesitados y como medio de mitigar el desempleo que ocurre como consecuencia directa de la pobreza y la exclusión social. No obstante, estos programas están sobrecargando los recursos de muchos países árabes de bajos ingresos. En muchos casos, la gran ineficiencia y el inadecuado desempeño de la administración pública son causas de fracaso en el logro de las metas establecidas. Éste es especialmente el caso de los subsidios para alimentos y energía, que en muchos casos se desvían hacia quienes no los necesitan.


Hay en los países árabes cauces oficiosos de protección social que son ampliamente utilizados, entre ellos fundaciones de caridad y organizaciones no gubernamentales (ONG). Esas instituciones han contribuido en gran medida a la lucha contra la pobreza. No obstante, necesitan efectuar la transición desde los instrumentos de apoyo al ingreso a corto plazo, hacia la creación de empleos productivos y sostenibles para las personas vulnerables de la sociedad.


Asistencia internacional para el desarrollo.
La asistencia oficial para el desarrollo (AOD) tiene importancia vital para el desarrollo económico y social de los países pobres, especialmente cuando puede orientarse hacia el logro de los ODM. Pero el importe de la asistencia a la región no ha sido suficiente, dado que los países árabes con ingresos medianos, en su mayoría, no se consideran prioritarios a la hora de asignar la asistencia internacional para el desarrollo. Por otra parte, esa asignación se ha basado con frecuencia en las prioridades políticas de los donantes, que excluyen a muchos países en situación desventajosa.


En 2005, la asistencia al desarrollo de la región ascendió aproximadamente a 29.000 millones de dólares, es decir, un 27% del importe neto de AOD que se aporta en total a los países en desarrollo. Históricamente, los mayores receptores de AOD fueron Egipto, Jordania, Marruecos, Palestina, el Sudán y el Yemen; pero esos importes están fuera de proporción con los sustanciales importes de AOD dedicados a la reconstrucción del Iraq. Durante la mayor parte del decenio de 1990 y hasta 2004, el importe neto de la AOD anual a la región de los países árabes osciló entre 5.000 millones y 11.000 millones de dólares. La asistencia aportada a algunos países árabes por otros países árabes de la región representó un alto porcentaje de esos totales.


Asistencia interregional al desarrollo.
El importe acumulativo neto de AOD aportada por donantes árabes (países e instituciones financieras) a partir de 1970 y hasta fines de 2006 asciende a 128.000 millones de dólares. Según se estima, el importe neto anual medio de AOD desembolsado en el período 2000-2006 ascendió a más de 2.000 millones de dólares. En 2006, la participación correspondiente a la región en el importe total de recursos financieros prometidos por donantes árabes era de un 65%. Aproximadamente un 20% del importe total acumulativo de AOD comprometido por instituciones financieras árabes, que se estima en 49.000 millones de dólares, se destinó a educación básica, atención primaria de la salud y vivienda, así como a apoyo a corto plazo a la balanza de pagos. Del total, un 54% se destinó a la infraestructura básica y el resto se dedicó a actividades productivas, especialmente agricultura y minería.


El papel del Fondo Árabe de Desarrollo Económico y Social (FADES). El objetivo general del Fondo es apoyar el desarrollo económico y social de los países de la región mediante la provisión de préstamos en condiciones favorables y de asistencia financiera. Alcanzar los ODM mediante la reducción de la pobreza y el acceso a los servicios sociales básicos es el propósito fundamental de la mayoría de las operaciones del Fondo Árabe. Desde que comenzó sus operaciones en 1974, el Fondo Árabe ha otorgado 520 préstamos en beneficios de 17 países árabes, por un valor total de aproximadamente 20.000 millones de dólares. Esos préstamos abarcaron una amplia gama de proyectos de inversión en los sectores tanto público como privado. Del importe total, las dos terceras partes se asignaron a importantes proyectos de infraestructura.En los últimos 15 años, el Fondo Árabe ha asignado aproximadamente un 48% del total de sus inversiones en infraestructura al sector de energía y electricidad, un 38% al transporte y las telecomunicaciones y un 14%, a los sistemas de abastecimiento de agua y desagües cloacales. Aun cuando muchos de esos proyectos no están directamente vinculados a la lucha contra la pobreza, hay pruebas incontestables de la importancia de ampliar los servicios básicos y establecer una infraestructura accesible, fiable y costeable para la reducción de la pobreza y el logro de los ODM.


Los préstamos con destino al sector social representaron un 9% del total de los fondos prometidos, y se hizo gran hincapié en los proyectos de desarrollo humano, inclusive la financiación de la educación a todos los niveles, así como en la capacitación técnica. Algunos proyectos han contribuido directamente a la mitigación de la pobreza mediante el establecimiento de fondos sociales y la ejecución de programas de obras públicas, microcrédito y creación de empleo. El Fondo Árabe también ha otorgado 846 subsidios de asistencia técnica, por un total aproximado de 460 millones de dólares, importe destinado a una amplia gama de esferas económicas y sociales pertinentes a los ODM.


Remesas enviadas por los trabajadores.
Las remesas han pasado a ser un muy importante recurso financiero para los países árabes y su importe es superior al de la AOD y las inversiones extranjeras directas. Según se estima, en 2004 las remesas a países árabes receptores ascendieron a unos 24.000 millones de dólares, es decir, un 15% del total de las remesas de trabajadores a todos los países en desarrollo. En esas cifras no se refleja cabalmente el monto real de las remesas, dado que, según se cree, las transferencias de dinero por cauces oficiosos constituyen una importante porción del total que llega a la región.


Aun cuando el importe de las remesas a los 12 países árabes receptores registradas oficialmente no es muy grande, constituyen una proporción sustancial del producto interno bruto de muchos países, entre ellos el Líbano (26%), Jordania (20%), Palestina (16%) y el Yemen (9%). Dichas remesas han sido una valiosa fuente de inversión y de consumo; pero están concentradas en países de ingresos medianos; los países árabes de bajos ingresos, salvo los casos del Sudán y el Yemen, casi han sido dejados de lado. Los países árabes todavía no han emulado el éxito de otros países, entre ellos el Brasil, México y Turquía, en cuanto a emitir títulos o valores bursátiles respaldados por las remesas (titularización de las futuras remesas) y crear así instrumentos financieros a largo plazo en condiciones favorables. Esos fondos podrían destinarse a financiar proyectos de importancia social que sean pertinentes a los ODM.


Iniciativas para la reducción de la deuda.
Esas iniciativas no sólo mitigan la negativa influencia de la deuda pendiente sobre la capacidad de los países endeudados para satisfacer las necesidades básicas de sus poblaciones, sino que además posibilitan la obtención de nuevos recursos en términos favorables para contribuir al logro de algunos ODM. Dos iniciativas recientes, la Iniciativa para la reducción de la deuda de los países pobres muy endeudados (HIPC) y la Iniciativa para el Alivio de la Deuda Multilateral (IADM), están contribuyendo a reducir la carga de la deuda de los países muy pobres de todo el mundo. Se han beneficiado con esas iniciativas, o se prevé que se han de beneficiar, varios países árabes de bajos ingresos. Por ejemplo, en 2006, con arreglo a la IADM se redujo la deuda de Mauritania en unos 900 millones de dólares. También se prevé que, en virtud de la IADM, se han de beneficiar las Comoras, Somalia y el Sudán. Muchos países árabes, entre ellos Argelia, Egipto, Iraq, Jordania, Mauritania, Marruecos, Somalia, el Sudán y el Yemen, se han beneficiado con el marco establecido por el Club de París.


Otras fuentes de financiación.
Recientes investigaciones han destacado la función del acceso a servicios financieros en la reducción de la pobreza y el logro de varios ODM, especialmente en zonas rurales. Al respecto, se determinó que la microfinanciación es un importante instrumento para arrancar a mayor cantidad de personas de la pobreza y proporcionarles fuentes de ingresos sostenibles. En la región de los países árabes, la experiencia con la microfinanciación es relativamente reciente y es mucho lo que se puede aprender de anteriores experiencias exitosas. En 2000, el número de programas de microfinanciación en la región era inferior a 60, con una base de clientes de unas 170.000 personas. En Egipto, Jordania y Marruecos, en particular, esos programas se utilizaron para desarrollar microempresas y mejorar las condiciones de vida de los pobres, alentando las inversiones en bienes productivos.


Actualmente, va en aumento el número de instituciones interregionales y regionales, como el Programa Árabe del Golfo para las Organizaciones de Desarrollo de las Naciones Unidas (AGFUND), que participan activamente en el establecimiento de instituciones de microfinanciación en los países árabes. No obstante, para que los programas de microfinanciación tengan éxito en la región, es preciso que los bancos locales desempeñen un papel prominente, con el apoyo de los gobiernos. Actualmente, esos programas tropiezan con un grave problema de sostenibilidad, dado que no pueden recaudar fondos suficientes y debido a que su cobertura de la población de pobres sigue siendo limitada. Se han logrado grandes adelantos hacia la consecución de los ODM, pero es preciso intensificar mucho los esfuerzos.

 

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