Nuevos desafíos que requieren diferentes enfoques

Los desafíos que enfrentamos en la actualidad no tienen precedentes. Cabe mencionar, por ejemplo, los conflictos constantes, el aumento del extremismo violento y los obstáculos al desarrollo sostenible, como la pobreza extrema, la desigualdad de género y económica, los refugiados y los desplazados internos, y el cambio climático. Estos desafíos tienen un alcance mundial y están entrelazados por naturaleza.

Por lo tanto, es muy necesario adoptar un enfoque holístico e integrado que englobe los tres pilares de las Naciones Unidas: la paz y la seguridad, el desarrollo y los derechos humanos. También debemos abordar los componentes básicos y fundamentales del problema en cuestión; que son las mentalidades, las actitudes, las orientaciones y las relaciones de las personas entre sí.

António Guterres, Secretario General de las Naciones Unidas, ha destacado la paz y la prevención de los conflictos como uno de los temas más importantes y acuciantes para las Naciones Unidas. El concepto emergente de sostenimiento de la paz, puesto de manifiesto en las dos resoluciones fundamentales1 aprobadas tanto por el Consejo de Seguridad como por la Asamblea General en abril de 2016, subrayó la importancia de prevenir los conflictos y abordar sus causas profundas, y la necesidad de prestar mayor atención a la reconstrucción y la reconciliación después de un conflicto.

En particular, la prevención del extremismo violento se ha convertido en una prioridad importante de las Naciones Unidas. El extremismo violento y la radicalización empiezan a provocar inestabilidad, conflicto, violencia o incluso atrocidades en los países y entre ellos. Se sabe que el Estado Islámico en el Iraq y el Levante (EIIL) ha contactado o reclutado a unas 40.000 personas de más de 100 países. Se tiene constancia de que muchos de ellos han completado niveles superiores de educación. También se ha constatado un mayor uso de Internet y los medios sociales por parte de los terroristas y sus seguidores para reclutar e incitar a los jóvenes, ya que estos son más susceptibles y vulnerables a los mensajes y los relatos extremistas. La visión del mundo y la mentalidad de los jóvenes, así como su sentido de identidad y pertenencia, a menudo no tienen mucha consistencia y son permeables. Ahora es pertinente la orientación de la educación, y no solo su calidad.

El porqué de la ciudadanía mundial y el avance de su discurso

En este contexto, se ha prestado mayor atención a la educación para la ciudadanía mundial como enfoque fundamental y a largo plazo para hacer frente a los crecientes desafíos mundiales. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), las generaciones presentes y futuras necesitan la educación para la ciudadanía mundial, que “busca empoderar a los estudiantes para que participen y asuman roles activos, tanto local como globalmente, para enfrentar y resolver los desafíos mundiales y, en última instancia, volverse contribuyentes, en una actitud proactiva, de un mundo más justo, pacífico, tolerante, inclusivo, seguro y sostenible”2.

La comunidad internacional debería abordar el modo de conseguir que la educación para la ciudadanía mundial sea inclusiva y respetuosa, universal en sus principios y local en su impacto, y que pueda dotar a todos los estudiantes de las capacidades y las cualidades necesarias para dar respuesta a los complejos problemas que enfrenta la humanidad en la actualidad.

Así pues, la ciudadanía mundial no es un mero programa educativo, sino un nuevo discurso global sobre la manera de construir un entorno en todo el mundo en el que se pueda transmitir a la próxima generación un sentido de ciudadanía mundial. Esta cuestión lleva ya un tiempo despuntando en la agenda educativa como cuestión novedosa. En 2012 la Iniciativa Mundial La Educación ante Todo de las Naciones Unidas ya mencionaba la ciudadanía mundial como uno de los tres pilares, junto con el acceso a la educación y la calidad del aprendizaje. La Iniciativa Impacto Académico, puesta en marcha en 2010, incluía la ciudadanía mundial como uno de sus 10 principios. Y la Alianza de Civilizaciones de las Naciones Unidas integra la educación entre sus cuatro pilares, junto con los medios de comunicación, la juventud y la migración. En el marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que se han convertido en un punto de referencia, la meta 7 del Objetivo 4 contiene referencias a la ciudadanía mundial, y el párrafo 36 de la Declaración de la Cumbre sobre el Desarrollo Sostenible, Transformar nuestro mundo: la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, también pone explícitamente de manifiesto la ciudadanía mundial3.

Conceptos clave de la ciudadanía mundial: dignidad humana; relaciones con las personas; relaciones con las personas necesitadas; relaciones con el planeta

Los objetivos y propósitos que caracterizan la acción de la educación para la ciudadanía mundial son ahora fundamentalmente el respeto por la dignidad humana, los derechos humanos y otros valores universales. Este reconocimiento de la importancia del respeto por la dignidad debe estar presente en la educación para la ciudadanía mundial a lo largo de nuestra vida, en reflejo del proceso definido en el Informe de Delors a la UNESCO de 1996 como “aprender a ser”. Considerada como una oportunidad para desarrollar todo nuestro potencial a lo largo de toda la vida, es crucial para ayudar a las personas a “que florezca mejor la propia personalidad y se esté en condiciones de obrar con creciente capacidad de autonomía, de juicio y de responsabilidad personal”4.

Tomando como base este sentido de la dignidad humana y de los valores universales, los estudiantes aprenderán sobre tres relaciones: 1) las relaciones con las personas, 2) las relaciones con las personas necesitadas, y 3) las relaciones con el planeta.

Las relaciones con las personas se centrarán en el respeto y la comprensión mutuos, la tolerancia y la diversidad cultural con miras a contrarrestar el extremismo violento y la intolerancia y mejorar simultáneamente las buenas relaciones y la interconexión con otros, construyendo así en último término sociedades más pacíficas. Esta cuestión guarda cierta relación con otro pilar de la educación para la ciudadanía mundial, definido en el Informe de Delors como “aprender a vivir juntos”, “desarrollando la comprensión del otro y la percepción de las formas de interdependencia”5. En las relaciones con las personas necesitadas, los estudiantes cultivarán un sentimiento de compasión y empatía por los grupos marginados, aislados y vulnerables. Aprenderán todo el significado de “no dejar a nadie atrás” y cómo lograr la justicia social y superar las desigualdades. Este será un paso importante para ayudar a los jóvenes a trabajar juntos por una sociedad más justa, ecuánime, equitativa e inclusiva.

Las relaciones con el planeta ayudarán a reforzar nuestras responsabilidades mutuas en la protección de la Madre Tierra, asegurando el desarrollo sostenible y haciendo hincapié en la importancia del cambio climático y la protección del medio ambiente. Se sugerirá así la idea de una comunidad global que se mueve hacia un destino común.      

Ciudadanía mundial: configuración de las actitudes de las personas y el mundo

La ciudadanía mundial, si se introduce en una etapa temprana de la enseñanza primaria o secundaria, sentará unos sólidos cimientos para edificar el pensamiento crítico y un sentido de discernimiento y juicio sobre los valores fundamentales y universales de la humanidad. La ciudadanía mundial favorecerá el sentido de pertenencia a la comunidad global y la humanidad compartida. Fortalecerá la identidad y la solidaridad a nivel personal y local, así como la responsabilidad colectiva a nivel mundial.

Con el fin de fomentar la ciudadanía mundial, muchos países, entre ellos la República de Corea, se han esforzado por elaborar un plan de estudios o un libro de texto de uso escolar, con el apoyo de la UNESCO y de organizaciones no gubernamentales e institutos internacionales. Todas las pedagogías innovadoras —tales como el pensamiento crítico los diálogos y debates interactivos, el mayor uso de las disciplinas artísticas, la música, el diseño y los deportes, las salidas para trabajar la empatía, y la reunión con grupos de compañeros procedentes de diferentes culturas— son importantes para generar un plan de estudios para la ciudadanía mundial eficaz y de gran impacto. Es igualmente necesario un mecanismo de evaluación prudente y transparente.

Hay que fortalecer y dar continuidad al discurso sobre la ciudadanía mundial en el seno de las Naciones Unidas, con la participación de diferentes programas de la Organización como la UNESCO, la Iniciativa Impacto Académico, la Alianza de Civilizaciones de las Naciones Unidas, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y ONU-Mujeres, junto con organizaciones de la sociedad civil como el Comité Ejecutivo de las Organizaciones No Gubernamentales Asociadas con el Departamento de Información Pública y la Coalition for Global Citizenship 2030. La República de Corea, junto con Qatar, creó el Grupo de Amigos de la Educación para la Ciudadanía Mundial, que celebró una reunión inaugural en junio de 2017 y una segunda sesión en octubre de 2017 con la participación activa de 45 Estados miembros. El Grupo de Amigos seguirá desempeñando un papel destacado como plataforma central para fomentar la ciudadanía mundial en las Naciones Unidas y en todo el mundo.

La educación para la ciudadanía mundial está también en posición de construir fortalezas de paz en la mente de los hombres y las mujeres, como se pone de relieve en la Constitución de la UNESCO: “puesto que las guerras nacen en la mente de los hombres, es en la mente de los hombres donde deben erigirse los baluartes de la paz”. Esto contribuirá al respeto y la comprensión mutuos, la tolerancia, la alfabetización cultural y la diversidad para que el extremismo violento y la radicalización pierdan su fuerza. “No dejar a nadie atrás” seguirá siendo nuestro lema en nuestro esfuerzo por alcanzar colectivamente los objetivos finales de los ODS junto con los cinco pilares del desarrollo sostenible (Personas, Planeta, Prosperidad, Paz y Alianzas), así como justicia, inclusividad y dignidad. La ciudadanía mundial debe centrarse y se centrará en la humanidad, la civilidad y la dignidad.

Hacia una sociedad y un mundo más pacíficos, justos e inclusivos, donde los jóvenes serán el agente del cambio y la dignidad humana se conservará intacta

La ciudadanía mundial en sí misma puede ser uno de los objetivos generales más importantes de las Naciones Unidas, ya que abarca los tres pilares de la Organización.

Debemos alentar el crecimiento del diálogo y las relaciones sociales y comunitarias provocando, por ejemplo, más interacciones culturales o religiosas. Es necesario fortalecer la cultura de la paz. También se debe considerar la aplicación de más enfoques centrados en las causas fundamentales del conflicto, junto con el concepto de sostenimiento de la paz y consolidación de la paz. La creación de instituciones inclusivas y responsables, el estado de derecho y la buena gobernanza, junto con el empoderamiento de las mujeres y los jóvenes, deberían ser prioritarios en las sociedades y los Estados frágiles. La reducción de las desigualdades y la injusticia, así como la mejora de la cohesión social y la reconciliación, ayudarán a prevenir la aparición del parásito que representa el extremismo violento y la radicalización.

La participación de la juventud es absolutamente fundamental, ya que los jóvenes son los agentes del cambio y desempeñarán un papel de liderazgo en la consecución de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. La posesión de un fuerte sentido de pertenencia a la propia comunidad y la alimentación de la esperanza reducirán drásticamente la vulnerabilidad de los jóvenes ante la propaganda de los extremistas. Además, les dotará de resiliencia, poder de discernimiento y buen juicio para poder “decir no” a cualquier intento de los grupos extremistas. También tenemos que elaborar contraargumentos efectivos y positivos para tomar la iniciativa e imponernos a los argumentos negativos y destructivos.

En el párrafo 53 de la Declaración de la Cumbre sobre el Desarrollo Sostenible se afirma que “[e]l futuro de la humanidad y de nuestro planeta está en nuestras manos, y también en las de la generación más joven, que pasará la antorcha a las generaciones futuras”. Ante esta situación, no debemos dejar a los jóvenes sin preparación para perseverar ante los argumentos radicalizados. No podemos dejar de inculcar a los jóvenes una formación que les permita enfrentar los desafíos mundiales apremiantes, en particular el cambio climático, los refugiados y los desplazados. No podemos dejar que los jóvenes desconozcan el objetivo de “no dejar a nadie atrás” o la importancia de tener un sentido de compasión y empatía. Requerimos un nuevo liderazgo dotado de una ética de la ciudadanía mundial. Es esencial que todos los interesados clave, como los sectores público y privado, las organizaciones de la sociedad civil, el mundo académico, los docentes y los parlamentos, pero especialmente los jóvenes, que son los principales agentes de cambio, trabajen de consuno.

La educación de hoy tiene una rara oportunidad de contribuir sustancialmente a la paz y la seguridad. La ciudadanía mundial debe promoverse como un “movimiento social global” o un “contrato social global” para que la dignidad humana de todos se restaure y se conserve. Nuestro mundo actual debería transformarse positivamente en el mundo que queremos. Esto es realmente posible, en especial si mostramos decisión y trabajamos juntos a partir de la pasión y la compasión. La ciudadanía mundial debe ser un mecanismo sostenible y un proceso estratégico donde la dignidad humana ocupe un lugar central. La ciudadanía mundial será una prueba de fuego en tanto que objetivo principal y final de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, así como de las Naciones Unidas en su conjunto. No podemos permitirnos perder lo que nos jugamos, que es mucho y urgente, y más ahora que tenemos definitivamente ante nosotros la posibilidad de hacer del mundo un lugar más pacífico, justo, inclusivo y sostenible. 

Notas

  1. S/RES/2282 (2016) y A/RES/70/262.
  2. Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), Educación para la Ciudadanía Mundial: Preparar a los educandos para los retos del siglo XXI (2016), París. Disponible en http://unesdoc.unesco.org/images/0024/002449/244957s.pdf.
  3. A/RES/70/1.
  4. UNESCO, La educación encierra un tesoro. Informe a la UNESCO de la Comisión Internacional sobre la Educación para el Siglo XXI (1996), París, Ediciones UNESCO, pág. 34. Disponible en http://www.unesco.org/education/pdf/DELORS_S.PDF.
  5. Ibidem.