Existen acerca de 476 millones de indígenas en todo el mundo, que viven en 90 países distintos. Representan 5.000 culturas diferentes, y una increíble proporción de las casi 7.000 lenguas distintas que se hablan en el mundo.

La COVID-19 ha supuesto una grave amenaza para los pueblos indígenas de todo el mundo, que en muchos casos ya carecían de acceso a la atención sanitaria y otros servicios esenciales. A pesar de todo, los pueblos indígenas están buscando soluciones propias en sus propios idiomas, usando conocimientos, prácticas y medidas preventivas alternativas para luchar contra esta pandemia.

En la nueva serie “Somos Indígenas”, la iniciativa Impacto Académico de las Naciones Unidas (UNAI, por sus siglas en inglés) habla con activistas y miembros de la comunidad académica indígena para explorar cómo la comunidad indígena global están contribuyendo a construir un futuro más saludable y sostenible para todos.

Se calcula que aproximadamente el 50 % de la población indígena global, unos 238 millones de personas, son mujeres. Al usar sus voces en defensa de sus comunidades, las mujeres indígenas contribuyen a conversaciones cruciales sobre asuntos globales: desde compartir la experiencia indígena para empoderar mujeres y niñas en el Foro Permanente de las Naciones Unidas para las Cuestiones Indígenas (UNPFII, por sus siglas en inglés), a exponer las acciones indígenas por el clima en la Conferencia de Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), o exigir al Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer (CEDAW, por sus siglas en inglés) la adopción de una recomendación general sobre las mujeres indígenas. Ningún reto es demasiado difícil para esta coalición única de agentes por el cambio.

Sin embargo, el valor de las contribuciones sociales, políticas y económicas de las mujeres indígenas queda a veces ensombrecido ante una doble discriminación: como mujeres y como indígenas. Un informe reciente de ONU-Mujeres afirma que las mujeres indígenas sufren el terrible impacto sobre la salud de la degradación medioambiental causada por las industrias extractivas, e indica que las mujeres y adolescentes indígenas tienen muchas menos posibilidades de beneficiarse del acceso a servicios que las no indígenas, mientras que también presentan peores resultados en términos de salud maternal. Dicho informe afirma también que aquellas mujeres que enfrentan formas de discriminación múltiples e interrelacionadas tienen un mayor riesgo de ser objeto de violencia, en especial durante la pandemia de COVID-19. Ante estos hechos, es importante escuchar las voces de las mujeres indígenas, que sufren marginación debido a su identidad cultural y de género, a pesar de ser una fuerza de peso en el terreno de la incidencia política y una fuente de esperanza para la próxima generación de mujeres en el campo de los derechos indígenas.

Chandra Kalindi Roy-Henriksen es directora de la Secretaría del Foro Permanente de las Naciones Unidas para las Cuestiones Indígenas. Originaria de Bangladesh, sus valores tomaron forma siguiendo el ejemplo de su padre, jefe de su pueblo, así como su abuela, una mujer muy respetada y con gran influencia en su comunidad, quien le transmitió enseñanzas tradicionales como el tejido, la recolección de plantas, la preparación de galletas de arroz, y la importancia atemporal de respetar la tierra: “La tierra está aquí para nosotros, y no puedes llevártela contigo cuando partes. Debes dejársela a las siguientes generaciones”.

Al hablar de cómo las mujeres indígenas pueden romper este “techo de cristal”, Roy-Henriksen afirma que un elemento fundamental es aprender a navegar los sistemas de poder de una forma que las mujeres perciban como auténtica. Por su experiencia como jurista, sabe que “cuando las mujeres expresan lo que opinan son percibidas como agresivas o dominantes, mientras que los hombres son considerados asertivos”. Sin embargo, esta realidad no debería frenar a las mujeres a la hora de perseguir sus sueños. Existen matices a los que las mujeres deben acostumbrarse mientras hacen equilibrios para compaginar trabajo, vida, familia, tradición y, a la vez, “no olvidar que eres una mujer, y que puedes tener tus propios intereses y aficiones”. Pero, por encima de todo, las mujeres deben confiar en quiénes son, y eso incluye de dónde proceden y cómo fueron educadas. Roy-Henriksen se enorgullece de trabajar con numerosas mujeres indígenas en el terreno del derecho y mediante su trabajo en las Naciones Unidas, y espera seguir viendo cómo las nuevas generaciones de mujeres rompen ese techo de cristal.

Hindou Oumarou Ibrahim es una activista medioambiental, fundadora de la Asociación de Mujeres y Pueblos Indígenas de Chad (AFPAT, por sus siglas en inglés) y defensora de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas. Es experta en adaptación de los pueblos indígenas al cambio climático, conocimiento medioambiental tradicional, y estrategias para atenuar el cambio climático. Como copresidenta del Foro Internacional de Pueblos Indígenas sobre el Cambio Climático, promueve activamente las contribuciones únicas de los colectivos indígenas para la protección del medioambiente.

Cuando le preguntan por su papel como líder a escala global, Ibrahim afirma: “Cuando pido que las personas respeten a las comunidades indígenas, lo primero y principal es que me respeten a mí”. En su opinión, lograr ser una figura respetada en el ámbito público no es fácil para las mujeres indígenas, pero tampoco es imposible. “Comparto mis ideas, y digo que lo que opino no es solo importante para las mujeres sino para todo el mundo, y entonces todo el mundo comienza a prestar atención y a respetarme, lo cual me permite discutir tópicos de importancia”.

Ibrahim cree en la importancia de la educación, y afirma que una de sus mayores fuentes de inspiración es el hecho de que su madre decidiese enviarla a la escuela, a pesar de la opinión en contra de los demás. Además, una líder indígena le animó a solicitar formar parte del Programa de Becas para Representantes Indígenas , dependiente de la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH) en Ginebra (Suiza), que trabaja por establecer normas mínimas y mecanismos internacionales en materia de derechos humanos, así como los derechos de los pueblos indígenas. El apoyo de otras mujeres indígenas le ayudó a establecerse con éxito como líder de propio derecho.  

Mirian Masaquiza Jerez, activista Kichwa/Salasaka de Ecuador, también formó parte del Programa de Becas para Representantes Indígenas del ACNUDH, y trabajó con la Confederación Nacional de Organizaciones Campesinas, Indígenas y Negras del Ecuador (FENOCIN). Delegada de asuntos sociales en el Foro Permanente de las Naciones Unidas para las Cuestiones Indígenas, Mirian Masaquiza también considera que la educación permite a las mujeres indígenas entender mejor sus raíces, y llegar a sentir orgulloso por su identidad, lengua y cultura: “La educación ha permitido a las mujeres indígenas reconsiderar su futuro”.  

Uno de los aspectos fundamentales de su trabajo es fomentar la participación de jóvenes y mujeres indígenas en distintos foros a nivel nacional e internacional, en los que pueden discutir cuestiones de salud, bienestar, identidad, empoderamiento y autodeterminación. En consecuencia, estos temas obtienen un mayor reconocimiento en procesos intergubernamentales. Masaquiza está orgullosa del éxito obtenido por las mujeres indígenas en el Foro Permanente, y afirma que “este es el momento de implementar estas discusiones” y crear legislación y políticas específicas para proteger y apoyar a las niñas y mujeres indígenas.

Mai Thin Yu Mon es una joven activista por los derechos humanos, así como una muy respetada líder Chin de Myanmar, interesada desde pequeña en los derechos de los pueblos indígenas. Es directora de programas en el Programa de Desarrollo de los Pueblos Indígenas de la Organización de Derechos Humanos Chin (CHRO, por sus siglas en inglés), y miembro del Grupo Mundial de Jóvenes Indígenas de Naciones Unidas y el comité directivo del Foro de Pueblos Indígenas en el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA).   

“Estoy realmente impresionada de ver cómo los líderes indígenas de distintas partes del mundo han logrado impulsar, de forma colectiva, los movimientos por los derechos de los pueblos indígenas”, afirma, indicando que los jóvenes indígenas que trabajan por lograr posiciones de liderazgo “se benefician de los esfuerzos realizados por nuestros mayores y nuestros líderes indígenas desde hace décadas”.

En su papel de mujer joven inmersa en el campo del activismo indígena, Yu Mon no cree que sea difícil encontrar un equilibrio entre sus intereses y su trabajo, puesto que sus intereses hunden sus raíces en su trabajo. Además de dedicar gran parte de su día a la reforma de políticas, la sensibilización medioambiental y la revitalización de la cultura, esta joven activista cuida de sí misma mediante hidratación y meditación. Las mujeres, afirma, a menudo dejan sus propias necesidades en un segundo plano para poder dedicarse al servicio a la comunidad. Yu Mon está absolutamente dedicada al proyecto de construir un futuro mejor para la sociedad, tal y como han hecho otras mujeres indígenas antes que ella.

Un tema recurrente entre estas activistas indígenas es el valor que otorgan a la colaboración para reformar los sistemas existentes, de modo que puedan adecuarse mejor a las necesidades de las mujeres y niñas indígenas. Las organizaciones de base comunitaria y los programas educativos y de capacitación para el liderazgo desarrollados específicamente por mujeres y niñas indígenas contribuyen a crear una comunidad más robusta, lo cual empodera a las jóvenes indígenas y garantiza que reciban el apoyo que necesitan para cumplir sus sueños.

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