I. Justificación de la reforma
A fin de afrontar los problemas relacionados con el desarrollo, la
asistencia humanitaria y el medio ambiente en el proceso de globalización, el
mundo necesita un marco multilateral fuerte y coherente con un actor
principal: las Naciones Unidas. Las Naciones Unidas deben superar su
fragmentación y adoptar el concepto de la unidad de acción. Ello ayudaría a
los países a aplicar el ambicioso programa que hizo suyo la Cumbre Mundial
de 2005: los objetivos de desarrollo del Milenio y otros objetivos de desarrollo
convenidos internacionalmente. Debería ayudar y apoyar a los países para
que pudieran dirigir sus propios procesos de desarrollo y ayudar a afrontar
problemas mundiales como la pobreza, la degradación del medio ambiente, las
enfermedades y los conflictos.
1. A fin de afrontar los problemas de su época, hace 60 años los dirigentes
mundiales crearon nuevas instituciones multilaterales —las Naciones Unidas, el
Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI)— y con sus acciones
demostraron que la cooperación internacional era la única manera de resolver los
problemas económicos y políticos del mundo de la posguerra. Quienes crearon estas
instituciones lo hicieron para su época y su generación; no sólo formularon un
nuevo conjunto de normas para el sistema internacional sino que expresaron una
nueva voluntad pública basada en nobles ideales.
2. Hoy nosotros también vivimos en una época de cambio mundial. La nuestra es
una época de globalización, de un cambio mundial que, en velocidad, alcance y
magnitud no tiene precedentes. A medida que el mundo se vuelve más
interdependiente van marcándose las desigualdades sociales y económicas. Algunos
de los países y comunidades más pobres continúan sin integrarse en la economía y sin
beneficiarse de la globalización, y son extremadamente vulnerables a las crisis y a las
perturbaciones sociales. Se ha tomado mayor conciencia del rápido ritmo de la
degradación del medio ambiente y del cambio climático, así como de sus efectos
sobre la productividad y la seguridad alimentaria. Hay más conflictos dentro de los
Estados que entre ellos, y el riesgo del terrorismo y de las enfermedades infecciosas
ilustra que las amenazas a la seguridad cruzan las fronteras.
3. La pobreza, la degradación del medio ambiente y el retraso del desarrollo
agravan la vulnerabilidad y la inestabilidad en detrimento de todos. Ahora más que
nunca, la lucha contra la desigualdad —a fin de lograr los objetivos de desarrollo
del Milenio y los objetivos de desarrollo más amplios— es fundamental para la
estabilidad económica y la seguridad mundial. Ante una pobreza inaceptable
tenemos la clara obligación moral de actuar porque tenemos los conocimientos, la
capacidad y los recursos para hacerlo.
4.
Sabemos que cuando las corrientes de bienes, servicios, capital y personas
son corrientes mundiales, los problemas que plantean sólo pueden solucionarse
mediante una acción concertada en el plano mundial. La globalización hace que el
multilateralismo sea indispensable, y las Naciones Unidas son el principal actor del
sistema multilateral. Sin las Naciones Unidas no es posible promover el desarrollo,
erradicar la pobreza y proteger el medio ambiente para las generaciones futuras, ni
tampoco prevenir las crisis y prestar asistencia humanitaria para responder a ellas.
Los valores universales y la representatividad de las Naciones Unidas le dan una
legitimidad y autoridad política esencial para emprender las iniciativas necesarias en
los planos mundial, regional, nacional y local.
5.
A pesar de que en el pasado la comunidad internacional ha estado muy
dividida, en particular durante la guerra fría, las Naciones Unidas han podido
elaborar una serie de normas y objetivos de desarrollo convenidos
internacionalmente que constituyen un marco para las actividades de la mayor parte
de los países y las instituciones. Las Naciones Unidas han demostrado su liderazgo
intelectual en una amplia gama de cuestiones. Por ejemplo, el Informe sobre el
Desarrollo Humano, que empezó a publicarse a principios del decenio de 1990,
contribuyó decisivamente a desarrollar el concepto del desarrollo sostenible y a
considerar el bienestar y la dignidad de las personas como tema central del
programa de desarrollo. En la Cumbre del Milenio de 2000, 191 Estados Miembros,
147 de ellos representados por jefes de Estado y de gobierno, hicieron suya la
Declaración del Milenio. Las Naciones Unidas pueden acercar a las partes debido a
la legitimidad única de su composición universal y a sus funciones de elaboración
de normas, fomento de la capacidad y promoción. Muchas de las normas aceptadas
hoy en todo el mundo se originaron en foros de las Naciones Unidas.
6.
Las Naciones Unidas pueden aprovechar la oportunidad que ofrece el consenso
sin precedentes sobre un marco común para el futuro, reafirmado más recientemente
en la Cumbre Mundial 2005. Este marco se refleja en los objetivos de desarrollo
convenidos internacionalmente en conferencias mundiales recientes, desde el
desarrollo social hasta el empoderamiento de la mujer, pero se expone de manera
convincente en los objetivos de desarrollo del Milenio. Los países ricos y los países
pobres nunca habían apoyado oficialmente a la vez unos objetivos tan concretos.
Las Naciones Unidas, el Banco Mundial, el FMI y las distintas entidades del sistema
internacional nunca habían apoyado el mismo conjunto de objetivos de desarrollo y
estado dispuestos a rendir cuentas de su cumplimiento.
7.
Las Naciones Unidas pueden contribuir decisivamente a impulsar el
cumplimiento de los objetivos de desarrollo del Milenio y otros objetivos de
desarrollo convenidos internacionalmente. Pero deben reformar sus estructuras para
hacerlo. El Grupo de Alto Nivel sobre la coherencia en todo el sistema de las
Naciones Unidas en las esferas del desarrollo, la asistencia humanitaria y la
protección del medio ambiente brinda una oportunidad única para asegurar que las
Naciones Unidas puedan responder a los desafíos mundiales del siglo XXI y cumplir
una función cabal y eficaz en el sistema multilateral.
8.
El Consenso de Monterrey de 2002 estableció una alianza para el desarrollo,
con la cual los donantes se comprometieron a aumentar la asistencia oficial para el
desarrollo y los recursos para reducir la deuda si se aplicaban reformas graduales en
los países en desarrollo, y que se elaboró en la Declaración de París sobre la eficacia
de la ayuda al desarrollo. En 2005, los donantes también se comprometieron a
aumentar la asistencia oficial para el desarrollo en 50.000 millones de dólares de los
EE.UU. para el 2010 y a proporcionar 55.000 millones de dólares para reducir la
deuda. Unas Naciones Unidas más eficaces y eficientes serían un buen colaborador
que conseguiría resultados con esos recursos y aceleraría los progresos hacia el
cumplimiento de los objetivos de desarrollo del Milenio.
9.
Estos compromisos están estrechamente relacionados con el reconocimiento
del Grupo de que los principales responsables de las actividades son los distintos
Estados Miembros. La identificación de los países con los programas de desarrollo
y la adhesión de los donantes a los principios de la eficacia de la ayuda y la buena
gestión de las donaciones deben fundamentar la labor de las Naciones Unidas.
Décadas de actividades poco sistemáticas y de intentos frustrados demuestran que las políticas de asistencia no pueden imponerse sino que los gobiernos deben participar en su elaboración, junto con sus pueblos y comunidades. Este concepto está ampliamente aceptado y ahora debe llevarse a la práctica.
Décadas de actividades poco sistemáticas y de intentos frustrados demuestran que las políticas de asistencia no pueden imponerse sino que los gobiernos deben participar en su elaboración, junto con sus pueblos y comunidades. Este concepto está ampliamente aceptado y ahora debe llevarse a la práctica.
10.
Sabemos que algunos consideran que las Naciones Unidas no han cumplido la
misión que esperábamos de ellas. Existen muchas razones por las que las Naciones
Unidas se han fragmentado y debilitado: desde una falta de acuerdo y de mensajes
ambiguos entre las capitales de los Estados Miembros y sus representantes en
distintos órganos hasta una proliferación de organismos, mandatos y oficinas, lo
cual ha creado duplicaciones y ha disminuido la atención hacia los resultados,
además de permitir que entidades obsoletas sigan funcionando. Incluso cuando los
mandatos tienen elementos comunes, las entidades de las Naciones Unidas suelen
funcionar por su cuenta y colaboran y se coordinan poco entre ellas. En la
actualidad, el sistema de las Naciones Unidas está integrado por 17 organismos
especializados y organizaciones conexas, 14 fondos y programas, 17 departamentos
y oficinas de la Secretaría, 5 comisiones regionales, 5 institutos de investigación y
capacitación y una plétora de estructuras regionales y en los países. La falta de
cohesión impide que las Naciones Unidas sean más que la suma de sus partes.
- En el plano nacional, la incoherencia operativa de los fondos, programas y organismos de las Naciones Unidas es muy evidente. Más de una tercera parte de los equipos de las Naciones Unidas en los países están integrados por 10 o más organismos sobre el terreno en un momento determinado. Varios equipos están integrados por 20 organismos o más. Ello a dado lugar a programas incoherentes y a unos gastos administrativos excesivos. También es una carga para los países en desarrollo porque deben tratar con múltiples organismos. En los 60 países analizados por el Grupo, 17 equipos tenían un presupuesto anual de menos de 2 millones de dólares por organismo. Por otra parte, la experiencia normativa y analítica de los organismos sin representación no apoya bastante los esfuerzos de los equipos de las Naciones Unidas en los países. Sin la dirección autorizada del coordinador residente de las Naciones Unidas y sin que toda la Organización apoye el sistema de coordinadores residentes, habrá pocos incentivos para mejorar la coordinación.
- También hay indicios manifiestos de fragmentación en el plano regional. Las oficinas regionales de los distintos organismos de las Naciones Unidas están en diferentes lugares, y la definición de región puede variar de un organismo a otro. En algunas regiones se han establecido o se están estableciendo rápidamente sólidas instituciones regionales y subregionales, pero otras se han desviado de sus mandatos originales. Es pues necesario examinar las funciones y los mecanismos regionales de las Naciones Unidas, incluidas las comisiones regionales, a fin de atender las necesidades de las regiones, evitar la duplicación y la superposición de funciones e intentar crear instituciones regionales coherentes.
- También es necesario fomentar la cooperación en el plano mundial. En algunos sectores, como el del agua y la energía, más de 20 organismos de las Naciones Unidas compiten por unos recursos limitados sin un marco de colaboración claro. Más de 30 organismos y programas de las Naciones Unidas se ocupan de la ordenación del medio ambiente. Varios organismos tienen un interés legítimo en la cuestión de las personas desplazadas dentro de los países, pero ninguna desempeña una función rectora. Con la fusión de los organismos de las Naciones Unidas no siempre se obtienen mejores resultados. Sin embargo, creemos que es necesario racionalizar considerablemente los organismos de las Naciones Unidas para que la Organización pueda unificar sus actividades, reducir la duplicación y reducir considerablemente la carga que impone a los gobiernos receptores y donantes, sin afectar el desempeño y la experiencia de las diferentes organizaciones.
- La financiación insuficiente e impredecible del sistema también contribuye a la fragmentación, ya que socava el carácter multilateral de las Naciones Unidas. El aumento exponencial de los recursos extrapresupuestarios (recursos complementarios) frente a los recursos básicos ha alentado la prestación de asistencia basada en la oferta y no en la demanda, lo cual desvirtúa el principio de la identificación de los países con los programas. Debido a la falta de coordinación entre los donantes y a la competencia por recursos complementarios entre los organismos de las Naciones Unidas se pierde mucho tiempo y mucha energía en recabar fondos, lo cual reduce la habilidad de las Naciones Unidas de tomar decisiones estratégicas a largo plazo que ayuden a obtener resultados más eficaces. Las Naciones Unidas tampoco tienen un sistema común para la financiación general del desarrollo ni para medir los resultados de una forma transparente y sistemática.
11.
La comunidad internacional tiene el deber de lograr que las Naciones Unidas
estén en condiciones de cumplir el propósito para el cual fueron creadas, es decir, de
revitalizarlas y fortalecerlas para que puedan afrontar los problemas mundiales y las
necesidades de un mundo cada vez más interdependiente. Para ello, las Naciones
Unidas deben ser suficientemente coherentes y flexibles para responder a la
demanda de diferentes servicios relacionados con las políticas y las operaciones. No
hay que adoptar un enfoque único para todas las situaciones.
12.
Como partes interesadas del sistema de las Naciones Unidas, tenemos la
responsabilidad de convenir y presentar recomendaciones ambiciosas para aumentar
la coherencia de las Naciones Unidas, a fin de que puedan unificar sus actividades
en las esferas del desarrollo, la asistencia humanitaria y el medio ambiente. La
decisión más radical que podríamos adoptar es la de mantener el estatu quo. Sería
una victoria para la inercia y para algunos intereses institucionales y nacionales
particulares y a corto plazo mantener un sistema que se ha ido desarrollando con el
tiempo y que nadie que afrontara los problemas que afrontamos hoy diseñaría. El
Grupo cree que la reforma dirigida a aumentar la coherencia del sistema de las
Naciones Unidas debe inspirarse en principios claros:
- Identificación de los países con los planes de desarrollo y enfoques orientados hacia las personas. La identificación de los países con los planes de desarrollo debe seguir siendo la piedra angular de un desarrollo eficaz. El sistema debe reajustarse para que adopte el criterio de la demanda y ejecute los programas lo más cerca posible de los beneficiarios.
- Ventaja comparativa básica. Las Naciones Unidas deben ser suficientemente flexibles para responder a las necesidades operacionales y normativas de todos los países y promover normas mundiales. En cada país deben orientar sus actividades a los sectores en los que puedan desempeñar una función rectora y retirarse de aquellos en las que no puedan hacerlo, a fin de obtener resultados que respondan a las necesidades de los programas para los países. El valor añadido del sistema es que puede movilizar las diferentes capacidades de sus organismos de una forma integrada, en vez de centrarse en funciones especializadas.
- Máxima eficiencia y rendición de cuentas. El cambio debe preparar a las Naciones Unidas para que puedan afrontar nuevos desafíos y mejorar su actuación, que se medirá en función de los resultados. Es necesario aclarar las líneas de responsabilidad y autoridad y dar al personal los medios que necesita para cumplir sus mandatos, de los cuales son responsables. Es necesario aplicar mejores prácticas operativas para aumentar la eficiencia.
13.
Debemos asegurar que el sistema de las Naciones Unidas se modifique y
fortalezca para que pueda cumplir con mayor eficacia su mandato de habilitar a los
vulnerables y marginados. Unas Naciones Unidas que puedan responder con
flexibilidad a las necesidades podrán promover la prosperidad y la justicia para
todos. Nuestro informe es el punto de partida de un proceso dirigido a crear una
visión con la que todas las partes interesadas se identifiquen, a fin de que el sistema
de las Naciones Unidas funcione con coherencia y eficacia. Requerirá el liderazgo
del Secretario General, así como un compromiso y esfuerzos constantes de los
Estados Miembros y de los organismos de las Naciones Unidas. Estamos
convencidos de que la ejecución de este programa de recomendaciones audaces pero
realistas ayudará a lograr que el sistema de las Naciones Unidas para el desarrollo
siga reuniendo condiciones para afrontar los desafíos del siglo XXI.