Una enfermera de la Visión Mundial administra la vacuna de la poliomielitis facilitada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) a niños desplazados que residen en la base de la Operación Híbrida de la Unión Africana y las Naciones Unidas en Darfur (UNAMID) en Khor Abeche, Darfur, 2014. @ Foto de la ONU/ Albert González Farran

Aniversarios

Los aniversarios son una buena ocasión para hacer balance. El 50º aniversario de la aprobación de los dos pactos de ejecución de la Declaración Universal de Derechos Humanos, es decir, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (PIDCP) y el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC), ambos aprobados por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1966, es una de estas oportunidades. Si bien la Declaración Universal era ambiciosa, ya que se trataba de una afirmación del deseo colectivo de construir un mundo mejor después de la devastación creada por “actos de barbarie ultrajantes para la conciencia de la humanidad”1, el objetivo de los Pactos era servir como medio para promover la efectividad de los derechos en ellos consagrados.

Este objetivo ambicioso y transformador explica el retraso observado a la hora de pasar de la Declaración a los Pactos: se necesitaron 18 años para lograr el nivel de acuerdo necesario para proceder al cambio y diseñar un marco que satisficiera al orden mundial bipolar que se había creado. En lugar de un documento de ejecución único que siguiera la estructura de la Declaración, fueron necesarios dos instrumentos que reflejaran la división entre un bloque capitalista liberal, centrado en la protección de los derechos civiles y políticos, y un bloque socialista, decidido a hacer efectivos los derechos sociales y económicos. Esta estructura de ejecución evolucionó de manera desigual, puesto que se destinó mucha más inversión al desarrollo de la capacidad para la realización de los derechos civiles y políticos que a la promoción de los derechos económicos y sociales.

Tratados y derechos

Se necesitaron varios decenios para diseñar estrategias eficaces que permitieran aplicar el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, con el fin de mejorar los resultados de los Estados partes. De hecho, sigue sin haber un acuerdo sobre la medida en la que la ratificación del Pacto (o de cualquier otro instrumento de derechos humanos) afecta a la realización de los derechos. Hay quienes sugieren que los Estados únicamente ratifican convenios de derechos humanos para instar a otros Estados a hacerlo, y no porque tengan la intención de aplicar sus disposiciones, indicando que prueba de ello es la violación generalizada de las obligaciones en materia de derechos humanos por los Estados partes. Otros afirman que los Estados ratifican tratados de derechos humanos cuando se encuentran en un período de transición desde un sistema autoritario a uno democrático, con el fin de establecer obligaciones en materia de derechos como garantía en caso de que se produzca un retroceso, e indican como ejemplo la rápida ratificación de los tratados por parte de Sudáfrica y de los antiguos Estados socialistas de Europa Oriental.

Un estudio empírico sistemático sobre el efecto de la ratificación de tratados de derechos humanos sobre la conducta posterior del Estado, realizado recientemente por Beth A. Simmons, recoge una imagen más compleja y matizada. El estudio sugiere que, en algunos casos, la ratificación de los tratados está claramente relacionada con una mejora de la efectividad de los derechos humanos, pero no en todos. Por ejemplo, la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN), el tratado de derechos humanos de las Naciones Unidas que se ha ratificado más rápido y de manera más general, prevé obligaciones estatales relacionadas con el reclutamiento de niños soldados y la promoción de la salud, prohibiendo el primero de estos fenómenos y exigiendo el segundo. ¿Cuál ha sido su nivel de eficacia? Según se indica en el estudio, la CDN tuvo un efecto considerable desde el punto de vista estadístico sobre la tasa de reclutamiento de niños soldados, pero no sobre la tasa de vacunación contra el sarampión2. Por consiguiente, no puede asumirse que la ratificación de los tratados conlleve la observancia de los derechos, ya que depende de las estrategias de ejecución y de un conjunto complejo de factores adicionales interconectados entre sí.

El derecho a la salud

El derecho a la salud es un derecho social y económico fundamental. De conformidad con lo previsto en el artículo 12 del PIDESC, “[l]os Estados Partes en el presente Pacto reconocen el derecho de toda persona al disfrute del más alto nivel posible de salud física y mental”.

Es importante realizar algunas observaciones preliminares. En primer lugar, al igual que la mayoría de las obligaciones en materia de derechos humanos, este derecho se aplica a “toda persona”, independientemente de su condición jurídica o de cualquier otra índole. Quedan incluidos los migrantes irregulares, los presos y las poblaciones sin hogar. En segundo lugar, al igual que otros derechos sociales y económicos, el derecho a la salud se hace efectivo de manera progresiva. Los Estados que ratifiquen el Pacto deben “adoptar medidas”, “por todos los medios apropiados, inclusive en particular la adopción de medidas legislativas”, para lograr progresivamente todos los aspectos de este derecho, “hasta el máximo de los recursos de que disponga”3.

Estas frases contienen términos complejos que podrían interpretarse de formas muy diferentes. Como mínimo, los Estados están obligados a realizar un seguimiento del progreso de sus políticas y a adoptar medidas para mejorar los servicios prestados4. El PIDESC señala que el logro de la plena efectividad de los derechos sociales y económicos podría requerir la existencia de sistemas de prestación complejos y sofisticados que dispongan de un personal cualificado, una infraestructura amplia, productos especializados como los medicamentos (en el caso de la salud) y equipos operativos y de investigación. Estos sistemas no pueden construirse exclusivamente a partir de actos legislativos, sino que también se necesita inversión, conocimientos especializados, investigación y financiación. Por consiguiente, la obligación más importante es mejorar progresivamente los servicios prestados en los ámbitos especificados al aumentar su alcance, mejorar su calidad e intensificar su efecto en función de las capacidades físicas y técnicas del Estado. En el caso del derecho a la salud, el PIDESC se refiere tanto a la salud física como mental y a varios ámbitos clave, como el sano desarrollo de los recién nacidos y de los niños o medidas de salud pública para promover la salud ambiental y evitar “enfermedades epidémicas, endémicas, profesionales y de otra índole”. A continuación, me centraré en pruebas vinculadas con la efectividad del derecho a la salud para una de las poblaciones destinatarias más vulnerables, los niños, que incluye a todas las personas de menos de 18 años5.

Progreso

Mortalidad de niños menores de 5 años

La efectividad del derecho a la salud de los niños pequeños ha aumentado de manera espectacular. Según se indica en el informe Estado Mundial de la Infancia 2016 del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), “el mundo ha logrado enormes progresos para reducir la mortalidad infantil, para enviar a los niños y niñas a la escuela y sacar a millones de la pobreza. Muchas de las intervenciones que respaldan estos progresos —como las vacunas, las sales de rehidratación oral y una mejor nutrición— han resultado prácticas y eficaces con respecto a su costo6”. Uno de los avances más espectaculares ha sido la reducción de la tasa de mortalidad de niños menores de 5 años. No solo ha disminuido un 53% desde 19907, sino que el ritmo de reducción entre 2000 y 2015 fue más del doble del registrado en la década de 1990. Entre 2000 y 2015, todas las regiones realizaron un progreso significativo en el ámbito de la supervivencia del niño8. Algunos de los países más pobres del mundo han logrado una mejora extraordinaria, ya que 24 países de bajos ingresos y de ingresos medianos bajos alcanzaron la meta de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) de reducir a una tercera parte la mortalidad de niños menores de 5 años entre 1990 y 20159.

Inmunización

Otro ámbito en el que se han registrado avances considerables ha sido en la vacunación sistemática vital para los niños. El UNICEF informó de que, en 2015, el 86% de los niños del mundo recibieron las tres dosis necesarias de la vacuna combinada contra la difteria, el tétanos y la tosferina (DTP3), un nivel de cobertura que se ha mantenido por encima del 85% desde 2010. Esto significa que el número de niños que no recibieron vacunas sistemáticas vitales se redujo hasta aproximadamente 19,4 millones, desde los 33,8 millones registrados en 200010.

Malaria

La malaria sigue siendo una amenaza generalizada para la supervivencia y la salud de los niños. El 78% de las muertes por malaria producidas en el mundo, es decir, 456.000 al año, corresponden a niños menores de 5 años. Esto significa que cada día mueren a causa de la malaria más de 1.200 niños —aproximadamente 50 cada hora—11. Sin embargo, se han logrado avances sumamente importantes. El número de muertes de niños debido a la malaria se ha reducido en un 40% desde 2000, y entre 2001 y 2013 se salvaron 4,3 millones de vidas gracias a una mejora del acceso a la prevención, el diagnóstico y el tratamiento de esta enfermedad12.

Persistencia de retos importantes

El impacto continuado y desigual de las enfermedades prevenibles

A pesar de lo esperanzador de los indicadores anteriormente referidos, en el mundo sigue habiendo millones de niños que carecen de acceso a un derecho efectivo a la salud, y se siguen observando enormes desigualdades. “En 2015, se calcula que murieron 5,9 millones de niños antes de cumplir los 5 años, la mayoría a consecuencia de enfermedades que pueden prevenirse y tratarse de forma fácil y económica”13. El UNICEF estima que, cada año, un millón de niños de entre 0 y 14 años contraen tuberculosis. Hay más de 67 millones de niños infectados que podrían desarrollar la enfermedad activa en cualquier momento14.

Muertes neonatales

Otra tendencia preocupante es el aumento del porcentaje de la mortalidad de niños menores de 5 años correspondiente al período neonatal. En 2015, las muertes neonatales (es decir, muertes producidas en los primeros 28 días de vida), “representaron el 45% del total de muertes, lo que significa un aumento proporcional del 5% desde 2000”15.

Amenazas para la salud de los niños creadas por el hombre

Los avances realizados en el ámbito de la salud infantil a nivel mundial se ven socavados por el incremento de las amenazas para la salud, especialmente para las poblaciones más vulnerables, como los niños, que son resultado de conductas humanas que podrían evitarse. El UNICEF prevé que, “hasta 2030, cada año se producirán cerca de 250.000 muertes más como consecuencia de la desnutrición, el paludismo, la diarrea y el estrés térmico atribuible al cambio climático”16.

Tal y como ha puesto de relieve el devastador efecto de la persistencia de los conflictos en diversas zonas, la guerra y la violencia conexa son una de las mayores amenazas para el disfrute del derecho a la salud de las poblaciones afectadas, especialmente entre los segmentos más vulnerables. Según ha indicado el UNICEF, los daños sufridos por los sistemas sanitarios ponen en peligro la vida de los niños que residen en países afectados por los conflictos. Por ejemplo, antes de que diera comienzo el actual conflicto en la República Árabe Siria, dicho Estado había realizado un progreso sorprendente en la reducción de la tasa de mortalidad de niños menores de 5 años. En 2015, el Grupo Interinstitucional para la Estimación de la Mortalidad en la Niñez informó de que, desde 1990, la tasa de mortalidad de niños menores de 5 años pasó de 37 a 13 muertes por cada 1.000 nacidos vivos. Sin embargo, se calcula que desde 2012 el exceso de mortalidad del país atribuible a las condiciones de crisis ha sido de entre 1 y 2 muertes por cada 1.000 nacidos vivos17.

Adolescencia y derecho a la salud

Uno de los retos más importantes a la hora de lograr que los niños disfruten del derecho a la salud es la gran brecha existente entre los progresos sanitarios realizados en lo relativo a los niños pequeños y las deficiencias sanitarias en lo que a los adolescentes se refiere. Si bien la mortalidad infantil se ha reducido, la mortalidad entre adolescentes ha aumentado, de modo que en algunos países ha contrarrestado las mejoras logradas para la infancia en los primeros diez años de vida. Hay varios factores que han contribuido a esta situación, que resulta preocupante y acuciante.

VIH y SIDA

Uno de los factores más graves que afectan a la morbilidad y a la mortalidad de los adolescentes es la propagación descontrolada del VIH/SIDA entre los jóvenes. En 2014, la Organización Mundial de la Salud (OMS) informó de que el SIDA era la principal causa de muerte entre los adolescentes (10 a 19 años) en África, y la segunda causa de muerte más común entre los adolescentes de todo el mundo18. La tasa de morbilidad es impactante, especialmente si se tiene en cuenta la rápida reducción de las muertes relacionadas con el SIDA en otros grupos. Los adolescentes de entre 15 y 19 años siguen siendo un caso especial. El Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/SIDA (ONUSIDA) estimó que, en 2015, cada hora contrajeron el VIH 29 adolescentes. Se produjeron aproximadamente 250.000 (180.000 a 340.000) nuevas infecciones por el VIH entre adolescentes, el 65% de los cuales eran niñas19.

Una de las causas de esta grave situación es la deficiencia de la política sanitaria mundial. “Hasta el momento, los esfuerzos internacionales para acabar con la epidemia del VIH han pasado por alto en gran medida a las adolescentes. En 2013, dos tercios de las 250.000 nuevas infecciones por el VIH de adolescentes de entre 15 y 19 años de edad se dieron en niñas”20. Otros factores están relacionados con la complejidad de hacer frente a las infecciones por el VIH, un problema que no puede solucionarse simplemente distribuyendo preservativos. Hace tiempo que los expertos en salud reconocieron que el objetivo de cambiar la conducta, especialmente en el ámbito específico de las normas de género y las relaciones sexuales, es una meta esquiva y desafiante. Existe un extenso legado de fracasos en esta esfera. Es el resultado de no haber invertido en unos derechos efectivos a la salud sexual y reproductiva, de no haber creado ni mantenido unos servicios sanitarios adaptados a las necesidades de los jóvenes, de no haber garantizado la confidencialidad ni un tratamiento no estigmatizado y de no haber facilitado una educación sexual exhaustiva, la vacunación contra el virus del papiloma humano ni un asesoramiento apropiado para casos de violencia de género.

Matrimonio y embarazo precoces

Hace tiempo que se reconocieron los efectos perjudiciales del matrimonio precoz para la salud de las adolescentes. Sin embargo, no se han realizado grandes progresos en la reducción de la incidencia del matrimonio precoz entre comunidades pobres o asoladas por conflictos, especialmente en el mundo en desarrollo. En un informe de 2012 sobre el matrimonio precoz, el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) señaló que 1 de cada 9 niñas de 15 años de edad están casadas21. Las niñas casadas tienen una probabilidad abrumadora de verse obligadas a mantener relaciones sexuales y ser madres a una edad temprana, además de sufrir un riesgo más significativo de contraer enfermedades de transmisión sexual y sufrir abusos físicos y emocionales22.

Una de las consecuencias más perjudiciales del matrimonio precoz es el embarazo de niñas muy jóvenes, un peligro reconocido tanto para la salud de la madre como del bebé. Por suerte, en los últimos 50 años se han logrado avances en la reducción de la incidencia de embarazos entre adolescentes. En el informe titulado Girlhood, Not Motherhood: Preventing Adolescent Pregnancy, el UNFPA indica que, en las regiones más pobres del mundo, la tasa media de natalidad entre las jóvenes de 15 a 19 años era de 170 nacimientos por cada 1.000 niñas entre 1950 y 1955, mientras que en 2010 era de 106. No obstante, 106 de cada 1.000 sigue siendo una cifra cuatro veces superior a la registrada en las regiones del mundo de ingresos altos23.

Salud mental

Una de las necesidades sanitarias más apremiantes para la infancia sin satisfacer es la prestación de tratamientos de salud mental para adolescentes, especialmente para niñas. En 2016, el UNFPA informó de que el suicidio es ahora la segunda causa de muerte en el mundo entre las adolescentes de 10 a 19 años, y la principal causa de muerte entre las de 15 a 19 años24. Un factor importante que contribuye a esta epidemia es su extraordinariamente elevada exposición a la violencia, ya que 1 de cada 3 niñas son víctimas de violencia en algún momento de su vida, muchas de ellas en la adolescencia. De media, en el mundo muere una adolescente cada 10 minutos como resultado de la violencia. No es de extrañar que la depresión y la ansiedad debilitantes afecten gravemente a la salud mental de las adolescentes, una morbilidad que los profesionales médicos aún ignoran y niegan en gran medida. Según el UNFPA, “[l]a realidad se va imponiendo a medida que cumple años: matrimonio inminente, abandono de la escuela e inicio de una vida de servidumbre y, con frecuencia, de miseria. [...] Estas penosas revelaciones, que pueden afectar negativamente a su salud mental, se manifiestan en un aumento de la ansiedad, la depresión, las autolesiones y el suicidio. Las niñas que sobreviven hasta cumplir los 20 años se vuelven más vulnerables a los embarazos no deseados y las complicaciones mortales de los embarazos y partos”25.

Adicción

Otro indicador significativo del deficiente bienestar de los adolescentes es la elevada prevalencia de las adicciones, puesto que el abuso de drogas y alcohol da comienzo en los primeros años de la adolescencia. El consumo de alcohol tiene consecuencias devastadoras para la salud de los niños durante su segundo decenio de vida, y es una preocupación cada vez mayor en muchos países. La OMS informó de que el 14% de las adolescentes y el 18% de los niños de entre 13 y 15 años de países de ingresos medios y bajos consumen alcohol, y que el 5% de las muertes de jóvenes de entre 15 y 29 años se deben al consumo de alcohol26. La drogodependencia tiene una incidencia geográfica diferente, pero es un factor de morbilidad igual de impactante para quienes se encuentran en los últimos años de la adolescencia y en los primeros años de la vida adulta.

Conclusión

A nivel mundial, se han realizado avances considerables en la realización del derecho a la salud de los niños y se han registrado mejoras espectaculares en algunos ámbitos clave. Sin embargo, hay dos motivos que hacen que el panorama general no resulte tan alentador. Incluso en los ámbitos en los que se han realizado mejoras, siguen existiendo disparidades regionales y de ingresos sustanciales, cuyo efecto discriminatorio afecta a las comunidades más vulnerables y marginadas. La discriminación por motivos de edad también afecta en gran medida al derecho a la salud. Si bien los niños pequeños se han visto beneficiados de la atención específica que se les ha prestado, por ejemplo, en los ODM, los problemas a los que se enfrentan los adolescentes han quedado mucho más de lado. Sigue existiendo un nivel elevado de morbilidad y mortalidad, especialmente como resultado de enfermedades y trastornos prevenibles. Para lograr los objetivos loables y ambiciosos previstos en el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales en materia de salud antes de que se celebre su 100º aniversario, se requieren esfuerzos mucho más enérgicos y creativos para garantizar que todos los niños y jóvenes disfruten realmente del “más alto nivel posible de salud física y mental” durante toda su vida.

Quisiera expresar mi agradecimiento a Krista Oehlke por su excepcional ayuda en la investigación.

Notas

1 Declaración Universal de Derechos Humanos, preámbulo.
2 Beth A. Simmons, Mobilizing for Human Rights: International Law in Domestic Politics (Cambridge, Cambridge University Press, 2009), págs. 332 y 337 a 348.
3 Naciones Unidas, Treaty Series, vol. 993, núm. 14531, artículo 2, apartado 1.
4 Philip Alston y Gerard Quinn, “The nature and scope of States Parties’ obligations under the International Covenant on Economic, Social and Cultural Rights”, Human Rights Quarterly, vol. 9, núm. 2 (mayo de 1987), págs. 156 a 229.
5 Naciones Unidas, Treaty Series, vol. 1577, núm. 27531, artículo 1.
6 Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), Estado Mundial de la Infancia 2016, informe (Nueva York, 2016), pág. vi. Disponible en https://www.unicef.org/spanish/sowc2016/.
7 Grupo Interinstitucional para la Estimación de la Mortalidad en la Niñez, “Levels and trends in child mortality”, informe de 2015, (Nueva York, UNICEF, septiembre de 2015), pág. 3. Disponible en http://www.childmortality.org/files_v20/download/igme%20report%202015%20child%20mortality%20final.pdf.
8 Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, Estado Mundial de la Infancia 2016, pág. 12.
9 Ibid.
10 Organización Mundial de la Salud (OMS), “Global and regional immunization profile”. 18 de noviembre de 2016. Disponible en http://www.who.int/immunization/monitoring_surveillance/data/gs_gloprofile.pdf?ua=1; Organización Mundial de la Salud (OMS), “WHO-UNICEF estimates 2015 revision, for 194 WHO Member States”. Disponible en http://apps.who.int/immunization_monitoring/globalsummary/timeseries/tswucoveragebcg.html; Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas, División de Población, “World Population Prospects, the 2015 Revision. The twenty-fourth round of official United Nations population estimates and projections”. Disponible en https://esa.un.org/unpd/wpp/ (consultado el 17 de enero de 2017); los datos se reproducen en la diapositiva titulada “Progress and challenges with achieving universal immunization coverage: 2015 estimates of immunization coverage: WHO/UNICEF estimates of national immunization coverage (Data as of July 2016)”, elaborada por Inmunización, Vacunas y Productos Biológicos, Organización Mundial de la Salud. Disponible en https://www.unicef.org/immunization/files/unicef-who-immunization-coverage-2015.pdf.
11 Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, “Malaria kills 1,200 children a day: UNICEF”, folleto informativo, 23 de abril de 2015. Disponible en https://www.unicef.org/media/media_81674.html.
12 Ibid.
13 Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, Estado Mundial de la Infancia 2016, pág. 3; Grupo Interinstitucional para la Estimación de la Mortalidad en la Niñez, “Levels and trends in child mortality”, pág. 3.
14 Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, “Strengthening community and primary health systems for TB: a consultation on childhood TB integration” (Nueva York, 2016), pág. 3. Disponible en https://www.unicef.org/health/files/2016_UNICEF_Strengthening_PHC_systems_for_TB_FINAL_report_(Web).pdf.
15 Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, Estado Mundial de la Infancia 2016, pág. 10; Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, Committing to Child Survival: A Promise Renewed, informe sobre los progresos realizados 2015 (Nueva York, 2015), pág. 35. Disponible en https://www.unicef.org/publications/files/APR_2015_9_Sep_15.pdf.
16 Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, Estado Mundial de la Infancia 2016, pág. 5; Organización Mundial de la Salud, Quantitative Risk Assessment of the Effects of Climate Change on Selected Causes of Death, 2030s and 2050s (Ginebra, 2014), pág. 13. Disponible en http://apps.who.int/iris/bitstream/10665/134014/1/9789241507691_eng.pdf?ua.
17 Grupo Interinstitucional para la Estimación de la Mortalidad en la Niñez, “Levels and trends in child mortality”, pág. 24; Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, Estado Mundial de la Infancia 2016, pág. 10.
18 Organización Mundial de la Salud, “Mortality, morbidity and disability in adolescence, Health for the world’s adolescents: a second chance in the second decade”. Informe interactivo en línea. 2014. Disponible en http://apps.who.int/adolescent/second-decade/section3/page2/mortality.html; Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/SIDA (ONUSIDA), “Ending the AIDS epidemic for adolescents, with adolescents: a practical guide to meaningfully engage adolescents in the AIDS response” (Ginebra, 2016), pág. 2. Disponible en https://www.unfpa.org/sites/default/files/pub-pdf/210079_UNAIDS_ENDING_THE_AIDS_FINAL_SO.pdf.
19 Ibid, pág. 6.
20 Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), Nuestro futuro depende de las niñas que cumplen esta edad decisiva: estado de la población mundial 2016 (Nueva York, 2016), pág. 32. Disponible en https://www.unfpa.org/sites/default/files/sowp/downloads/The_State_of_World_Population_2016_-_Spanish.pdf.
21 Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), Marrying Too Young: End Child Marriage, informe (Nueva York, 2012), pág. 10. Disponible en https://www.unfpa.org/sites/default/files/pub-pdf/MarryingTooYoung.pdf; Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), Nuestro futuro depende de las niñas que cumplen esta edad decisiva, pág. 33.
22 The Lancet Commissions, “Our future: a Lancet commission on adolescent health and wellbeing”, The Lancet, vol. 387, núm. 10036 (mayo de 2016), págs. 2423 a 2478 (2430). Disponible en http://www.thelancet.com/pdfs/journals/lancet/PIIS0140-6736(16)00579-1.pdf. Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), Nuestro futuro depende de las niñas que cumplen esta edad decisiva, pág. 33.
23 Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), Girlhood, Not Motherhood: Preventing Adolescent Pregnancy (Nueva York, 2015), pág. 7. Disponible en https://www.unfpa.org/sites/default/files/pub-pdf/Girlhood_not_motherhood_final_web.pdf; Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas, División de Población, “World Population Prospects, the 2015 Revision. The twenty-fourth round of official United Nations population estimates and projections”. Data Query. Disponible en https://esa.un.org/unpd/wpp/DataQuery/ (consultado el 17 de enero de 2017).
24 Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), Nuestro futuro depende de las niñas que cumplen esta edad decisiva, pág. 24; Organización Mundial de la Salud, “Global Health Observatory visualizations, Adolescent health: mortality and DALYs in adolescents by WHO region, 2000 and 2012, aged 10-19 years”. 2016. Disponible en http://apps.who.int/gho/data/view.wrapper.MortAdov?lang=en&menu=hide (consultado el 22 de junio de 2016).
25 Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), Nuestro futuro depende de las niñas que cumplen esta edad decisiva, pág. 34; The Lancet Commissions, “Our future: a Lancet commission on adolescent health and wellbeing”, The Lancet, vol. 387, núm. 10036 (mayo de 2016), págs. 2423 a 2478.
26 Organización Mundial de la Salud, School and youth health, School health and youth health promotion: facts. 2017. Disponible en http://www.who.int/school_youth_health/facts/en/ (consultado el 17 de enero de 2017); Oficina del Enviado del Secretario General para la Juventud, #YouthStats, “Substance abuse”. Disponible en http://www.un.org/youthenvoy/wp-content/uploads/2015/06/YouthStatssubstabceabuse.pdf (consultado el 20 de diciembre de 2016); Organización Mundial de la Salud, “Fact sheet on adolescent health”, julio de 2015. Disponible en http://www.wpro.who.int/mediacentre/factsheets/docs/fs_201202_adolescent_health/en/.