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Día Internacional de Rememoración de las Víctimas de la Esclavitud y la Trata Trasatlántica de Esclavos · 25 de marzo de 2009

Discurso del Presidente de la Asamblea General de las Naciones Unidas en la ceremonia realizada en la organización con motivo del Día Internacional de Rememoración de las Víctimas de la Esclavitud y la Trata Transatlántica de Esclavos

Nueva York

25 de marzo de 2009

Excelencias,
Señor Secretario General,
Distinguidos artistas y músicos,
Hermanos y hermanas todos,

Para comenzar, deseo agradecerles a todos ustedes por hacer que este Día Internacional de Rememoración de las Víctimas de la Esclavitud y la Trata Transatlántica de Esclavos sea objeto de atención no sólo aquí en las Naciones Unidas, sino en todo el mundo. Es como si, después de tantos siglos, estuviéramos por fin empezando a reconciliarnos con uno de los episodios más oscuros de nuestra larga historia de trato inhumano a nuestros hermanos y hermanas. En efecto, es paradójico que estemos celebrando un legado tan amargo, pero lo cierto es que esta transformación merece ser celebrada, además de conmemorada solemnemente.

La abolición de la trata transatlántica de esclavos en 1808 parece haber ocurrido en un lugar y un tiempo remotos. Sin embargo, creo que la mayoría de nosotros somos conscientes de la importancia de señalar este hecho histórico a la atención del mundo.

La abolición de la trata de esclavos que cruzó el Atlántico de África a Europa, América Latina y América del Norte durante cientos de años no supuso realmente el fin de esclavitud, sino que provocó una amargura y un derramamiento de sangre que han perdurado hasta nuestros días. Sin embargo, fue un paso importante para su prohibición y una de las primeras ocasiones en que la comunidad internacional decidió unir fuerzas para combatir esa actividad brutal y enormemente lucrativa.

Siempre he defendido la importancia del perdón y la reconciliación. La trata de esclavos constituye uno de los horrendos crímenes de lesa humanidad. Es asombroso que tantos africanos y sus descendientes afroamericanos hayan tenido la generosidad de perdonar esos crímenes. Ahora bien, ninguno de nosotros, en ninguna parte del mundo, deberíamos olvidarlos.

Forma parte de esta histórica tragedia el hecho de que la trata de esclavos y la propia esclavitud sigan siendo temas profundamente pertinentes en nuestro mundo actual, aunque esto no se reconozca. Así lo evidencia el hecho de que el racismo siga estando arraigado en prácticamente todas nuestras sociedades. Tengamos en cuenta que esta terrible lacra es lo que hace tan pertinente e importante la Conferencia de Examen de Durban contra el racismo, que se celebrará en Ginebra el mes próximo. Trabajemos juntos para que esta controvertida conferencia resulte constructiva y provechosa.

La pertinencia del tema de la esclavitud en la actualidad nos recuerda que la trata de esclavos fue una institución que no sólo devastó un continente, sino que envenenó las raíces de sociedades tanto nuevas como antiguas con su presencia corrosiva. Todos seguimos sufriendo las consecuencias de esta explotación, evidentemente algunos de nosotros mucho más que otros.

Además, aunque centremos nuestra atención en las víctimas de la trata de esclavos, debemos reconocer que sigue existiendo una forma contemporánea de esclavitud, muchas veces invisible y tolerada a escala internacional. A pesar de la legislación que prohíbe la esclavitud y la trata de esclavos en todas sus formas, millones de personas siguen siendo víctimas de estos crímenes. Basta con leer los informes sobre las horrendas condiciones en que se encuentran los trabajadores rurales, muchas veces pertenecientes a pueblos indígenas, que son víctimas de formas tradicionales de esclavitud.

Sigue habiendo, además, formas más modernas de esclavitud basadas en la trata de personas, la forma más vil de comercio internacional. Entre sus víctimas figuran los trabajadores forzados, los niños soldados y los esclavos sexuales, además de las víctimas del comercio de adopciones ilícitas o de la trata con fines de extracción de órganos. Creo que podemos enorgullecernos de la labor que la Asamblea General está realizando en tantos ámbitos para abolir y castigar estos crímenes de lesa humanidad contemporáneos.

Hoy, sin embargo, nos reunimos para conmemorar las innumerables víctimas de la trata transatlántica de esclavos, honrar su memoria y darles el honor y el reconocimiento que tantos preferirían negarles. Aplaudo la labor del Departamento de Información Pública y la generosidad de los muchos músicos que han acudido aquí para dar más relieve a esta conmemoración. Unámonos todos a ellos en los esfuerzos comunes por hacer que la esclavitud sea un recuerdo distante, en lugar de la terrible realidad que sigue siendo en la actualidad.

Muchas gracias.