12 november 2025

Al inaugurarse en Belém, Brasil, la trigésima Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 30), la confianza ha resurgido como la piedra angular de la acción multilateral. Ya sea en materia de clima, biodiversidad o aguas profundas, la confianza pública en la toma de decisiones por parte de las instituciones globales se ha vuelto tan importante como las decisiones mismas.

En ningún otro lugar se manifiesta esta tensión con mayor claridad que en la Autoridad Internacional de los Fondos Marinos (ISA), el organismo de las Naciones Unidas responsable de regular las actividades mineras en aguas internacionales. Mientras que el mundo debate cómo equilibrar la demanda de minerales críticos con la protección de los ecosistemas marinos, la ISA se enfrenta a una importante prueba de legitimidad.

Durante tres décadas, la Autoridad ha tenido la tarea de promover y regular la minería submarina conforme a la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar. Esta doble función, concebida en otra época, se ha vuelto cada vez más difícil de conciliar. Las demandas de transparencia, ciencia independiente y participación pública se intensifican a medida que los gobiernos negocian un código minero que definirá el futuro de las profundidades oceánicas.

Sin embargo, la lección va más allá del lecho marino. En todo el sistema de las Naciones Unidas, la legitimidad hoy depende menos del mandato y más del proceso: de si las instituciones son abiertas, inclusivas y se basan en la evidencia. Las reformas que se debaten actualmente en la ISA ofrecen perspectivas aplicables a todos los ámbitos multilaterales, incluida la diplomacia climática.

Tres principios destacan.

1. La transparencia como fundamento de la legitimidad.
La transparencia no representa una amenaza para la diplomacia; es su base moderna. El acceso público a los datos ambientales, la cobertura en directo de las deliberaciones y la publicación abierta de las evaluaciones científicas fortalecen la confianza en el proceso de toma de decisiones. La confianza crece cuando la ciudadanía puede observar cómo la evidencia fundamenta las políticas.

2. La ciencia independiente como garantía de imparcialidad.
Las decisiones que afectan a ecosistemas que abarcan continentes deben basarse en ciencia libre de influencias políticas o comerciales. La creación de paneles de revisión independientes —similares a los utilizados por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático— podría contribuir a garantizar que las pruebas que respaldan las decisiones sean creíbles, revisadas por pares y de acceso público.

3. La participación inclusiva como medida de equidad.
Las profundidades oceánicas forman parte del patrimonio común de la humanidad. Su gobernanza debe reflejar esa diversidad. Ampliar el papel de la sociedad civil, los pequeños Estados insulares en desarrollo y los jóvenes científicos en los procesos de la ISA garantizaría que las decisiones no estén impulsadas únicamente por quienes poseen capacidad industrial, sino por un sentido más amplio de responsabilidad colectiva.

La implementación de estos principios no solo mejoraría la eficacia de la ISA, sino que también demostraría que las instituciones globales pueden evolucionar para satisfacer las nuevas expectativas éticas y ecológicas. A menudo se describe el fondo marino como la última frontera de la Tierra, pero también es un espejo: la forma en que lo gobernamos refleja la seriedad con la que asumimos nuestras responsabilidades compartidas en virtud de la Carta de las Naciones Unidas.

En el marco de la COP 30, que busca restablecer la confianza en la acción climática multilateral, el océano representa tanto un desafío como una oportunidad. Al aplicar los mismos principios de transparencia, independencia e inclusión a la gobernanza de los fondos marinos —y al propio proceso climático— la comunidad internacional puede demostrar que los bienes comunes globales pueden gestionarse de manera responsable en beneficio de todas las naciones, presentes y futuras.

Restablecer la confianza en la gobernanza no es un tema simbólico; es una condición indispensable para el progreso. Desde Kingston hasta Belém, el mensaje es el mismo: la legitimidad comienza con la transparencia, y la reforma no es una demora, sino el único camino hacia la credibilidad.

Nota

Estas reflexiones se basan en ideas esbozadas por primera vez en un artículo de Nature World View de octubre de 2025 sobre la reforma de la ISA, que examinaba cómo la transparencia, la independencia científica y la rendición de cuentas pueden ayudar a reconstruir la confianza en la gobernanza global:

Carlos García-Soto, “La confianza en la autoridad de minería submarina es frágil: así es como podemos cambiar eso”, Nature World View, vol. 646, n. 8083 (2 de octubre de 2025), pág. 9.

 

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