Diecisiete es una cifra considerable.
Seguramente, es señal de ser un iniciado de las Naciones Unidas poder recordar los nombres y números (e incluso los colores asociados) de cada uno de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), mientras que la mayoría de las demás personas probablemente sólo puedan nombrar uno o dos.
Tal vez sea comprensible que haya resistencia a añadir un objetivo más, lo que correría el riesgo de hacer que la agenda global de desarrollo sostenible sea aún más difícil de comprender para la gente.
Sin embargo, el mensaje central de la campaña #culture2030goal, al destacar la necesidad de considerar la cultura como un objetivo junto con los demás ODS existentes, es: ¿podemos permitirnos no considerarla como tal?
La campaña reúne a redes democráticas globales y regionales que representan a personas e instituciones de todos los sectores de las artes, la cultura y el patrimonio. Concentra sus conocimientos y energía en promover un enfoque más centrado y completo para la integración de la cultura en la planificación y la acción política.
Fundamentalmente, la campaña considera que el papel de la cultura en el desarrollo es el siguiente:
- un objetivo en sí mismo, que ya está reconocido en el lugar que ocupan de los derechos culturales en el marco más amplio de los derechos humanos, así como en varias convenciones de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO);
- un catalizador del logro de otros objetivos, mediante su promoción del crecimiento, el bienestar y la cohesión social; y
- como un factor fundamental que determina no sólo la eficacia de las políticas sino también cómo vivimos juntos como sociedades.
Testimonio del papel de la cultura en el desarrollo
Entre los aspectos más destacados del trabajo de la campaña hasta la fecha se incluyen las contribuciones a debates más amplios en torno al desarrollo y nuestro análisis del lugar que se le concede a la cultura en las implementaciones actuales de la Agenda 2030, como se ve reflejado en las revisiones nacionales y locales voluntarias.
Estos análisis ya han arrojado algunas conclusiones importantes. A pesar de la atención posiblemente limitada prestada a la cultura en la Agenda 2030, todos los países que han realizado revisiones nacionales voluntarias (RNV) en los últimos años han establecido una conexión entre la cultura y el desarrollo.
Lejos de limitarse a los ODS que abordan explícitamente la cultura (ODS 4 sobre la promoción de una cultura de paz y la valoración de la diversidad cultural, ODS 8 sobre turismo cultural y ODS 11 sobre la salvaguardia del patrimonio cultural), los gobiernos están destacando las conexiones en toda la Agenda 2030. Nuestro análisis de 2025 muestra que, en todos los grupos de objetivos identificados, salvo dos, más de un tercio de las RNV de 2025 reconocieron el papel de la cultura.
El análisis también recoge la evaluación de la campaña de los diversos papeles que desempeña la cultura en los marcos de desarrollo y en torno a ellos. Se destacan aspectos que van desde un enfoque en la protección y promoción de la cultura como objetivo de política pública hasta la comprensión de cómo la cultura puede influir en el éxito de la consecución de objetivos en otras áreas. Además, casi el 40 por ciento de las reseñas no solo citan la cultura como un factor que define a sus países, sino que dos tercios destacan la necesidad de promover el cambio cultural en diferentes áreas.
El otro elemento, y quizás el más significativo, de nuestro trabajo ha sido el desarrollo de un borrador de objetivo cultural, con un conjunto de posibles metas. En relación con las RNV, esas metas nos han proporcionado una perspectiva para analizar la implementación.
En particular, nos permite identificar a los países que adoptan un enfoque particularmente amplio y profundo. En los últimos tres años, hemos subrayado como ejemplos destacados a Brasil, Chile, Colombia, Croacia, Ecuador, los Estados Federados de Micronesia, Finlandia, Guyana, Lituania, Malta, México, Omán, Palaos, Papúa Nueva Guinea, Portugal, Qatar, Seychelles, las Islas Salomón, Surinam, Vanuatu y la Unión Europea. Cabe destacar que esta lista incluye países de casi todos los continentes y con niveles de desarrollo económico muy diferentes.
Preguntas difíciles, respuestas claras
El proyecto de objetivo es, sin embargo, mucho más que un simple marco de análisis. De hecho, busca responder a una de las preguntas clave que enfrentan quienes defienden que la cultura se considere un objetivo:¿es la cultura «objetivable»? Otras preguntas incluyen si tener un objetivo cultural es deseable, si conlleva riesgos y si es demasiado pronto para hablar de ello.
En respuesta a la primera pregunta, el borrador preliminar de un objetivo cultural, publicado en la Conferencia Mundial de la UNESCO sobre Políticas Culturales y Desarrollo Sostenible de 2022, conocida como MONDIACULT, celebrada en Ciudad de México, se propuso demostrar que la cultura podía presentarse en el mismo formato que los ODS existentes, incluyendo metas y medios de implementación. El borrador revisado (Versión 1) se presentó en MONDIACULT 2025 (Barcelona, España, del 29 de septiembre al 1 de octubre de 2025) y nos lleva un paso más allá, destacando un conjunto de posibles indicadores que permitirían el seguimiento del progreso.

El borrador, por supuesto, sigue siendo un borrador, y aún quedan mejoras significativas por realizar, pero el proceso seguido en su preparación ya ha permitido que se escuchen voces de todo el mundo, de los espacios artísticos, culturales y patrimoniales, y más allá. Necesitamos seguir escuchando. No obstante, creemos que el objetivo del borrador representa una importante prueba de concepto y evidencia de que es posible hacer de cultura un objetivo.
A continuación, se plantea la cuestión de si un objetivo cultural es deseable. Nuestro apoyo a este objetivo es claro: lo dice el título de nuestra campaña. Sin embargo, también es un objetivo que ha recibido el apoyo de los Estados miembros de la UNESCO que firmaron el documento de resultados de MONDIACULT, publicado el mes pasado.
Esta conferencia, centrada explícitamente en la necesidad de un objetivo, destacó tanto la contribución que la cultura puede aportar al desarrollo —si se moviliza adecuadamente— como su importancia como objetivo en sí misma. De este modo, se hizo eco de un argumento recurrente de la campaña: que la falta de un objetivo conlleva una movilización insuficiente de recursos y energías para el desarrollo, políticas menos eficientes y un marco incompleto.
La tercera pregunta está vinculada a la segunda, basándose en el argumento de que un objetivo cultural corre el riesgo de incorporar un enfoque político indeseable. Irónicamente, los temores en este caso se dirigen tanto a los actores socialmente más liberales como a los más nativistas o conservadores.
Es evidente que, como campaña, coincidimos en que la inversión pública en cultura se traduce en una rentabilidad considerablemente mayor, pero, lo que es más importante, nuestra concepción de un objetivo incluye, pero también va más allá, de las políticas culturales definidas tradicionalmente. Es difícil argumentar que la cultura no influya en el éxito en otras áreas, tanto como fuente de innovación y bienestar, como factor fundamental que configura cómo las personas perciben y se involucran con el cambio. Estos son factores que trascienden la política.
Finalmente, hay voces que argumentan que es prematuro hablar de un objetivo cultural. Con el año 2030 acercándose rápidamente, necesitamos centrar nuestras energías en el éxito de la agenda actual. Sin embargo, es precisamente por eso que también vemos la necesidad de hablar de la cultura como un objetivo: para fomentar su integración en los marcos para la implementación del desarrollo sostenible hoy. De hecho, nuestro objetivo cultural también pretende proporcionar un marco que los gobiernos interesados, a nivel local, nacional y regional, puedan utilizar para estructurar su movilización cultural.
Conclusión
En este artículo se ha argumentado que la función de la cultura en el desarrollo sostenible y la necesidad de un objetivo específico son sólidas. Sin embargo, este debate no puede limitarse al propio sector cultural. Como parte de la preparación de la última versión de nuestro borrador del objetivo, hemos incluido explícitamente las aportaciones de un mayor número de grupos de interés, incluidas comunidades indígenas específicas. El objetivo establece como una de sus metas la necesidad de integrar la cultura en la formulación de políticas más amplias.
Sin embargo, somos conscientes de que quienes defienden un objetivo cultural deben ir más allá para garantizar el consenso sobre su viabilidad, conveniencia, apolítica y oportunidad. De hecho, creemos que un objetivo cultural, lejos de diluir la inversión y la atención en otros objetivos, los hará más alcanzables. El debate sobre la definición de un objetivo que beneficie no solo a la cultura, sino a todas las áreas del desarrollo, es necesario y bienvenido. Esperamos colaborar con cualquier persona interesada en profundizar en este debate.
Este artículo se ha publicado con la ayuda de traducción automática; se han hecho esfuerzos razonables para garantizar su precisión. Las Naciones Unidas no se responsabilizan de las traducciones incorrectas o inexactas ni de otros problemas que puedan derivarse de la traducción automática. Si surgen preguntas relacionadas con la exactitud de la información contenida en esta traducción, consulte la versión original del artículo en inglés.
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