10 february 2020

En 2015, las Naciones Unidas establecieron el Día Internacional de las Mujeres y las Niñas en la Ciencia (11 de febrero) para concienciar sobre la importancia de diversificar la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas (CTIM) y de eliminar los obstáculos que impiden a las mujeres y las niñas acceder a estas disciplinas.  

Es posible que a muchas mujeres les sorprenda saber que, si estuviéramos en 1975, no necesitaríamos forzosamente un Día Internacional para fomentar la presencia de mujeres en estos ámbitos. En aquel momento, de hecho, se trataba de sectores dominados por las mujeres. También desempeñaron importantes papeles en otros momentos de la historia. Grace Hopper, Ada Lovelace, Katherine Johnson, Dorothy Vaughn, y Joan Clarke, por ejemplo, fueron pioneras en el campo de la informática. En la actualidad, sin embargo, las mujeres ocupan tan solo el 25 % de los puestos de trabajo de informática en los Estados Unidos. Las mujeres y las niñas representan apenas el 19 % de los estudiantes que se gradúan en esta ciencia, y solo el 23 % de los alumnos de secundaria que se presentan a exámenes avanzados de informática. Las cifras son similares en muchos países del mundo. 

La mayoría de las personas reconoce que la falta de mujeres en la tecnología supone un problema real. No estamos dotando a nuestras niñas de las herramientas que necesitan para acceder a los empleos mejor remunerados y de más rápida expansión en la economía mundial. Estamos renunciando a la innovación que pueden aportar las mujeres y las niñas, que tienen ideas increíbles y un gran potencial para transformar la sociedad. Estamos dejando atrás a nuestras niñas, a comunidades y a mercados enteros. La pregunta, por tanto, es la siguiente: ¿cómo podemos conseguir atraer a un mayor número de niñas a este campo?

Durante decenios, las revistas, la publicidad y otros medios de comunicación han transmitido la impresión de que la CTIM no es para ellas.

Desde la perspectiva de Girls Who Code, una organización sin fines de lucro que aspira a elevar la presencia de mujeres en la informática, existen tres enfoques clave que pueden tener una repercusión real en la brecha de género en el sector tecnológico. 

En primer lugar, debemos hacer frente a los obstáculos culturales. Algunas culturas perpetúan los estereotipos acerca de quién puede trabajar en el ámbito tecnológico y quién no. Durante decenios, las revistas, la publicidad y otros medios de comunicación han transmitido la impresión de que la CTIM no es para ellas. Por lo tanto, debemos contrarrestar esa cultura con otra. Hemos de visibilizar los modelos de comportamiento femeninos —sobre todo niñas y mujeres de color— en la cultura popular, las empresas y la vida cotidiana. 

En segundo lugar, debemos alentar a nuestras niñas a ser valientes, en lugar de limitarse simplemente a buscar la perfección. La programación tiene mucho que ver con asumir riesgos, experimentar y probar cosas nuevas. Es un campo en el que el principio de ensayo y error y la aceptación de los fracasos constituyen postulados clave. Por desgracia, educamos a nuestras niñas para que sean perfectas y eviten el fracaso, lo que las lleva a huir de campos como la programación, en los que el desengaño y el aprendizaje son fundamentales. En lugar de ello, deberíamos enseñarlas a ser valientes, a probar cosas nuevas, incluso ante un fracaso persistente. La valentía está grabada a fuego en el ADN de Girls Who Code. Y funciona. Hemos enseñado a más de 185.000 niñas, y nuestras alumnas se están especializando en informática a un ritmo 15 veces mayor que la media nacional de los Estados Unidos. 

En tercer lugar, necesitamos compromisos expresos e inversiones del sector privado, las instituciones filantrópicas y los gobiernos. Las organizaciones como la nuestra solo pueden ayudar a las niñas si cuentan con un apoyo económico sostenido de sus asociados. Pero, incluso si conseguimos ayudarlas a superar los numerosos obstáculos a los que se enfrentan en la enseñanza primaria y secundaria, casi con certeza se encontrarán con sesgos y discriminación en el trabajo. Estos problemas están firmemente arraigados en la industria desde el principio. Es crucial que el sector público y el sector privado comprendan en toda su extensión lo necesaria que es la diversidad y se comprometan con el cambio. 

Para quienes contraten personal para puestos de trabajo en CTIM, esto implica adoptar determinadas medidas, como equipos de entrevistadores más diversos. Para los legisladores, significa comprender y aprobar políticas educativas específicas para cada género. Para quienes estén involucrados en actividades filantrópicas, supone donaciones sostenidas y selectivas. Para todos, significa decencia.

Cuando fundé Girls Who Code, lo hice porque entendía que esos puestos de trabajo tenían la capacidad de permitir que familias enteras accedieran a la clase media y de transformar las tecnologías y economías modernas. Los datos, después de todo, muestran que el número de mujeres que participan en la fuerza de trabajo de un país está directamente relacionado con su prosperidad económica. También sabemos que cuantas más niñas estén expuestas a mujeres innovadoras, más probabilidad tienen de convertirse en innovadoras ellas mismas. Sin embargo, lo que he aprendido a lo largo de estos últimos ocho años es que esto no solo tiene que ver con las aptitudes técnicas, los puestos de trabajo y los salarios, sino con muchos otros factores. Porque cuando enseñamos a las niñas a programar, consiguen cosas asombrosas para sus familias y comunidades. Lo he visto con mis propios ojos una y otra vez. 

Anastasia, por ejemplo, patentó una tecnología de control de armas de fuego tras verse involucrada en un tiroteo masivo en los Estados Unidos. Natalia, una inmigrante mexicana, trabaja como programadora web para un largometraje sobre la ley de inmigración. Haley, por su parte, creó una base de datos que ayuda a las familias a alquilar o vender instrumentos musicales muy caros a precios más asequibles. Estas niñas han utilizado o creado los tipos de tecnologías que reflejan sus experiencias vitales, y en última instancia pueden contribuir a promover el desarrollo sostenible en todo el mundo. 

Girls Who Code ha capacitado a cientos de miles de niñas en todo el mundo. A menudo, los donantes, patrocinadores y progenitores me plantean la misma pregunta: «¿cuánto se tardará en cerrar la brecha de género en el sector tecnológico?». Mi respuesta no ha cambiado desde que empecé a dedicarme a esto: podemos conseguirlo a lo largo de nuestra vida siempre que nos comprometamos a equipar a las niñas con las aptitudes técnicas, la valentía y la camaradería que necesitan para tomar las riendas de su destino. Podemos cerrar esa brecha en una sola generación. 

 

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