Según las estimaciones de la UNESCO, más de 1.500 millones de estudiantes de 165 países no pueden asistir a los centros de enseñanza debido a la COVID-19. La pandemia ha obligado a la comunidad académica internacional a explorar nuevas formas de enseñar y aprender, incluida la educación a distancia y en línea. Esta situación ha resultado difícil tanto para los estudiantes como para los docentes, que tienen que enfrentarse a los problemas emocionales, físicos y económicos provocados por la enfermedad al tiempo que cumplen la parte que les corresponde para contribuir a frenar la propagación del virus. El futuro es incierto para todos, y en particular para los millones de estudiantes que tenían que graduarse este año, los cuales se van a enfrentar a un mundo con la economía paralizada por la pandemia. 

En la serie de articulos sobre la COVID-19 y la educación superior, la iniciativa Impacto Académico de las Naciones Unidas (UNAI, por sus siglas en inglés) habla con estudiantes, profesores e investigadores de diferentes partes del mundo para averiguar qué efectos ha tenido en sus vidas la COVID-19 y cómo están haciendo frente a los cambios. La serie también hace hincapié en las lecciones aprendidas y en los resultados positivos que puede tener el confinamiento mundial para la educación superior.

La pandemia de COVID-19 amenaza los modos de vida de millones de personas en el mundo entero. No se trata solo de la emergencia sanitaria, sino de las consecuencias de la respuesta a la crisis. Muchos países han puesto en marcha medidas muy severas para combatir los efectos de la pandemia. La Universidad de Pretoria (UP), miembro de la iniciativa Impacto Académico de las Naciones Unidas (UNAI, por sus siglas en inglés) en Sudáfrica y Centro ODS de la UNAI para el Objetivo 2: Hambre Cero, es consciente de que el contexto particular de los países africanos requiere respuestas cuidadosamente meditadas para prevenir la pérdida de vidas humanas.

El hambre sigue azotando muchas comunidades africanas, y la pandemia de COVID-19 amenaza con empeorar aún más la situación. Los esfuerzos de la UP en apoyo de la respuesta nacional a la crisis se centran en diversos aspectos. La Unidad para el Involucramiento Comunitario de la universidad desarrolla programas para ayudar a los estudiantes de comunidades desfavorecidas mediante la evaluación de sus necesidades nutricionales, y proporciona suministros de productos alimenticios que les permitan concentrarse en su aprendizaje a distancia sin el problema añadido de la inseguridad alimentaria.

El Centro para el Estudio de la Resiliencia ofrece apoyo a los progenitores para el uso de herramientas multimedia. Lo que comenzó como un estudio para explorar el papel de las escuelas como centros para el cambio social ha evolucionado, transformándose en una plataforma para compartir estrategias de afrontamiento físicas, mentales y sanitarias durante este periodo de disrupción, y proporciona información acerca de opciones alimenticias asequibles y saludables, que tienen en cuenta las consecuencias económicas de la pandemia.

A través de su Departamento de Economía Agraria, Extensión y Desarrollo Rural, la UP ofrece ayuda a los responsables de diseñar políticas, con especial atención a la nutrición infantil, para garantizar que niños y niñas tengan acceso a una nutrición adecuada para un crecimiento y desarrollo saludable, a pesar de las circunstancias actuales. La UP también ha abordado la necesidad de controlar el impacto de la pandemia en la seguridad alimentaria, y de acelerar la respuesta gubernamental ante el incremento del hambre y de la malnutrición generalizada.

Un grupo de investigadores de la Oficina para la Política Alimentaria y Agraria de la UP, el Centro de Excelencia en Seguridad Alimentaria ARUA y la Facultad de Ciencias de la Salud avisó de que la pandemia creará aún más presión sobre los hogares vulnerables debido a las interrupciones en las situaciones laborales, sean provisionales o permanentes. Su estudio incluye varias recomendaciones para mejorar de forma efectiva la calidad nutricional de los suministros de productos alimenticios que se han distribuido a las familias necesitadas en Sudáfrica.

Por último, otro estudio defendió el apoyo a los comerciantes informales de alimentos, los cuales proporcionan suministros al 70 % de las personas que viven en municipios y asentamientos irregulares. La falta de apoyo a estos comerciantes para que continúen proporcionando alimentos a las comunidades podría conducir a una situación en la que hubiera un descenso en el consumo de alimentos frescos, y probablemente provocará un incremento en los casos de inseguridad alimentaria y nutricional.

Puede aprender más acerca del trabajo de la Universidad de Pretoria aquí , y acerca de los Centros para los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Iniciativa Impacto Académico de las ONU aquí.

Recursos adicionales: