En el último decenio se ha puesto de manifiesto el potencial de las asociaciones de colaboración para la promoción del desarrollo. En la actualidad hay más niños escolarizados, más madres que sobreviven al embarazo y al parto, y más niños que superan la primera infancia y llegan a la vida adulta.
Sin embargo, pese a los buenos resultados obtenidos por muchos países en desarrollo, sigue habiendo focos de pobreza en el Sur global, incluso en las economías emergentes con un rápido crecimiento. Esa realidad es un claro recordatorio de que, a medida que los países van disfrutando de más beneficios económicos, debemos esforzarnos por asegurar que las oportunidades de prosperidad se repartan de manera más equitativa.
En la Conferencia Río+20 sobre el Desarrollo Sostenible, celebrada en junio, se afirmó que la equidad y la justicia debían seguir ocupando un lugar prioritario en la agenda internacional e inspirar todos los esfuerzos desplegados para abordar de forma equilibrada las necesidades sociales, económicas y ambientales. Nuestra labor en el ámbito de la agenda para el desarrollo después de 2015 está basada en ese principio rector.
La cooperación Sur-Sur encierra el potencial de promover el equilibrio entre el crecimiento y la equidad a escala mundial. Incluso en el contexto actual de grave inestabilidad económica, social y política, la cooperación Sur-Sur ha seguido siendo un potente promotor del comercio y las corrientes financieras en los últimos años.
Los países del Sur están construyendo nuevos modelos de cooperación para el desarrollo en los que se hace hincapié en el beneficio mutuo y en la solidaridad, además de en una buena relación costo-eficacia. Esas iniciativas están mejorando el acceso de la población a medicamentos asequibles, avances tecnológicos y oportunidades de crédito.
La rápida expansión de la tecnología de la información ha aumentado drásticamente la conectividad y las redes informáticas en todo el Sur, creando enormes oportunidades para el intercambio de experiencias, conocimientos y buenas prácticas que pueden impulsar el desarrollo. La cooperación Sur-Sur encierra un gran potencial para seguir aumentando el intercambio de conocimientos técnicos en esferas concretas, como las de la educación, la salud, la energía y la seguridad alimentaria.
En este Día de las Naciones Unidas para la Cooperación Sur-Sur me comprometo a seguir haciendo lo posible por reforzar el apoyo a este fructífero modelo de cooperación, que no solo puede contribuir a mejorar las condiciones en el Sur global sino también repercutir positivamente en el resto del mundo.