Las montañas cubren alrededor de una cuarta parte de la superficie del planeta y en ellas vive el 10 por ciento de la población mundial. Son un santuario de una extraordinaria red de vida vegetal y animal, y en ellas nacen los principales ríos del mundo.
Sin embargo, la población de las montañas, guardiana de estos valiosos recursos, es de las más pobres, que más hambre sufren y más marginadas del planeta. Gran parte de los 800 millones de personas que pasan hambre crónica en el mundo de hoy vive en zonas montañosas. En algunos casos su inseguridad alimentaria es consecuencia del crecimiento demográfico, que a menudo intensifica la pobreza en las regiones montañosas debido a la fragilidad de los recursos naturales de estas regiones. En otros casos, se producen períodos de hambre porque los campesinos de las montañas abandonan sus prácticas agrícolas habituales para adoptar métodos insostenibles en territorio montañoso.
Los conflictos producen pobreza. Tienden a incrementar un 30 por ciento el número de personas que viven en la pobreza extrema, con graves repercusiones para la población de las montañas, que ya es de las más pobres y desfavorecidas del mundo.
En 1999 solamente, el 85 por ciento de los principales conflictos armados se desplegaron en zonas montañosas. Donde hay conflicto armado la población no puede desempeñar las tareas de subsistencia, como la siembra y la cosecha. Se destruyen las carreteras y otras obras de infraestructura.
La pobreza también es causa de conflicto. La desigualdad social, la marginación política y las presiones ambientales son causas de conflicto y de los problemas que a menudo afrontan los pobres en las regiones montañosas. Es necesario romper el círculo vicioso de pobreza y conflicto.
Fuente: FAO