Vías de Acción

Las vías de acción temáticas, centradas en áreas específicas que necesitan atención, son resortes fundamentales para transformar la educación. Mediante las vías de acción se tratará de movilizar nuevos compromisos, destacando las intervenciones políticas que funcionan y aprovechando las iniciativas y asociaciones existentes, como las que surgieron en respuesta a la pandemia de COVID-19.

¿Por qué son importantes las vías de acción en este momento?

Las vías de acción temáticas se guían por la Agenda 2030 y sus objetivos y metas relacionados con la educación, concretamente el ODS 4: garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos. La pandemia de COVID-19 acentuó la urgencia de abordar las desigualdades educativas y la crisis del aprendizaje, amenazando con revertir los progresos ya realizados para la consecución de los ODS. Al mismo tiempo, supone una oportunidad para replantear y reimaginar el propósito y el contenido de la educación y las modalidades utilizadas para impartirla; dicho de otro modo, a transformar la educación hacia futuros pacíficos, inclusivos y sostenibles de la humanidad y el planeta.

¿Quiénes participarán?

Las vías de acción garantizarán un contacto constante con los Estados Miembros y estarán abiertas a todas las partes interesadas, como donantes, responsables políticos, grupos de la sociedad civil, jóvenes, redes de docentes, defensores de la educación, el mundo académico, el sector privado y las iniciativas filantrópicas.

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Vía de acción 1: Escuelas inclusivas, equitativas, seguras y saludables

La educación está en crisis. Los altos índices de pobreza, exclusión y desigualdad de género siguen impidiendo el aprendizaje de millones de personas. Además, la COVID-19 puso de manifiesto las desigualdades en el acceso y la calidad de la educación. La violencia, los conflictos armados, las catástrofes y el retroceso de los derechos de las mujeres han aumentado la inseguridad.

La educación inclusiva y transformadora debe garantizar que todos los alumnos tengan un acceso y participen sin trabas en la educación, que estén seguros y sanos, libres de violencia y discriminación, y que reciban apoyo con servicios de atención integral dentro del entorno escolar. La transformación de la educación requiere un aumento significativo de la inversión en educación de calidad y una base sólida del desarrollo y educación integrales de la primera infancia, y debe estar respaldada por un firme compromiso político, una adecuada planificación y una importante base empírica.

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Vía de acción 2: Aprendizaje y competencias para la vida, el trabajo y el desarrollo sostenible

Existe una crisis en el aprendizaje de destrezas básicas, alfabetización y habilidades numéricas entre los jóvenes. En 2020 más de 770 millones de personas siguen careciendo de aptitudes de alfabetización básica, de las cuales dos tercios son mujeres. Los niños con discapacidades tienen un 42% menos de probabilidades de tener habilidades básicas de lectura y cálculo en comparación con sus compañeros. La pandemia de COVID-19 amplió aún más estas disparidades, especialmente entre los niños de los países de ingresos bajos y medios.

Transformar la educación significa capacitar a los alumnos con conocimientos, competencias, valores y actitudes para que sean resilientes, tengan capacidad de adaptación y estén preparados para un futuro incierto, contribuyendo al mismo tiempo al bienestar humano y planetario y al desarrollo sostenible. Para ello, hay que hacer hincapié en el aprendizaje de destrezas básicas con respecto a la alfabetización y la aritmética básica; la educación para el desarrollo sostenible, que abarca la educación medioambiental y sobre el cambio climático; y las competencias para el empleo y la iniciativa empresarial.

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Vía de acción 3: Docentes, enseñanza y profesión docente

Los profesores son esenciales para lograr los resultados de aprendizaje, el ODS 4 y la transformación de la educación. Sin embargo, tanto los profesores como el resto del personal educativo se enfrentan a cuatro grandes retos: la escasez de profesores, la falta de oportunidades de desarrollo profesional, una categoría social y unas condiciones de trabajo deficientes y la falta de capacidad para desarrollar el liderazgo, la autonomía y la innovación de los profesores.

La aceleración del progreso hacia el ODS 4 y la transformación de la educación requieren un número adecuado de profesores para satisfacer las necesidades de los alumnos, así como la formación, motivación y apoyo de todo el personal educativo. Esto sólo puede ser posible cuando la educación cuenta con una financiación adecuada y las políticas reconocen y apoyan a la profesión docente con el fin de mejorar la situación y condiciones de trabajo.

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Vía de acción 4: Aprendizaje y transformación digital

La crisis de COVID-19 impulsó innovaciones sin precedentes en la enseñanza a distancia mediante el aprovechamiento de las tecnologías digitales. Al mismo tiempo, las brechas digitales no han permitido el aprendizaje de muchas personas, ya que más de dos tercios de los estudiantes en edad escolar (1300 millones de niños) no tienen acceso a Internet en su domicilio. Estas desigualdades en el acceso implicaron la exclusión de las oportunidades de aprendizaje de algunos grupos, como las mujeres jóvenes y las niñas.

La transformación digital requiere el aprovechamiento de la tecnología como parte de esfuerzos sistémicos más amplios para transformar la educación, haciéndola más inclusiva, equitativa, eficaz, pertinente y sostenible. Las inversiones y las acciones en materia de aprendizaje digital deben guiarse por los tres principios fundamentales esbozados en la Declaración Mundial sobre la Conectividad para la Educación de Rewired de 2021:

  1. Centrarse en los más marginados;
  2. Contenidos educativos digitales gratuitos y de alta calidad;
  3. Innovación y cambio pedagógico.

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Vía de acción 5: Financiación de la educación

Aunque el gasto mundial en educación ha crecido en general, este no ha resultado fructífero debido al elevado crecimiento de la población, los costes desorbitados de la gestión de la educación durante la pandemia de COVID-19 y el desvío de la ayuda a otras emergencias, lo que ha dejado un enorme déficit financiero mundial en esta materia educativa.

En este contexto, el primer paso hacia la transformación es instar a los proveedores de fondos a reorientar los recursos hacia la educación para subsanar el déficit de financiación. Posteriormente, los países deben contar con una financiación significativamente mayor y sostenible para alcanzar el ODS 4 y estos recursos deben asignarse y supervisarse de forma equitativa y eficaz. Para subsanar las deficiencias en la financiación de la educación es necesario adoptar medidas políticas en tres ámbitos fundamentales: 1) movilizar más recursos, especialmente los nacionales, 2) aumentar la eficiencia y la equidad de las asignaciones y los gastos y 3) mejorar los datos sobre la financiación de la educación. Por último, la determinación de los ámbitos que deben financiarse, y cómo debe hacerse, se basará en las recomendaciones de cada una de las otras cuatro vías.

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