San Salvador

16 January 2015

Secretary-General's remarks at ceremony for XXIII Anniversary of the Peace Agreements in El Salvador [scroll down for Spanish version]

Ban Ki-Moon, Former Secretary-General

Como esta ceremonia muestra, las Naciones Unidas y el Salvador comparten un estrecho vínculo. 

Permítanme citar las palabras del poeta Roque Dalton y referirme a ustedes, salvadoreños, como “mis compatriotas, mis hermanos”.

[As this ceremony illustrates, the United Nations and El Salvador share a lasting bond.  Please allow me to draw from the words of the poet Roque Dalton and refer to you, Salvadorans, as “mis compatriotas, mis hermanos”.] 

I am profoundly honoured to be the first United Nations Secretary-General to take part in this anniversary event.

It is deeply meaningful for the United Nations.  And it is deeply moving for me personally, particularly at this time.

Look around the world.  We see conflict.  We see discord.  We see bloodshed.

In many troublespots, people say:  Our differences are too wide.  The wounds are too deep.  Peace is not possible. 

To all of them, I say: Look to the people of El Salvador.

Peace is precious and peace is possible. 

That is El Salvador’s message to the world.  That is your gift to humanity.

Thank you El Salvador!

Together, we remember. 

The war grinded on for over a decade.  More than 75,000 Salvadorans were killed.  More than a million people were displaced. 

We celebrate the courage and wisdom of Salvadoran leaders and the Salvadoran people to choose the road of peace ….to overcome differences through dialogue ...  to transform society through mutual respect and tolerance.

Your peace-making and peace-building experience also left a lasting imprint on the United Nations. 

The United Nations Mission in El Salvador – ONUSAL -- blazed a trail where many UN operations followed. 

ONUSAL was the first UN mission to stress post-conflict peace-building and the need to strengthen the pillars of peace to avoid a relapse to fighting.

The peace agreement placed human rights at the centre of every institutional framework, every policy and every programme. 

Human rights monitors were sent to El Salvador before a cease-fire had been secured to help defuse tensions and hasten peace.  A Truth Commission helped redress the legacy of abuse.  

In these and other ways, the peace process pioneered a new generation of peace operations and profoundly shaped how the United Nations faces global challenges to this very day.

ONUSAL became a standard for successful peacekeeping, not only because we learned many important lessons, but because it was so formative for many UN officials who went on to lead operations elsewhere. 

For all these reasons, your efforts have helped advance peace in virtually every corner of the world.

This, too, is your legacy.  This, too, we celebrate today.

The Accords remind us that peace is a process – it must be built every day.

El Salvador faces daunting challenges today. Citizen insecurity, social exclusion and lack of opportunities prevent many Salvadorans from reaping the full dividends of peace.

Every four hours, one woman or girl is a victim of sexual violence.  Forty per cent of murders target children and youth. 

My message to all Salvadorans is to work together to keep the spirit of the Peace Accords alive.

Keep it alive by deepening reconciliation and dialogue within Salvadoran society – including through the vital work of the National Council on Citizen Security and Coexistence.

Keep it alive by fully upholding international human rights obligations.

Keep it alive by intensifying efforts to safeguard the rights of victims, building on the 2010 official apology.

To consolidate peace, structural challenges such as inequality and exclusion must be addressed. 

To ensure social cohesion, all communities must be part of the conversation. 

No one can be left behind. 

El Salvador will be greatly strengthened through inclusive and accountable institutions and mechanisms that bring in the voices of vulnerable groups – including indigenous peoples, the LGBT community, women and young people.

Last month, I went to Lima, Peru and had the pleasure of meeting former Secretary-General of the United Nations Javier Perez de Cuellar. 

Secretary-General Perez de Cuellar worked until the last minute of his last day in office – and beyond -- to help secure peace for El Salvador. 

He said that peace must be a “victory with no losers.”
Many years later he wrote that he “gave very high priority to El Salvador, where it seemed … a newfound potential of the United Nations was being severely tested.”
Over the last twenty-three years, thanks to your courage and determination, that potential for sustainable peace has been deepened here in El Salvador and far beyond.

We continue to grapple with age-old challenges – balancing tensions between peace and justice… between the interests of those with power and the population at large … between short-term urgency and long-term sustainability.

But we are making progress thanks to your lessons and your example. 

Your leaders continue to inspire us to this day.  Many years ago, Monsignor Oscar Romero defined the meaning and practice of peace.

“Peace,” he said, “is not the product of terror or fear (or)… the silence of cemeteries…Peace is the generous, tranquil contribution of all, to the good of all…It is right and it is duty.”

From here, let us pledge to continue that righteous journey until we reach our destination:  a future of peace for all the people of El Salvador, the region and our world.

Muchas gracias.

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Spanish

Como esta ceremonia muestra, las Naciones Unidas y El Salvador comparten un estrecho vínculo. Permítanme citar las palabras del poeta Roque Dalton y referirme a ustedes, salvadoreñas y salvadoreños, como “mis compatriotas, mis hermanos”.

Es un profundo honor para mí ser el primer Secretario General de las Naciones Unidas que participa en este aniversario.

Tiene un gran significado para las Naciones Únidas. Y es muy conmovedor para mí personalmente, en especial en los momentos que vivimos.

Miren al mundo. Vemos conflicto. Vemos discordia. Vemos derramamiento de sangre.

En muchos lugares difíciles la gente dice: nuestras diferencias son demasiado grandes. Las heridas son demasiado profundas. La paz no es posible.

A todos ellos les digo: miren al pueblo salvadoreño.

La paz es valiosa y  la paz es posible.

Ese es el mensaje de El Salvador al mundo. Ese es su regalo a la humanidad

Gracias El Salvador!

Juntos, recordamos.

La guerra se prolongó durante más de una década. Más de 75.000 salvadoreños fueron asesinados. Más de un millón de personas fueron desplazadas.

Celebramos el valor y la sabiduría que mostraron los líderes y el pueblo salvadoreño al elegir el camino de la paz…al superar las diferencias a través del dialogo…al transformar la sociedad con respeto mutuo y tolerancia.

Su experiencia en el establecimiento y la consolidación de la paz dejó también una huella duradera en las Naciones Unidas.

La Misión de Observadores de las Naciones Unidas en El Salvador (ONUSAL) abrió un camino que siguieron después muchas operaciones de las Naciones Unidas.

ONUSAL fue la primera misión de las Naciones Unidas que trabajó en la consolidación de la paz y en el fortalecimiento de los pilares de la paz para evitar que se reanudaran los combates.
Los Acuerdos de Paz situaron los derechos humanos en el centro de cada marco institucional, de cada política y de cada programa.
Se desplegaron observadores de derechos humanos antes de que se concertara un alto el fuego, para ayudar a reducir las tensiones y acelerar el proceso de paz. Una Comisión de la Verdad ayudó a reparar el legado de abusos.
De esta y otras maneras, el proceso de paz salvadoreño abrió el camino a una nueva generación de operaciones de paz y determinó en gran medida la manera en que las Naciones Unidas se enfrentan hoy a los problemas mundiales.
La ONUSAL se convirtió en modelo de un mantenimiento de la paz exitoso, no sólo porque aprendimos muchas lecciones importantes, sino porque fue enormemente formativa para muchos funcionarios de las Naciones Unidas que luego dirigieron operaciones en otros lugares.
Como resultado de ello, sus esfuerzos han ayudado a promover la paz en prácticamente todos los rincones del mundo.
Este es también su legado. Esto es también lo que celebramos hoy.


Los Acuerdos de Paz nos recuerdan que la paz es un proceso: se debe construir cada día.
En la actualidad, El Salvador afronta enormes desafíos. La inseguridad ciudadana, la exclusión social y la falta de oportunidades impiden que muchas y muchos salvadoreños cosechen plenamente los beneficios de la paz.
Cada cuatro horas, una mujer o niña es víctima de violencia sexual. El 40% de los asesinatos se cometen contra niñas, niños y jóvenes.
Mi mensaje para todas y todos los salvadoreños es que trabajen juntos para mantener vivo el espíritu de los Acuerdos de Paz.
Manténgalo vivo profundizando la reconciliación y el dialogo en la sociedad salvadorena - incluido el que se lleva a cabo a través de la labor fundamental del Consejo Nacional de Seguridad Ciudadana y Convivencia.
Manténgalo vivo respetando plenamente las obligaciones internacionales en materia de derechos humanos.
Manténganlo vivo redoblando sus esfuerzos para proteger los derechos de las victimas, continuando el camino iniciado con la disculpa oficial de 2010.
Para consolidar la paz hay que resolver problemas estructurales como la desigualdad y la exclusión.
Para lograr la cohesión social, todas las comunidades deben participar en las conversaciones.
Nadie debe quedarse atrás.
El Salvador se verá enormemente fortalecido con instituciones incluyentes y responsables y mecanismos que acerquen las voces de los grupos vulnerables a la toma de decisiones, incluidos los pueblos indígenas, la comunidad de lesbianas, gais, bisexuales, y trans, las mujeres y los jóvenes.

El mes pasado fui a Lima (Perú) y tuve el placer de reunirme con el ex Secretario General de las Naciones Unidas, Sr. Javier Pérez de Cuéllar.
El Secretario General Pérez de Cuellar trabajó hasta el último minuto de su último día en el cargo, e incluso después, para ayudar a asegurar la paz en El Salvador.
El dijo que la paz debe ser una “victoria sin perdedores”.
Muchos años después escribió que había dado gran prioridad a El Salvador, donde parecía que el potencial recién descubierto de las Naciones Unidas se estaba sometiendo a una dura prueba.
Durante los últimos veinte y tres años, gracias al valor y a la determinación que han demostrado, ese potencial para la paz sostenible se ha profundizado aquí en El Salvador y en otros lugares.
Seguimos afrontando viejos desafíos -como equilibrar las tensiones entre la paz y la justicia… entre los intereses de los que tienen el poder y los de la población en general… entre las urgencias cortoplacistas y la sostenibilidad a largo plazo.
Pero estamos haciendo progresos gracias a sus enseñanzas y su ejemplo.
Sus líderes continúan inspirándonos hoy. Hace muchos años Monseñor Romero definió el significado y la práctica de la paz.
La paz, dijo, “no es el producto del terror ni del miedo, la paz no es el silencio de los cementerios… la paz es la aportación generosa, tranquila, de todos para el bien de todos”.
Desde aquí, comprometámonos a proseguir por el camino correcto hasta llegar a nuestro destino: un futuro de paz para el pueblo de El Salvador, la región y el mundo.

Muchas gracias.