Los bosques de montaña se encuentran entre los paisajes de belleza más espectacular de la Tierra, pero están amenazados. En 2011 el mundo ha estado celebrando el Año Internacional de los Bosques. Cada mes del año ha tenido un tema específico. En diciembre el tema es los bosques de montaña, por lo que resulta apropiado que el 11 de diciembre, Día Internacional de las Montañas, también subrayemos la importancia de los bosques de montaña. Los bosques de montaña protegen a las comunidades locales frente a los desastres naturales y salvaguardan los recursos naturales y los servicios ambientales de los que dependen miles de millones de personas para su bienestar y medios de vida.
Más de la mitad de la población mundial depende de agua dulce almacenada en las montañas para beber, cocinar y lavar, el riego, la energía hidroeléctrica, la industria y el transporte. Cuando se eliminan los bosques en las montañas se deja la tierra sin protección y aumentan las escorrentías y la erosión del suelo. Como resultado, la calidad del agua en los torrentes y ríos se deteriora tanto para las comunidades que viven aguas arriba como para las que lo hacen aguas abajo. Los peces y otras especies acuáticas se ven amenazados. Los sistemas de riego de los que dependen los agricultores de las tierras altas y bajas se encenagan, lo que supone riesgos para la producción de alimentos y un costoso mantenimiento.
Los bosques de montaña ayudan a asegurar la protección de las poblaciones ante los desastres naturales. Cuando se pierde cubierta forestal en las zonas de montaña, aumenta la vulnerabilidad de las aldeas y ciudades, los complejos turísticos, las centrales energéticas, las líneas de transmisión y los sistemas ferroviarios y de carreteras ante los corrimientos, las avalanchas e inundaciones. A medida que cambia el clima, el escudo protector que proporcionan los bosques de montaña cobrará aún más importancia. Se espera una mayor intensidad de tormentas con mayor precipitación, lo que aumenta el riesgo de desastres naturales en las montañas.
Para que los bosques de montaña nos protejan tienen que estar sanos. La salud de un bosque viene determinada por su densidad y la presencia de una amplia combinación de especies arbóreas de distintas edades y alturas. Esta combinación es fundamental si el bosque ha de resistir a peligros naturales, infestaciones de plagas y enfermedades.
En muchos bosques de montaña se siguen apreciando estos rasgos saludables. Sin embargo, en algunos casos, cuando las que gestionan los bosques son empresas que no tienen relación con las comunidades locales y se dedican a generar un solo producto, generalmente la madera, el mantenimiento de la salud general del bosque puede no tener la máxima prioridad.
La deforestación en las montañas recibe impulso en gran medida del crecimiento demográfico y la expansión de la agricultura comercial. Al aumentar la competencia por las tierras en las zonas de montaña, los agricultores en pequeña escala se han visto forzados a despejar tierras marginales en pendientes empinadas que no son adecuadas para la agricultura. Los pastores envían animales a pastar en pastos de montaña y en tierras boscosas, destruyendo a menudo la cubierta del terreno, compactando el suelo, impidiendo la regeneración natural y dificultando la reforestación. La tala comercial y la minería también han contribuido a la pérdida de cubierta forestal en las montañas.
Se debe emprender un trabajo a todos los niveles de la gobernanza para asegurar que los bosques de montaña estén protegidos, de manera que puedan, a su vez, protegernos y proporcionar bienes y servicios ambientales fundamentales.
En el plano de la comunidad, es fundamental que las poblaciones de montaña, aquellas que tienen el mayor interés en mantener la salud de los bosques de montaña, puedan influir en la manera en que se gestionan los recursos forestales locales, que tengan derechos de acceso claros a la tierra y al agua que necesitan para desempeñar con eficacia sus responsabilidades de gestión y que se vean recompensadas adecuadamente por su trabajo.
Los responsables de gestión forestal deben aplicar las mejores prácticas forestales con el fin de asegurar que los bosques de montaña puedan llevar a cabo sus funciones protectivas esenciales.
A nivel nacional e internacional, es necesario que los responsables de las políticas y los delegados otorguen a los bosques de montaña un lugar destacado en las estrategias nacionales y mundiales para la reducción de los riesgos de desastres, la gestión de recursos hídricos y la adaptación al cambio climático y su mitigación.
Fuente: FAO