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Introducción: 2005,

una oportunidad histórica

En septiembre de 2005, los dirigentes mundiales celebrarán una cumbre en Nueva York para examinar los progresos realizados desde que se proclamó la Declaración del Milenio, aprobada por todos los Estados Miembros en el año 2000. El informe del Secretario General incluye un proyecto de programa que será examinado en la cumbre con miras a la adopción de medidas. Se trata de decisiones normativas y de reformas que pueden aplicarse si se consigue movilizar la voluntad política necesaria.

Los acontecimientos que se han producido desde que se proclamó la Declaración del Milenio exigen que se revitalice el consenso sobre los desafíos y las prioridades fundamentales y que ese consenso se convierta en acción colectiva. Para ello debemos guiarnos por las necesidades y las esperanzas de los pueblos de todo el mundo. El mundo debe promover juntas las causas del desarrollo, la seguridad y los derechos humanos, porque de otro modo ninguna de ellas podrá triunfar. La humanidad no podrá tener seguridad sin desarrollo, no podrá tener desarrollo sin seguridad y no podrá tener ninguna de las cosas si no se respetan los derechos humanos.

En un mundo de amenazas y oportunidades interconectadas, dar una respuesta eficaz a todos esos desafíos interesa a todos los países. Por eso la causa de una libertad más amplia sólo puede promoverse mediante una cooperación extensa, profunda y sostenida a nivel mundial entre los Estados. El mundo necesita unos Estados fuertes y capaces, unas relaciones de colaboración eficaces con la sociedad civil y el sector privado, y unas instituciones intergubernamentales -de nivel regional y mundial- ágiles y eficaces que puedan movilizar y coordinar la acción colectiva. Es necesario reformar las Naciones Unidas en formas que hasta ahora eran inimaginables, y con una audacia y una rapidez que no se han puesto de manifiesto hasta ahora.

I. Libertad para vivir sin miseria

En los últimos 25 años se ha contemplado la reducción más espectacular de la pobreza extrema que jamás haya experimentado el mundo. Sin embargo, docenas de países se han empobrecido. Más de 1.000 millones de personas todavía viven con menos de 1 dólar al día. Todos los años 3 millones de personas mueren a causa del VIH/SIDA y 11 millones de niños mueren antes de cumplir los 5 años.

La de hoy es la primera generación que cuenta con los recursos y la tecnología para hacer realidad para todos el derecho al desarrollo y poner a toda la especie humana al abrigo de la necesidad. Existe una visión común del desarrollo. Los objetivos de desarrollo del Milenio, que abarcan desde reducir a la mitad la pobreza extrema hasta lograr que todos los niños acudan a la escuela primaria o detener la propagación de enfermedades infecciosas como el VIH/SIDA, todo ello antes del año 2015, se han convertido en criterios mundialmente aceptados de progreso general, adoptados por igual por los donantes, los países en desarrollo, la sociedad civil y las principales instituciones dedicadas a tareas de desarrollo.

Los objetivos de desarrollo del Milenio pueden cumplirse para 2015, pero sólo si todos los interesados rompemos con la rutina y aceleramos e intensificamos espectacularmente nuestra actividad ahora.

En 2005 debe hacerse realidad la "asociación mundial para el desarrollo", que constituye uno de los objetivos de desarrollo del Milenio reafirmados en 2002 en la Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo, celebrada en Monterrey (México), y la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible, celebrada en Johannesburgo (Sudáfrica). Esa asociación se basa en la responsabilidad mutua y en la rendición de cuentas: los países en desarrollo deberán fortalecer la buena gobernanza, luchar contra la corrupción, promover el crecimiento impulsado por el sector privado y aumentar al máximo la disponibilidad de recursos internos para financiar estrategias nacionales de desarrollo, mientras que los países desarrollados deberán apoyar esos esfuerzos con un aumento de la asistencia para el desarrollo, una nueva ronda comercial orientada al desarrollo y la ampliación e intensificación del alivio de la deuda.

Las esferas prioritarias para la acción en 2005 son las siguientes:

- Estrategias nacionales: Cada país en desarrollo víctima de una pobreza extrema debería adoptar y empezar a ejecutar para el año 2006 una estrategia nacional de desarrollo lo bastante atrevida para alcanzar los objetivos de desarrollo del Milenio para el año 2015. Toda estrategia debe tener en cuenta los siete grupos temáticos amplios de las inversiones y políticas públicas, a saber: la igualdad entre los géneros, el medio ambiente, el desarrollo rural, el desarrollo urbano, los sistemas de salud, la educación, y la ciencia, la tecnología y la innovación.

- Financiación para el desarrollo: La asistencia para el desarrollo en todo el mundo debería duplicarse, o más, durante los próximos años. Ello no requiere nuevas promesas de los países donantes, sino el cumplimiento de las promesas que ya se han hecho. Todos los países desarrollados que todavía no lo hayan hecho deberían establecer plazos para alcanzar el objetivo del 0,7% del ingreso nacional bruto para la asistencia oficial para el desarrollo a más tardar en 2015, y comenzar a hacer aumentos apreciables a más tardar en 2006, con la cifra del 0,5% como meta para 2009. Para aportar un adelanto inmediato de este volumen aumentado se establecería un mecanismo internacional de financiación, y a más largo plazo habría que considerar otras fuentes innovadoras de financiación. El Fondo Mundial de Lucha contra el SIDA, la Tuberculosis y la Malaria debe estar bien financiado, y es necesario proporcionar recursos para la ampliación de una estrategia amplia de prevención y tratamiento para luchar contra el VIH/SIDA. Estas medidas deben complementarse con una acción inmediata de apoyo a una serie de "triunfos rápidos", es decir, iniciativas relativamente poco costosas de efectos bien visibles con posibilidad de generar grandes ganancias a corto plazo y de salvar millones de vidas, como la distribución gratuita de mosquiteros antipalúdicos.

- Comercio: La Ronda de Doha de negociaciones comerciales multilaterales debería cumplir su promesa de desarrollo y terminar en 2006 a más tardar. Como primer paso, los Estados Miembros deberían proporcionar acceso a los mercados libre de derechos y de contingentes a todas las exportaciones de los países menos adelantados.

- Alivio de la deuda: Habría que redefinir la sostenibilidad de la deuda como el nivel de la deuda que permite a un país lograr los objetivos de desarrollo del Milenio y llegar a 2015 sin que aumente la relación de endeudamiento.

También es necesario adoptar nuevas medidas para garantizar la sostenibilidad del medio ambiente. Ahora deben movilizarse los adelantos científicos y las innovaciones tecnológicas para elaborar instrumentos que permitan mitigar el cambio climático, y debe preparase un marco internacional más integrador para estabilizar las emisiones de gases de efecto invernadero después de que expire el Protocolo de Kyoto en 2012, con una amplia participación de todos los principales emisores y tanto de los países desarrollados como de los países en desarrollo. También se requieren medidas concretas en lo que respecta a la desertificación y la diversidad biológica.

Otras actividades prioritarias a nivel mundial son el fortalecimiento de mecanismos para la vigilancia y el control de las enfermedades infecciosas, un sistema mundial de alerta en caso de desastres naturales, el apoyo a la ciencia y la tecnología para el desarrollo, el apoyo a la infraestructura e instituciones regionales, la reforma de las instituciones financieras internacionales, y una cooperación más eficaz para regular las migraciones en beneficio de todos.

II. Libertad para vivir sin temor

Si bien los progresos en materia de desarrollo se ven obstaculizados por dificultades de ejecución, en lo que respecta a la seguridad, a pesar de que muchos se sienten ahora más amenazados, el mundo carece del consenso más elemental y cuando se actúa, esta actuación es muy a menudo objeto de controversia.

El Secretario General hace plenamente suyo un enfoque general de la seguridad colectiva. Entre las amenazas a la paz y la seguridad en el siglo XXI figuran no sólo la guerra y los conflictos internacionales, sino el terrorismo, las armas de destrucción en masa, la delincuencia organizada y los disturbios civiles. También se incluyen la pobreza, las enfermedades infecciosas mortales y la degradación del medio ambiente, ya que también éstas pueden tener consecuencias catastróficas. Todas estas amenazas pueden ser mortales o reducir gravemente las posibilidades de vida. Todas ellas pueden socavar a los Estados como unidades básicas del sistema internacional.

Hoy en día la seguridad colectiva depende de que se acepte que las amenazas que cada región del mundo considera más urgentes tienen de hecho la misma urgencia para todos. Estas no son cuestiones teóricas, sino de vital urgencia.

Las Naciones Unidas deben transformarse en un instrumento eficaz de prevención de conflictos, que es la función para la que fueron concebidas, adoptando medidas acerca de varias prioridades políticas e institucionales fundamentales:

- Prevención del terrorismo catastrófico: Los Estados deberían adoptar una estrategia general contra el terrorismo basada en cinco puntos fundamentales: convencer a la gente para que no recurra al terrorismo ni lo apoye; negar a los terroristas el acceso a fondos y materiales; convencer a los Estados para que no patrocinen el terrorismo; desarrollar la capacidad de los Estados para derrotar al terrorismo; y defender los derechos humanos. Deberían concertar un convenio general sobre el terrorismo, acordando una definición clara de este fenómeno. También deberían ultimar, sin demora, el convenio internacional para la represión de los actos de terrorismo nuclear.

- Armas nucleares, químicas y biológicas: Es esencial lograr progresos tanto en el desarme como en la no proliferación.
En cuanto al desarme, los Estados poseedores de armas nucleares deberían reducir aún más sus arsenales de armas nucleares no estratégicas e intentar concertar acuerdos de control de armamentos que entrañen no sólo medidas de desmantelamiento sino la irreversibilidad de esas medidas, reafirmar también su compromiso de respetar las garantías negativas de seguridad, y mantener la moratoria de los ensayos nucleares. En cuanto a la no proliferación, debe reforzarse la facultad de verificación del Organismo Internacional de Energía Atómica mediante la adopción universal del Modelo de Protocolo Adicional, y los Estados deberían comprometerse a ultimar, firmar y aplicar un tratado que prohíba la producción de material fisionable.

- Reducir el riesgo y la prevalencia de la guerra: Actualmente, la mitad de los países que salen de un conflicto armado vuelven a caer en la violencia en un plazo de menos de cinco años. Los Estados Miembros deberían establecer una Comisión de Consolidación de la Paz, de carácter intergubernamental, así como una Oficina de Apoyo a la Consolidación de la Paz, dentro de la Secretaría de las Naciones Unidas, de manera que el sistema de las Naciones Unidas pueda afrontar mejor el desafío de ayudar a los países a completar con éxito la transición de la guerra a la paz. También deberían adoptar medidas para reforzar la capacidad colectiva de utilizar los instrumentos de la mediación, las sanciones y el mantenimiento de la paz (incluida una política de no tolerar en absoluto la explotación sexual de menores y otras personas vulnerables por miembros de los contingentes de mantenimiento de la paz, similar a la política adoptada por el Secretario General).

- Uso de la fuerza: El Consejo de Seguridad debería aprobar una resolución en que expusiera los principios que han de aplicarse en las decisiones relativas al uso de la fuerza y expresara su intención de regirse por ellos al decidir una autorización o un mandato para hacer uso de la fuerza.

Otras actividades prioritarias a nivel mundial son lograr una cooperación más eficaz para combatir la delincuencia organizada, prevenir el comercio ilícito de armas pequeñas y ligeras, y eliminar el flagelo de las minas terrestres que todavía matan y mutilan a personas inocentes y dificultan el desarrollo en casi la mitad de los países del mundo.

III. Libertad para vivir en dignidad

En la Declaración del Milenio, los Estados Miembros afirmaron que no escatimarían esfuerzo alguno por promover la democracia y fortalecer el imperio del derecho y el respeto de todos los derechos humanos y las libertades fundamentales internacionalmente reconocidos. De hecho, a lo largo de los seis últimos decenios, se ha llevado adelante un admirable marco normativo basado en tratados.

Sin embargo, si no se cumple lo acordado, esas declaraciones parecen vacías. Si no se pasa a la acción, las promesas carecen de sentido. Las personas que padecen a causa de crímenes de guerra no hallan consuelo en las palabras incumplidas de los Convenios de Ginebra. Los tratados por los que se prohíbe la tortura no sirven para consolar a los prisioneros que sufren abusos de sus captores, especialmente si los mecanismos internacionales de derechos humanos permiten que los responsables se escondan detrás de sus amigos de las altas esferas. Las poblaciones cansadas de guerra caen en la desesperación cuando, aunque se haya firmado un tratado de paz, apenas se progresa hacia el logro de un gobierno respetuoso del Estado de derecho. Las solemnes promesas de fortalecer la democracia siguen siendo palabras vacías para quienes nunca han votado a sus dirigentes ni ven señal alguna de que estén cambiando las cosas.

Por consiguiente, el marco normativo que se ha impulsado de modo tan meritorio en los seis últimos decenios debe ser fortalecido. Más importante aún es que se adopten medidas concretas para reducir la tendencia a la aplicación selectiva, el control arbitrario del cumplimiento y el quebrantamiento sin consecuencias de ese marco. El mundo debe pasar de una era de legislación a una era de cumplimiento.

Es necesario adoptar medidas en los siguientes ámbitos prioritarios:

- Estado de derecho: La comunidad internacional debe asumir la "responsabilidad de proteger", como base de la acción colectiva contra el genocidio, la depuración étnica y los crímenes de lesa humanidad. Todos los tratados relativos a la protección de los civiles deben ser ratificados y aplicados. Deben adoptarse medidas para reforzar la cooperación con la Corte Penal Internacional y los demás tribunales internacionales o mixtos sobre crímenes de guerra, y para fortalecer la Corte Internacional de Justicia. El Secretario General también se propone fortalecer la capacidad de la Secretaría para prestar asistencia a las iniciativas nacionales para restablecer el Estado de derecho en sociedades que atraviesen o hayan atravesado por un conflicto.

- Derechos humanos: La Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos debe ser reforzada con más recursos y personal y debe desempeñar un papel más activo en las deliberaciones del Consejo de Seguridad y de la propuesta Comisión de Consolidación de la Paz. Los órganos creados en virtud de tratados de derechos humanos del sistema de las Naciones Unidas también deben hacerse más eficaces y receptivos.

- Democracia: Debe crearse un Fondo para la Democracia en las Naciones Unidas con objeto de prestar asistencia a los países que intenten establecer o fortalecer su democracia.

IV. Fortalecimiento de las Naciones Unidas

Aunque los propósitos deben ser firmes y constantes, la práctica y la organización deben progresar al ritmo de los tiempos. Para poder representar un instrumento útil que sirva a sus Estados Miembros y a los pueblos del mundo para responder a los desafíos descritos en tres partes anteriores, las Naciones Unidas deben adaptarse plenamente a las necesidades y las circunstancias del siglo XXI.

Desde 1997, se han conseguido logros importantes en la reforma de las estructuras internas y la cultura de las Naciones Unidas. Sin embargo, todavía es necesario hacer muchos más cambios, tanto en la parte ejecutiva -la Secretaría y el sistema de las Naciones Unidas en su sentido más amplio- como en los órganos intergubernamentales de las Naciones Unidas:

- Asamblea General: La Asamblea General debe adoptar medidas decididas para racionalizar su labor y agilizar el proceso de deliberación. Debe dirigir su atención a las principales cuestiones sustantivas del momento, y establecer mecanismos para comprometerse plena y sistemáticamente con la sociedad civil.

- Consejo de Seguridad: El Consejo de Seguridad debe ser ampliamente representativo de las realidades del poder en el mundo actual. El Secretario General apoya los principios de reforma enunciados en el informe del Grupo de alto nivel, e insta a los Estados Miembros a que estudien las dos posibilidades, modelos A y B, que se presentaron en ese informe, o todas las demás propuestas viables en lo que respecta al número de miembros y el equilibrio que se hayan formulado sobre la base de uno u otro modelo. Los Estados Miembros deberían acordar la adopción de una decisión sobre esta importante cuestión antes de la celebración de la cumbre de septiembre de 2005.

- Consejo Económico y Social: El Consejo Económico y Social debe ser reformado para que pueda evaluar eficazmente los logros conseguidos en los planes de desarrollo de las Naciones Unidas, servir de foro de alto nivel sobre la cooperación para el desarrollo y proporcionar orientación para las actividades de los distintos órganos intergubernamentales que intervienen en las esferas económica y social en todo el sistema de las Naciones Unidas.

- Consejo de Derechos Humanos propuesto: La Comisión de Derechos Humanos sufre una disminución de su credibilidad y su profesionalidad, por lo que necesita una importante reforma. Debe ser sustituida por un Consejo de Derechos Humanos permanente con una composición más reducida, como órgano principal de las Naciones Unidas o subsidiario de la Asamblea General, cuyos miembros serían elegidos directamente por la Asamblea General por el voto de una mayoría de dos tercios de los miembros presentes y votantes.

- La Secretaría: El Secretario General adoptará medidas para adecuar la estructura de la Secretaría a las prioridades expuestas en el informe y creará un mecanismo decisorio en forma de gabinete. Pide a los Estados Miembros que le confieran la autoridad y los recursos necesarios para ofrecer al personal una gratificación por retiro voluntario a título excepcional, a fin de renovar y reasignar al personal para atender las necesidades actuales, cooperar en un examen exhaustivo de las normas relativas al presupuesto y los recursos humanos y encargar la realización de un examen exhaustivo de la Oficina de Servicios de Supervisión Interna con miras a fortalecer su independencia y su autoridad.

Otras prioridades son la creación de un mayor grado de coherencia del sistema fortaleciendo las funciones de los coordinadores residentes, dotar al sistema de respuesta humanitaria de acuerdos de reserva más eficaces, y garantizar una mejor protección de los desplazados internos. Debe prestarse un mayor apoyo a las organizaciones regionales, especialmente la Unión Africana. La Carta misma también debería actualizarse para abolir las referencias a los Estados "enemigos", el Consejo de Administración Fiduciaria y el Comité de Estado Mayor, todos los cuales son anacrónicos.

Conclusión: una oportunidad y un desafío

Corresponde a la comunidad mundial decidir si este momento de incertidumbre es presagio de conflictos más generalizados, desigualdades más profundas y la erosión del Estado de derecho o si, por el contrario, puede aprovecharse para renovar nuestras instituciones en pro de la paz, la prosperidad y los derechos humanos. Ha llegado el momento de pasar a la acción. En el anexo del informe se enumeran algunos temas específicos para su examen por los Jefes de Estado y de Gobierno. Es posible y está a nuestro alcance actuar al respecto. De unos inicios pragmáticos podría surgir un cambio de rumbo para nuestro mundo con visión de futuro.