Desafíos que trascienden fronteras
En 2019 necesitarán asistencia humanitaria casi 142 millones de personas. Los conflictos armados y la violencia siguen destruyendo vidas y comunidades, la complejidad y la interrelación de los conflictos van en aumento, y el extremismo violento y el terrorismo siguen desestabilizando países y regiones enteras.
La pobreza generalizada y las crecientes desigualdades entre los países, y especialmente dentro de ellos, también son motivo de gran preocupación, al igual que la inquietante tendencia del espacio democrático y cívico a reducirse, que suele afectar primero a quienes defienden los derechos humanos, trabajan en el ámbito sanitario o ejercen el periodismo. En muchas partes del mundo sigue siendo habitual la violencia contra las mujeres y las niñas y se observa una nueva ofensiva contra los derechos de la mujer y la igualdad de género.
Factores como estos han contribuido a aumentar los desplazamientos, que exponen a las poblaciones vulnerables a sufrir violaciones de los derechos humanos y crean complejas dificultades en los países de tránsito y destino. La persistencia y proliferación de estos y otros problemas fomentan el temor, la incertidumbre y la frustración, que a su vez van minando la confianza de la opinión pública en las instituciones y el estamento político, y son caldo de cultivo para el discurso de odio, la xenofobia y otros peligrosos relatos que generan disensión.
Mi profunda preocupación por esta alarmante tendencia, que incluye actos violentos motivados por el odio y atroces atentados contra lugares de culto, me indujo a formular una estrategia para combatir el discurso de odio y buscar maneras de que las Naciones Unidas puedan ayudar a proteger los lugares sagrados en todo el mundo.
Importancia del multilateralismo
La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, condensada en los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, sigue siendo una hoja de ruta clara y universal para crear una globalización justa y transformar las economías y las sociedades sin dejar a nadie atrás. Se han logrado grandes avances, pero a este ritmo no alcanzaremos nuestros objetivos. Debemos emprender esta tarea con mucha más urgencia y ambición, mejorando la cooperación internacional y las alianzas público-privadas, consiguiendo una financiación adecuada y adoptando soluciones innovadoras. También es necesario empoderar a los jóvenes como asociados y líderes, según lo previsto en la Estrategia de las Naciones Unidas para la Juventud (Juventud 2030).
El Secretario General António Guterres y la Vicesecretaria General Amina J. Mohamed durante una reunión en Nueva York.
En diciembre de 2018, el consenso de los Estados Miembros sobre el histórico Pacto Mundial para la Migración Segura, Ordenada y Regular generó una plataforma voluntaria que permitirá a los países de origen, tránsito y destino aprovechar al máximo los beneficios de la migración y abordar los problemas que conlleva. Ese mismo mes se afirmó el pacto mundial sobre los refugiados, y ambos instrumentos han abierto una amplia vía para asegurar a nivel mundial que la movilidad humana funcione para todos.
Nuestras operaciones de paz siguen teniendo una importancia crucial. Por ello emprendimos la iniciativa Acción para el Mantenimiento de la Paz, que ha servido para consolidar nuestra alianza con los países que aportan contingentes y fuerzas de policía, los miembros del Consejo de Seguridad y los países receptores. Desde que se puso en marcha la iniciativa en marzo de 2018, más de 150 Estados Miembros y 4 organizaciones internacionales y regionales han suscrito la Declaración de Compromisos Compartidos sobre las Operaciones de Mantenimiento de la Paz de las Naciones Unidas.
Hemos realizado exámenes independientes de nuestras operaciones para determinar la mejor manera de cumplir los mandatos y hemos dado prioridad al aumento del número de mujeres entre el personal uniformado. También estamos promoviendo la inclusión significativa de las mujeres en los procesos de paz, ya que sabemos por experiencia que así se consiguen acuerdos más sólidos y sostenibles.
Las Naciones Unidas continúan prestando una asistencia humanitaria vital y fortaleciendo las operaciones de paz, pero, como bien sabemos, la única solución posible a largo plazo para evitar la destrucción y el sufrimiento que causan las guerras y la violencia es ponerles fin. Por este motivo, desde que asumí el cargo vengo insistiendo en la prevención, la mediación y el aumento de las actividades de establecimiento de la paz y diplomacia.
Durante los últimos meses se ha avanzado para atajar situaciones volátiles, resolver conflictos y devolver la esperanza a muchas personas afectadas por años de guerra, violencia e inestabilidad, por ejemplo, en Madagascar, donde se garantizó la celebración de elecciones pacíficas y democráticas. En febrero de 2019, Grecia y Macedonia del Norte zanjaron su antigua controversia sobre el “nombre”, lo que demuestra que hasta las cuestiones que parecen insolubles pueden resolverse si hay diálogo y voluntad política. Un factor esencial ha sido la estrecha cooperación con las organizaciones regionales. Sin embargo, cuando se trata de conflictos complejos, esta labor resulta difícil y exige paciencia y perseverancia, como ha ocurrido en la República Árabe República Árabe Siria, la República Centroafricana y Sudán del Sur. En el Yemen, el Acuerdo de Estocolmo negociado por las Naciones Unidas y concluido en diciembre de 2018 fue un avance positivo, aunque todavía quedan muchos obstáculos que superar y mucho por hacer para conseguir que las partes cumplan sus compromisos y que un verdadero proceso político permita por fin lograr la paz. En estas y otras situaciones sigo ofreciendo mis buenos oficios y mi intervención personal dondequiera que puedan ser de utilidad, junto con mis enviados, enviadas y representantes especiales y aprovechando la experiencia de las Naciones Unidas y de toda la comunidad de mediación.
Al mismo tiempo, hemos decidido adoptar un enfoque colectivo de todo el sistema para hacer frente a problemas como el brote del virus del Ébola en la República Democrática del Congo, que sigue desarrollándose en un entorno difícil caracterizado por el conflicto y la inseguridad. Insto por ello a los Estados Miembros y a las organizaciones asociadas a procurar que los organismos de respuesta cuenten con los recursos necesarios para que su labor surta efecto.
Ganar en idoneidad
En última instancia, la reforma aspira a garantizar que estemos en una posición óptima para servir a quienes sufren pobreza o exclusión, a quienes son víctimas de conflictos, a quienes ven como se niegan sus derechos y su dignidad, y a tantos millones de personas con ideas y sueños propios que necesitan una mano amiga.
Para cumplir los mandatos de manera más eficiente y eficaz, nuestras actividades deben basarse en la transparencia, la coordinación y la rendición de cuentas. Debemos eliminar la compartimentalización y aunar los pilares de nuestra labor para que los esfuerzos por promover la paz, el Desarrollo sostenible y los derechos humanos se refuercen mutuamente.
Abordar la crisis presupuestaria
Me complace señalar que en julio la Asamblea General respondió positivamente a algunas de esas propuestas. Son medidas que, aunque no resuelvan por completo el problema, nos permitirán al menos agilizar los reembolsos a los países que aportan contingentes y fuerzas de policía. Lamentablemente, las operaciones con cargo al presupuesto ordinario siguen padeciendo una crisis que, de no abordarse, reducirá nuestra capacidad para ejecutar los mandatos y el programa de trabajo aprobado. Por ello insto a los Gobiernos a que alcancen un consenso que permita hacer frente a la crisis y dotar a la Organización de una sólida base financiera.
Aprovechar las nuevas tecnologías
De cara al futuro
Durante mi visita a la República Centroafricana, rendí homenaje en Bangasú a los miembros del personal de mantenimiento de la paz que lo dieron todo por la causa de la paz; en Colombia
y otros lugares me reuní con valientes defensores de los derechos humanos; en las escuelas que administra el Organismo de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas para los Refugiados
de Palestina en el Cercano Oriente me admiró la pasión por aprender de los jóvenes estudiantes; viajé al centro de Malí y escuché a los líderes locales manifestar su firme determinación
de luchar por la paz y la reconciliación; y me desplacé a la primera línea de la emergencia climática mundial, donde presencié los efectos devastadores de los
desastres causados
por fenómenos meteorológicos extremos como los ocurridos en Mozambique y el Caribe, lugares que apenas han contribuido a la crisis climática, pero que a menudo son los primeros en
sufrir sus consecuencias.
La única manera de afrontar los Desafíos mundiales es la acción colectiva, pero el contexto actual es tan difícil que no basta con proclamar las virtudes del multilateralismo, sino que hay que demostrar su valor añadido. En vísperas del 75o aniversario de la Organización, la Carta de las Naciones Unidas nos indica el camino con su mensaje de esperanza en un futuro de convivencia y buena vecindad entre personas y países que defiendan los valores universales, configurando así nuestro porvenir común. El compromiso con este ideal de futuro es hoy más necesario que nunca.