New York

04/07/2022

Mensaje del Secretario General con motivo del Día Internacional de Reflexión sobre el Genocidio de 1994 contra los Tutsis en Rwanda (28º aniversario)

Amina J. Mohammed, Deputy Secretary-General

Juntos, rendimos homenaje al millón de personas que fueron asesinadas en tan solo 100 días en 1994, la inmensa mayoría de ellas tutsis, pero también hutus moderados y personas de otras etnias que también se opusieron al genocidio.

Honramos su memoria.

Admiramos la resiliencia de los supervivientes.

También reflexionamos sobre los fallos que cometimos como comunidad internacional.

El genocidio no fue ni un accidente ni algo inevitable.

Fue deliberado y sistemático; y se cometió a plena luz del día.

Nadie que siguiera la actualidad mundial o viera las noticias podía negar la violencia repugnante que estaba teniendo lugar.

Sin embargo, fueron demasiado pocos quienes alzaron la voz, y aún menos quienes intentaron intervenir.

Podría haberse hecho —y debería haberse hecho— mucho más.

Una generación después de esos acontecimientos, la mancha de la vergüenza aún perdura.

Al recordar el derramamiento de sangre de hace 28 años, reconocemos que siempre tenemos la opción de elegir.

Elegir la humanidad por encima del odio, la compasión en vez de la crueldad, el valor frente a la complacencia, y la reconciliación antes que la ira.

El principio de la responsabilidad de proteger implica que ya no podemos permanecer cruzados de brazos cuando se cometen crímenes atroces ante nuestros ojos.

Por medio de mi Llamamiento a la Acción y de otras iniciativas, los derechos humanos tienen un lugar firme en el corazón de todo lo que hacemos.

Mi Asesora Especial sobre la Prevención del Genocidio hace un seguimiento de los acontecimientos en todo el mundo para vigilar si existen signos de genocidio y otros crímenes atroces.

Además, he puesto la labor de prevención en el centro de nuestro trabajo.

Hoy día, la justicia penal internacional, si bien dista de ser perfecta, ha mostrado que los autores de esos actos ya no pueden asumir que habrá impunidad.

La extraordinaria labor del Tribunal Penal Internacional para Rwanda —el primer tribunal de la Historia en condenar a una persona por genocidio— fue determinante en este empeño, y ha demostrado que la justicia es indispensable para una paz sostenible.

Rwanda es hoy un testimonio maravilloso de la capacidad del espíritu humano de sanar incluso las heridas más profundas y resurgir de las profundidades más oscuras para reconstruir una sociedad más fuerte.

Tras haber sufrido una violencia de género inefable, las mujeres ocupan hoy el 60 % de los escaños parlamentarios.

Además, Rwanda es el cuarto país que más contribuye a las operaciones de mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas, poniendo en peligro a sus propios soldados para evitar a otros el dolor que ellos han conocido.

El genocidio contra los tutsis planteó cuestiones que afectan a toda la humanidad. Cuestiones fundamentales sobre el papel del Consejo de Seguridad, la eficacia del mantenimiento de la paz, la necesidad de poner fin a la impunidad de los crímenes internacionales, la necesidad de abordar las raíces de la violencia, y la fragilidad del civismo.

Tenemos grandes pruebas ante nosotros.

Hoy día, Ucrania arde en llamas, y nuevos y viejos conflictos se enconan en Oriente Medio, África y otros lugares.

La discrepancia es demasiado a menudo la norma en el Consejo de Seguridad, lo cual contribuye a dar a los actores estatales y no estatales la impresión de un clima de impunidad.

Las guerras continúan furiosas, las desigualdades aumentan, la pobreza crece, y todo ello es un semillero para el resentimiento, la angustia y la ira.

Mientras tanto, vemos cómo el discurso de odio —con manifestaciones como la desinformación deshumanizante, los tropos racistas y la negación y distorsión del genocidio— prolifera tanto en línea como fuera de Internet.

Hoy, más que nunca, debemos reconocer los peligros de la intolerancia, la irracionalidad y el fanatismo en todas las sociedades.

Igual que volvemos la vista atrás con remordimiento, miremos hacia delante con determinación.

Comprometámonos a mantenernos siempre vigilantes y a no olvidar nunca.

Y rindamos un sincero homenaje a los rwandeses que perdieron la vida construyendo un futuro de dignidad, tolerancia y derechos humanos para todas las personas.

Muchas gracias.