As the twenty-first century advances, the world is wealthier than ever before. Yet wealth and opportunities are increasingly concentrated in the hands of the few. In fact, inequalities within and among nations have never been larger than today. Enormous disparities, often fuelled by discrimination, unjustly exclude hundreds of millions of people from enjoying the benefits of development.
The 2030 Agenda for Sustainable Development adopted by Member States last year is a collective promise by world leaders to combat inequalities and leave no one behind as we work for people, planet, peace and prosperity. The human rights principles of equality and non-discrimination are at its heart. The 2030 Agenda calls for inclusive development focused on equal opportunities based on the principle of equal enjoyment of equal human rights for all.
Realizing this vision demands the participation of the most marginalized groups. We must ensure the inclusion of all, including persons with disabilities, youth, women and girls, older persons, indigenous peoples, afrodescendants and sexual minorities. To be truly inclusive, the agenda must reach those who are not seen or heard, who we still need to find, who have no voice or group to speak on their behalf.
This is a universal agenda. No country is immune from discrimination and unequal treatment. All States must work harder to address inequality within and among countries. This requires collecting data about different social groups while changing discriminatory laws, policies and practices that prevent full access to public services and full participation in society. Governments must allocate the necessary resources and implement policies and programmes that will end discrimination and ensure equal opportunity for all.
At the same time, we must recognize that governments cannot succeed alone. That is why partnerships with civil society, businesses and other stakeholders are so important.
Inclusion and respect for human rights are a moral imperative and legal obligation of States. They are the solid foundation for thriving and peaceful societies. They contribute to resilient and prosperous communities. Businesses, and the economy overall, benefit when all members of society have equal access to health, education and employment.
I applaud your focus on discrimination, equal opportunity and sustainable development. The United Nations is committed to supporting you in your endeavours towards a just, equitable and inclusive world. In these tumultuous times, we must stand up for rights, opportunity and dignity for all.
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A medida que avanza el siglo XXI, el mundo es más rico que nunca antes. Sin embargo, la riqueza y las oportunidades se concentran cada vez más en manos de unos pocos. De hecho, las desigualdades entre las naciones y dentro de ellas nunca han sido mayores que en la actualidad. Las enormes disparidades, a menudo alimentadas por la discriminación, hacen que cientos de millones de personas queden injustamente excluidas del disfrute de los beneficios del desarrollo.
La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, aprobada por los Estados Miembros el año pasado, es una promesa colectiva contraída por los dirigentes mundiales de combatir las desigualdades y no dejar a nadie atrás en nuestra labor en favor de las personas, el planeta, la paz y la prosperidad. Está fundada en los principios de derechos humanos de igualdad y no discriminación. En la Agenda 2030 se insta a alcanzar un desarrollo inclusivo centrado en la igualdad de oportunidades sobre la base del principio de la igualdad en el disfrute de los derechos humanos para todos.
Para hacer realidad esa visión se necesita la participación de los grupos más marginados. Debemos garantizar la inclusión de todos, entre ellos las personas con discapacidad, los jóvenes, las mujeres y las niñas, las personas de edad, los pueblos indígenas, los afrodescendientes y las minorías sexuales. Para ser verdaderamente inclusiva, la Agenda debe llegar a las personas que no son vistas ni oídas, las que aún tenemos que encontrar, las que no tienen una voz ni un grupo que hable en su nombre.
La Agenda tiene un alcance universal. Ningún país es inmune a la discriminación y la desigualdad en el trato. Todos los Estados deben trabajar con más ahínco para hacer frente a la desigualdad dentro de los países y entre ellos. Para ello es preciso recopilar datos sobre los diferentes grupos sociales y modificar las leyes, políticas y prácticas discriminatorias que impiden el pleno acceso a los servicios públicos y la plena participación en la sociedad. Los gobiernos deben asignar los recursos necesarios y aplicar políticas y programas que pongan fin a la discriminación y aseguren la igualdad de oportunidades para todos.
Al mismo tiempo, debemos reconocer que los gobiernos no pueden tener éxito por sí solos; es por eso que las asociaciones con la sociedad civil, las empresas y otras partes interesadas son tan importantes.
La inclusión y el respeto de los derechos humanos son un imperativo moral y una obligación jurídica de los Estados. Son los sólidos cimientos sobre los que se construyen sociedades prósperas y pacíficas. Contribuyen a que las comunidades sean resilientes y prósperas. Las empresas, y la economía en general, se benefician cuando todos los miembros de la sociedad tienen igualdad de acceso a la salud, la educación y el empleo.
Celebro que presten atención a la discriminación, la igualdad de oportunidades y el desarrollo sostenible. Las Naciones Unidas están decididas a apoyarlos en sus esfuerzos en pro de un mundo justo, equitativo e inclusivo. En estos tiempos tumultuosos, debemos defender los derechos, las oportunidades y la dignidad de todos.